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jueves, 29 de diciembre de 2011

El enigma de los dinosaurios

Así se llamaba un libro que me leí hace ya más de 22 años (y prometo que lo volveré a leer). El libro tenía un argumento bastante extenso sobre el origen de la paleontología, cómo se desarrolló la ciencia (incluyendo un capítulo, aún me acuerdo de memoria, Cope y Marsh: la guerra de los huesos, en el que se describía cómo estos dos investigadores se arruinaron económica y socialmente por ser líderes en su campo de investigación) y por último una no muy extensa discusión, aunque bastante argumentada, sobre el final de los dinosaurios en los capítulos ¿Término con una explosión? y ¿Terminó con un gemido?

Me temo que no podría ser lo suficientemente preciso en los argumentos pero creo recordar que las dos posibles causas de la desaparición de los dinosaurios fueron el choque de un meteorito con la Tierra (teoría exógena) y una probable extinción debida a algún tipo de virus como la gripe aviar (teoría endógena). Sea como fuere es bastante interesante comprobar que aún hoy el misterio sobre el final de los dinosaurios no ha sido resuelto satisfactoriamente y que aún sigue despertando interés por el gran público.

La hipótesis del meteorito vendría a acentuar el hecho de que se han descubierto por todo el planeta cráteres que podrían ser datados de aquella época y que determinaría la posibilidad de que se hubiera levantado alguna especie de nube de polvo que hubiera cubierto la Tierra y hubiera contribuido a un enfriamiento global que habría matado posteriormente a los dinosaurios (por su necesidad de calor solar, como cualquier otro reptil).

La hipótesis de algún tipo de infección masiva o incluso una superpoblación de estos seres vivos parece menos probable (quizá también a que es menos espectacular y romántica que la apocalíptica "gran explosión"). Sin embargo no debería desecharse, debido fundamentalmente a que en épocas recientes hemos vivido casos muy parecidos de virus capaces de matar a la población joven (incluida la humana). La superpoblación podría haber significado la muerte de alguna que otra especie, pero es demasiado aventurado afirmar que todas las especies de dinosaurio (sin excepción) sufrieron al mismo tiempo una superpoblación y por último muerte debido a la ausencia de recursos. En mi opinión, parecen mucho más creíbles las dos anteriores.

El fin de los dinosaurios fue triste. Muchos de nosotros a veces soñamos con qué habría sido del mundo de haber podido disfrutar de un hermoso Tyranosaurus en el zoo. El famoso libro y posterior película Parque Jurásico debatía, como ya saben, sobre este sueño y las desventajas de una hipotética resurrección de estas especies. Pero como decían en mi viejo libro, la suerte de haber desaparecido los dinosaurios es que permitieron el desarrollo de los mamíferos y posteriormente de la especie más perfecta entre los animales: el ser humano.

Las grandes crisis, entre ellas aquella que mató a los dinosaurios, siempre han causado enormes pérdidas, algunas irreparables, como es el caso de la desaparición de todo un orden reptiliano, pero al mismo tiempo ha sido la base de órdenes más evolucionados y adaptados al medioambiente, lo que ha permitido mejores especies con una mayor capacidad de supervivencia.

Algo así pasa en las crisis económicas. No cabe duda de que hoy más que nunca podríamos considerar al siglo XXI como el período jurásico económico. No ha habido en la historia de la humanidad un período de mayor prosperidad económica, con enormes corporaciones que pelean entre sí por millones de millones de dólares. Esos son los dinosaurios modernos, auténticas máquinas de matar que pueden con todo, con capacidad de aniquilar a cualquier otra compañía más pequeña que pretenda prosperar o que intente presentarles batalla.

La visión de esta situación es paradójica, hasta tal punto de que cuando el presunto enemigo es una sola persona (por ejemplo, un autónomo), no se puede pensar en otra cosa que en una lucha desigual de la que el pequeño no va a salir bien parado. De hecho, por lo general, las grandes corporaciones, con sus pagos a 6 meses o incluso a 1 año, han conseguido la bancarrota de muchas de estas empresas y trabajadores que sólo deseaban llevar un plato de comida a sus familias.

Los dinosaurios son magníficos, pero al mismo tiempo son tiránicos y pueden hacer grandes catástrofes. Eso es una gran multinacional. Sin embargo, en época de crisis, la desaparición de algunas de estas grandes empresas puede ayudar a que otras pequeñas y aún minúsculas ocupen nichos de mercado que de otra manera no podrían ocupar.

La empresa grande debería existir siempre y la ausencia de la misma puede significar una auténtica revolución e incluso dificultar la expansión de otras más pequeñas. Dicho de otra manera: sin empresas grandes es poco probable un desarrollo próspero, debido a la falta de medios. Sin embargo, en la crisis actual, es posible ver a pequeñas empresas que han sido capaces de prosperar. Esto es alabable, a la vez que es entendible: como en el caso de los dinosaurios, a la pequeña empresa le es más difícil mantenerse pero una vez cubiertas estas necesidades, su crecimiento es notablemente más alto y a la vez más efectivo que el de la empresa grande. Estas empresas pequeñas ocupan entonces los nichos de mercado de las grandes, contribuyendo a una mejora y a un futuro próspero para estos aún pequeños negocios.

Hemos conocido ejemplos de grandes negocios que en unos 40 años han crecido tanto que son líderes mundiales. Ejemplos como Apple o Microsoft no deberían quedan como algo anecdótico, hasta tal punto que si bien los dinosaurios eran enormes, el animal más grande jamás conocido proviene de un pequeño mamífero. Este animal tan grande es la ballena azul, que mide unos 10 m más que cualquier enorme dinosaurio. Hoy estas compañías, al igual que Facebook o Twitter no fueron más que eso, pequeñas compañías venidas a más. No discutiremos si fue esto merecido, si lo hicieron mediante engaños o si realmente son fórmulas de éxito. Lo realmente importante es que hasta de lo más pequeño puede surgir una idea revolucionaria.

En el nuevo año 2012 hemos de ser claramente optimistas. Gracias a esta aguda crisis y a los millones de desempleados que aparecen cada semana seremos capaces de llevar nuestras vidas a cotas insospechadas, siempre y cuando hayamos tenido un auténtico afán de hacer negocios y la suficiente suerte (también un poco es necesaria).

¿Y a los desempleados?¿Qué les diremos? Sí, ellos son víctimas, como la gacela lo es del león. Pero les diremos que aún siguen vivos y que si bien la situación anterior fue buena, ¿por qué la próxima vez no habría más suerte? Sólo deberíamos ponernos en la piel de gente que ni siquiera tiene experiencia. ¿Quién sabe si nuestra experiencia y este desempleo momentáneo no será sino el trampolín para un puesto de responsabilidad?

La catástrofe acabó con los dinosaurios y creó al hombre. Que sea el hombre, la criatura más perfecta, la que sea capaz por sí mismo de dar solución a las crisis provocadas por él mismo. Para ello ánimo y no ocultar el gusto por los sueños con final feliz.

domingo, 25 de diciembre de 2011

El discurso del Rey

El pasado día 24 de diciembre Su Majestad el Rey Juan Carlos I de España pronunció su tradicional mensaje de Navidad al conjunto de ciudadanos españoles. Cabe mencionar que cuando hablamos de españoles no sólo hablamos de ciudadanos de los actuales territorios de España, sino también de los territorios hispanoamericanos. Durante su mensaje, don Juan Carlos I tuvo referencia a todos sus ciudadanos, por mucho que la independencia llegara a los antiguos territorios de ultramar.

Este último discurso ha venido precedido de una agria polémica en torno a la familia real y a la presunta estafa del yerno del Rey. Esta situación, unida a una puntual falta de creencia en la monarquía en estos momentos de crisis, ha obligado al monarca a puntualizar sobre algunas de las situaciones que están pasando los españoles y cómo la Corona se va a enfrentar a ellas.

"La justicia es igual para todos". Con esta frase lapidaria el Rey manifestó su intención de no interferir en la acción de la justicia sobre la investigación de los delitos de su yerno. La Constitución Española es clara a este respecto: únicamente la figura del Rey es inviolable puesto que representa al Estado español. Por tanto, no es posible, a priori, ajusticiar al Rey. Sin embargo la Constitución Española no recoge nada acerca del heredero de la Corona o de los familiares del monarca, inclusive la Reina.

Es cierto que en la profunda crisis mundial (y con la aparición de los grupos sociales de protesta en los países árabes, Grecia, Estados Unidos y España) las figuras políticas han sufrido un profundo descrédito. Un caso especial es de las monarquías y los senados, los cuales están siendo puestos en duda acerca de su eficacia y su razón de existencia. En este sentido están apareciendo corrientes antimonárquicas en España, que sin ser absolutamente preocupantes para la monarquía española sí que están haciendo aparecer dudas sobre la continuidad futura y el mantenimiento de la Familia Real.

Es cierto que las monarquías parlamentarias (como son la española, la inglesa y casi todas las monarquías europeas) poco se parecen a las monarquías constitucionales propuestas por Montesquieu. La famosa frase española "el rey reina, pero no gobierna" incumple la famosa separación de los tres poderes propuesta por el filósofo. En España, el último rey constitucional fue Fernando VII. Desde entonces, los reyes siempre estuvieron sometidos a la autoridad del parlamento y del presidente del gobierno y en algunos casos hasta de regentes y dictadores (como en el caso de Espartero o Primo de Rivera).

Existen aún ejemplos de monarquías absolutas y constitucionales en Europa. Tanto el Vaticano (con el Papa como monarca) como Liechtenstein o Mónaco son casos en los que sus monarcas deciden los asuntos de gobierno sin que un parlamento o un presidente ejerzas esas funciones. Esta situación del resto de monarquías europeas, similar a la que viven los presidentes de las repúblicas de Alemania o Italia, es la que ha determinado la conveniencia de mantener cargos "inútiles". A pesar de que son Jefes de Estado, tanto reyes como presidentes de la república no son tomados como figuras clave en las políticas estatales y por tanto se ven en muchos casos como meros títeres sin ninguna función.

Repúblicas como EE.UU. o Francia, las llamadas repúblicas presidencialistas son la esencia de aquellas ideas de Montesquieu, donde el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial estarían separados y serían independientes entre sí. Claro que lo que Montesquieu pensaba no existe, hoy por hoy, en casi ningún país del mundo: los políticos o el rey serían los gobernantes, los jueces harían cumplir las leyes y las leyes serían hechas por el pueblo a través de sus representantes parlamentarios. Lástima que en la mayor parte de los países, entre ellos España, el parlamento esté formado por partidos y no por representantes independientes que realmente legislaran en función de sus creencias (siendo así la única manera de ser realmente un reflejo del pueblo). En su lugar, las leyes y el gobierno se controlan por el mismo partido o la misma persona.

La figura del Rey de España puede ser discutida, qué duda cabe. Sin embargo, es un prejuicio general pensar que la monarquía sea peor gobierno que república en cuanto a que el presidente es elegido por el pueblo y el rey es un sucesor dinástico que puede no ser conveniente para el Estado. Como decía Hobbes en Leviatán, quienes afirman esto suelen ser personas ambiciosas a los que les gustaría ser ellos mismos monarcas y no encuentran otro medio que atacar a la monarquía. No le falta razón. De sobra es conocido que malos reyes ha habido en la Historia, pero han sido todavía peores los casos en los que el pueblo, en su fatal conciencia, ha elegido a demagogos y dictadores. También ha ocurrido lo contrario: mientras que los grandes reyes, como Alejandro Magno o Felipe II han sido monarcas espléndidos llevando a cotas de poder y riqueza inimaginables a sus naciones, muy pocos líderes presidenciales han podido mantener escasamente unos pocos años al menos la paz en sus naciones, cuanto más índices de prosperidad y poder altos.

sábado, 24 de diciembre de 2011

El talento a las puertas del 2012

Hoy comienzan oficialmente las navidades y como todos los años los propósitos de Año Nuevo nacen de las nuestras mentes con toda fuerza, mayor cuanto más se acerca el buscado día.

2012 es un año bastante curioso. El pronóstico del fin del mundo según el calendario maya ha sido la comidilla favorita del pueblo llano desde 2004 aproximadamente. Ya está aquí. El 2012 llega cargado a medias de polémica y de esperanza.

Y entre tanta efusividad, un pensamiento. ¿Qué ha ocurrido con el talento?¿Será este año por fin el "año de las luces"? Por supuesto que es más bien un sueño que una realidad, pero es bonito presumir esto en tales fechas.

Lo cierto es que tengo un extraño presentimiento y es que el mundo se está volviendo cada vez más torpe. Las máquinas y la propia política demagógica han convertido al ser humano en un reflejo de su pasado. ¿A alguien no le extraña la actitud de la sociedad del bienestar cuando se pide, por ejemplo, que alguien se levante para ofrecerle un vaso de agua al abuelo enfermo?¿Acaso es lógico que todos se miren entre sí esperando que alguno tome la iniciativa?¿Es lógica una actitud de cansancio ante la mera posibilidad de levantarse a 50 metros en busca de la comida al supermercado de la esquina?¿Es moral burlarnos o poner cara de enfado por ir a buscar a un lugar tan cercano lo que nuestros antepasados habrían deseado con todas sus fuerzas y habrían iniciado expediciones a tierras lejanas?

Existe un principio fundamental de la naturaleza y es que los sistemas físicos tienden siempre a alcanzar el estado de mínima energía. En este sentido, sería lógico pensar que el ser humano está evolucionando según marca una ley universal y que poco o nada podemos hacer contra las leyes físicas. Sin embargo, esto sería querer justificar una actitud totalmente injustificable, arguyendo razones que incluso serían falsas en el planeta, ya que las leyes naturales, aunque ciertas, son a veces tomadas de una manera muy general, olvidando los casos particulares (como por ejemplo, los sistemas biológicos, que tienen una dinámica más bien contraria, procurándose siempre un estado más energético en relación al entorno).

Por tanto, ¿qué podemos decir sobre la actitud de la humanidad? En general, resulta poco inteligente apostar por una sociedad donde no haya una auténtica filosofía (es decir, un auténtico "amor a la sabiduría"). Una sociedad donde importe más ver a la estrella del pop de turno que estudiar o el debate no es más que una sociedad abocada al fracaso en última instancia.

Las sociedades modernas, en las cuales impera la democracia, no pueden contribuir a una filosofía auténtica. De hecho incluso entre los griegos, la democracia ateniense fue la que mató definitivamente a la filosofía griega. Si bien fue en Atenas donde coincidieron los tres mayores filósofos (Sócrates, Platón y Aristóteles) es más cierto que desde hacía siglos se venía desarrollando en todas las polis una auténtica escuela filosófica. Mileto (Tales), Samos (Pitágoras), Agrigento (Empédocles), Elea (Zenón) o Éfeso (Heráclito) son ciudades donde la filosofía floreció en un grado muy parecido a Atenas, siendo en esta última donde la escuela de pensamiento griego desapareció tras Aristóteles. Posteriormente hubo centros artísticos o filosóficos importantes (como Alejandría) pero muy alejados de Grecia.

La pelea pasa por decretar nociva cualquier tendencia política que fomente el rechazo a la cultura. Las democracias siempre van a fomentar este rechazo, ya que todos son iguales ante la ley y por tanto es igual a ojos del estado tener una alta o una baja cultura. La democracia es siempre un estado de alto desorden político, ya que su propia constitución es la fragmentación y la unión en mayorías.

martes, 13 de diciembre de 2011

Talento y trabajo

En ocasiones merece la pena pararse y meditar sobre los propios asuntos, más si cabe en esta época de crisis que parece que no vaya a abandonarnos nunca.

Pero de todo, créanme, se sale y esta crisis no será distinta. Volverán los días de gloria y de cierta tranquilidad a las economías domésticas y a los mercados.

El caso es que más que nunca puedo decir que la gente se lamenta de que su talento está siendo desaprovechado. Es decir, la crisis parece alentar todos los sentimientos de autoestima, motivados probablemente en parte por una autorresistencia de la mente humana y por otra parte por una serie de mensajes más o menos connotativos que los gobiernos se han encargado de difundir.

¡Tienes talento!

El talento (o lo que es lo mismo o quieren los gobiernos que sea lo mismo, la inteligencia) es una de las cualidades a las cuales el ser humano se aferra con más ímpetu. Más amplio es el significado que se le ha querido dar a la palabra talento como conjunto de capacidades intelectuales o emotivas que nos convierten en alguien virtuoso o con capacidad para el triunfo. Así pues, estamos asistiendo en este sentido a un suicidio colectivo de grandes mentes, a las cuales los gobiernos y las empresas poderosas impiden que se desarrollen. Si a esto le sumamos la gran cantidad de personas ineptas que ocupan estos puestos de trabajo que le corresponderían de pleno derecho a estos talentosos, el panorama es poco menos que tétrico, absurdo y fatal. En pocos años de la crisis pasaremos a la llegada de los cuatro jinetes del Apocalipsis.

No son ciertas estas especulaciones. Lo siento, pero no puedo darle la razón a aquellos que piensan que nuestros jóvenes en particular y nuestros ciudadanos en general están mejor preparados y tienen un mayor talento que las generaciones anteriores. El talento es algo más que poseer un título colgado en la pared que nos capacita como abogados, ingenieros, arquitectos o médicos. El talento implica una capacidad cerebral e intelectual muy superior, lo que antiguamente se catalogaba como genio.

Todos, y en particular los jóvenes, plantean a diario que la vida es injusta con ellos, ya que tienen que trabajar mucho, ganan poco y además no ocupan los puestos para los cuales han estudiado. Además plantean el sempiterno nepotismo, por el cual entran en una situación de competencia desleal por parte de estos "primos".

Completa y rotundamente falso: achacar a los demás nuestra situación laboral, económica o social cuando ellos no son realmente los causantes directos no es más que excusarse. El trabajo duro es el que realmente proporciona esta capacidad y esta exposición al talento.

Muchos me dicen: ¿cómo puedo demostrar mi valía en el trabajo si no trabajo? A diferencia de otros, que invitarían a seguir estudiando, yo declaro que lo importante no es tener talento, sino potenciarlo. Si realmente alguien es bueno cocinando pero no es capaz de encontrar un empleo de cocinero, nuestra virtud y talento pasaría por enseñar nuestros secretos, aunque fuera gratuitamente, a un conjunto de alumnos o de personas que compartan nuestras inquietudes. En este sentido las redes sociales han facilitado mucho el trabajo.

Lo primero para reconocer si alguien tiene talento es su capacidad para generar el acto o el producto del cual se presume el talento. Por ejemplo, si alguien es un gran escultor, debemos demostrar con hechos (estatuas) que alguien sea un gran escultor. De lo contrario, la afirmación quedará como simple anécdota.

Insisto en la idea de que tener un título universitario no capacita a tener talento. Quizá, hace muchísimos años, el disponer de un título garantizaba la genialidad o la valía intelectual de su poseedor, pero actualmente la obtención de un título universitario se ha convertido en una cuestión de tiempo y de que los padres asuman los gastos de matriculación.

La educación ha de ser un bien disponible para todos, pero la educación debe ser optimizada, enfocada a los ciudadanos que mayor bien o mayor benificio pueden obtener de sus valías. Es totalmente inútil formar en ingeniería a un individuo que será incapaz de asumir la realización de cálculos al resultarle éstos muy complicados o casi imposibles de simular. El comparar el talento de estas personas con el talento de los universitarios de hace 70 años es odioso.

En cambio, existe un especial talento al trabajo que está siendo totalmente desaprovechado. La gente no desea trabajar, sino ganar mucho dinero. Eso revierte en una idea totalmente falsa: vivir bien es no trabajar.

El trabajo es obligatorio, necesario y sobre todo permite desarrollar a la persona. Como dijimos al principio, hemos querido mezclar talento con inteligencia, cuando ambos son completamente distintos. Mucha gente debería suplir su falta de inteligencia o su falta de capacidad en los estudios por trabajos que sí que puedan realizar y para los cuales sí dispongan de talento especial. El problema ha sido que hemos estado tan ensimismados con la idea de que todos somos especiales o tenemos algo de especial, como si fuera esto una triste comedia, que no nos hemos parado a pensar que quizá todo es más simple: hay personas que son mejores que otras. En qué aspecto son mejores puede ser discutible pero es impropio considerar que todos somos mejores en algo, como si todos tuviéramos algo especial, inconfesable y único. Esta es una falacia habitual, pero falacia al fin y al cabo.

Insisto: es el trabajo y no el talento lo que realmente hace que el mundo prospere, ya que el trabajo es algo mucho más común que el talento. Si de talento se tratara, el mundo tendría una población de escasamente 300 000 almas y quizá me pase. Quizá haya quien piense que exagero, pero la realidad es que en ocasiones veo que existe una confusión muy clara entre lo que es talento y lo que es trabajo y esta confusión es simplemente causada porque quien la aprecia no tiene el suficiente talento que le permitiría diferenciarlas.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Diciembre de 2011. El principio del fin

Acabamos de iniciar el nuevo mes, diciembre, mes que indica el final del año y por lo que parece no vamos a poder decir que haya sido el mejor año para todos, al menos desde el punto de vista económico.

El mundo tal y como lo conocemos puede que esté en los inicios del fin. La realidad es que la vida actual sólo consiste en generar y ganar dinero. Lo demás es tontería. El dinero, qué duda cabe, es algo fundamental. El dinero indica claramente el grado de capacidad que tiene el ser humano de obtener recursos. El dinero, en sí mismo, no es malo. Tampoco lo que simboliza, es decir, el método de poder repartir recursos en la comunidad, a razón de la capacidad individual de poder acceder a ellos. Lo que es auténticamente peligroso, desde tiempos inmemoriales, es tomar el dinero como patrón de la realidad.

El grave problema que tiene que asumir el siglo XXI es el problema de la vulgarización. No hay quien pueda ser censurado en internet y si eso pasa los pseudónimos pueden ayudar a evitar la censura. Las redes sociales han permitido que millones de personas puedan dejar reflejadas sus opiniones y poder debatir y platicar entre ellas y con personajes famosos o personas importantes (presidentes del gobierno, obispos, políticos, actores, etc.).

A todo este fenómeno lo llaman democratización de la sociedad. Yo veo mucho más aconsejable llamarlo vulgarización de la sociedad.

No se debería permitir a nadie que vertiera opiniones gratuitas sin por lo menos demostrar lo que en ellas se dice. No es posible que un gobierno que realmente vela por los intereses del pueblo permita que en twitter, por ejemplo, el Premio Nobel de medicina se vea discutido en cuestiones médicas por el primer inculto del país, alegando este último la experiencia sufrida o lo que ha leído o ha sido contado por otros. La cuestión es que convertimos la ciencia o la virtud en pura parafernalia.

Lo que nos ha enseñado 2011, una vez más, entre tantos gritos de "indignados", entre tanta crisis y entre tantos vaivenes de los políticos, es que el futuro de la generación futura está completamente hipotecado. Es más, no hay solución real a esto a no ser que haya una auténtica guerra. Quizá no sea necesaria una guerra en el sentido estricto de la palabra, pero sí la aniquilación de mercados y economías que no sean lo suficientemente adecuadas al mercado occidental. Quien quiera ver que la solución a los males del mundo está en una concepción socialista del mismo se equivoca muy profundamente.

En este aspecto, cabe mencionar el famoso debate que hubo en pleno siglo XX sobre quién tenía razón, si malthusianos o los marxistas. Según los primeros, los recursos crecen de manera aritmética mientras que la población lo hace de manera geométrica. Por tanto, cuantos más seamos, más difícilmente seremos capaces de generar recursos para todos y por consiguiente tarde o temprano se generará un empobrecimiento general que traerá sólo como consecuencia un enfrentamiento real entre individuos. Los marxistas, en cambio, confían en que el ser humano es inventivo y que su innovación nos traerá un futuro mucho más tecnológico y por consiguiente será más fácil generar recursos, al menos en cantidad suficiente para poder abastecer a una población muy superior a la actual (es decir, que seríamos capaces, a día de hoy, de generar recursos para 20 o 30 mil millones de habitantes en lugar de recursos sólo para los 7 mil millones actuales).

El caso es que ya metidos en el siglo XXI parece que, como ya intuían en el siglo XX, las tesis de Malthus son mucho más acertadas que las marxistas. Si bien es cierto que el progreso puede ayudar a generar recursos para más habitantes de los que se piensa, es más cierto que el grado de insatisfacción generado por el empobrecimiento generalizado predicho por Malthus es muy superior al grado de avance de la tecnología. Dicho de otra manera: ambas teorías tienen sus razones, aunque la de Malthus es mucho más científica que la de Marx; en cambio en lo que ambos teóricos no pensaron fue que el grado de insatisfacción humano poco tiene que ver con la presencia o ausencia de recursos sino en la capacidad de ver satisfechas sus pretensiones consumistas. Un consumidor bien puede enfadarse e incluso hacer una manifestación por no tener disponible un cine en su localidad. No es cuestión de tecnología, que existe, sino cuestión de consumismo.

No es probable que en los próximos años exista nada parecido a una guerra, pero sí que será necesario hacer algún tipo de purga dolorosa en la sociedad occidental y hacer entender a la misma que hay ciudadanos ricos y pobres, listos y tontos, etc. Sólo volviendo al sistema de clases seremos capaces de crear lo que se denominó una clase media, según la cual el sistema puede funcionar por sí mismo, sin más pretensión por esta clase media que la de poder vivir dignamente. En el momento en que se pretenda que esta clase media aumente sus recursos, el sistema está abocado al fracaso, tal y como ha demostrado el siglo XXI. No se trata de una cuestión monetaria sino en una cuestión de consumo: si el ciudadano de clase media se equipara con el ciudadano de clase alta (en el sentido de poder disponer, por ejemplo, de 2 o 3 casas y un sueldo familiar superior a los 5000 $ o 5000 €) el sistema está abocado al fracaso, ya que no existe ningún tipo de aspiración más allá que la económica por parte de los individuos y especialmente de los jóvenes.

El 2012 está cerca. ¿Qué nos deparará?

jueves, 24 de noviembre de 2011

La hecatombe del PSOE y la explicación de la ley D'Hont

Ayer hubo elecciones presidenciales en España y el partido del gobierno (PSOE, siglas del Partido Socialista Obrero Español) fue barrido en las urnas por el principal partido de la oposición (PP, siglas del Partido Popular). El PSOE ha sufrido la peor derrota desde el inicio de la democracia en España en 1978. El PP ha desbancado al PSOE con mayoría absoluta, lo que le proporcionará la posibilidad de gobernar sin ningún tipo de alianza, lo que le permitirá hacer leyes y planes mucho más estables de lo que les habría permitido otras coaliciones con nacionalistas o partidos minoritarios.

José Luis Rodríguez Zapatero pasará a la Historia de España como uno de los dos peores gobernantes de todos los tiempos. El otro, Fernando VII, al menos contaba con la excusa de que nació rey de España y era otra época. La historia de ambos es bastante parecida: ambos fueron aceptados popularmente, siendo dos de los gobiernos con más apoyos y simpatías al inicio de sus mandatos; ambos eran bastante idealistas y poco prácticos; ambos fueron excesivamente incongruentes y ambos, con sus políticas ultramodernas, hicieron tambalear la estructura estatal española hasta el punto de provocar conflictos internos. Todos recordarán que Fernando VII, con su designación de heredero en su hija Isabel II, provocó el estallido de la Primera Guerra Carlista. Rodríguez Zapatero no ha llegado a una guerra pero qué duda cabe de que ha desestabilizado todo el sistema español.

Las políticas del presidente español han sido ante todo absurdas. Toda su política ha sido poco meditada, muy emotiva y sobre todo poco útil. Nadie en su sano juicio habría llevado a España hasta la ruina como lo ha llevado él y todo por mantener el status de los que no desean trabajar. El socialismo, por lo general, siempre consiste en igualar o incluso en favorecer al que no lo merece. Los socialistas siempre dicen que favorecen al necesitado: esto es rotundamente falso, por cada aunténtico necesitado que ayudan, se ayuda a 50 inmerecidos. ¿Es demostrable esto que decimos? Sin duda. Las personas somos, ante todo, tendentes a la pereza. Nos gusta domir un poco más, comer un poco más, levantarnos a realiza alguna tarea un poco menos... ¿Cómo no íbamos a pelear por un sistema de gobierno que nos proporciona un máximo de placer con un mínimo de esfuerzo?

Otro dato interesante de las elecciones españolas ha sido el abuso que el sistema D'Hont ha hecho en las mismas. D'Hont creó un sistema de reparto de votos basado en el hecho de que en su país natal, Bélgica, las comunidades flamenca y valona tenían distinta población (aproximadamente la primera es el doble que la segunda). Además, se daba el caso curioso de que en las zonas de habla mayoritariamente francesa (la zona valona) existía una gran población de personas de habla neerlandesa, mientras que en la zona flamenca el número de personas con habla francesa era también muy alto. Conclusión: Bélgica estaba dividida de facto en dos regiones que a su vez estaba dividida en dos comunidades.

Esta situación especial de Bélgica hacía que en cualquier sistema de votación los que hablaban neerlandés tuvieran siempre una mayor representación en las urnas, dejando a la comunidad francófona en clara desventaja. D'Hont propuso entonces un sistema no proporcional, es decir, un sistema en el que los votos de todos los ciudadanos valieran lo mismo, sino que se le daba una mayor oportunidad de representación a los partidos políticos con un menor número de apoyos, a fin de establecer de manera más democrática la representación final del congreso.

En España esta ley electoral fue pensada para favorecer la representación de los partidos nacionalistas, ya que al ser exclusivamente votados en sus circunscripciones no era previsible que pudieran alcanzar un gran número de votos en unas elecciones generales. Así, se retiraba algo de poder a los partidos mayoritarios (PP y PSOE) mientras que se le concedía una mayor representación a los pequeños.

Veamos con un ejemplo cómo funciona la ley D'Hont. Supongamos que en un país hay 4 partidos. Los resultados de las elecciones fueron:

- Votantes: 100 000
- Número de escaños: 10
- Partido A: 60 000 votos (60% de los votos)
- Partido B: 25 000 votos (25%)
- Partido C: 10 000 votos (10%)
- Partido D:  5000 votos (5%)

Supongamos que el sistema fuera proporcional (cada voto vale igual que los demás).

Partido A: 6 escaños (60%); partido B: 3 escaños (30%); partido C: 1 escaños (10%); partido D: 0 escaños (0%).


En la ley D'Hont, el sistema consiste en dividir sucesivamente entre 2, 3, 4, ... n los votos obtenidos por cada partido. Se asigna entonces un escaño a los números más grandes, hasta que quedan todos repartidos. En las siguientes líneas se ponen los divisores y entre paréntesis el ordinal correspondiente al escaño que se reparte (del 1º al 10º).

Partido A: 60 000 (1); 30 000(2); 20 000 (4); 15 000 (5);        12 000 (7); 10 000 (9)
Partido B: 25 000 (3); 12 500 (6); 8333 (10); 6250; 5000
Partido C: 10 000 (8); 5000; 3333; 2500; 2000
Partido D: 5000; 2500; 1333; 1250; 1000

En este caso: partido A: 6 escaños; partido B: 3 escaños; partido C: 1 escaño; partido D: 0 escaños.

Podría parecer entonces que ambos sistemas dan resultados parecidos, pero en este caso los números son engañosos. Imaginemos que la situación fuera otra:

Número de escaños: 10
Partido A: 35 000 votos
Partido B: 32 000 votos
Partido D: 22 000 votos
Partido E: 11 000 votos

En este caso: partido A: 4 escaños; B: 3 escaños; C: 2 escaño; D: 1 escaño.

Según la ley D'Hont:

- Partido A: 4 escaños
- Partido B: 3 escaños
- Partido D: 2 escaños
- Partido E: 1 escaño


¿Es entonces posible que la ley sea injusta como nos han venido contando?¿No son acaso iguales ambos sistemas?

La clave no está en los resultados obtenidos, sino en los resultados generales. En los países donde se usa la ley D'Hont existen circunscripciones, es decir, se celebran pequeñas elecciones y el total obtenido es el total nacional. Así pues, imaginando que las dos situaciones planteadas fueran 2 provincias distintas de un mismo país obtenemos que al final de las elecciones los partidos obtuvieron los siguientes escaños:

Partido A: 6 + 4 =10
Partido B: 3 + 3 = 6
Partido C: 1 + 0 = 1
Partido D: 0 + 2 = 2
Partido E: 0 + 1 = 1

Cuando realmente deberían haber obtenido:

Partido A: 95000 votos......................... 9 escaños
Partido B: 57000 votos......................... 6 escaños
Partido C: 10000 votos......................... 1 escaños
Partido D: 27000 votos......................... 3 escaños
Partido E: 11000 votos......................... 1 escaños

Por tanto, el partido D, con más votos que los partidos C y E obtendría la misma representación política que C y E en el sistema D'Hont. El partido más votado incrementaría su posición en detrimento del más pequeño.

En cualquier caso, a medida que crece el número de diputados y circunscripciones, la diferencia es todavía más sustancial. Imaginemos la siguiente situación:

Provincia 1.................. 1 escaño: A:60000 votos; B=30000; C= 10000;
Provincia 2................... 2 escaños: A:36000; B=30000; C=34000;
Provincia 3......................3 escaños: A: 50000; B= 24000; C=26000;

Resultados: Provincia 1: A=1; provincia 2: A=1; C=1; provincia 3: A=2; C=1; Totales: A=4; B=0; C=2.

Resultados totales en el país: A=146000 votos; B=84000 votos; C=70000.

¡La segunda fuerza política más votada del país no obtendría ni un solo parlamentario!

Conclusión: el sistema D'Hont es un sistema correcto tomado en su conjunto, pero es totalmente injusto en un sistema político con demarcaciones o con circunscripciones.

En principio, el sistema D'Hont es totalmente contrario al artículo 14 de la Constitución Española que dice expresamente que "todos los españoles son iguales ante la ley". Por tanto, el voto debe ser absolutamente proporcional, ya que de otra manera el voto tiene un mayor peso en las provincias o regiones con partidos minoritarios a escala nacional pero mayoritarios en sus respectivas provincias o regiones, lo cual contradice el espíritu de igualdad que emana del significado de democracia.

domingo, 20 de noviembre de 2011

La Europa del Euro.

¿Quién hubiera dicho hace tan sólo un año que Europa iba a estar a punto de la hecatombe? La realidad europea hace aguas, y no precisamente porque haya faltado voluntad política. El caso es que jamás en la historia se había protagonizado, a excepción del Imperio Romano, semejante momento de incertidumbre en época de paz. Europa ha perdido su horizonte. Europa, su historia, su población, su cultura, su política... está absolutamente corrompida.

No se trata de ser catastrofistas. La Europa de la UE no deja de ser una utopía poco madurada. Es cierto que ha existido, desde hace décadas, un espíritu profundamente europeísta, pero ese europeísmo estaba enfocado a una pelea real entre Estados Unidos y Europa por acaparar el poder económico mundial. Nadie podía prever que China, India, Brasil, Rusia o Irán iban a convertirse en auténticos líderes mundiales en ciertos componentes o en ciertas formas de economía.

¿Y cuál es la solución al problema? La solución es dura, aunque necesaria y se llama egoísmo. Europa debe volver a ser egoísta si quiere volver a ser el motor del mundo y el motor de la Historia. Hablar de Historia es hablar de Europa. Conquistas, ciencia, guerras... Todo esto es Europa. Mientras que Europa no haga esto, mientras Europa trate de crear sinergias y competencias con otros países, incluido EE.UU. y Japón, mientras que Europa quiera desarrollar países pobres, Europa dejará de ser lo que era.

Fijémenos que el gran problema de Europa es que se trata del continente más pequeño y por tanto sus recursos son limitados. Por si fuera poco, además de pequeño tiene a 5 de los países que componen el G-8 (Francia, Alemania, Italia, Rusia y Reino Unido). De éstos, el único con suficiente capacidad de recursos es Rusia, al tratarse de un país inmenso.

A Europa le pasa lo que a los abuelos con los nietos: quieren que crezcan, que se desarrollen, les dan dinero para que compren juguetes y golosinas... Pero ahora Europa es vieja y los jóvenes se han rebelado y el abuelo ya no tiene las fuerzas para mantener al joven quieto.

En efecto, el mundo ha cambiado y al menos que se sigan políticas como Alemania, único país que ha sido capaz de generar empleo en plena crisis, Europa está condenada al fracaso más rotundo. Alemania es implacable, incluso entre sus socios europeos. No consiente y nunca ha perdido el poder desde sus inicios. Esta costumbre alemana, además de sana, es antiquísima: durante los últimos 5 siglos, al menos un país alemán (los países alemanes son Alemania, Austria, Suiza y Liechtenstein) ha sido potencia mundial militar, política o económica.

Egoísmo no significa avaricia o codicia. Egoísmo significa pensar en la supervivencia. Egoísmo significa: yo no tengo problemas en darte lo que me sobra, pero no compartiré lo que tengo o lo que me corresponde. La opinión pública. Siempre hablan de la opinión pública. El público quiere vivir opíparamente. El público sí que es egoísta. El público, en actos callejeros, puede pensar de una manera mucho más altruista, pero en casa habría que ver cuántos son capaces de esconder incluso comida para que no la vean sus invitados y amistades, con temor a compartirla.

jueves, 10 de noviembre de 2011

La crisis italiana y la caída de Berlusconi

Existe una extraña inclinación en la sociedad occidental. Solemos representar a los países no occidentales como a bárbaros o incluso peor, como primitivos o incultos. Habría que matizar a la inmensa mayoría de la sociedad occidental que no existen países incultos, sino pueblos incultos. Cualquier entidad que pueda considerarse país es una entidad libre e independiente y esa independencia tiene que estar sustentada por gente entendida. Esto significa que en cualquier país que se precie siempre existirá una minoría de personas letradas que al menos garantizarán la existencia de tal entidad como país.

También puede ocurrir lo que en ocasiones, en el pasado, ha ocurrido: países que pierden su entidad a causa de conquistas y se incorporan a un estado más poderoso. En este caso, no podemos achacar la pérdida de la libertad a la incultura, sino más bien a la ineptitud de esos letrados.

Lo que pretendo hacer ver en estas líneas es que, a diferencia de lo que se suele afirmar, la cultura o la ciencia no son propiedad única de la cultura occidental (ya esto lo están demostrando países como China, India o Irán) y que la presencia de personas alfabetizadas no garantiza un desarrollo eficiente de las políticas y la economía de un país.

Esto ha ocurrido con Berlusconi o Papandreu. Dos líderes occidentales, de dos de los países que representan a las dos culturas más importantes de la antigüedad: Grecia y Roma. Algunos se echarían las manos a la cabeza si quisiéramos comparar Grecia o Italia con Libia o Egipto, pero la realidad es esa: salvo por la existencia de un régimen político democrático, estos dos líderes occidentales se han comportado como dictadores musulmanes.

Berlusconi y Gadafi se parecen en muchísimas cosas. No en vano eran amigos. A ambos les gustaba la buena vida, las mujeres y ambos eran cuestionados en sus países. Pero claro, Berlusconi era presidente de un estado democrático y Gadafi no. ¿Es esto realmente así?¿Se puede considerar a las democracias occidentales propiamente democracias?

Salvo casos muy aislados (Suiza o EE.UU.), ningún régimen democrático es realmente una democracia. La mayor parte de los países procuran no conceder al pueblo demasiado poder de decisión. Y hacen bien. No se puede concebir que países como España pudieran aplicar un régimen democrático como Suiza, precisamente porque España y el resto de países iberoamericanos están constituidos por pueblos incultos y por tanto no tienen una capacidad real de tomar decisiones.

La democracia real y eficiente sólo puede prosperar en pequeñas comunidades (las polis griegas, por ejemplo), en países con muy alto grado de cultura (Finlandia, Canadá o Suiza) o con un alto grado de represión ante decisiones inaceptables (EE.UU. o Japón). El resto de los países occidentales (Europa, Latinoamérica y Australia) sólo pueden aspirar a algo parecido, entre otras cosas porque es en Europa donde principalmente surgen las ideas revolucionarias.

La crisis italiana ha permitido expulsar a un semidictador. No es fácil ver a estos dictadores cuando las cosas van bien, ya que el juego democrático tapa estos matices. Así nadie dirá hoy por hoy que Sarkozy o Merkel sean semidictadores, porque en sus propios países las cosas van bien. Pero gracias a que son unos pequeños dictadores, Sarkozy pudo reprimir la crisis de inmigrantes en París, y por desgracia, al no ser un auténtico dictador, no pudo evitar que cientos de vehículos se incendiaran, ya que Gadafi, por ejemplo, no hubiera vacilado en trasladar al ejército allí.

Por decisiones "populares" (es decir, hechas por el pueblo), Europa es hoy una zona inestable. Fueron esas mismas decisiones populares las que permitieron enriquecerse a miles de empresas europeas civilizando y tecnificando a China; fueron esas decisiones populares las que permitieron a Rodríguez Zapatero alcanzar el poder y renovar posteriormente otros cuatro años hasta destrozar el tejido empresarial y económico español; fueron esas decisiones populares las que han permitido a Papandreu evitar un rescate adecuado a Grecia; han sido esas decisiones las que han permitido que Berlusconi haya llevado a Italia a la ruina técnica.

Es hora ya de plantearse si quizá este cambio de ciclo económico no haya que convertirlo también en un cambio de ciclo político, donde por ley no se permitan incongruencias, planteamientos estúpidos y poco útiles a la mayoría (leyes a favor de colectivos minoritarios, por ejemplo, que se traduzcan en crear confusión). La democracia, cada vez más, se está convirtiendo en una fuente de errores, donde sólo subsiste el que pide perdón por hacer las cosas bien y donde el que "sufre" siempre tiene que salir bien parado, mientras que el realmente sufre día a día (sale a trabajar, lleva su vida coherentemente, vive con su esposa y desea vivir tranquilo) siempre sea el que aparezca como el de espléndida vida, el burgués indeseable que no reparte con los demás.

sábado, 5 de noviembre de 2011

El juez que pegó a su hija

Ya conocerán la extravagante historia del juez estadounidense William Adams, cuya hija realizó hace algunos años una grabación donde se ve a su padre y a su madre castigarle con un cinturón por haberse descargado de internet archivos musicales.

En esta historia, tanto la hija como el padre han alegado sus motivos. Ella, que padece cierta deficiencia física, dice que descargó la música como hacen muchos otros internautas. El juez, por su parte, alega que su hija se estaba descargando contenido de manera ilegal y que este robo no podía concebirse en la casa de un juez.

En cualquier caso, las imágenes son duras y no dejan lugar a dudas de lo ocurrido. El juez azotó a su hija repetidas veces por haberse descargado música. Este caso ha sido calificado en los noticieros como de un caso muy grave de abuso de poder y de maltrato físico. Otros, por el contrario, sostienen que el juez hizo simplemente su papel de padre y dio unos cachetes a su hija, con intención educativa.

Ustedes saben ya, si son seguidores frecuentes de este foro, que no me gusta dejar las cosas por obvias cuando no lo son. A la vista de las imágenes, el juez claramente se extralimita, ¿o no? He aquí lo que hay que analizar, ya que en otra ocasión, cuando hablábamos del castigo físico como método de aprendizaje, estuvimos hablando de las bondades y ventajas de dicho método. Sin embargo, todo tiene un límite.

La pregunta que debemos hacernos aquí es la siguiente, ¿pudo dicho castigo influir positivamente en la hija para que no volviera a cometer la falta? Esto es lo único que hay que resolver. Quizá para cualquier idealista o para cualquier pedagogo de tres al cuarto, este juez sea algo parecido a Satanás, pero esto no es tan fácil de determinar.

Por lo que parece, el castigo infundido por el juez no se corresponde con la falta (es lo que se conoce en derecho como proporcionalidad). Una descarga ilegal de música no puede ser considerada en ningún caso como una falta tal que merezca más allá de un azote. El problema de este juez no ha sido el castigo. Hemos de entender, una vez más, que premiar o castigar suponen una combinación necesaria para la aplicación de la justicia y para el aseguramiento de la paz en cualquier comunidad humana. El problema ha sido más bien que el juez no ha sido proporcional en la aplicación del castigo.

Lo que diferencia un castigo de otro no es la crudeza del mismo, sino la efectividad. Es rotundamente falso que un castigo de corte moderno (por ejemplo, quitar al postre) sea más efectivo que un clásico castigo físico. Tampoco es cierto lo contrario, es decir, que el castigo físico sea siempre el método correctivo apropiado. Todo depende, como hemos dicho con anterioridad, del tipo de falta cometida y de la proporcionalidad del castigo.

Ahora bien, y esta es la correcta pregunta, ¿cuándo un castigo es proporcional? La jurisprudencia general considera un castigo que un castigo es proporcional a la falta al estilo de un porcentaje de castigo. Por ejemplo, si el máximo castigo es estar 20 años en la cárcel por matar a un individuo, robar una casa podrían ser 5 años de cárcel y pegarle un puñetazo al jefe podrían ser 6 meses de cárcel. Esta forma de legislar, propia de los pueblos antiguos, es la que todavía hoy se utiliza. Es por tanto, una manera de legislar totalmente obsoleta. El castigo ha de ser proporcional, a partes iguales, a la falta y la capacidad de soportar el castigo que tenga el delincuente. De esto se olvidan muy rápido las actuales democracias occidentales.

Por ejemplo, sería ridícula una ley que diga que verter aceite usado a un río conlleve una multa de 6000 dólares (o euros). Esto es lo habitual, pero insisto en su carácter ridículo. Es muy posible que para un padre de familia este castigo pueda ser realmente ejemplar, pero para una empresa multinacional, que factura 3 millones de dólares (o euros) al mes, esos 6000 euros no serían más que una miseria.

En el caso que nos ocupa, el del juez estadounidense, a su hija la azotó en repetidas ocasiones. El azote en sí mismo no es malo, como hemos dicho muchas veces, igual que los trabajos forzados tampoco son malos (de esto ya hablaremos en otro momento). Lo que es francamente malo es que el azote sea injustificado o incluso desproporcionado. Por ejemplo, un niño de 6 años no podría ser jamás castigado con la mismísima pasión de Cristo, ya que en el hipotético caso de que fuera capaz de resistir esa crueldad, no hay posibilidad de que el niño pudiera sacar de ese castigo nada positivo para su aprendizaje o su propia disciplina.

Un castigo ha de ser, ante todo, instructivo. El objetivo último del castigo no es hacer daño, sino corregir una práctica incorrecta, un vicio o una falta. El ensañamiento o la violencia gratuita nunca puede ser considerada propiamente castigo, ya que no existe una auténtica disposición a la instrucción del que padece el castigo.

En conclusión: el castigo del juez no era proporcional, por lo que su hija no sólo no aprendía, sino que trataba de evitar cualquier contacto con su padre. Tampoco se ve que hubiera un componente realmente didáctico en dicha práctica paterna, sino más bien el juez descargó sus problemas de aquel día en su hija. Por último, destacar que si bien la niña no fue castigada desde el punto de vista didáctico, sí que son muy positivos ciertos castigos físicos, tanto en niños como en adultos. Es necesario dismitificar esos artículos de los Derechos Humanos y separar claramente lo que es un correctivo de lo que es un ensañamiento violento y cobarde.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

De la victoria pírrica o ¿y por qué Grecia hace esto ahora?

Es la pregunta clave. ¿Orgullo?¿Indignación?¿Algún tipo de movimiento político del partido de Papandreu? La situación es sorprendente, qué duda cabe. Sin embargo, para todo hay una explicación, aunque no resulte creíble o incluso políticamente correcta.

Desde hace muchas décadas, y especialmente desde finales de la década de los 70 del siglo XX, Europa ha sido concebida como un pequeño monstruo. De hecho, la forma del continente está lleno de accidentes geográficos. En cualquier caso, la columna vertebral del continente la forman Alemania y Francia. estos dos países están situados estratégicamente en el centro de Europa y juntos poseen aproximadamente el 20% de los habitantes del continente. A estos dos países hay que añadir el Reino Unido, que es una pieza fundamental en Europa, por mucho que quiera estar siempre desvinculado a su propia realidad. Después, hay muchos países denominados "periféricos", como son Portugal, España o Grecia, que fueron concebido, desde los inicios de la Unión Europea, como necesarios desde el punto de vista cultural, histórico y "económico". Este aspecto económico es lo que plantea el auténtico problema al que hoy nos enfrentamos todos, seamos europeos o no.

Desde la entrada de Grecia en la Unión Europea en 1981 y de España y Portugal en 1986, los tres países pobres de la Europa Occidental (en todos los sentidos, no sólo económico, sino cultural o político) han sido estos tres países. Esto resulta bastante injusto para tres países que quizá, junto con Italia, han tenido el pasado cultural, histórico y político más rico de todos los tiempos.

En cualquier caso, los datos estaban siempre ahí: la tasa más alta de fracaso escolar correspondía a estos tres; la inflación más alta, a estos tres; el analfabetismo, a estos tres. Además, Grecia, por su especial ubicación, resultaba ser el único país occidental en el este de Europa. Rodeado de Turcos musulmanes al este, de mar al sur y de comunistas al oeste, Grecia se erguía orgullosa en bastión de los valores de occidente. ¿Cómo iba a ser posible que la cuna de la democracia pudiera ser absorbida por el imperialismo comunista soviético?

Con el tiempo, sin embargo, España empezó, sobre todo a finales del siglo XX, a salir de aquel grupo de "pobres". Una serie de políticas de corte más capitalista y liberal hizo que España alcanzara cotas de mercado y producción bastante más altas de lo esperado. Esta situación, en el caso portugués, no fue aprovechada, mientras que en el caso griego, se planteó la posibilidad de que a expensa de los fondos de cohesión junto con las victorias panhelénicas en ciertas zonas de Europa, Grecia pudiera alcanzar de manera más rápida un crecimiento similar a otras economías del momento, como España o Irlanda (no en vano, es un país sin nacionalismos, es decir, como en la Grecia clásica, todos son griegos e incluso países limítrofes, como Chipre, han manifestado su interés por perder su soberanía e incorporarse como parte integrante de Grecia). Esta insospechada idea de crecimiento, sin disponer de un entorno y una población suficiente para realizarlo, ha sido lo que ha creado la situación que hoy vive Grecia.

¿Y por qué Papandreu, justo ahora, quiere un referéndum? La respuesta es simple, aunque poco clara. Él quiere que la democracia perviva en Grecia.

¡Increíble! ¡Que perviva el democracia en Grecia! Esta maniobra nadie la ha sabido ver. ¿Acaso nadie ve aquí el pendón de la victoria? De acuerdo, quizá nadie vea en esto una victoria, pero sí lo es. Papandreu es presidente de Grecia. Sabemos que Grecia no es Alemania, pero es la cuna de la filosofía, de la democracia y de la civilización occidental. ¡Y en eso ganan a cualquier país de Europa! ¿Entonces? La democracia vivirá y será el último logro victorioso de Papandreu.

Sin embargo, también Grecia fue la creadora del término de "victoria pírrica". Papandreu va a ser, desde hace siglos, el más claro exponente de este tipo de victorias. Es posible que el pueblo griego rechace el durísimo plan de rescate, pero las consecuencias serán realmente nefastas. O sea, Grecia mantendrá su estatus de noble y orgulloso país a costa de morir económicamente y relegar a su estado a la más absoluta miseria, próxima a países como Túnez o Libia. Para un viejo griego quizá esto le resulte conocido, de oídas de sus abuelos o padres. Para un joven resulta inaudito y por tanto las consecuencias serían realmente nefastas y próximas a la vuelta a algún tipo de dictadura. El mundo al revés: democracias en los regímenes autoritarios y dictaduras en las democracias.

Aquí, de prosperar la propuesta de Papandreu (que por otra parte le exculparía, como a Pilatos, de cualquier responsabilidad sobre Grecia, ya fuera porque va a la quiebra por rechazar el plan, ya fuera porque pasaría una década si no una veintena de años de penuria por el duro ajuste impuesto por Europa) se llegaría a un punto en el que habría que apelar al buen criterio del pueblo griego. En este asunto, sin embargo, sabemos ya de otros muchos ejemplos que el pueblo no es la mejor opción cuando se debe conocer cuál es la respuesta correcta para la buena marcha de un país.

domingo, 23 de octubre de 2011

El fin de Gadafi y el fin de E.T.A

Vivimos tiempos convulsos, tanto sociales como económicos. De todas maneras, era poco probable que en estos momentos, precisamente y no en otros, se vieran estos dos acontecimientos tan beneficiosos para el mundo en general y para el mundo occidental en particular.

El final de Gadafi ha sido, sin lugar a dudas, uno de esos finales inesperados. Nadie podía pensar hace tan sólo un año que Libia pudiera rebelarse con quien durante más de 40 años la había llevado con mano de hierro. Hay quienes han visto en Gadafi y su muerte un paralelismo con Sadam Husein, pero quien defiende esta postura demuestra que tiene poco conocimiento y criterio histórico y político.

El caso es que Sadam era un dictador próximo al nacionalsocialismo. Las similitudes de Hitler y Sadam son bastante acusadas (mencionando incluso que ambos tenían bigote y llegaron al poder con cierta edad). Ambos eran más ambiciosos que capaces (recordemos que Hitler era un pintor mediocre y Sadam era bastante penoso en los estudios), ambos se convierten bastante rápidamente en líderes de sus respectivos partidos políticos y ambos asaltan el poder mediante intentos fallidos de golpe de estado y posterior designación como presidentes de sus respectivas repúblicas. El final de ambos es parecido: la alianza internacional es capaz finalmente de cercarlos y si bien Hitler se suicida, su final hubiera sido el mismo que Sadam de haber seguido vivo.

El caso de Gadafi es más bien el caso de Ché Guevara y Castro. Su visión es socialista y su manera de gobernar, errática, y en algunos casos descontrolada, lo convirtieron en un loco peligroso hasta que la presión internacional le hizo tomar la dolorosa decisión de permanecer confinado en su país y establecer lazos internacionales pro-occidentales, a pesar de que su partido y su régimen era claramente partidario de un panislamismo y un gobierno de unidad nacional basado en la ley islámica.

Gadafi era, ante todo, el prototipo de tirano. La confusión entre lo que era Husein y lo que era Gadafi parte de la base de que los EE.UU. pronto necesitaron justificar sus ataques y por tanto, haciendo una sucia propaganda, puso a ambos líderes en la misma saca. Sin embargo, Sadam Husein era un líder en muchos aspectos progresista dentro del mundo islámico y, como ocurre ahora en Irán, la sociedad iraquí era una sociedad con cierta cultura occidental con una mayoría de ciudadanos de creencias islámicas. Platón afirmaba en la República que, cuando la democracia llegaba a la polis, el demagogo favorito del pueblo accedía al poder cuando la democracia había degenerado, siendo éste el peor de los gobiernos. Esta tesis que defiende Platón está basada en que ciertas polis, gobernadas por tiranos, presentaban un alto grado de miserias y de injusticias, debidas a que dicho tirano gobernaba mal en todos los aspectos.

Desde el punto de vista platónico, Gadafi era un tirano mientras que Sadam era un dictador. Ambas cosas son diferentes. El dictador es únicamente una persona que concentra todo el poder. En este sentido no se diferencia del monarca, salvo que su poder no es hereditario (muy pocos dictadores, salvo César o los líderes norcoreanos, que han conseguido una especie de gobierno hereditario al estilo de los Habsburgo con la corona imperial alemana). El caso del tirano es más bien diferente: al igual que el dictador, su poder está concentrado en una persona, pero su acceso al poder no siempre está legitimado ni sus pretensiones son coherentes con el aspecto que denuncian. Así Gadafi llegó al poder sin legitimación (no como Hitler o Sadam, por designación o votación) y además su discurso inicial, de liberación del pueblo, pronto fue cambiado por el de mantenimiento del orden mediante la ley islámica, lo que significó represión y persecución.

Los tiranos, por lo general, siempre acaban mal. El pueblo, como decía Maquiavelo, respeta al que teme, pero no respeta al que odia, porque el odio representa la consecuencia de la injusticia (o al menos de la sensación de injusticia) mientras que el temor es la consecuencia de la aplicación radical de la ley (o lo que es lo mismo, la justicia). Gadafi no era justo. Era un excéntrico que vivía en el lujo mientras su pueblo vivía en la penuria económica. Su fin fue justo y consumado.

Por otro lado, E.T.A. comunicó que dejaba la lucha armada para siempre. Los que saben algo de la historia de E.T.A. sabrán que siempre hubo "treguas" unilaterales que fueron rotas posteriormente también unilateralmente. Este comunicado es, casi con total seguridad, otra manera encubierta de ganar votos para sus representantes políticos (los de la formación Bildu) en las próximas elecciones generales de España. Acabar con los terroristas, ya hemos dicho esto, es fácil, si aplicamos literalmente la normativa de la Convención de Ginebra. Los terroristas se escapan de este protocolo: ni son civiles, ni son armada. Por tanto, con la ley en la mano, nadie puede condenar a nadie por matar a terroristas. Uno a uno, guarida por guarida, es muy fácil acabar con esa lacra social, hasta que un día, el último terrorista dijera que se rinde y, tras un buen tiro de gracia, el presidente del país anuncia el fin de la banda armada.

Hay que diferenciar. Pertenecer a un grupo terrorista no significa ser terrorista. Por ejemplo, un abogado con ideología próxima a los terroristas y que incluso está afiliado al grupo puede no haber matado jamás ni haber participado en la elaboración de un plan. Estas posibles muertes indiscrimadadas no deberían ocurrir y los gobiernos guardarse bien de ejecutar bien las órdenes. Sin embargo, una cadena perpetua sería una solución racional y objetiva para estos colaboradores (abogados, administrativos, etc.).

E.T.A. desaparecerá por dos razones. La primera porque está cada vez más aislada y acorralada por la policía. La segunda porque cada vez es más difícil, en estos tiempos que corren, justificar la ideología nacionalista y separatista de los vascos independentistas y más aún la ideología violenta de los mismos. El terrorismo, en general, no está de moda y todo aquel que pertenece a una banda armada no es bien recibido, ni incluso en su tierra, lo que hace muy difícil su evolución como en épocas pasadas.

Ya por último, concienciar a la población de que el síndrome de Estocolmo es un problema psicológico. Nunca debemos ver a estos asesinos como seres humanos, ya que, como hemos dicho en otras ocasiones, un asesino que mata por un motivo demuestra cierta inteligencia y comportamiento humano. Un asesino que mata a gente inocente basándose en algo inexistente ni explicable es un lobo, un animal, y por tanto pierde su condición humana. La muerte de cualquiera de estos seres no sólo es admisible sino que en ningún momento representaría un problema moral o ético.

En definitiva, por lo que parece, dos problemas menos que solucionar.

martes, 18 de octubre de 2011

La violencia etarra

Los países hispanos, y fundamentalmente España, se caracterizan por tratar de recuperar su prestigio histórico tratándose de igualar, si podemos usar en este contexto esta palabra, a otros países más importantes en el panorama internacional. Los países hispanos son muy dados a realizar todo tipo de eventos, congresos y convenciones, en los cuales se entretienen políticos y filósofos de dudosa talla humana e intelectual, comiendo, bebiendo y hablando. ¿Y el objetivo? Dicen que resolver problemas, pero los políticos no resuelven jamás problemas, sino que exclusivamente defienden posturas eclécticas y timoratas, que no poseen más valor que una mala poesía: mucho ritmo, mucha metáfora y mucha expresión, pero poca emotividad, corto mensaje y escaso valor moral. Ayer pudimos comprobar que una vez más, otro país hispano muestra una conferencia excéntrica, poco útil, cara y ante todo denigrante. Ahora España ha creído conveniente que se realizara una conferencia internacional para solucionar la cuestión del terrorismo vasco. ¿Soluciones? Ninguna más allá de las conocidas por todos. ¿Entonces? Mucho jamón ibérico, muchos pinchos vascos y buen rioja. Para eso sirven estas conferencias. ¡Ah! Y para que algún ex-político, como el asesor de Tony Blair o Kofi Annan se repartan unos cuantos miles de dólares.

Cuando hablamos de que "España ha celebrado una conferencia o un evento" y sustitúyase España por Cuba, Venezuela, Argentina o cualquier otro país hispanoamericano, resulta grave saber que no es tan siquiera España, como institución y como pueblo, la que convoca estas reuniones extrañas, sino más bien dirigentes de poca consideración ante la crisis. Esto es muy importante. Aún pensamos que lo que unos pocos que salen en TV opinan, es lo que opinan no sólo el pueblo (el pueblo es incorregiblemente estúpido) sino los intelectuales, los funcionarios públicos, los empresarios o distintos colectivos importantes en la vida pública del país. Sólo parece que algunos empresarios que han sido políticos frustrados, los sindicatos y las fundaciones (que en lugar de gastar el dinero en quienes lo necesitan lo gastan en hacer comilonas) son los que defienden estos eventos internacionales.

Volvamos al asunto principal. Lo que se debatió en esta pantomima fue el camino, una posible solución al llamado "problema vasco" del terrorismo. Curiosamente, al mismo tiempo, Israel proponía liberar (y de hecho está en estos momentos haciéndolo) a centenares de presos palestinos y no presos cualesquiera, sino asesinos y terroristas, para liberar a un sólo hombre. Deberían aprender estos judíos de algunos héroes cristianos españoles como Guzmán el Bueno, que prefirió la muerte de su hijo a la entrega de la plaza de Tarifa a los musulmanes. La vida de una persona no tiene precio, pero hasta los más torpes matemáticos saben que existen distintos tipos de infinito, más grandes y más pequeños.

El terrorismo, ya lo hemos comentado muchas veces, es la expresión máxima de la cobardía y la indecencia. Algunas veces se habla de asesinato cobarde, cuando roban y matan a una anciana indefensa. Puede ser un asesinato atroz, pero no cobarde. La anciana, aunque indefensa, puede ver a su asesino, puede incluso defenderse torpemente, pero al menos es consciente del acto en sí. El terrorismo nunca es así. El terrorismo se realiza siempre desde lejos, con pistolas, metralletas, bombas... El terrorismo no distingue entre inocentes y víctimas políticas, entre aristócratas y empleados. El terrorismo no tiene excusa, ni siquiera excusa política.

Los vascos de E.T.A son una panda de asesinos por diversión. Alegan un conflicto político, pero nunca se vio, en ningún momento de la Historia de España, que los vascos sufrieran abusos de cualquier tipo (étnicos, religiosos, sociales, etc.). Más bien lo contrario, los vascos siempre gozaron de respeto y de cariño por parte del resto de españoles y lo que es más importante, de los políticos e intelectuales españoles. Bilbao se convirtió en los siglos XIX y XX en un foco industrial de primer nivel mundial. Fue aquí y sólo aquí cuando un grupo de vascos consideran que la reminiscencia de una lengua bárbara y propia de vaqueros y cabreros como era el vasco, que no era hablada por los vascos cultos desde hacía milenios, es suficiente para considerarse un pueblo especial y digno de ser autónomo.

Poderoso caballero es Don Dinero. Los vascos no valen más que su dinero. Un vasco no vale más que cualquier otro español. No vale más que un argentino, un mexicano, un andaluz o un valenciano. El hecho de que algunos españoles aprovecharan una debilidad de sus reyes para independizarse, ni legitima ni legitimará la independencia de ningún pueblo español, debido a que nunca, en la Historia de España, se mantuvo extorsionado a ningún pueblo en los territorios hispanos, ni se consideró, como en otros tantos países, que hubiera una cúpula extranjera dominante y unos vasallos dominados (como ocurría, por ejemplo, en India con el dominio británico). España, cuando conquistaba, ya fuera dentro de la península ibérica a los moros, ya fuera a los imperios americanos, tuvo una visión sin parangón en la Historia (únicamente Roma puede compararse): todos los habitantes de España tenían condición de ciudadano español. España se preocupó siempre por tener una unidad lingüística, cultural y religiosa. Por este motivo se persiguió y expulsó a musulmanes y judíos, para evitar precisamente estos actos terroristas de los que ahora nos quejamos.

Con todo, los vascos nacionalistas dicen que son "un pueblo explotado". Realmente, no existen tantos nacionalistas allí. Ellos, en privado, odian esta actitud. En público es distinto, como ocurre con tantos otros temas polémicos. Muy pocos se atreverían a decir "no quiero un hijo homosexual" en público sino que dirán "me limitaría a aceptarlo, es una opción". Con los vascos ocurre igual. Muchos dicen que odian a los nacionalistas, pero luego levantan la mano en público o cantan el himno vasco.

Los terroristas etarras son un problema que si no ha sido ya erradicado es porque los políticos no han querido. El terrorismo sólo se combate con penas muy duras, como la pena de muerte o los trabajos forzados. El problema es que en una sociedad askerosa ("askeroso" significa en vasco, "demócrata", permítanme el chiste malo), como es la española, la francesa (que también sufre a E.T.A) u occidente en general, no podemos seguir viendo como terroristas de toda clase y nacionalidad (peruanos, colombianos, irlandeses, vascos, musulmanes, palestinos, etc.) se jactan de derrotar al enemigo mediante el martirio o la lucha armada. Dar alas o tratar de justificar por vías pacíficas a estos individuos representa una vergüenza.

Kofi Annan es un desvergonzado. Alguien que fue el máximo mandatario del mundo no puede tratar de hacer ver a nadie que una lucha terrorista pueda ser equiparada con, por ejemplo, el activismo de Gandhi. Un pacifista no puede justificar o ser causa de justificación de un terrorista asesino. No puede existir perdón ni justificación contra los terroristas. La razón es muy obvia: siempre exigirán más y más.

Los etarras consideraron siempre a Euskadi su patria. Euskadi comprende a las 3 provincias vascas españolas, al condado de Treviño (que no es ni fue nunca vasco), al departamento frances de pirineos occidental y a ciertas villas de Navarra. Esto que llaman ellos Euskadi es uno de los mayores inventos políticos de todos los tiempos, porque si algo es cierto es que nunca existió ninguna entidad política llamada así. Sería como reivindicar el Estado de Cro-Magnon, simplemente porque ahí vivían estos individuos.

De lo que se trata aquí es realmente de establecer si la razón está de parte de los etarras (que no lo está, obviamente) y de si es justo castigar a éstos por sus crímenes. Algunos dirán que ya cumplen castigo, pero es una aberración penitenciaria que alguien que robó tres gallinas o que pide por la calle tenga el mismo trato penitenciario (o peor) que alguien que mató a 200 personas con una bomba. Si alguien llama a esto realmente "castigo" es que no conoce el significado de la palabra.

Los políticos, como digo, nunca solucionan los problemas, sino que tranquilizan los corazones. Un político nunca dirá cosas como "¡masacremos a los terroristas!" sino que dirá cosas como "Condenamos este acto y pedimos el fin de la violencia".

Sería interesante conocer qué actitud hubiera tomado Hitler en el conflicto vasco, pero todo parecería indicar que quizá este conflicto ni tan siquiera hubiera ocurrido en la vida. Es aquí cuando se oyen esas voces que dirán "es que Hitler era un radical, un asesino, etc.". No se trata de Hitler, o Stalin, o Mao. Se trata de dejar de ser político para ser gobernante. No es lo mismo. Ser político es una actitud. Ser gobernante es un oficio. No podemos ser cariñosos (actitud) cuando tratamos a un cliente en la oficina (oficio), porque entonces se malinterpretan los mensajes y pudiera ser que, por desgracia, abusaran sexualmente de nosotros (terrorismo). Si no mostramos actitud, sino sólo oficio (lo que suele llamarse "un vendedor formal"), quizá hagamos más impersonal el oficio pero nuestro mensaje será siempre claro, objetivo y en caso de abuso, nuestra defensa será siempre legítima.

Ante tanto movimiento 15-M y otras estupideces ya va siendo hora de que surjan movimientos de defensa al ciudadano. La defensa de la economía está muy bien, pero la economía no acaba con la vida de una persona en cuestión de segundos. Y si los del 15-M piensan que el fin de los problemas está en la libertad, entonces ellos son cómplices de los mismos que quieren la "libertad para los vascos". Ellos también buscan lo mismo, libertad.

martes, 11 de octubre de 2011

Lo que debemos aprender de Hitler (IV)

La última entrega de la serie de artículos relacionados con las enseñanzas útiles de tan singular y, ¿por qué no decirlo?, en ocasiones siniestro canciller debería mostrarnos su evolución última. Hitler, cuando ya tiene plenos poderes en Alemania, cuando ya es el Führer, cataliza sus propias virtudes hasta límites insospechados.

A partir de aquí, entramos en la época más conocida de Hitler, la más nombrada y quizá la más temida. Lo más destacado de esta época y de todos los estudios relacionados con el dictador es probablemente la negatividad del período. Un cierto tufo a completo fracasado, a total víctima de su propia megalomanía invade las páginas de periódicos y libros de Historia. Es hora de conocer lo que algunos pretenden encubrir: los méritos de Hitler, que también los tuvo.

Hemos de partir de la base, como hemos repetido en otras ocasiones, de que por muy malo que sea alguien nunca es lo suficientemente malvado como para no encontrar alguna virtud en su comportamiento. La demonización absoluta de Hitler no puede ser concebida. Lo que puede ser juzgado (y la Historia dirá realmente su veredicto) es si en conjunto su gobierno fue positivo o negativo para Alemania, Europa y el Mundo y si fue juzgado con demasiada severidad por parte de sus contemporáneos (ya sea por envidia o por miedo) y si fue más bien un beneficio para el conjunto de los ciudadanos su pronta desaparición mediante suicidio. Insisto en la idea de que eso lo juzgarán quienes no conocieron, por no haber siquiera nacido, a Hitler y por tanto pueden ser imparciales y estudiar al personaje desde la independencia histórica.

El Hitler posterior a 1933 es ante todo un intento de llegar a ser el superhombre de Nietzsche. Hitler es un perfecto organizador, es una persona con una capacidad intelectual soberbia para el reparto de actividades. Es capaz, con su virtud psicológica, de delegar competencias, de repartir las tareas contando con el hombre adecuado, sin cometer el error de dejar a un lado sus obligaciones de estar al corriente de las actividades de sus subordinados. Delega, pero no pierde el control, ya que conoce todos los movimientos, como el padre que observa atentamente en el parque todo lo que sus hijos están haciendo y que silba o grita a aquel que iba a realizar alguna trastada, adelantándose a su pensamiento.

Esto es algo que debemos aprender de Hitler, sobre todo aquellos que son jefes o padres: nuestros hijos y empleados no son menos inteligentes que nosotros e incluso pueden facilitar nuestro trabajo o nuestra vida. Sin embargo no hay que caer en la irresponsabilidad: ceder competencias, delegar, no significa perder las responsabilidades de un área. Quizá significa precisamente lo contrario: hay que controlar aún más, pero confiar la tarea (que no la responsabilidad). Para aclarar aún más el concepto, podríamos decir que nuestro deber es delegar la tarea de estudiar a nuestros hijos, pero no la responsabilidad de que aprueben (esa ha de ser nuestra exclusivamente, aunque realmente no podamos estudiar por ellos debemos controlar su estudio).

Hitler además era un auténtico conocedor de las necesidades de su pueblo: esta es otra fantástica lección que podemos aprender de él. Su pueblo necesitaba un fuerte desarrollo tecnológico, que le permitiera ser más competitivo y llevar una vida más feliz y de mejor calidad. Así, Hitler asigna la tarea a F. Porsche de confeccionar un coche (el Volkswagen Käfer) para el ciudadano medio alemán. Su nombre será un símbolo nazi por excelencia y la única reminiscencia heróica del nazismo. Volkswagen (el coche del pueblo, literalmente) será un referente mundial en tecnología, belleza y economía.

El Hitler paternalista ha sido bien descrito. No fue un padre perfecto, algún hijo díscolo le surgió, pero tuvo esa capacidad de deshacerse de ellos cuando fueron excesivamente malvados. Otra cosa muy importante en Hitler es su conciencia de lo grande. Hitler no es consciente sólo de su realidad, sino de la Realidad con mayúsculas. Es necesario hacer algo grande, por él mismo, por Alemania y por los alemanes. Puede que incluso pensara en Europa o incluso en los arios, en general. Es necesario dejar monumentos, proteger nuestra cultura ancestral, sobrevivir al pasado. Es algo propio de todos los dictadores este punto, pero si bien en otros dictadores (como Gadafi, Lenin, Franco o Mao) su principal objetivo era la supervivencia de su propia figura, para Hitler lo principal es que sobreviva el movimiento, el ideal y la cultura. Hitler, salvo los cuadros (algo bastante lógico, ya que no olvidemos que él era pintor), no dejó estatuas o retratos del mismo que fueran exhibidos en público. Deja la simbología, deja monumentos funcionales (teatros, estadios, salas de conciertos, palacios de congresos...) y sobre todo deja ideas. Las ideas sobreviven a los hombres más que sus propios retratos.

Podemos aprender de Hitler que, cuando se va apoderando de las distintas regiones de Europa, no lo enfoca, al menos al principio, como una ocupación territorial sino como una recuperación del control alemán de aquella región. Por ejemplo, la ocupación de Austria o de los Sudetes no era más que la administración de espacios extranjeros ocupados por población alemana. Quizá esto pueda ser criticado, pero no es más que lo que otros países, como Israel, han hecho o hacen actualmente (como los territorios de Gaza, Cisjordania o los Altos del Golán). En todo caso, podemos aprender que su ocupación pudo ser hiriente para los políticos pero no para la población. Es decir, el pueblo siempre estuvo contento de la ocupación nazi, ya que era la ocupación de territorios de etnia alemana por Alemania. Resulta un tanto jocoso pensar que fuera extensible a toda Austria el sentimiento enfrentado de la familia Trapp (aquella en la que se basó la película Sonrisas y Lágrimas) con el nazismo, a no ser que las clases más pudientes austríacas vieran con orgullo rencoroso que su otrora poderoso Imperio Austríaco era subyugado por su vecino del norte. Hitler, guste o no, en aquella época, se hizo querer por el pueblo. Debemos aprender a tratar bien a nuestros subordinados y a las personas que tenemos a cargo. Eso nos proporcionará a numerosos incondicionales.

Por último, existen numerosos documentos en los que el dictador hacía gala de una simpatía y un cariño especial hacia sus conocidos y amigos. Hitler no tenía vicios, no era una persona desquiciada (como muchos tratan de enseñar o de demostrar) ni era una mala persona, tal y como se entiende en el lenguaje popular. Quizá su excesivo celo y su carácter enérgico, duro, polémico y su radicalismo es lo que causó toda la leyenda posterior. Hitler no hizo con los judíos lo que otros políticos, de los más diversos países y épocas, hicieron. La diferencia fue que para ser la década de 1930, Hitler mostraba un talante mucho más progresista. No en vano, el hecho de crear guetos y campos de concentración es algo más propio de décadas posteriores a 1930 que de décadas anteriores. De haber sido más conservador, Hitler hubiera acordado simplemente la expulsión de los judíos a otras regiones de Europa (resultaba, de hecho, más económico).

Como ven en este y en el resto de comentarios, tenemos que aprender de Hitler muchas cosas. Hemos de ser lo suficientemente racionales como para dejar a un lado los comentarios inciertos sobre Hitler. Es un personaje que ha sido demonizado, pero porque nadie se ha preocupado en estudiarlo imparcialmente. Es la eterna injusticia de los vencidos.

lunes, 3 de octubre de 2011

El lenguaje de las ecuaciones

Stephen Hawking decía en su libro Historia del Tiempo que alguien le dijo que por cada ecuación que pusiera en su libro, reduciría las ventas a la mitad. Cabe preguntarse si esto era realmente cierto, pero nuestra intuición nos dice que si se equivocaba aquel vaticinio sería por poco.

Reconozcamos que nos cuesta muchísimo entender el lenguaje matemático, quizá porque a simple vista resulta poco intuitivo y sobre todo porque cualquier expresión matemática requiere, aunque sea mínimamente cierto grado de esfuerzo cerebral (comprensión) y en algunos casos incluso un esfuerzo significativo (cálculo mental).

Esta es la auténtica razón de que las ecuaciones nos resulten difíciles de entender y sobre todo de disfrutar. Hay quienes encuentran el origen de esta dificultad en una deficiencia de la preparación de los profesores de matemáticas, que son incapaces de transmitir este lenguaje a sus alumnos. ¡Increiblemente quienes piensan así son fundamentalmente los propios matemáticos! ¿Es cierta esta afirmación?¿Cabe responsabilizar al maestro de que el alumno pierda el interés o incluso no comprenda el lenguaje matemático?

Lo cierto es que el lenguaje matemático no es más que una abreviación del lenguaje lógico (como la escritura demótica lo era de la jeroglífica). El curso de la Historia de la Filosofía griega está íntimamente relacionado con la Historia de la Lógica. De hecho, la lógica se convirtió en el auténtico motor de la filosofía, ya que pronto se descubrió una relación bastante estrecha entre lo que es y lo que parece (la paradoja). Era necesario elaborar una serie de estructuras alfanuméricas capaces de representar de manera abreviada y abstracta lo que se decía en lenguaje hablado.

Por ejemplo, cuando se escribe que el área del triángulo es A= 0,5 x b x h, lo que realmente se quiere decir (y así consta en papiros de Egipto, por ejemplo) que "el área del triángulo es igual a la mitad del área del rectángulo que tiene como lados la base del triángulo y la altura del triángulo". Nadie actualmente (ni siquiera los matemáticos) se expresan de esta manera, y dirían directamente que "el área del rectángulo es base "por" altura "partido" o "dividido" por 2". Como se ve en el entrecomillado, hemos simplificado la expresión "egipcia" por la expresión moderna, que una vez conocido el lenguaje resulta mucho más asequible y directa.

Volvamos a nuestro punto de partida. ¿Cuál es la verdadera causa de que nos sintamos abrumados por las ecuaciones y las expresiones matemáticas? Sin duda es, en primer lugar, el desconocimiento de los símbolos y su significado. La segunda razón es que en muchos casos los símbolos o la expresión es tan abstracta que sin la ayuda adecuada (un maestro) no somos capaces de entender lo que realmente quiere decir esa expresión. La tercera razón es que en muchas ocasiones se exige un trabajo mental adicional.

Veamos el siguiente ejemplo. Cuando decimos: "mi padre quiere ir a la playa" estamos expresando un pensamiento. No requiere más comprensión que la interpretación de cada palabra en el contexto. Aunque parezca lo contrario, esta expresión resulta mucho más complicada para una "inteligencia matemática" que una ecuación matemática, ya que la declaración sólo expresa algo que es cierto o algo que es falso. Un ordenador, por ejemplo, no entendería los conceptos asociados a la frase como son "disfrute" o "a mí también me gustaría ir". Estas ideas asociadas, que aparecen en la mente del ser humano, están tan embebidas en el propio cerebro que el lenguaje humano, aún siendo más complicado que el lenguaje formal o "máquina", nos resulta mucho más natural.

El problema en matemáticas reside en que cuando decimos ¿dónde están las llaves?, la respuesta admite miles de soluciones, aunque no todas sean verdaderas. En cambio, en matemáticas, sólo existe una respuesta verdadera. Por tanto cuando se dice ¿cuánto vale 1000 + 300?, la respuesta sólo puede ser 1300. Otra respuesta, o bien no es verdadera, o caso de que sea verdadera puede ser demostrable. Así, si decimos que 10 + 11 = 101, esta expresión o bien es falsa o bien es cierta suponiendo que, por ejemplo, estamos haciendo uso de números binarios en lugar de decimales.



Dicho todo esto, podemos decir que interpretar una expresión matemática no es más complicado que interpretar lo que quiso decir un pintor en un cuadro. Lo único que hay que entender es el lenguaje, conocer sus símbolos y la sintaxis de esos mismos símbolos. Por ejemplo, en la expresión:

x = f ' (x) - f(x)     /   f(x) = 3 + 2 · exp (x-3)

lo que hay realmente quiere decir es que "la incógnita x, es igual a la derivada de una función menos dicha función, tal que (el símbolo / significa "tal que") la función es 3 más 2 multiplicado por el número e (aproximadamente 2,71828) elevado a x menos 3).

Lo que nos ha llevado un párrafo, estaba condensado en una línea usando la expresión matemática. La cuestión es fácil pero habrá quien diga "sí, esto ya lo sabía yo, lo que ocurre es que yo no sé lo que es una derivada o yo no sé lo que es la función exponencial". Este argumento no es para nada válido, ni mucho menos, para demostrar que el lenguaje matemático es inasequible. Más bien lo contrario, es un argumento para demostrar la ignorancia del que lo menciona. Supongamos que tenemos la siguiente frase:


Los babuinos encontraron el cigüeñal y lo destrozaron.


Esta frase quizá no tenga sentido para muchos, bien porque esté sacada de contexto, bien porque no se conozcan los términos. Esto mismo pasa en matemáticas: ocurre con relativa frecuencia que sacamos conclusiones equivocadas o no entendemos la expresión porque o bien no tenemos conocimientos suficiente de los símbolos o bien porque nos faltan las bases matemáticas suficientes como para adentrarnos en estos símbolos. Uno podría entender de esta frase lo siguiente "los babuinos (una tribu africana) encontraron a una cría de cigüeña y la mataron", cuando en realidad quiere decir "unos monos encontraron una pieza de motor y la rompieron".

De la misma manera, hay frases que son complicadas, enrevesadas, normalmente en libros de filosofía o de pensamiento, que requieren un esfuerzo mental adicional (o al menos mayor que leyendo la última novela de Harry Potter). Lo mismo ocurre en matemáticas: a veces se exige un esfuerzo mental para no sólo comprender lo que se dice, sino también entender las relaciones y la magnitud de lo que se dice. Así, tomando como ejemplo la frase anterior, entender que unos monos han roto algo no requiere una gran preparación. Ahora bien, interpretar las connotaciones y los peligros de que animales potencialmente peligrosos merodeen o tengan contacto con la tecnología es una deducción no directa y requiere un esfuerzo posterior.

Resumiendo: animemos a la gente a leer más texto científico, con ecuaciones incluidas, ayudándoles a entender lo que ahí se pone. Entre todos, podemos hacer que poco a poco se vayan disipando algunas nieblas que aún quedan en el conocimiento del hombre moderno.