Hace un par de días, el Papa era entrevistado en un programa de televisión italiano, expresando las ideas y visiones de la Iglesia sobre el mundo y la fe. No me cansaré de repetir una y otra vez el gran misterio que representa la Iglesia, que ha podido permanecer dando un mensaje casi invariable desde hace más de 2000 años.
El cristianismo neomodernista del Occidente desarrollado es ambiguo, confuso y extrañamente ecléctico. Tratemos de no hacer crítica, sino de hacer análisis. No quiero tratar el siempre polémico y aburrido tema de la interpretación verdadera de los Evangelios o las continuas tergiversaciones que los papas, los santos y las comunidades cristianas hicieron de los escritos y de la figura de Jesús.
Quiero que olvidemos todo eso, porque todo esto es polémica ineficaz.
Quiero que pensemos fríamente en una cuestión. Para los que somos cristianos... ¿qué significa eso? Es más, ¿por qué digo yo que soy cristiano? Insisto en que no pretendo hacer apología, sino análisis lo más objetivo posible.
Empecemos por el principio de la Historia.
De acuerdo con los Evangelios, Jesús comienza a predicar a la edad de 30 años. La historia de Jesús es cuanto menos épica. Un carpintero sin estudios se convierte en el rabí [maestro] más influyente de Galilea. Esto es, si cabe, cuanto menos sorprendente. De aquí a asombroso o fantástico sólo hay un paso.
A diferencia de otros líderes religiosos, como Buda, Abraham, Moisés o Mahoma, la tradición y los evangelios afirman que Jesús realiza milagros en lugar de ocurrirle fenómenos milagrosos (por ejemplo, Buda sufre una iluminación o las plantas y animales le hablan, Moisés y Abraham sienten la voz de Dios, Mahoma se eleva a los cielos...). Jesús es capaz de curar enfermos, de multiplicar panes y peces, e incluso de resucitar a los muertos. La historia, caso de ser cierta, es tan fascinante que nada podría haber como Jesús y su historia.
El final de Jesús (su pasión y muerte) es también de sobra conocido por todos. El sanedrín judío ve en Jesús un peligroso alborotador, cuyas doctrinas, claramente contrarias a las doctrinas del Judaísmo ortodoxo, hacen peligrar la unidad hebrea. Finalmente, denunciado ante el sanedrín y tras la venia del gobernador romano Poncio Pilato, Jesús es juzgado como reo de muerte, bajo el cargo de instigador de disturbios e incumplimiento de la ley mosaica (básicamente la transgresión del segundo, tomar el nombre de de Dios en vano, haciéndose pasar por hijo de Dios, y tercer mandamiento, trabajar en sábado, anteponiendo lo demás a Dios).
Jesús muere y su leyenda se acrecienta. Tras la posterior resurrección, el mito de Jesús crece a pasos agigantados. La historia es increíble, sí, pero es tan pura, bonita y además, se dispone de cientos de testigos de sus hechos, lo cual contribuye a aumentar la fama de Jesús por toda la vertiente oriental del Mediterráneo. Los apóstoles, sus más fieles seguidores, apoyan la idea, dan cuenta de los milagros de Jesús y además fueron testigos directos de sus milagros, transfiguraciones y enseñanzas.
Es en este tiempo (el narrado en el libro de los Hechos de los apóstoles), cuando aparece quizá la figura más importante del Cristianismo después de Cristo. Pablo de Tarso, antiguo perseguidor de los cristianos, dice tener una visión una noche y se convierte a la causa cristiana. Pablo demuestra tener una visión mucho más elaborada que su "maestro", Jesús, al cual no conoció en vida, pero cuyas enseñanzas ha demostrado aprender de boca de aquellos que sí que fueron testigos directos de aquellos sucesos.
Como ya aprecia Nietzsche en muchos de sus escritos, San Pablo es el auténtico fundador de una religión cristiana. Pablo modifica "ligeramente" para el pueblo llano, pero "profundamente" para el iniciado el mensaje de Cristo. Si bien Cristo ya había hecho una interpretación mucho más racional de la ley mosaica, enseñando la interpretación del fondo del mensaje y no del cumplimiento literal del precepto, San Pablo vuelve a modificar este mensaje cristiano a un mensaje mucho más pacifista y social.
Entendamos algo muy simple. En cualquiera de los Evangelios, Cristo se muestra siempre, ante todo, un maestro en teología y moral, mientras que San Pablo, en sus cartas, se muestra como un adoctrinador de masas, un entusiasta del deber. No en vano, recordemos que fue soldado, lo que implica que el concepto de jerarquía y de orden lo tenía muy inculcado. El mensaje de San Pablo no es un mal mensaje, pero es un mensaje carente de vitalidad. Sin embargo, no me gustaría ser injusto con San Pablo: si a alguien se le debe la profunda reforma del cristianismo, de ser doctrina de judíos a doctrina del Imperio Romano, es sin duda a él. San Pablo supo inculcar una doctrina difícilmente entendible por paganos (o como les llamaban los judíos, "gentiles").
A partir de entonces, son miles los eruditos, santos y escritores que trataron de interpretar, comprender, expresar y discernir las palabras de Cristo, principalmente, y de los apóstoles y San Pablo. De las distintas interpretaciones han ido surgiendo movimientos, herejías y ramas dentro del cristianismo.
La Historia de la Iglesia ha sido, en 2000 años, escandalosa, extravagante, ruin, violenta y corrupta. Pero también ha sido maravillosa, impactante, milagrosa, virtuosa, valiente y humilde. Los distintos papas, como cabezas de la Iglesia, han tratado de hacer del Cristianismo Católico la religión del mundo, conservando los principios primitivos de la Iglesia.
Por supuesto que la Iglesia ha evolucionado en 2000 años. De las primitivas comunidades aisladas en las distintas ciudades de oriente, con costumbres y ritos propios, a una profunda doctrina y a un ritual común a todos los países. De cientos de tendencias y herejías a una única postura conciliar. De un relajamiento progresivo en la Edad Media en las tareas de los eclesiásticos, a un profundo sentimiento espiritual en el orden sacerdotal. De una Iglesia violenta al tiempo que militante a una Iglesia ecuménica, dialogante y tolerante.
Como se ve, en 2000 años, aún hay errores que solucionar y hay muchos errores que se solucionaron.
¿Y el cristiano actual?¿Dónde queda? Lo primero que habría que preguntarse es quizá qué significa ser cristiano. Cristiano significa, literalmente, seguidor de Cristo. Por tanto, cualquiera que siga el mensaje de Cristo sería cristiano. Esto es obvio y no crea confusión, sólo que lo que se entiende por cristiano en la sociedad occidental nada tiene que ver con lo que se ha entendido desde el principio de los tiempos cristianos.
Recapitulemos. Preguntamos en la calle. "¿Te consideras cristiano?". La mayoría dirá que sí. Entonces, podríamos preguntar, "¿por qué te consideras cristiano?" o "¿qué significa ser cristiano?". La mayoría te dirá también que ser cristiano significa cree en Cristo (FE). Otros añadirán comentarios a este primero, tales como "ser cristiano consiste en ser bueno con los demás, como Cristo fue bueno" (CARIDAD). Otros, los menos, añadirán que ser cristiano es además de todo esto, cumplir con los oficios (ir a misa), porque si no, no se es buen cristiano (MILITANCIA). Por último, un grupo minúsculo diría que además de todo esto, se necesita llevar el mensaje y evangelizar a los demás (APOSTOLADO).
En una segunda ronda de preguntas, se podría añadir si "¿está de acuerdo con la Iglesia (Católica) actual?". La mayoría dirá que no, que no cree en los curas y que la Iglesia debería vender todas sus riquezas, para dar ejemplo. Una minoría amplia (alrededor del 30%) dirá que no cambiaría nada. Por último, un grupo reducido admitirá que se necesitan profundos cambios en la Iglesia para llegar al corazón de las personas. Estos cambios consisten en hacer llegar el Evangelio a las casas.
No quiero entrar en polémicas. No quiero ponerme de parte de la Iglesia, tampoco de parte de los seglares. En este debate debe, ante todo, imperar la razón, y dejar las propagandas y tergiversaciones para otros desgraciados que no saben expresar la razón más que mintiendo o radicalizando su mensaje.
En los párrafos anteriores hemos destacado cuatro palabras clave para entender el Cristianismo Católico y la experiencia cristiana. Fe, Caridad, Militancia y Apostolado. Se podrían añadir más, pero no son fundamentales. La Esperanza Cristiana es una virtud teologal, pero deriva de la fe. O el sacrificio es una virtud, pero deriva de la caridad. Quisiera entonces, hacer ver al lector cómo de equivocado o de acertado está en su postura vital ante el cristianismo, sea o no sea cristiano.
FE: la fe es una virtud fundamental, tal y como Cristo muestra en los evangelios (Mt 9: 22, Mt 17:20-21, etc.). La fe es la vía de la salvación, nos dice. Esto parece haberlo entendido muy bien el hombre actual (el cristiano por interés). Dentro del cristianismo protestante (Lutero, fundamentalmente), la fe constituye el auténtico motor de la salvación y del mundo. Únicamente por la fe podemos ser salvos, de tal manera que no importan los actos si se cree en Cristo. Lo principal es creer en Cristo, en su mensaje, en su vida... Creer. No parece descabellado decir que tanto Lutero como su mensaje son muy convenientes en el mundo actual, puesto que nos desvinculan de toda responsabilidad sobre nuestros actos. También habría que decir que, como Lutero, todo aquel que sienta que únicamente por la fe somos salvos incurre en herejía. Tanto protestantes como defensores de una doctrina más o menos parecida son herejes, en el sentido literal y nada peyorativo de la palabra.
No es admisible ni lógica una salvación exclusiva en la fe. Sería como decir que hay que aprobar al alumno sólo porque se llevó 50 días, 8 horas diarias, delante de un libro, pero no estudió (es decir, no hizo esfuerzo por aprender). Él lo miraba, pero no lo estudiaba. En el examen falló, pero él reclama su aprobado por "su esfuerzo". ¿Es esto posible, entendida la palabra cristiano como tal? Por tanto, cristiano no puede ser sólo el que cree en Cristo.
CARIDAD: hacer el bien es algo noble y que no depende de una moral. Con una simple actitud ética ya estamos realizando un trabajo caritativo. La caridad tampoco es compasión. La caridad es una actitud activa, la compasión es pasiva, necesita de sentir una "mala conciencia". Pero ser caritativo no puede ser suficiente para ser cristiano, ya que un budista, un musulmán, puede ser caritativo, pero no cristiano. Es aquí donde la fe entra en juego. Fe más caridad son la base del buen cristiano.
MILITANCIA Y APOSTOLADO: tanto la participación en los oficios como el apostolado quedan regulados en el tercero de los Diez Mandamientos y en los Evangelios (Mt 28:19, etc). Es pues, una manera de ser buenos, de cumplir con las normas dadas por Dios y Cristo, respectivamente. Es, sin embargo, una cuestión de menor importancia que la caridad y la fe, ya que no es una cuestión respecto al individuo, sino respecto al grupo. El individuo, que debe ser bueno y creyente, está dentro de un grupo. Un grupo malo e infiel no ayuda al desarrollo en el bien del individuo, así como la manzana buena no pone buenas a las podridas.
Insisto en que mejor cristiano es quien va a misa que el que no va. Y hemos de admitir que aquel que predica (y sobre todo si es con el ejemplo) a los demás, es aún mejor cristiano. Es por ello que se reserva a los sacerdotes el derecho a ser el mejor de los cristianos y al Papa aún el mejor de los sacerdotes.
Siempre se ha dicho que es mejor ser bueno que ir a misa. Sin duda. Incluso el mismo Cristo dice en Mt 5:23-24 "Por tanto, si has traído tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y vé, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y ofrece tu ofrenda". Sin embargo, no nos exime de ir a los oficios, sino que antepone el ser bueno a guardar los oficios. Pero si uno es bueno, ¿por qué excusarse?
He aquí un punto de discusión en las sociedades occidentales. La visita a la Iglesia se considera una especie de opresión de la casta sacerdotal, cuando realmente debería ser entendida como un tiempo semanal de reflexión y de filosofía, algo así como cuando nos dicen nuestros gobernantes y literatos que leamos al menos una hora al día. Obviamente es mucho más divertido ir a la playa o salir a tomar copas por la noche que ir a misa, pero no se trata de una cuestión de gustos. Para un auténtico equilibrio emocional, sería muy enriquecedor tener tiempo semanal para pensar en cosas serias. He aquí que ir a la iglesia puede ser algo muy conveniente.
En cuanto al apostolado, lo cierto es que cualquiera puede tratar de difundir estos mensajes. Hay que entender que ser cristiano no puede ser o no debería ser entendido como un caballero medieval que trata de erradicar infieles. Ser cristiano, como se entendía desde los tiempos de los apóstoles, consiste en la superación del mal con la ayuda del aliado más fuerte: Cristo, que es Dios vivo. Además, nos enseñó que hay vida tras la muerte, cosa que ningún otro líder religioso pudo demostrar, puesto que no resucitó de entre los muertos.
Claro está que para eso, como hemos dicho anteriormente, hace falta fe. Primero fe en que va a ocurrir, incluso aunque sea imposible. Esa es la auténtica fe. Pero la fe no puede ser ciega.
Muchos atacan a la Iglesia por no ser o vivir como Cristo. Pero esto es un tanto estúpido. Cristo murió joven y en la cruz, ¿hemos de llegar a estos extremos? No. Lo que el mismo Cristo enseñó fue creer en Dios y hacer el bien ante todo (Jn 13:34, "amaos los unos a los otros como yo os he amado"). No podemos caer en demagogias. Jesús era hijo de carpintero y no tenía riquezas. ¿Acaso un soldado, que tiene que matar, no puede ser un buen cristiano y hacer el bien? ¿Acaso un rico comerciante que vive en su mansión y dona millones de dólares a la beneficencia no es una "buena persona"?
Esto me recuerda a la doctrina de los cátaros, los cuales planteaban una vida radicalmente cristiana (a imagen y semejanza de Cristo). Entonces, si todos predicaban y practicaban el rezo... ¿quién cultivaría, quién estudiaría, quién haría casas? No, todo es simple demagogia. El buen cristiano no se mide por su riqueza, sino por la riqueza de corazón. En esto incluso hay que recriminar a muchos curas, que en las iglesias incriminan a los feligreses porque dan poco a las actividades benéficas de la parroquia. Es que por supuesto que se puede vivir con menos, pero tampoco Jesús se comportaba como Diógenes (que vivía en un tonel y no comía en plato), sino que llevaba una vida humilde, sin lujos, aunque eso no quitó que celebrara una cena con invitados, que mandara alquilar una casa para la cena y que cobrara (se entiende que eso haría, si era carpintero) por hacer mesas y sillas. Nadie podría decir de Jesús que fuera una mala persona por cobrar por su oficio.
Hoy, lunes de pascua, pidamos porque el mensaje de paz de Dios siga entre nosotros durante mucho tiempo.
Recapitulemos. Preguntamos en la calle. "¿Te consideras cristiano?". La mayoría dirá que sí. Entonces, podríamos preguntar, "¿por qué te consideras cristiano?" o "¿qué significa ser cristiano?". La mayoría te dirá también que ser cristiano significa cree en Cristo (FE). Otros añadirán comentarios a este primero, tales como "ser cristiano consiste en ser bueno con los demás, como Cristo fue bueno" (CARIDAD). Otros, los menos, añadirán que ser cristiano es además de todo esto, cumplir con los oficios (ir a misa), porque si no, no se es buen cristiano (MILITANCIA). Por último, un grupo minúsculo diría que además de todo esto, se necesita llevar el mensaje y evangelizar a los demás (APOSTOLADO).
En una segunda ronda de preguntas, se podría añadir si "¿está de acuerdo con la Iglesia (Católica) actual?". La mayoría dirá que no, que no cree en los curas y que la Iglesia debería vender todas sus riquezas, para dar ejemplo. Una minoría amplia (alrededor del 30%) dirá que no cambiaría nada. Por último, un grupo reducido admitirá que se necesitan profundos cambios en la Iglesia para llegar al corazón de las personas. Estos cambios consisten en hacer llegar el Evangelio a las casas.
No quiero entrar en polémicas. No quiero ponerme de parte de la Iglesia, tampoco de parte de los seglares. En este debate debe, ante todo, imperar la razón, y dejar las propagandas y tergiversaciones para otros desgraciados que no saben expresar la razón más que mintiendo o radicalizando su mensaje.
En los párrafos anteriores hemos destacado cuatro palabras clave para entender el Cristianismo Católico y la experiencia cristiana. Fe, Caridad, Militancia y Apostolado. Se podrían añadir más, pero no son fundamentales. La Esperanza Cristiana es una virtud teologal, pero deriva de la fe. O el sacrificio es una virtud, pero deriva de la caridad. Quisiera entonces, hacer ver al lector cómo de equivocado o de acertado está en su postura vital ante el cristianismo, sea o no sea cristiano.
FE: la fe es una virtud fundamental, tal y como Cristo muestra en los evangelios (Mt 9: 22, Mt 17:20-21, etc.). La fe es la vía de la salvación, nos dice. Esto parece haberlo entendido muy bien el hombre actual (el cristiano por interés). Dentro del cristianismo protestante (Lutero, fundamentalmente), la fe constituye el auténtico motor de la salvación y del mundo. Únicamente por la fe podemos ser salvos, de tal manera que no importan los actos si se cree en Cristo. Lo principal es creer en Cristo, en su mensaje, en su vida... Creer. No parece descabellado decir que tanto Lutero como su mensaje son muy convenientes en el mundo actual, puesto que nos desvinculan de toda responsabilidad sobre nuestros actos. También habría que decir que, como Lutero, todo aquel que sienta que únicamente por la fe somos salvos incurre en herejía. Tanto protestantes como defensores de una doctrina más o menos parecida son herejes, en el sentido literal y nada peyorativo de la palabra.
No es admisible ni lógica una salvación exclusiva en la fe. Sería como decir que hay que aprobar al alumno sólo porque se llevó 50 días, 8 horas diarias, delante de un libro, pero no estudió (es decir, no hizo esfuerzo por aprender). Él lo miraba, pero no lo estudiaba. En el examen falló, pero él reclama su aprobado por "su esfuerzo". ¿Es esto posible, entendida la palabra cristiano como tal? Por tanto, cristiano no puede ser sólo el que cree en Cristo.
CARIDAD: hacer el bien es algo noble y que no depende de una moral. Con una simple actitud ética ya estamos realizando un trabajo caritativo. La caridad tampoco es compasión. La caridad es una actitud activa, la compasión es pasiva, necesita de sentir una "mala conciencia". Pero ser caritativo no puede ser suficiente para ser cristiano, ya que un budista, un musulmán, puede ser caritativo, pero no cristiano. Es aquí donde la fe entra en juego. Fe más caridad son la base del buen cristiano.
MILITANCIA Y APOSTOLADO: tanto la participación en los oficios como el apostolado quedan regulados en el tercero de los Diez Mandamientos y en los Evangelios (Mt 28:19, etc). Es pues, una manera de ser buenos, de cumplir con las normas dadas por Dios y Cristo, respectivamente. Es, sin embargo, una cuestión de menor importancia que la caridad y la fe, ya que no es una cuestión respecto al individuo, sino respecto al grupo. El individuo, que debe ser bueno y creyente, está dentro de un grupo. Un grupo malo e infiel no ayuda al desarrollo en el bien del individuo, así como la manzana buena no pone buenas a las podridas.
Insisto en que mejor cristiano es quien va a misa que el que no va. Y hemos de admitir que aquel que predica (y sobre todo si es con el ejemplo) a los demás, es aún mejor cristiano. Es por ello que se reserva a los sacerdotes el derecho a ser el mejor de los cristianos y al Papa aún el mejor de los sacerdotes.
Siempre se ha dicho que es mejor ser bueno que ir a misa. Sin duda. Incluso el mismo Cristo dice en Mt 5:23-24 "Por tanto, si has traído tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y vé, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y ofrece tu ofrenda". Sin embargo, no nos exime de ir a los oficios, sino que antepone el ser bueno a guardar los oficios. Pero si uno es bueno, ¿por qué excusarse?
He aquí un punto de discusión en las sociedades occidentales. La visita a la Iglesia se considera una especie de opresión de la casta sacerdotal, cuando realmente debería ser entendida como un tiempo semanal de reflexión y de filosofía, algo así como cuando nos dicen nuestros gobernantes y literatos que leamos al menos una hora al día. Obviamente es mucho más divertido ir a la playa o salir a tomar copas por la noche que ir a misa, pero no se trata de una cuestión de gustos. Para un auténtico equilibrio emocional, sería muy enriquecedor tener tiempo semanal para pensar en cosas serias. He aquí que ir a la iglesia puede ser algo muy conveniente.
En cuanto al apostolado, lo cierto es que cualquiera puede tratar de difundir estos mensajes. Hay que entender que ser cristiano no puede ser o no debería ser entendido como un caballero medieval que trata de erradicar infieles. Ser cristiano, como se entendía desde los tiempos de los apóstoles, consiste en la superación del mal con la ayuda del aliado más fuerte: Cristo, que es Dios vivo. Además, nos enseñó que hay vida tras la muerte, cosa que ningún otro líder religioso pudo demostrar, puesto que no resucitó de entre los muertos.
Claro está que para eso, como hemos dicho anteriormente, hace falta fe. Primero fe en que va a ocurrir, incluso aunque sea imposible. Esa es la auténtica fe. Pero la fe no puede ser ciega.
Muchos atacan a la Iglesia por no ser o vivir como Cristo. Pero esto es un tanto estúpido. Cristo murió joven y en la cruz, ¿hemos de llegar a estos extremos? No. Lo que el mismo Cristo enseñó fue creer en Dios y hacer el bien ante todo (Jn 13:34, "amaos los unos a los otros como yo os he amado"). No podemos caer en demagogias. Jesús era hijo de carpintero y no tenía riquezas. ¿Acaso un soldado, que tiene que matar, no puede ser un buen cristiano y hacer el bien? ¿Acaso un rico comerciante que vive en su mansión y dona millones de dólares a la beneficencia no es una "buena persona"?
Esto me recuerda a la doctrina de los cátaros, los cuales planteaban una vida radicalmente cristiana (a imagen y semejanza de Cristo). Entonces, si todos predicaban y practicaban el rezo... ¿quién cultivaría, quién estudiaría, quién haría casas? No, todo es simple demagogia. El buen cristiano no se mide por su riqueza, sino por la riqueza de corazón. En esto incluso hay que recriminar a muchos curas, que en las iglesias incriminan a los feligreses porque dan poco a las actividades benéficas de la parroquia. Es que por supuesto que se puede vivir con menos, pero tampoco Jesús se comportaba como Diógenes (que vivía en un tonel y no comía en plato), sino que llevaba una vida humilde, sin lujos, aunque eso no quitó que celebrara una cena con invitados, que mandara alquilar una casa para la cena y que cobrara (se entiende que eso haría, si era carpintero) por hacer mesas y sillas. Nadie podría decir de Jesús que fuera una mala persona por cobrar por su oficio.
Hoy, lunes de pascua, pidamos porque el mensaje de paz de Dios siga entre nosotros durante mucho tiempo.
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