Translate

martes, 19 de abril de 2011

El primer paso para alcanzar un sueño es renunciar a él

Hoy quisiera compartir una inquietud que siempre hemos tenido los seres humanos y es la necesidad de autorrealizarse.

Según la teoría de Maslow, una vez cubierta las necesidades individuales básicas (comer, dormir, beber, etc.) y las necesidades de seguridad (casa, dinero, salud, etc.), entramos en las necesidades de afiliación (básicamente tener amigos y estar considerados) y posteriormente en las necesidades de autoestima y autorrealización.

Estas dos últimas necesidades constituyen en la sociedad occidental una auténtica lacra, puesto que nadie parece recordar que la pirámide de Maslow es, como su nombre indica, una pirámide, y las posibilidades de alcanzar el éxito en la sociedad son realmente remotas.

Esta situación no es nueva. No vamos a descubrir, a estas alturas nada nuevo en cuanto a que la sociedad nos obliga a triunfar y ser admirados, pasando a ser la necesidad de alcanzar el éxito a ser casi necesidad básica. Esto, como comprenderán todos ustedes, es ridículo. Pretender que el triunfo sea algo al alcance de todos es como pretender la igualdad entre todos los seres humanos. Es una auténtica entelequia, que lejos de ser beneficiosa, traería más perjuicios que otra cosa. La razón es muy simple: nadie estaría dispuesto a vivir en un mundo en el cual la vida carezca de más aliciente que ser uno más de tantos, sin posibilidad de prosperar. El ser humano necesita, como todos sabemos, límites que superar, objetivos, conquistas, etc. Es nuestra naturaleza, ad infinitum et plus ultra [hasta el infinito y más allá].

La realidad es que la gente, sobre todos los jóvenes, es acribillada con propaganda política y social acerca del papel que debe desempeñar en la sociedad. Por un lado se les insta a ser modernos, sinceros, tolerantes, sociables, amistosos... pero luego se les pide que busquen un trabajo muy bien remunerado, salgan al extranjero, tanto a estudiar como a divertirse, consigan un gran coche, una buena casa, tengan una novia bonita... En definitiva, que triunfen, que sean el Cristiano Ronaldo o el Brad Pitt de turno.

Ahora les pediría, por el bien de la juventud sobre todo, que consideraran una idea: la mejor manera de conseguir un sueño es no proponérselo. Han oído decir: el que la sigue la consigue. Pero yo digo que esto no es así. Es más puedo demostrar que esto no es así. Instar a los jóvenes a ser farragosos, pretenciosos o caprichosos no es la medida. Cierto es que lo que se pretende es precisamente lo contrario: que trabajen duro, que se esfuercen, que vean la parte positiva de la labor diaria. Pero insisto: se trata de un error de apreciación, no de una cuestión real.

¿Cómo hay que enfocar el problema? Todos parecen saber la meta, pero ninguno parece conocer el camino. Esto es lo mismo que pretender llegar a Roma desde París por simple intuición debido a que sabemos que en mitad del camino está Estrasburgo o Génova. Aquí van una serie de consejos reales y que funcionan para todos (sobre todo los jóvenes).

1. El primer paso para alcanzar un sueño es renunciar a él. Ser conscientes de nuestras limitaciones es la primera regla para alcanzar el éxito. Por ejemplo: si nos gusta una chica bonita que acabamos de conocer tenemos que ser conscientes de que, en primer lugar, no la conocemos de nada, por lo que hay que informarse muy bien de cómo es su situación personal y afectiva. Otro ejemplo: si nuestro sueño es ganar un millón de euros o dólares, no tenemos que pensar en que tenemos que alcanzar esa meta, sino que tenemos que pensar cuáles son los mecanismos que en nuestra situación actual nos puede llevar a conseguirlo. Que nadie piense que se pretende aquí tirar por tierra los sueños de las personas. Únicamente se aboga porque éstas sean conscientes de sus límites. Si queremos ganar un millón de dólares, ¿por qué no probar, en principio, a ganar 20 mil dólares? Una vez que veamos los mecanimos que nos condujeron al éxito, será más fácil que podamos alcanzar nuestra meta o sueño. Pero nunca hemos de dar por sentado que con simple esfuerzo conseguiremos todo. El esfuerzo nos facilita, pero no nos otorga. Conseguir nuestro objetivo requiere cualidades y muchas horas con el cerebro.

2. No siempre gana el mejor. Incluso podríamos decir que la mayor parte de las veces es al contrario. Quiero dejar claro que las circunstancias que nos rodean son sin duda la principal causa de no conseguir nuestros objetivos cuando uno es realmente el mejor en algo. Por ejemplo, si en la escuela de ingeniería el mejor ingeniero es hijo de un pobre campesino y un ingeniero mediocre tiene un padre con empresa propia, es mucho más probable que triunfe el menos bueno. Con esto hemos nuevamente de tener mucho cuidado, ya que no quiero decir que la circunstancia sea finalmente un argumento fundamental para el éxito y que la personalidad o la inteligencia lo sea en menor medida. Digo que si una persona inteligente es consciente, como dijimos en el punto 1, de que su circunstancia actual le impedirá alcanzar un sueño, estamos en vías de alcanzarlo realmente, ya que el paso siguiente será buscar la manera de salir de esa circunstancia. Nadie va a renunciar a su familia, obviamente, porque además es estúpido hacerlo, pero sí ser conscientes de quién se es y de lo que se quiere conseguir y para ello tomar determinaciones al margen de la familia o los amigos.

3. Hay que saber siempre lo que se desea. No siempre queremos lo que deseamos, sino más bien lo que desean otros. Nuestro sueño puede ser acabar con el hambre del mundo, pero es muy probable que ese deseo haya sido puesto por boca de otro en nuestra cabeza. Hemos de entender que el auténtico triunfador no es aquel que consigue metas, sino el que consigue sus propias metas. Así, podríamos decir que tener a Irina Shayk como novia podría ser visto como un triunfo. Sin embargo, ¿seríamos realmente felices con ella? Puede que sí, puede que no. El auténtico triunfo no depende de otros, sino de uno mismo. Es más, el auténtico triunfador es aquel que no necesita a los demás, porque él solo puede con todo. Por tanto, no piensa en otros ni en lo que piensen otros, sino en sí mismos.

Ser felices es una meta que como decía Heráclito, no consiste en el placer de las cosas mundanas. Más bien consiste en aceptarse, con sus limitaciones y gozar del lugar que ocupa uno en la sociedad. Y si no nos gusta, tratar de cambiarlo desde una óptica coherente y razonable. No todo es ganar dinero y salir de fiesta. Tener una vida plena es algo que está más alcance de todos de lo que imaginamos. El problema no son los demás, somos nosotros. Ser limpiadora es considerado un trabajo indigno en muchos lugares, por ejemplo. Sin embargo, no creo que haya un trabajo más placentero que éste, por el que algo que valía poco o nada (sucio), pasa a tener un valor y sobre todo una belleza adquirida bastante interesante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario