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miércoles, 2 de noviembre de 2011

De la victoria pírrica o ¿y por qué Grecia hace esto ahora?

Es la pregunta clave. ¿Orgullo?¿Indignación?¿Algún tipo de movimiento político del partido de Papandreu? La situación es sorprendente, qué duda cabe. Sin embargo, para todo hay una explicación, aunque no resulte creíble o incluso políticamente correcta.

Desde hace muchas décadas, y especialmente desde finales de la década de los 70 del siglo XX, Europa ha sido concebida como un pequeño monstruo. De hecho, la forma del continente está lleno de accidentes geográficos. En cualquier caso, la columna vertebral del continente la forman Alemania y Francia. estos dos países están situados estratégicamente en el centro de Europa y juntos poseen aproximadamente el 20% de los habitantes del continente. A estos dos países hay que añadir el Reino Unido, que es una pieza fundamental en Europa, por mucho que quiera estar siempre desvinculado a su propia realidad. Después, hay muchos países denominados "periféricos", como son Portugal, España o Grecia, que fueron concebido, desde los inicios de la Unión Europea, como necesarios desde el punto de vista cultural, histórico y "económico". Este aspecto económico es lo que plantea el auténtico problema al que hoy nos enfrentamos todos, seamos europeos o no.

Desde la entrada de Grecia en la Unión Europea en 1981 y de España y Portugal en 1986, los tres países pobres de la Europa Occidental (en todos los sentidos, no sólo económico, sino cultural o político) han sido estos tres países. Esto resulta bastante injusto para tres países que quizá, junto con Italia, han tenido el pasado cultural, histórico y político más rico de todos los tiempos.

En cualquier caso, los datos estaban siempre ahí: la tasa más alta de fracaso escolar correspondía a estos tres; la inflación más alta, a estos tres; el analfabetismo, a estos tres. Además, Grecia, por su especial ubicación, resultaba ser el único país occidental en el este de Europa. Rodeado de Turcos musulmanes al este, de mar al sur y de comunistas al oeste, Grecia se erguía orgullosa en bastión de los valores de occidente. ¿Cómo iba a ser posible que la cuna de la democracia pudiera ser absorbida por el imperialismo comunista soviético?

Con el tiempo, sin embargo, España empezó, sobre todo a finales del siglo XX, a salir de aquel grupo de "pobres". Una serie de políticas de corte más capitalista y liberal hizo que España alcanzara cotas de mercado y producción bastante más altas de lo esperado. Esta situación, en el caso portugués, no fue aprovechada, mientras que en el caso griego, se planteó la posibilidad de que a expensa de los fondos de cohesión junto con las victorias panhelénicas en ciertas zonas de Europa, Grecia pudiera alcanzar de manera más rápida un crecimiento similar a otras economías del momento, como España o Irlanda (no en vano, es un país sin nacionalismos, es decir, como en la Grecia clásica, todos son griegos e incluso países limítrofes, como Chipre, han manifestado su interés por perder su soberanía e incorporarse como parte integrante de Grecia). Esta insospechada idea de crecimiento, sin disponer de un entorno y una población suficiente para realizarlo, ha sido lo que ha creado la situación que hoy vive Grecia.

¿Y por qué Papandreu, justo ahora, quiere un referéndum? La respuesta es simple, aunque poco clara. Él quiere que la democracia perviva en Grecia.

¡Increíble! ¡Que perviva el democracia en Grecia! Esta maniobra nadie la ha sabido ver. ¿Acaso nadie ve aquí el pendón de la victoria? De acuerdo, quizá nadie vea en esto una victoria, pero sí lo es. Papandreu es presidente de Grecia. Sabemos que Grecia no es Alemania, pero es la cuna de la filosofía, de la democracia y de la civilización occidental. ¡Y en eso ganan a cualquier país de Europa! ¿Entonces? La democracia vivirá y será el último logro victorioso de Papandreu.

Sin embargo, también Grecia fue la creadora del término de "victoria pírrica". Papandreu va a ser, desde hace siglos, el más claro exponente de este tipo de victorias. Es posible que el pueblo griego rechace el durísimo plan de rescate, pero las consecuencias serán realmente nefastas. O sea, Grecia mantendrá su estatus de noble y orgulloso país a costa de morir económicamente y relegar a su estado a la más absoluta miseria, próxima a países como Túnez o Libia. Para un viejo griego quizá esto le resulte conocido, de oídas de sus abuelos o padres. Para un joven resulta inaudito y por tanto las consecuencias serían realmente nefastas y próximas a la vuelta a algún tipo de dictadura. El mundo al revés: democracias en los regímenes autoritarios y dictaduras en las democracias.

Aquí, de prosperar la propuesta de Papandreu (que por otra parte le exculparía, como a Pilatos, de cualquier responsabilidad sobre Grecia, ya fuera porque va a la quiebra por rechazar el plan, ya fuera porque pasaría una década si no una veintena de años de penuria por el duro ajuste impuesto por Europa) se llegaría a un punto en el que habría que apelar al buen criterio del pueblo griego. En este asunto, sin embargo, sabemos ya de otros muchos ejemplos que el pueblo no es la mejor opción cuando se debe conocer cuál es la respuesta correcta para la buena marcha de un país.

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