El más que siempre controvertido tema de la homosexualidad debería estar ya más que superado. No obstante, parece como si a algunos homosexuales y simpatizantes les encantara mantenerse en la etiqueta de víctimas perpetuas.
Esta cantinela no es más que un medio de conservar los privilegios que la sociedad del siglo XXI les otorga en los países occidentales. No obstante, incluso ellos mismos están empezando a intuir que muchos de los que se erigen como representantes suyos realmente no los representan y al estilo de los sindicatos o de los grupos feministas, estos representantes los señalan como persona non grata.
La nueva generación de homosexuales es, si cabe, más reivindicativa que la anterior. Ellos siempre se escudan en la lucha de clases, como otro sindicato más. Debemos desterrar la idea de que los homosexuales son un colectivo distinto al colectivo sindical. Sus reivindicaciones son, en la forma, distintas, pero sus métodos, sus formas de conservación en el poder y su discurso de masas son exactamente iguales.
La gran prueba de que estos colectivos son iguales está en la concepción que tienen de la sociedad de clases. Las concepciones marxistas, como bien se ve en la práctica, fueron aplicadas por distintos grupos "marginales", a los cuales se les identifica como "clase trabajadora o clase explotada". Escribo claramente las comillas porque Marx no considera clase trabajadora al empresario, a pesar de que en los países occidentales el empresario, la gran mayoría de veces, es un trabajador autónomo, que contrata a 2-3 personas para que le ayuden. De la misma manera hablo de "marginales" porque un homosexual adinerado (que en el pasado era lo más habitual) no puede ser considerado una persona marginada o marginal. En cualquier caso, el triunfo de Marx está en que todos pueden formar parte del colectivo marginal en algún momento de su vida, ya que no es posible ser totalmente aceptado por todos en todos los ámbitos. Es aquí donde se fomenta el asociacionismo como única manera de reivindicarse como persona.
¡Tanto que hablaba Marx de alienación y sus nefastos principios consistían en la alienación del individuo a la masa! El individuo pierde su identidad en favor del grupo. Un paso atrás en la personalidad.
De todas formas, volviendo al caso homosexual, el movimiento sindical tiene los días contados. No es posible mantener, como le ocurrió a la Unión Soviética, un sistema insostenible. China lo manteniene, pero sólo porque ha alcanzado su condición de superpotencia 100 años después que la Unión Soviética. A China, dentro de 60 años o menos, le espera el mismo final que a la Unión Soviética: fin de la dictadura proletaria y principio del único sistema que asegura la felicidad del individuo, el capitalismo, aunque esa es otra historia. Sin embargo, como le ocurre a China, el movimiento homosexual tiene todavía vigor. Dentro de algunos años, en el mundo, es posible que ocurran dos escenarios. El primero es que el movimiento se perpetúe, llegando a ser, en cierta manera, una filosofía de vida. El segundo es que desaparezca, quedando como una reminiscencia del pasado. Estas dos respuestas parecen obvias, de no ser que el primer caso es muchísimo más probable que el segundo.
¿Pero por qué?¿Por qué el colectivo homosexual tiene más probabilidades de sobrevivir que el colectivo sindical? Por una sencilla razón: el sexo. Mientras que el colectivo sindical aboga por el principio de igualdad de salarios y de acceso al trabajo, el colectivo homosexual aboga por el sexo libre. No hay muchas probabilidades (ni en los propios países comunistas) de que todos los trabajadores dispongan de igualdad de salarios y de acceso al trabajo. Sin embargo, abogando por el sexo libre, ¿cuántas personas tendrían posibilidad de practicar sexo? La respuesta es sencilla: TODAS.
Es aquí donde los homosexuales han encontrado la manera de perpetuarse. Todo el mundo siente deseos sexuales. Es algo natural. Un colectivo cuyo único deseo es el sexo será quizá criticado pero es siempre bienvenido. Además, el colectivo homosexual ha vestido siempre ese deseo sexual de una manera muy dulce, como "amor", cosa que unida a su singular manera de ver la vida y de tratar con las mujeres, les ha hecho ganar bastantes adeptos y simpatizantes. Es además, un colectivo que no suele meterse en política, salvo en temas sexuales. Es decir, el partido homosexual no suele ser un partido que tenga unos principios económicos claros, aunque sí tiene unos principios sociales y sexuales muy claros. Por tanto, su poder político/social está disfrazado en forma un tanto bohemia y romántica, lo que los hace más encantadores.
Todo esto está muy bien, si no fuera porque las propias mujeres, su principal baza heterosexual, cada vez está más concienciada de lo incoherente y contraproducente que es el movimiento homosexual para ellas. Al principio, al identificarse con grupos feministas, que en cierta manera buscaban los mismos progresos sociales, encajaban muy bien en ese asociacionismo marxista. Pero ahora, muchos de sus principios chocan. En primer lugar, porque muchas mujeres se sienten víctimas de las relaciones libres de los que antes eran sus maridos o de sus propios hijos. En segundo lugar porque los homosexuales ahora, como si se tratara de una pirámide alimenticia, luchan por los mismos recursos en el propio nicho de mercado. Luchan por los hombres, luchan por adoptar hijos, luchan por no sentirse discriminados en la administración pública....
Todo esto está muy bien, pero oiga... ¿se olvidó de que también hay mujeres homosexuales? No, ni mucho menos. Pero la homosexualidad femenina, aparte de ser mucho menos común que la masculina, se identifica antes con su condición de relación sexual que con su condición sexual. Es decir, antes son lesbianas que mujeres, lo cual agrava más, si cabe, la brecha entre ellas. La clave social está en lo siguiente: los hombres no pueden luchar contra un sistema de clases ya impuesto (aunque ahora comienzan a luchar por sus derechos, como ocurre con los grupos masculinistas), ya que el hombre es, como le ocurre al empresario, el propietario del poder. Nuevamente una gran falacia.
El caso es que el colectivo homosexual ha sentido esta tirantez, lo cual ha desembocado en la última gran batalla, de la cual, como hemos dicho, saldrá ganador perpetuo o saldrá perdedor. ¿Y de qué dependerá la batalla? Pues simplemente de la cultura y el conocimiento histórico/social del país en el que ocurra la batalla. Esta gran batalla ha consistido en lo que ha ocurrido en otras culturas: el mesianismo.
Aparte de un cada vez más influjo y creencia en la llegada de un político de gran envergadura (por ejemplo, el primer presidente homosexual de los EE.UU.), el colectivo está empezando a hacer una auténtica historiografía e iconografía homosexual.
¿Cuántos no han escuchado que la inmensa mayoría de los sacerdotes católicos son homosexuales?¿Cuántos no han escuchado que los antiguos griegos eran homosexuales?¿Cuántos no han escuchado que los romanos sólo vivían de orgías homosexuales?¿Cuántos no han escuchado que Alejandro Magno, César, Hitler, Franco, Pinochet, cientos de cantantes, de actores, de científicos, de personalidades de todas las religiones han sido o son homosexuales?
¡¡¡ Es que nadie se ha percatado de la jugada!!! Se trata de crear una nueva religión en la cual el mundo fue, es y será homosexual. Sólo les falta, y no me apostaría que no lo hayan hecho, que digan que Cristo era homosexual.
Puedo rebatir y rebato todo lo dicho hasta el momento sobre los hechos históricos. No se puede negar que en todos los colectivos humanos, incluidos sacerdotes, no haya homosexuales. Pero tampoco se puede descartar que haya asesinos, violadores, farsantes o gente mala en general en esos colectivos. Por tanto, no hay ni habrá doble moral cuando la Iglesia, por ejemplo, no admite a los homosexuales pero hay homosexuales en su seno. Una madre puede llorar todos los días de pena porque su hijo sea homosexual pero no lo echa de casa. No hay doble moral en eso.
El caso de los griegos no tiene tampoco cabida. La homosexualidad, en primer lugar, no existía como tal. Ésta no estaba contemplada como "amor" sino como una relación con un ser bello. Es decir, más bien podría tratarse de una bisexualidad antes que una homosexualidad. Sin embargo, hay algo en todo esto que debemos desterrar de una santa vez: no todos los griegos eran partidarios de estas prácticas. Tal y como ocurre actualmente, los filósofos y políticos de la época sostenían posturas distintas. Si bien la creencia popular sostiene que Sócrates era partidario de las relaciones entre hombres, cosa que no está demostrada en ningún sitio, está claro que su discípulo Platón (especialmente en Fedro) y el discípulo de su discípulo, Aristóteles, por señalar a los más notables, no sólo no eran partidarios sino que condenaban a los que practicaban esas relaciones, tachándolos de pervertidos e incluso de traidores a la patria. Por tanto, no es tan cierta esa visión.
Por otro lado, en el caso de Alejandro Magno, años después de su muerte ya se especulaba con que tuvo varios amantes. Sin embargo, testimonios de la época como el de Ptolomeo, lugarteniente y sucesor no legítimo de Alejandro, en el que afirmaba que había muchos que querían manchar la imagen sin tacha de Alejandro. En cualquier caso, es interesante echar un vistazo a lo que nuestra gran fuente Wikipedia nos puede ofrecer al respecto:
Teorías sexuales sobre Alejandro
En definitiva. No se dejen engañar.
La nueva generación de homosexuales es, si cabe, más reivindicativa que la anterior. Ellos siempre se escudan en la lucha de clases, como otro sindicato más. Debemos desterrar la idea de que los homosexuales son un colectivo distinto al colectivo sindical. Sus reivindicaciones son, en la forma, distintas, pero sus métodos, sus formas de conservación en el poder y su discurso de masas son exactamente iguales.
La gran prueba de que estos colectivos son iguales está en la concepción que tienen de la sociedad de clases. Las concepciones marxistas, como bien se ve en la práctica, fueron aplicadas por distintos grupos "marginales", a los cuales se les identifica como "clase trabajadora o clase explotada". Escribo claramente las comillas porque Marx no considera clase trabajadora al empresario, a pesar de que en los países occidentales el empresario, la gran mayoría de veces, es un trabajador autónomo, que contrata a 2-3 personas para que le ayuden. De la misma manera hablo de "marginales" porque un homosexual adinerado (que en el pasado era lo más habitual) no puede ser considerado una persona marginada o marginal. En cualquier caso, el triunfo de Marx está en que todos pueden formar parte del colectivo marginal en algún momento de su vida, ya que no es posible ser totalmente aceptado por todos en todos los ámbitos. Es aquí donde se fomenta el asociacionismo como única manera de reivindicarse como persona.
¡Tanto que hablaba Marx de alienación y sus nefastos principios consistían en la alienación del individuo a la masa! El individuo pierde su identidad en favor del grupo. Un paso atrás en la personalidad.
De todas formas, volviendo al caso homosexual, el movimiento sindical tiene los días contados. No es posible mantener, como le ocurrió a la Unión Soviética, un sistema insostenible. China lo manteniene, pero sólo porque ha alcanzado su condición de superpotencia 100 años después que la Unión Soviética. A China, dentro de 60 años o menos, le espera el mismo final que a la Unión Soviética: fin de la dictadura proletaria y principio del único sistema que asegura la felicidad del individuo, el capitalismo, aunque esa es otra historia. Sin embargo, como le ocurre a China, el movimiento homosexual tiene todavía vigor. Dentro de algunos años, en el mundo, es posible que ocurran dos escenarios. El primero es que el movimiento se perpetúe, llegando a ser, en cierta manera, una filosofía de vida. El segundo es que desaparezca, quedando como una reminiscencia del pasado. Estas dos respuestas parecen obvias, de no ser que el primer caso es muchísimo más probable que el segundo.
¿Pero por qué?¿Por qué el colectivo homosexual tiene más probabilidades de sobrevivir que el colectivo sindical? Por una sencilla razón: el sexo. Mientras que el colectivo sindical aboga por el principio de igualdad de salarios y de acceso al trabajo, el colectivo homosexual aboga por el sexo libre. No hay muchas probabilidades (ni en los propios países comunistas) de que todos los trabajadores dispongan de igualdad de salarios y de acceso al trabajo. Sin embargo, abogando por el sexo libre, ¿cuántas personas tendrían posibilidad de practicar sexo? La respuesta es sencilla: TODAS.
Es aquí donde los homosexuales han encontrado la manera de perpetuarse. Todo el mundo siente deseos sexuales. Es algo natural. Un colectivo cuyo único deseo es el sexo será quizá criticado pero es siempre bienvenido. Además, el colectivo homosexual ha vestido siempre ese deseo sexual de una manera muy dulce, como "amor", cosa que unida a su singular manera de ver la vida y de tratar con las mujeres, les ha hecho ganar bastantes adeptos y simpatizantes. Es además, un colectivo que no suele meterse en política, salvo en temas sexuales. Es decir, el partido homosexual no suele ser un partido que tenga unos principios económicos claros, aunque sí tiene unos principios sociales y sexuales muy claros. Por tanto, su poder político/social está disfrazado en forma un tanto bohemia y romántica, lo que los hace más encantadores.
Todo esto está muy bien, si no fuera porque las propias mujeres, su principal baza heterosexual, cada vez está más concienciada de lo incoherente y contraproducente que es el movimiento homosexual para ellas. Al principio, al identificarse con grupos feministas, que en cierta manera buscaban los mismos progresos sociales, encajaban muy bien en ese asociacionismo marxista. Pero ahora, muchos de sus principios chocan. En primer lugar, porque muchas mujeres se sienten víctimas de las relaciones libres de los que antes eran sus maridos o de sus propios hijos. En segundo lugar porque los homosexuales ahora, como si se tratara de una pirámide alimenticia, luchan por los mismos recursos en el propio nicho de mercado. Luchan por los hombres, luchan por adoptar hijos, luchan por no sentirse discriminados en la administración pública....
Todo esto está muy bien, pero oiga... ¿se olvidó de que también hay mujeres homosexuales? No, ni mucho menos. Pero la homosexualidad femenina, aparte de ser mucho menos común que la masculina, se identifica antes con su condición de relación sexual que con su condición sexual. Es decir, antes son lesbianas que mujeres, lo cual agrava más, si cabe, la brecha entre ellas. La clave social está en lo siguiente: los hombres no pueden luchar contra un sistema de clases ya impuesto (aunque ahora comienzan a luchar por sus derechos, como ocurre con los grupos masculinistas), ya que el hombre es, como le ocurre al empresario, el propietario del poder. Nuevamente una gran falacia.
El caso es que el colectivo homosexual ha sentido esta tirantez, lo cual ha desembocado en la última gran batalla, de la cual, como hemos dicho, saldrá ganador perpetuo o saldrá perdedor. ¿Y de qué dependerá la batalla? Pues simplemente de la cultura y el conocimiento histórico/social del país en el que ocurra la batalla. Esta gran batalla ha consistido en lo que ha ocurrido en otras culturas: el mesianismo.
Aparte de un cada vez más influjo y creencia en la llegada de un político de gran envergadura (por ejemplo, el primer presidente homosexual de los EE.UU.), el colectivo está empezando a hacer una auténtica historiografía e iconografía homosexual.
¿Cuántos no han escuchado que la inmensa mayoría de los sacerdotes católicos son homosexuales?¿Cuántos no han escuchado que los antiguos griegos eran homosexuales?¿Cuántos no han escuchado que los romanos sólo vivían de orgías homosexuales?¿Cuántos no han escuchado que Alejandro Magno, César, Hitler, Franco, Pinochet, cientos de cantantes, de actores, de científicos, de personalidades de todas las religiones han sido o son homosexuales?
¡¡¡ Es que nadie se ha percatado de la jugada!!! Se trata de crear una nueva religión en la cual el mundo fue, es y será homosexual. Sólo les falta, y no me apostaría que no lo hayan hecho, que digan que Cristo era homosexual.
Puedo rebatir y rebato todo lo dicho hasta el momento sobre los hechos históricos. No se puede negar que en todos los colectivos humanos, incluidos sacerdotes, no haya homosexuales. Pero tampoco se puede descartar que haya asesinos, violadores, farsantes o gente mala en general en esos colectivos. Por tanto, no hay ni habrá doble moral cuando la Iglesia, por ejemplo, no admite a los homosexuales pero hay homosexuales en su seno. Una madre puede llorar todos los días de pena porque su hijo sea homosexual pero no lo echa de casa. No hay doble moral en eso.
El caso de los griegos no tiene tampoco cabida. La homosexualidad, en primer lugar, no existía como tal. Ésta no estaba contemplada como "amor" sino como una relación con un ser bello. Es decir, más bien podría tratarse de una bisexualidad antes que una homosexualidad. Sin embargo, hay algo en todo esto que debemos desterrar de una santa vez: no todos los griegos eran partidarios de estas prácticas. Tal y como ocurre actualmente, los filósofos y políticos de la época sostenían posturas distintas. Si bien la creencia popular sostiene que Sócrates era partidario de las relaciones entre hombres, cosa que no está demostrada en ningún sitio, está claro que su discípulo Platón (especialmente en Fedro) y el discípulo de su discípulo, Aristóteles, por señalar a los más notables, no sólo no eran partidarios sino que condenaban a los que practicaban esas relaciones, tachándolos de pervertidos e incluso de traidores a la patria. Por tanto, no es tan cierta esa visión.
Por otro lado, en el caso de Alejandro Magno, años después de su muerte ya se especulaba con que tuvo varios amantes. Sin embargo, testimonios de la época como el de Ptolomeo, lugarteniente y sucesor no legítimo de Alejandro, en el que afirmaba que había muchos que querían manchar la imagen sin tacha de Alejandro. En cualquier caso, es interesante echar un vistazo a lo que nuestra gran fuente Wikipedia nos puede ofrecer al respecto:
Teorías sexuales sobre Alejandro
En definitiva. No se dejen engañar.
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