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lunes, 7 de febrero de 2011

Amor a primera vista

Se acerca ya la fecha señalada como el día más romántico del año. San Valentín se celebra en todo el mundo y tradicionalmente ha sido considerado un día en el que las mujeres se muestran más receptivas a los encantos masculinos, principalmente entre aquellas que ya tienen pareja.

Para disgusto de los que no tienen pareja en estos momentos, advertirles de que en San Valentín, salvo milagro del santo, su situación no cambiará por hacerle un regalo o por mostrarle su enamoramiento a la mujer que les gusta. No hay relación causa-efecto y menos aún una fase receptiva especial en la mujer distinta al resto del año.

El misterio del amor es y será siempre inconcluso. La razón está en que, salvo que ya exista una relación previa que dote a esa persona de un cariño o de una pasión, no hay motivo para considerar que la persona de la que nos enamoramos sea más especial que otra.

Yo puedo hablar por los caballeros. Por las señoras, que hablen ellas. Unos más y otros menos, los hombres tienen experiencias similares en asuntos del amor. Por regla general tienen varias parejas, a veces por la inclinación al flirteo propia de los hombres, a veces porque ellas los abandonaron. La mujer suele tener (y más si se trata de una mujer moderna) varias parejas, aunque por lo general bastante menos que el hombre. Hasta aquí no descubro nada nuevo.

El caso es que si atendemos a la razón y no a la pasión, todas las mujeres de las que nos enamoramos son en sí mismas especiales. Tenemos la extraña conciencia de que la última, la que nos quiere ahora, ha sido la más especial o al menos nos consolamos con que es la que realmente nos comprende. Nada más lejos de la realidad. Es muy probable que este amor no haya sido fruto de la casualidad sino más bien fruto de una evolución en la madurez del individuo. Si bien cuando se tienen 15 años tanto ella como él sólo piensan en sexo y algo de amor, con 30 años ellas y ellos piensan en tener hijos, crear familia y estabilizarse. Con 40 y 50 se busca una segunda oportunidad o conservar lo poco que queda de lo que fue aquel o aquella de 30. Con 60 y 70 se busca compañía.

No era más especial aquella rubia de cuerpo esbelto y rasgos exóticos que nos hacía estremecer que la morena que, sin ser tan guapa, es madre de nuestros hijos. No era más especial aquella buena estudiante, con gafas, que soñaba con volar y era todo corazón, que aquella morena de senos turgentes que olía a hembra fresca del Amazonas. No, no eran ninguna especiales, o mejor dicho, todas lo eran.

El flirteo no es algo difícil. Como todo, requiere práctica. Lo importante en el flirteo es, como en cualquier venta, tomárselo en serio y ser creíble. El arte de convencer no depende del producto en sí (ser más guapo o más feo) sino de la credibilidad del que vende el producto. No podemos vender un coche diciendo que es el que menos se estropea del mercado y luego no dejar probarlo al cliente (¡¡¡por si lo estropea!!!).

En cuanto a ellas, la excitación no es algo difícil. Como todo, requiere práctica. Lo importante en la excitación es la preparación. Obviamente, ayuda mucho tener una buena materia prima (un buen cuerpo, unos ojos enormes, una boca bonita). Sin embargo, se puede excitar a un hombre de muchas maneras (lo que las antiguas llamaban "secretos de tocador"). La que es bajita, que se ponga tacones; la rellenita, que use un buen sujetador que realce los senos o que saque partido a su cara; la fea, que se maquille y que ejercite su don de palabra y su simpatía. La que tiene poco pelo, que se prepare y vaya a la peluquería.

Lo cierto es que el hombre es un ser muy receptivo. No todos los hombres son iguales. Existen hombre íntegros que incluso con los senos desnudos de una mujer exuberante en su cara han mostrado rechazo porque amaban a otra. Pero también hay que reconocer que la mayoría no es así y que se excitan con facilidad. Como en cualquier transacción o venta, existe la ley de oferta y demanda. Un hombre muy demandado (los menos) probablemente no quieran acabar con una chica fea pero muy simpática. Sin embargo, hombres discretos con cierto atractivo podrían sentirse atraídos por esta misma chica, ya que ellos mismos no son muy demandados y llevan una vida monótona. Estos chicos, que no tiene por qué ser feos, muestran cierta predisposición a alguien que, lejos de traerles más problemas, les alegran un poquito la vida siendo simpáticas y cariñosas.

En cuanto a ellos decir que la chica más guapa no suele ser, aunque parezca lo contrario, la más difícil de conquistar. no se trata de que sea una persona más o menos promiscua, sino que este tipo de chicas es buscada precisamente por su hermosura. De ahí que estén acostumbradas a que cientos de hombres se encariñen de ella cada día y noche. No nos engañemos: estas chicas pueden elegir y no irán con un chico que las respete. Este tipo de chicas es inteligente porque, como dijimos al principio, saben que un hombre no es más especial que el anterior. Sin embargo, este tipo de chicas se conquista sin aparentar la necesidad de conquistarla mientras al mismo tiempo, él ha procurado destacar entre sus otros rivales (llevando mejor ropa, teniendo mejor conversación, etc.). Lo importante en el hombre es potenciar su encanto: así, el que sabe de motos debería hablarle a ella de sus viajes; el profesor de matemáticas debería hablarle de las anécdotas de sus torpes alumnos; el soldado, de sus misiones humanitarias. Como se puede observar, se trata de comunicar al mismo tiempo valores, diversión y resultar interesante. Eso valoran, en exclusiva, las mujeres. Después de esto, tenemos media etapa ganada. Para ganar la etapa completa es necesario no parecer ansioso. Hay que demostarle que si ella no quiere estar con él, él no se quedará llorándole y buscará consuelo en otra. Eso, como sabemos los hombres por experiencia propia, es lo que más irrita a una mujer, es decir, no ser codiciada y ser considerada una más cuando ella misma sabe que es superior a otras muchas.

Dicho esto, esperemos que nuestra preparación a San Valentín de los frutos. De hecho, no es verdad eso de que sea necesario regalar. El regalo ha de ser un desprendimiento real, innecesario. Un regalo para impresionar o un regalo para conquistar no es más que alienar nuestra personalidad en un objeto, lo cual acabará gustando a nuestro objetivo. Así, seremos vencidos por un objeto, sea rosa, chocolate o diamantes.

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