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lunes, 28 de febrero de 2011

La revolución blanca

Las noticias no son nada halagüeñas últimamente. Revoluciones por doquier. Ahora ha llegado el turno a la revolución blanca. No nos estamos refiriendo a una revolución política islamista o a una revolución pacífica de la nueva era. Hace unos días, el mercado de futuros de Nueva York alertaba de la más que probable escasez a corto plazo de azúcar. Las cosechas no han sido suficientes y los mercados no han sabido responder más que con el aumento del precio, merced a la ley de la oferta y la demanda.


UN MUNDO SIN AZÚCAR

El sueño de cualquier anoréxico u ortoréxico (y por qué no, de muchos lamentables nutricionistas) sería la desaparición del azúcar. El azúcar engorda, provoca caries, es dañino en las personas con diabetes (hasta el punto de provocar cangrenas y cegueras). En un mundo donde se demoniza hasta al mismísimo Dios, no era muy probable que un alimento tan goloso como el azúcar quedara impune.

La verdad sobre el azúcar es esta: se trata de un disacárido compuesto por glucosa y fructosa. El azúcar es nocivo para la salud en altas concentraciones en sangre. El organismo, ante un aumento de la concentración de azúcar, responde con la segregación de la insulina, hormona que ayuda a incorporar el azúcar a las células y así eliminarla del torrente sanguíneo. Además, los riñones filtran el azúcar sobrante y la expulsan con la orina. En todo caso, el azúcar puede también transformarse dentro del organismo en glucógeno, polisacárido que permite almacenar el azúcar para épocas de escasez en el cuerpo, como ocurre con las grasas. De hecho, el azúcar, superado el nivel de glucógeno que admite el cuerpo humano, se transforma en grasas, que finalmente se depositan por todo el cuerpo hasta que se gastan.

Todo parece indicar que el azúcar es algo nefasto. Sin embargo, todo el mundo parece olvidar que el azúcar está considerado por la OMS como alimento de primera necesidad, al nivel de la leche, los huevos o el pan. Una dieta compuesta por estos cuatro alimentos sería suficiente para que viviera una persona saludablemente. Algunos dirán que olvidamos las vitaminas. Eso es porque ellos mismos no saben qué es una vitamina y que cualquier alimento de origen animal, como el huevo, contiene vitaminas. La carne, el pescado, etc. contienen vitaminas. Es verdad que una fruta o verdura, como la zanahoria, posee una dosis muy superior de vitamina A que un huevo pero éste también tiene una cantidad importante.

Lo mismo ocurre con el azúcar: es un alimento básico. El cerebro básicamente se alimenta de glucosa y en caso de no encontrarse en cantidad suficiente, la fabrica a partir de otros nutrientes. No podemos prescindir de esta fuente de energía corporal. Por supuesto que hay sustitutos naturales para el azúcar (los endulzantes artificiales, como la sacarina o el aspartamo, carecen de valor nutritivo). La glucosa se encuentra presente en el mosto o zumo de uva principalmente. Sin embargo, su obtención es costosa y es mucho más interesante usar esta glucosa en la industria del vino, transformándola en alcohol. La fructosa es también un endulzante más caro que el azúcar y además mucho menos dulce que ésta, por lo que se necesita más cantidad. La fructosa es el azúcar propio de la miel.


LAS RAZONES DEL INCREMENTO DEL PRECIO

Por todas las razones expuestas anteriormente, el azúcar sigue constituyendo hoy un alimento básico. El azúcar se obtiene básicamente de dos plantas: la caña de azúcar (cultivo principal) y la remolacha azucarera. La caña de azúcar se cultiva principalmente en países tropicales. La remolacha se cultiva en el resto del mundo, en climas templados (por ejemplo, en Europa).

Hasta aquí todo parecería indicar que dos cultivos, independientes, que pueden proporcionar alimento dulce a toda la humanidad, no debería sino solucionar el problema y tener la materia prima en un valor comercial barato. Alguno más perspicaz será incluso capaz de anticipar que ante una mala cosecha los precios subirán, pero si la cosecha es muy buena, los precios caerán. Pero todo esto es igual en cualquier cultivo. Entonces, ¿no es eso lo que ha ocurrido esta vez? Sí y no. En efecto, las cosechas no han sido buenas, pero además, hay que conferirle a todo esto el valor de las prácticas en los países occidentales.

Empezaremos por la leyenda. El uso de biocombustibles, en concreto de bioetanol, cuya materia prima es azúcar de caña, de la misma manera que su homólogo el biodiesel, ha encarecido el precio de la materia prima. Esto podría suponer una alerta, ya que los intereses comerciales podrían estar imperando sobre los legítimos intereses de alimentación de los seres humanos. La solución a esto es realmente fácil: dotar una mayor área de cultivo. Entonces, los ecologistas pondrán el grito en el cielo y dirán: ¡Dios, la destrucción de la selva y sus monos! Siempre me ha gustado poner una nota de cordura ante los fanáticos. ¿Quién dijo que hubiera que talar la selva? Eso es propio de los salvajes (y no miro a nadie, salvo a Brasil, que suele ser el país que suele estar en la mira de todos y que ha sido realmente el causante de la crisis azucarera actual). La cuestión pasa por otro idea mucho más revolucionaria: el uso de excedentes alimentarios y/o el uso de terrenos baldíos.

Lo primero traería como consecuencia la ruptura de las leyes de la oferta y la demanda, ya que una persona jurídica o sociedad mercantil tiene todo el derecho a adquirir un bien como el azúcar y emplearlo donde bien quiera, incluso tirarlo a la basura. Lo segundo podría suponer una falta de beneficios para la empresa que apostara por el cultivo poco eficiente del terreno baldío. Sería por tanto necesario no aplicar una política global, sino una política local en virtud a excedentes-disponibilidad de campos.

Queda, por supuesto, una tercera opción. Cuando hablamos de azúcar hemos dado por hecho que el cultivo sería la caña. Esto implicaría que enriquecimiento (y problemas) a los países tropicales o en vías de desarrollo. ¿Y la remolacha? Su cultivo es más caro, puesto que se realiza en países desarrollados, lo que no resulta demasiado rentable, si su precio no es alto. Insistamos en la idea, señores. ¿Por qué no cultivar en Europa y EE.UU. esos cultivos que ahora sí que podrían ser rentables?

La respuesta es clara y no se trata, como quieren hacerles creen nuestros políticos y multinacionales, de que sea más caro producir en Europa o EE.UU. que en China, Brasil o Cuba. La respuesta está en que occidente ha criado a una pandila de vagos, que identifican el trabajo rural con vergüenza, oprobio, dureza, sacrificio y esclavitud. ¡Falso! Rotundamente falso. El caso de la América profunda o de Países Bajos es un paradigma de lo que estamos hablando aquí. Sus agricultores son personas respetadas, en muchos casos opulentas, con maquinaria complicada, que requiere una especialización avanzada, lo que les convierte en personas muy instruidas. Además, estos agricultores viven en un entorno mucho más saludable para ellos mismos y sus hijos, con mucho menos estrés. El caso es que Europa fundamentalmente ha pretendido hacer suya la máxima alemana y japonesa de "vender maquinaria cara para comprar alimentos baratos". Sin embargo, ¿quién alimentará a Japón o a Alemania ante un eventual cierre de fronteras? Estamos hablando de más de 200 millones de personas pasando hambre por la falta de previsión de sus políticos. De todas maneras, Alemania siempre ha sido un país con cierto nivel de previsión y el campo alemán, sin llegar al nivel neerlandés, está a la altura de otros europeos como Francia, Italia o España.

Muchas veces olvidamos lo básico y luego nos quejamos o peor aún, nos lamentamos. A veces resulta realmente ridículo ver a diez o doce amigos pidiendo un teléfono móvil o una calculadora para dividir la factura de una comida. 17,50 entre 6, ¿realmente no saben dividir esto con su cabecita? Una más difícil, 324 entre 38, ¿es que no saben coger un papel y un bolígrafo? Así pasa, en mayor medida, con los países: parece que los pilares básicos de la economía se pierden y luego se lamentan (como lo hizo Obama) de que no han educado a sus ciudadanos en la mentalidad del trabajo duro y del quehacer diario. En su lugar se ha educado a la gente en competitividades absurdas como viajar a la India, tener una casa en Saint Moritz o veranear en Miami con un Ferrari.

Después culparán a la televisión de todo eso. Y mucho después a usted, por no gastar el poco dinero que le queda a final de mes.

sábado, 26 de febrero de 2011

Estupideces (por Jorge Bucay)

Hace ya algunos años, concretamente cinco, me presentaron a una mujer durante un evento. Charlamos amigablemente de distintos asuntos, entremezclados con política, con religión, con cultura...

Finalmente, tras la charla, se despide y me dice: "Ha sido un placer conocerlo, me he sentido como si hubiera hablado con Bucay". Yo le dije: "Perdone, pero... ¿quién es Bucay?" Entonces se le abrieron los ojos como cuando estamos ante una persona de cierta incultura que no dice más que barbaridades. "¿Es posible - dijo - que alguien que me acaba de demostrar tanta cultura no sepa quién es Jorge Bucay, el maestro de la psicología?" Yo le dije: "Lo siento, pero no tengo en psicología más maestros que a Platón, Freud y a Jung, entre otros muchos más filósofos". Ella me miró un tanto extrañada y se despidió.

Si soy sincero, olvidé aquel tema, incluido el nombre del tal Bucay y no le di más importancia. Sin embargo, suele pasar que las cosas nos persiguen, y sin ir más lejos, cada cierto tiempo encontraba por el kiosko, la prensa o incluso por la televisión referencias al tal Bucay. De todas maneras algo me resultaba realmente curioso: Bucay nunca aparecía, nunca hablaba, no se publicitaba (o al menos eso me parecía).

Incluso así, la figura del tipo este no me llamaba la atención lo suficiente como para buscarlo por internet o por libros, es decir, ni tan siquiera me acordaba de él y su nombre, hasta que otro día y otro y otro me encontraba con su nombre.

Cientos de famosos y de personas anónimas hablaban maravillas del tal Bucay, de todo lo que les había ayudado, de haber descubierto el auténtico sentido de la vida. Eso fue hasta hoy, que me acordé y busqué información sobre él. Cinco largos años de los cuales, todos me perdonen, pero el tal señor este no me interesó. En cualquier caso, mi sorpresa fue mayúscula: tanto se hablaba de su obra y por tantas personas distintas que realmente pensé que podría tratarse de un autor genial. En su lugar, me encontré a un psicólogo más, a una de esas personas que simplemente saben escuchar y dan un rayo de esperanza.

¿Y tanto para esto?¿Este era el genial Jorge, el que había cambiado la vida de miles, si no millones, de seres humanos como si fuera un nuevo Mesías? En su lugar encontré en varios fragmentos, de los que dicen que son más famosos, una continua reminiscencia sobre las cuestiones básicas de la vida. O sea, simple apego a disipar las estupideces de los pacientes o lectores.

Lo que dice Bucay y lo que dice nuestra abuela podría ser (y de hecho es) lo mismo. "Niño, no seas malo, ten fe en Dios, sé paciente y busca tu felicidad a través de tus fortalezas, etc." La única diferencia es que Bucay es argentino y eso viste más que una abuela en una choza de Cajamarca.

Bucay no es mal tipo. Bucay tampoco dice mentiras en el fondo. Pero Bucay es un negociante y tiene un interés comercial en esto. La diferencia entre un filósofo y un psicólogo es que el primero pretende enseñar mientras que el segundo pretende curar. La enseñanza es un arte superior a la curación, porque la primera permite el desarrollo del individuo mientras que la segunda permite la conservación del individuo. De hecho se utiliza la misma palabra para "sanar" (curar una herida) que para "conservar" (curar un jamón o un queso). Los psicólogos, la gran mayoría de las veces, curan a sus pacientes cuando lo que dicen es todo lo contrario, que les enseñan (a vivir). Todo lo que más hacen estos psicólogos es conservar esos pacientes para la próxima sesión, ya que éstos experimentan mejorías por un simple efecto placebo. Alguien los escuchó (algo raro, por cierto, para el siglo en que vivimos).

Las técnicas de Bucay sirven para mucho, pero principalmente para dos cosas: para enamorar y para afiliar. Decirle a nuestra chica que leemos a Bucay o poner en práctica sobre ella, neófita en sus libros, las técnicas del autor nos dará un resultado satisfactorio seguro. ¡Qué pena como ella ya sea lectora asidua, porque no la sorprenderemos con la técnica!

Las lecturas de Bucay son sobre todo para mujeres y para desesperados. Obsérvese que no digo "mujeres desesperadas", sino mujeres y hombres desesperados. No digo esto porque ellos sean menos inteligentes o capacitados, sino porque las mujeres son generalmente más emotivas que los hombres y los hombres desesperados también pasan por una etapa emotiva cuando leen libros de autoayuda. Es parecido al zodíaco: no hay base científica pero la fe y esperanza de que ocurra lo que dice alientan al que lo lee.

¿Quieren autoayuda? Aprendan. No les hace falta un hierbatero (como canta Juanes) para que les vaya mejor en el trabajo. Les hace falta aprender a trabajar.

"¡Ay, caramba! Si fuera tan fácil. Llevo 30 años trabajando por ese ascenso y finalmente se lo dieron a otro. ¡Y siempre estuve aprendiendo, evolucionando, tratando de ser el mejor..! ¡Siempre fui un auténtico luchador!" Podríamos responder a tal individuo de una forma sencilla: usted se formó, pero no aprendió. Aprender es comprender la lección, asimilarla y sobre todo aplicarla en su vida. Si usted aprende a trabajar, sabrá que hay ciertas empresas, compañeros o jefes que no dejarán que le vaya bien.

Bucay le diría: sea paciente y haga el bien. Una sonrisa es la recompensa de la vida.

Cualquier filósofo diría: no eche margaritas a los cerdos. Enfréntese a sus problemas de la única manera que existe: solucionándolos. El cómo depende de la situación, pero en el caso laboral la cuestión estaría en abandonar la causa que le provoca daño. Si no hace eso, entonces no está tan mal el asunto, es mero miedo al qué dirán.

Animo a todos a dejar de lado a los curanderos y abrazar a los científicos.

jueves, 24 de febrero de 2011

El azar como auténtico símbolo del mal

Pocas veces nos percatamos de la importancia de las cosas cotidianas. Ocurren y ya está. No nos sorprende apreciar a diario los efectos de la fuerza de la gravedad, por ejemplo, a pesar de lo extraordinario del fenómeno.

Algo así ocurre con la suerte. Constantemente nos quejamos de la mala suerte. Su nombre lo indica: mala suerte. Es decir, hay una suerte mala, dañina, que nos genera dolor. Por el contrario, existe una suerte que sería beneficiosa: la consideramos "buena suerte".

Esto es obvio y cotidiano, dirán. Entonces volvemos a lo dicho desde el principio: las cosas ocurren y ya está. La buena suerte ocurre; la mala suerte ocurre.

¿Qué es, entonces, la suerte? La suerte o azar es la aparición de cualquier fenómeno inesperado. La suerte es lo contrario a pronóstico, es decir, la seguridad de que aparezca un fenómeno. Existe toda una ciencia, la estadística, que se ocupa de calcular la facilidad o dificultad para que cierto fenómeno aparezca. La estadística no es más que la ciencia que trata de convertir la suerte en pronóstico. No nos ocuparemos aquí de analizar dicha ciencia. Lo que sí es interesante es entender que la estadística se ocupa de convertir la suerte en pronóstico, pero no se ocupa de estudiar los pronósticos. De esto se encargarán otras ciencias, como la física o la química, en la que unos fenómenos que se pueden predecir se analizarán para conocer qué los causan.

Esta es la concepción clásica e individual de la palabra "suerte". Hay buena y mala suerte. Por tanto, también puede existir suerte neutra (al menos desde un punto de vista global o general). Por ejemplo, una reunión de amigos que juegan al backgammon no puede considerar "mala suerte" o "buena suerte" el que un dado saque un 6 o un 3. Esto podríamos considerarlo realmente como "suerte neutra", es decir, aquella de la que no se espera que nos afecte a nuestra vida cotidiana.

Sin embargo, vamos a demostrar precisamente lo contrario en el caso social: no hay "suerte neutra". Tampoco, como se verá, para la sociedad occidental puede considerarse que exista "buena suerte". Para la sociedad occidental, toda la suerte es mala. Es decir, el concepto suerte viene ya con la connotación maligna.

Tratemos de entender esto: todas las políticas sociales van encaminadas a reducir el factor suerte, demonizándolo. La atención a discapacitados es un claro ejemplo de tratar de aminorar los efectos de la, en este caso,mala suerte. Las políticas a favor de las clases bajas tratan de aminorar los efectos de la "mala suerte". Las políticas a favor de la mujer tratan de aminorar los efectos de la "suerte neutra". Ser mujer u hombre es algo fortuito. No decidimos ser hombres o mujeres. Ni siquiera lo decidieron los padres. Ahora, con la fecundación in vitro, sí que se puede, pero no se podía hasta hace mucho. Así podríamos avanzar y dar ejemplos.

Todos dirán que esta idea de aminorar los efectos fortuitos ha sido una gran idea de la humanidad. Cierto. En verdad se equilibran ciertos desajustes que nadie tuvo la intención de que ocurrieran. Sin embargo... ¿qué ocurre con la "buena suerte"?

Ya hemos visto en otra ocasión que la entropía del universo tiende a aumentar. Eso significa que el desorden o caos tiende al aumento, o lo que es lo mismo, la probabilidad de que ocurran fenómenos "malos" tiende a aumentar con los siglos. Pero como diría Hawkings, ¿alguien se ha planteado en qué estado estamos del universo?¿Estamos en los inicios, en el final..? De ser así, podría ocurrir que todavía a día de hoy fuera más problable (a diferencia de lo que afirman las leyes de Murphy) que la tostada cayera por la cara no untada. En cualquier caso, bromas aparte, sabemos que localmente las entropías pueden disminuir, lo que en principio no debería preocuparnos, por mucho que aumentara la entropía global, ya que la local permanecería mejor.

Siguiendo con el tema social, ocurre que aquel que tiene algo de buena suerte queda demonizado por la sociedad occidental. La sociedad sólo reconoce la "mala suerte". "Nadie puede tener buena suerte cuando los demás tienen mala suerte, ya que eso es como hacer un pacto como el demonio", afirmarían. O sea, que si nos toca la lotería o polla, que sepan que el gobierno nos quitará "la buena suerte", al menos en gran parte.

Hasta aquí, habrá algunos (los que tienen mala suerte) que vean bien que a los que tienen buena suerte les quiten su suerte. ¿Pero y si esa "buena suerte" fuera ficticia? Como saben, son muy pocos los que tienen realmente "buena suerte" y muchos los que tienen las cosas por méritos propios? El trabajo y la constancia son la suerte más grande que hay. ¿Qué hace la sociedad con los constantes y trabajadores? ¡Los trata como a gente que ha tenido buena suerte! Es decir, en la sociedad occidental, los medios de comunicación y la gente en general culpa y demoniza al buen trabajador, tachándolo de suertudo.

Así, si un hombre es jefe de una mujer, es porque ella tiene mala suerte de haber nacido mujer y el Estado debe garantizar la ausencia de suerte. Sin embargo, lo contrario es política de igualdad, lo que significa que no ha existido suerte. Si alguno es rico, es que tuvo suerte. Pero si alguien se arruina, es que fue merecido. Sólo cuando uno es o, mejor dicho,  parece pobre, entonces, tiene mala suerte.

La moral occidental lucha constantemente por aminorar la suerte. Algo que el individuo lo considera mágico y al mismo tiempo prometedor y que, de manera general, suele ser favorable (para ser sinceros, a todos nos va mejor de que realmente nos quejamos), la sociedad lo recrimina.

Nunca creeré en un sistema donde se fomente la debilidad. La búsqueda de la ausencia de suerte es algo malo en el fondo. Se trata, en definitiva, de la búsqueda de la trivialidad, de la laxitud, de la ausencia de vida, de fracaso y ¿por qué no? de éxitos. Cada vez más, en los regímenes democráticos, se busca la fórmula del reproche al luchador, tildándolo de fortuito. Y cada vez más se llegará a un momento en el que nada quede al azar.

Estamos perdidos. No hay esperanza.


P.D. A principios del siglo XIX, el matemático Laplace, padre de la estadística, afirmaba que si pudiéramos conocer todas las condiciones en todo momento y en todo lugar (cosa que se conseguiría con el avance de las ciencias) seríamos realmente capaces de pronosticar cualquier fenómeno, incluida la voluntad humana. O sea, que seríamos capaces de conocer, años vista, si un hombre nacería, si sería un asesino, si tendría hijos, etc. En otras palabras, Laplace demostró que el libre albedrío no existía y todo estaba determinado desde el principio de los tiempos. Tampoco existiría por consiguiente la libertad, ya que nada es aleatorio.

Durante más de 100 años esta teoría imperó y por tanto, incluso la mismísima Biblia, cuando Dios otorga al hombre la libertad, quedaba en entredicho. Sin embargo, en 1927, Werner Heisenberg demostró el principio de incertidumbre, según el cual, es imposible conocer con total exactitud la posición y la velocidad de una partícula. La materia está constituida por partículas, lo que impediría de cualquier forma poder conocer en todo momento y lugar las condiciones de las partículas. Quedaba demostrado que la acción de la suerte, como decían los griegos, es inevitable.

martes, 22 de febrero de 2011

Termodinámica básica (VI)

En nuestro estudio particular de las leyes de la termodinámica hemos ido realizando un análisis de los fenómenos naturales. Hasta el momento sabemos que:

  • La energía se transfiere de unos cuerpos a otros o al ambiente, por medio de la realización de un trabajo o mediante intercambio de calor (primera ley de la termodinámica)
  • La energía se transfiere siempre de manera que la entropía del universo crezca o se mantenga. Esto no supone, sin embargo, que no podamos disminuir la entropía de un sistema. Simplemente supone que al disminuir la entropía del sistema, necesariamente debe aumentar de manera global la del universo.
  • El estado de entropía 0 ocurre en el cuerpo cristalino a la temperatura de 0 K. En ese momento estamos en un estado de ordenación perfecto.
También se dijo que de todas estas leyes se deduce (y la experiencia cotidiana así lo demuestra) que un cuerpo siempre cae por acción de la gravedad y no se eleva de manera espontánea. También que nuestro café a 50ºC se enfría cuando está expuesto al aire a 15ºC y no ocurre lo contrario, es decir, que se caliente nuestro café hasta 200ºC mientras que se enfría el aire circundante hasta los -5ºC. Se dice entonces que los procesos ocurren en determinada dirección.

Es ahora cuando podemos asegurar sin temor a equivocarnos que dado un proceso determinado (por ejemplo, calentar un cuerpo), éste ocurrirá espontáneamente o por el contrario debemos realizar un esfuerzo (en forma de calor o trabajo) para obtener las condiciones deseables.

A la vista de las leyes anteriores, parecería que es suficiente decir que todo proceso en el que se aumente la entropía será un proceso espontáneo. Sin embargo no es tan fácil como pudiera suponerse. Pongamos un ejemplo rápido. Una pelota cae desde una altura de 10 m. La caída hace aumentar la entropía del universo, como ya sabemos, y se trata además de un proceso espontáneo. Sin embargo, cuando llega al suelo no se frena en seco sino que rebota. Un rebote, a priori, es un proceso espontáneo, ya que no estamos realizando ningún tipo de esfuerzo adicional para elevar la pelota. Y sin embargo, este proceso implica una disminución de la entropía al regresar parcialmente a la altura de la que partió. En definitiva: existen procesos, en los que se puede realizar una disminución de la entropía de manera espontánea.

Existe una magnitud que permite conocer si el sistema sufrirá un proceso espontáneo o no. Es lo que se conoce como Energía Libre de Gibbs, que matemáticamente, en su forma diferencial, se expresa así:

dG = d H - T·dS

donde G es la energía libre de Gibbs, H la entalpía del proceso, T su temperatura y S la entalpía del proceso. La integral de esta ecuación es compleja, ya que todos los factores dependen de la temperatura, aunque es fácilmente integrable cuando la temperatura es constante.

Según esta ecuación un proceso será espontáneo cuando su energía libre sea negativa. En cualquier otro caso el proceso no es posible, a menos que se realice alguna acción energética que haga espontáneo el proceso. Analizando los términos observamos que algunos términos son siempre positivos, como T, que como mínimo vale 0. La entropía puede ser positiva o negativa, al igual que la entalpía. Así, existen cuatro posibilidades:
  • H < 0 y S > 0: en ese caso, el proceso es espontáneo, ya que siempre G<0. Es el caso de las reacciones químicas de combustión, que son exotérmicas (es decir, expulsan energía del sistema) y su entropía aumenta.
  • H < 0 y S < 0: en ese caso, el proceso es espontáneo siempre que el proceso expulse mucho calor a una temperatura relativamente baja. Si no, el proceso no puede ocurrir. Por ejemplo, en la síntesis de amoníaco.
  • H > 0 y S > 0: en ese caso, el proceso es espontáneo siempre que el proceso no sea demasiado endotérmico (es decir, no requiera excesivo calor del ambiente). Es el caso de la fusión del hielo en agua a temperatura ambiente. Aunque el proceso requiere calor del ambiente, su entropía aumenta mucho, lo que significa que el balance final da como resultado que el proceso es espontáneo.

  • H>0 y S < 0: el proceso nunca ocurre. Por ejemplo, no es posible que al aire libre el agua líquida se vuelva sólida (entalpía negativa) al mismo tiempo que su temperatura aumenta (proceso endotérmico o de aceptación de calor). Otro proceso similar sería la recomposición de una taza rota (entropía negativa) de manera espontánea, moviéndose los trozos unos hacia los otros venciendo las distintas fuerzas de rozamiento y de gravedad (proceso endotérmico).

De esta forma, es posible predecir lo que ocurrirá y qué fenómenos son imposibles y cuáles otros son posibles. Una cuestión muy importante es que no necesariamente un fenómeno imposible en determinadas condiciones es siempre imposible en todas las condiciones. Por ejemplo, sabemos que la madera arde en presencia de oxígeno y además sabemos que se trata de una reacción muy exotérmica. Sin embargo nunca veremos arder un árbol si no hay un fuego cerca o una chispa (o lo que es lo mismo, altas temperaturas). Las presiones y otras fuerzas también influyen en estos fenómenos.

Otra cuestión interesante es que si un proceso tiene una energía de Gibbs más negativo que otro no es más rápido o espontáneo que otro. La energía de Gibbs sólo indica "SI" o "NO" y nada más. La velocidad de un proceso no está relacionado en ningún momento con la energía de Gibbs. De hecho fenómenos altamente espontáneos, como es la formación de ácido nítrico (altamente corrosivo para las sustancias orgánicas) a partir de nitrógeno, oxígeno y agua (es decir, a partir de aire y agua), gracias a Dios son tan lentos que antes acabará el Sol que se formará una cantidad apreciable de este ácido capaz de dañar la vida.

Por último, añadir que un proceso cuya energía de Gibbs sea 0 se dice que está en equilibrio termodinámico. Por ejemplo, al mezclar agua de 2 temperaturas distintas se obtiene agua a temperatura intermedia. Las moléculas del agua caliente ya no se distinguen de las de agua fría y en el caso de que por alguna razón estadística algunas moléculas formaran un subsistema "caliente", existiría un subsistema frío que rápidamente lo contrarrestaría, formándose nuevamente agua a temperatura intermedia. Lo mismo ocurre en las reacciones químicas. Al mezclar nitrógeno e hidrógeno para formar amoníaco, quedan moléculas de hidrógeno y nitrógeno que no llegan a unirse debido a que la entropía del proceso es muy alta y el fenómeno ya no es espontáneo. Se dice entonces que el sistema entre los tres gases está en equilibrio.

viernes, 18 de febrero de 2011

Revueltas islámicas

¿Qué recuerdos nos traen las revueltas islámicas de estos días? Algunos dirán que es la "revolución francesa" de los países árabes. Otros dirán que es la "primavera de Praga" de los países árabes. Otros dirán, en fin, que es la revolución, a secas. ¡Y todavía nos llaman civilizados!

¿Alguien se ha parado a pensar realmente en las causas y las consecuencias que han tenido y tendrán estas revueltas? ¡La libertad de los pueblos!

Un análisis detallado de los países árabes refleja que aún existen dictaduras férreas y monarquías absolutas en la gran mayoría de ellos. Parece, a priori, un anacronismo grave que hubiera que hacer desaparecer. Como siempre, bajo la frase capciosa "por la libertad de los pueblos".

Si algo nos ha demostrado la historia democrática que tenemos los países occidentales ha sido, sin duda, que el pueblo es quizá más libre para moverse pero menos libre en la virtud, el mérito y la justicia. Supongo que ninguno de nuestros lectores podrá rebatirme eso. ¿Acaso sería posible, en una dictadura, una situación similar a la que se vive en Ciudad Juárez, donde miles de personas mueren al año víctimas de los narcotraficantes?¿Acaso sería posible que auténticas niñas aborten libremente en una dictadura?¿Es posible quizá, que un robo, un asesinato o una ofensa quede impune en este tipo de régimen? A todas esas preguntas se puede responder con un NO. Obviamente que generalizar y pedir el 100% de efectividad es imposible, pero es seguro que un régimen totalitario no consentiría el descontrol sistemático al que se ve sometido el régimen democrático.

Lo que nadie ha pensado es que estas revueltas son en su mayoría revueltas islámicas. ¿Alguien ha recapacitado en lo que significan? No confundamos revueltas de ciudadanos de países islámicos con revueltas islámicas (es decir, enfocándose en el aspecto religioso). Una revuelta islamista o islámica es quizá el peor aspecto que puede ocurrirle a estos estados. Sin ir más lejos, tanto en Túnez como en Egipto, si bien se ha vestido de revolución popular, no en vano hay mucho de islamismo en la misma. Igual que ocurrió en Iraq, en estos países el vacío de poder obtenido va a resultar mucho más perjudicial que lo que había.

Mubarak era y Gadafi es aliado de occidente. Algo similar ocurre en Bahrein. Aunque nadie lo insinúe, porque es políticamente incorrecto, todos los dirigentes saben que ciertos países árabes permiten, incluso siendo regímenes autoritarios o contrarios a los derechos humanos, permiten la estabilidad o el equilibrio de la zona árabe. La ausencia de esos regímenes podría desembocar en una amenaza seria para occidente, como pasó hace 10 años con el atentado a las Torres Gemelas.

¿Acaso alguien se ha planteado qué queda tras el derrocamiento de un líder árabe?¿Es que ya nadie se acuerda de lo que era Iraq con Sadam, aliado antaño de occidente y país con mayores libertades que sus vecinos, y lo que es el Iraq "democrático"?¿Es esa la libertad duradera que quería George Bush? Lo mismo nos ocurre en el caso de Egipto o de Túnez. Ya hay una auténtica crisis humanitaria en este último país. Que un señor sea musulman y dictador al mismo tiempo (como Gadafi o como Sadam) no es lo mismo que decir que el país es islamista. El islamismo democrático no sólo es más peligroso sino económicamente menos rentable para occidente que la dictadura musulmán. Sólo hay que fijarse en el caso de Irán, que desde Jomeini ha sido un enemigo político de occidente, hasta tal punto que ya juega con la amenaza de las armas atómicas. Y bien sabemos (y si alguien no lo sabe pues lo sabrá a partir de ahora) que Irán es una democracia y que apuesta por las libertades del pueblo, eso sí, llevando una vida islámica. Algo así pasa con Sudán. Democracias teocráticas.

Yo respondería a los partidarios occidentales de las libertades, entre ellos al presidente Obama, que se atengan a las consecuencias de este nuevo orden político. Ahora sonríen con la esperanza de un mundo mejor. Lo que no saben es que quizá les esté esperando una sorpresa a la vuelta de la esquina.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Tribus urbanas

Hay una diferencia fundamental entre Europa e Iberoamérica. No se trata de una cuestión económica, ya que en Europa hay países muy pobres, como Rumanía, Bulgaria o Albania. No se trata de una cuestión política, ya que en ambos continentes socialistas y conservadores proveen realidades idénticas y bochornos idénticos. La principal diferencia entre ambos entornos continentales es el mestizaje. Europa es mucho menos mestiza que Iberoamérica. Incluso los Estados Unidos son, desde el punto de vista del mestizaje, un país europeo.

El mestizaje tiene sus ventajas, aunque también muchos inconvenientes. No podemos ser demagogos en esto. Por más que los países democráticos insistan en los beneficios sociales del mestizaje no podemos decir que éstos sean ciertos, al menos en parte. No es cierto eso de que con el mestizaje se solucionen para siempre los problemas y tensiones que adolecen los países occidentales. Analicemos un poco el tema.

Lo que ha ocurrido en Europa desde el fin de la Guerra Fría (y en EE.UU. en los últimos 150 años) ha sido la gradual aparición de inmigrantes extranjeros provenientes de los más diversos sitios. Turcos en Alemania, chinos en toda Europa; marroquíes, centroafricanos y ecuatorianos en España; argelinos en Francia, albaneses y tunecinos en Italia... Esta situación no es fácil de asimilar por los distintos países que se han visto en la paradójica situación de cohabitar con la opinión de los políticos y burgueses, por un lado, y de los ciudadanos de clase media por el otro. Lo cierto es que estos grupos extranjeros se han admitido, en muchos casos sin control, en el seno de sociedades que no querían (y probablemente no necesitaran, por más que insistan sus políticos en este término) que grupos exógenos vinieran a hospedarse en sus territorios. Es obvio que en esta situación no haya más que roces culturales y étnicos. No es cierto, ni mucho menos, que la interculturalidad traiga la paz y que la integración sea el vehículo de una sociedad más madura y responsable.


A nadie se les escapa, por tanto, que en Europa y EE.UU. haya dos únicas maneras de afrontar el problema: la integración y la exclusión. La primera es la forma que Europa ha considerado oportuna. La segunda es la forma que EE.UU. considera desde hace 150 años como oportuna. No es factible (ni nunca lo fue) el mestizaje en estas sociedades, ya que el hombre blanco ha sido (y es) por antonomasia, la raza pura.


No quisiera empezar aquí un debate racial estúpido. Únicamente es una cuestión histórica. Desde las mismos orígenes de los pueblos arios, tal y como narran las tradiciones védicas, los pueblos no arios eran relegados a una casta inferior. Con esto no se trata de justificar ninguna teoría racial, sino simplemente explicar por qué en los países europeos no prosperará el mestizaje, por más que se empeñen los gobiernos. A ningún descendiente ario, mal que nos pese, le resulta baladí el tema de la raza. Es como le ocurre al cristiano. Muchos cristianos viven en un mundo laico e incluso no practica su religión. Sin embargo, nunca les quiten sus iglesias, sus santos o sus vírgenes, so pena de ser agredidos.


En esta situación florecen lo que se denominan tribus urbanas. Al margen de las tribus urbanas clásicas de Reino Unido de los años 70 y 80 (punk, hippie, metal, gótico, grunch, etc.), han florecido en Europa sobre todo las denominadas maras (o pandillas de hispanoamericanos o descendientes) y las bandas de inmigrantes magrebíes, rumanos, albaneses y ex-yugoslavos. Como su nombre indica, se comportan como tribus en la selva, con sus propios ritos y costumbres, leyes, jefes y en total competencia con el resto de las bandas o tribus. Esto se traduce en agresiones esporádicas (o en algunos casos incluso sistemáticas) a otras tribus o incluso a la población autóctona.

Se abre entonces un singular debate. Esas tribus existen porque nadie los ha integrado. Es decir, el hombre blanco europeo no ha integrado a otras culturas en su seno. Éste se defiende, con razón, argumentando que son los extranjeros los que se tienen que integrar en la sociedad que los acoge y no integrar sus costumbres a la tradición autóctona. El demagógico debate del enriquecimiento cultural está más que explotado. Es más, en el caso concreto de Europa, el enriquecimiento cultural ha sido más bien un empobrecimiento cultural, debido a que lo único que aportaron estos grupos de extranjeros ha sido algún ritmo musical, dejando por contrapartida un auge de la superstición y los curanderos en la población autóctona, al tiempo que una conciencia mucho más racista.

Las tribus urbanas son un fenómeno propio de regímenes permisivos y débiles. Las democracias occidentales son regímenes muy permisivos, que conllevarán, como afirmaba Platón, o bien el fin de la democracia o bien el muy probable comienzo de la tiranía. Eso siempre pasó y siempre pasará.

Entonces, llegamos al final de la cuestión. Si esos grupos no han conseguido adquirir, porque el hombre blanco europeo no lo admite, la condición de ciudadanos integrados en sus respectivas comunidades, ¿por qué no aprender de los países iberoamericanos, donde el mestizaje, practicado desde hace siglos, ha evitado la aparición de estas tribus urbanas (salvos las clásicas, como comentamos)? En cualquier caso, incluso, nadie salva de las maras a estos países. Analicemos, empero, la cuestión del mestizaje. Es muy poco probable que en los países iberoamericanos haya conflictos raciales y/o culturales. ¿Significa eso que el fin de las violencias raciales es el mestizaje?

Ya apuntamos al principio de este comentario que el mestizaje tiene muchas ventajas, pero un inconveniente fundamental. Al margen del obvio fin de las razas puras, el mestizaje conlleva un serio problema a largo plazo. El mestizaje pervierte la conciencia cultural, de tal manera que cuanto más mestizo es un pueblo (como ocurre con, por ejemplo, Brasil o Colombia), tanto más irresponsable se vuelve. Seguro que muchos antropólogos, sociólogos y demás expertos en comportamiento humano discrepan de esta afirmación pero ellos no saben que su negativa se basa en prejuicios. Estos prejuicios son obra de las democracias modernas, que no pueden permitir que sus creencias más íntimas se vean refutadas por la realidad.

El mestizaje, como su nombre indica, es la mezcla. No nos referimos sólo y exclusivamente a mestizaje racial, sino también a mestizaje cultural. La experiencia iberoamericana nos ha demostrado que los pueblos donde el mestizaje es muy acusado son pueblos mucho más felices (en el sentido de alegría) y más pacíficos. Esto a priori es el objetivo del ser humano: la felicidad. Sin embargo, nos olvidamos de que la vida humana no consiste exclusivamente en sonreír, sino que el trabajo oneroso es inherente al ser humano (como si fuera el castigo de Adán). Los pueblos mestizos crecen económicamente en menor proporción que el resto de los pueblos. A pesar de que actualmente las mayores tasas de crecimiento se dan en países caribeños e iberoamericanos, que son mestizos, esto no es sino una tesitura coyuntural a la crisis económica y la evasión de capitales a la vista de la explotación de nuevos mercados. Crecen económicamente los países, no así los ciudadanos. La especial predilección del mestizo a evitar los problemas y a sacar una solución pacífica es motivo suficiente para esta situación.

Así pues, el mestizaje trae una mayor "felicidad" de alma, pero un mayor sufrimiento corporal. Entonces algún pacifista o algún idealista dirá: ¡exacto, el mestizaje es la solución, porque el alma está por encima del cuerpo! A esto se le contesta fácilmente con las palabras de Descartes, que habían sido pronunciadas antes por Platón: la filosofía y la auténtica felicidad aparecen cuando se está ocioso y bien comido.

Dejemos la demagogia a un lado y fomentemos la paz mundial no buscando nuevas soluciones sino admitiendo que los pueblos deben desarrollarse por sí mismos, sin ayuda exterior, basándose en el principio de austeridad y de cooperación, sin renunciar al premio que constituye la propiedad privada. Decir esto es mío y de nadie más es suficiente felicidad (al menos por un instante), ¿no creen?

viernes, 11 de febrero de 2011

Homosexualidad política, religiosa y social

El más que siempre controvertido tema de la homosexualidad debería estar ya más que superado. No obstante, parece como si a algunos homosexuales y simpatizantes les encantara mantenerse en la etiqueta de víctimas perpetuas.

Esta cantinela no es más que un medio de conservar los privilegios que la sociedad del siglo XXI les otorga en los países occidentales. No obstante, incluso ellos mismos están empezando a intuir que muchos de los que se erigen como representantes suyos realmente no los representan y al estilo de los sindicatos o de los grupos feministas, estos representantes los señalan como persona non grata.

La nueva generación de homosexuales es, si cabe, más reivindicativa que la anterior. Ellos siempre se escudan en la lucha de clases, como otro sindicato más. Debemos desterrar la idea de que los homosexuales son un colectivo distinto al colectivo sindical. Sus reivindicaciones son, en la forma, distintas, pero sus métodos, sus formas de conservación en el poder y su discurso de masas son exactamente iguales.

La gran prueba de que estos colectivos son iguales está en la concepción que tienen de la sociedad de clases. Las concepciones marxistas, como bien se ve en la práctica, fueron aplicadas por distintos grupos "marginales", a los cuales se les identifica como "clase trabajadora o clase explotada". Escribo claramente las comillas porque Marx no considera clase trabajadora al empresario, a pesar de que en los países occidentales el empresario, la gran mayoría de veces, es un trabajador autónomo, que contrata a 2-3 personas para que le ayuden. De la misma manera hablo de "marginales" porque un homosexual adinerado (que en el pasado era lo más habitual) no puede ser considerado una persona marginada o marginal. En cualquier caso, el triunfo de Marx está en que todos pueden formar parte del colectivo marginal en algún momento de su vida, ya que no es posible ser totalmente aceptado por todos en todos los ámbitos. Es aquí donde se fomenta el asociacionismo como única manera de reivindicarse como persona.

¡Tanto que hablaba Marx de alienación y sus nefastos principios consistían en la alienación del individuo a la masa! El individuo pierde su identidad en favor del grupo. Un paso atrás en la personalidad.

De todas formas, volviendo al caso homosexual, el movimiento sindical tiene los días contados. No es posible mantener, como le ocurrió a la Unión Soviética, un sistema insostenible. China lo manteniene, pero sólo porque ha alcanzado su condición de superpotencia 100 años después que la Unión Soviética. A China, dentro de 60 años o menos, le espera el mismo final que a la Unión Soviética: fin de la dictadura proletaria y principio del único sistema que asegura la felicidad del individuo, el capitalismo, aunque esa es otra historia. Sin embargo, como le ocurre a China, el movimiento homosexual tiene todavía vigor. Dentro de algunos años, en el mundo, es posible que ocurran dos escenarios. El primero es que el movimiento se perpetúe, llegando a ser, en cierta manera, una filosofía de vida. El segundo es que desaparezca, quedando como una reminiscencia del pasado. Estas dos respuestas parecen obvias, de no ser que el primer caso es muchísimo más probable que el segundo.

¿Pero por qué?¿Por qué el colectivo homosexual tiene más probabilidades de sobrevivir que el colectivo sindical? Por una sencilla razón: el sexo. Mientras que el colectivo sindical aboga por el principio de igualdad de salarios y de acceso al trabajo, el colectivo homosexual aboga por el sexo libre. No hay muchas probabilidades (ni en los propios países comunistas) de que todos los trabajadores dispongan de igualdad de salarios y de acceso al trabajo. Sin embargo, abogando por el sexo libre, ¿cuántas personas tendrían posibilidad de practicar sexo? La respuesta es sencilla: TODAS.

Es aquí donde los homosexuales han encontrado la manera de perpetuarse. Todo el mundo siente deseos sexuales. Es algo natural. Un colectivo cuyo único deseo es el sexo será quizá criticado pero es siempre bienvenido. Además, el colectivo homosexual ha vestido siempre ese deseo sexual de una manera muy dulce, como "amor", cosa que unida a su singular manera de ver la vida y de tratar con las mujeres, les ha hecho ganar bastantes adeptos y simpatizantes. Es además, un colectivo que no suele meterse en política, salvo en temas sexuales. Es decir, el partido homosexual no suele ser un partido que tenga unos principios económicos claros, aunque sí tiene unos principios sociales y sexuales muy claros. Por tanto, su poder político/social está disfrazado en forma un tanto bohemia y romántica, lo que los hace más encantadores.

Todo esto está muy bien, si no fuera porque las propias mujeres, su principal baza heterosexual, cada vez está más concienciada de lo incoherente y contraproducente que es el movimiento homosexual para ellas. Al principio, al identificarse con grupos feministas, que en cierta manera buscaban los mismos progresos sociales, encajaban muy bien en ese asociacionismo marxista. Pero ahora, muchos de sus principios chocan. En primer lugar, porque muchas mujeres se sienten víctimas de las relaciones libres de los que antes eran sus maridos o de sus propios hijos. En segundo lugar porque los homosexuales ahora, como si se tratara de una pirámide alimenticia, luchan por los mismos recursos en el propio nicho de mercado. Luchan por los hombres, luchan por adoptar hijos, luchan por no sentirse discriminados en la administración pública....

Todo esto está muy bien, pero oiga... ¿se olvidó de que también hay mujeres homosexuales? No, ni mucho menos. Pero la homosexualidad femenina, aparte de ser mucho menos común que la masculina, se identifica antes con su condición de relación sexual que con su condición sexual. Es decir, antes son lesbianas que mujeres, lo cual agrava más, si cabe, la brecha entre ellas. La clave social está en lo siguiente: los hombres no pueden luchar contra un sistema de clases ya impuesto (aunque ahora comienzan a luchar por sus derechos, como ocurre con los grupos masculinistas), ya que el hombre es, como le ocurre al empresario, el propietario del poder. Nuevamente una gran falacia.

El caso es que el colectivo homosexual ha sentido esta tirantez, lo cual ha desembocado en la última gran batalla, de la cual, como hemos dicho, saldrá ganador perpetuo o saldrá perdedor. ¿Y de qué dependerá la batalla? Pues simplemente de la cultura y el conocimiento histórico/social del país en el que ocurra la batalla. Esta gran batalla ha consistido en lo que ha ocurrido en otras culturas: el mesianismo.

Aparte de un cada vez más influjo y creencia en la llegada de un político de gran envergadura (por ejemplo, el primer presidente homosexual de los EE.UU.), el colectivo está empezando a hacer una auténtica historiografía e iconografía homosexual.

¿Cuántos no han escuchado que la inmensa mayoría de los sacerdotes católicos son homosexuales?¿Cuántos no han escuchado que los antiguos griegos eran homosexuales?¿Cuántos no han escuchado que los romanos sólo vivían de orgías homosexuales?¿Cuántos no han escuchado que Alejandro Magno, César, Hitler, Franco, Pinochet, cientos de cantantes, de actores, de científicos, de personalidades de todas las religiones han sido o son homosexuales?

¡¡¡ Es que nadie se ha percatado de la jugada!!! Se trata de crear una nueva religión en la cual el mundo fue, es y será homosexual. Sólo les falta, y no me apostaría que no lo hayan hecho, que digan que Cristo era homosexual.

Puedo rebatir y rebato todo lo dicho hasta el momento sobre los hechos históricos. No se puede negar que en todos los colectivos humanos, incluidos sacerdotes, no haya homosexuales. Pero tampoco se puede descartar que haya asesinos, violadores, farsantes o gente mala en general en esos colectivos. Por tanto, no hay ni habrá doble moral cuando la Iglesia, por ejemplo, no admite a los homosexuales pero hay homosexuales en su seno. Una madre puede llorar todos los días de pena porque su hijo sea homosexual pero no lo echa de casa. No hay doble moral en eso.

El caso de los griegos no tiene tampoco cabida. La homosexualidad, en primer lugar, no existía como tal. Ésta no estaba contemplada como "amor" sino como una relación con un ser bello. Es decir, más bien podría tratarse de una bisexualidad antes que una homosexualidad. Sin embargo, hay algo en todo esto que debemos desterrar de una santa vez: no todos los griegos eran partidarios de estas prácticas. Tal y como ocurre actualmente, los filósofos y políticos de la época sostenían posturas distintas. Si bien la creencia popular sostiene que Sócrates era partidario de las relaciones entre hombres, cosa que no está demostrada en ningún sitio, está claro que su discípulo Platón (especialmente en Fedro) y el discípulo de su discípulo, Aristóteles, por señalar a los más notables, no sólo no eran partidarios sino que condenaban a los que practicaban esas relaciones, tachándolos de pervertidos e incluso de traidores a la patria. Por tanto, no es tan cierta esa visión.

Por otro lado, en el caso de Alejandro Magno, años después de su muerte ya se especulaba con que tuvo varios amantes. Sin embargo, testimonios de la época como el de Ptolomeo, lugarteniente y sucesor no legítimo de Alejandro, en el que afirmaba que había muchos que querían manchar la imagen sin tacha de Alejandro. En cualquier caso, es interesante echar un vistazo a lo que nuestra gran fuente Wikipedia nos puede ofrecer al respecto:

Teorías sexuales sobre Alejandro

En definitiva. No se dejen engañar.

lunes, 7 de febrero de 2011

Amor a primera vista

Se acerca ya la fecha señalada como el día más romántico del año. San Valentín se celebra en todo el mundo y tradicionalmente ha sido considerado un día en el que las mujeres se muestran más receptivas a los encantos masculinos, principalmente entre aquellas que ya tienen pareja.

Para disgusto de los que no tienen pareja en estos momentos, advertirles de que en San Valentín, salvo milagro del santo, su situación no cambiará por hacerle un regalo o por mostrarle su enamoramiento a la mujer que les gusta. No hay relación causa-efecto y menos aún una fase receptiva especial en la mujer distinta al resto del año.

El misterio del amor es y será siempre inconcluso. La razón está en que, salvo que ya exista una relación previa que dote a esa persona de un cariño o de una pasión, no hay motivo para considerar que la persona de la que nos enamoramos sea más especial que otra.

Yo puedo hablar por los caballeros. Por las señoras, que hablen ellas. Unos más y otros menos, los hombres tienen experiencias similares en asuntos del amor. Por regla general tienen varias parejas, a veces por la inclinación al flirteo propia de los hombres, a veces porque ellas los abandonaron. La mujer suele tener (y más si se trata de una mujer moderna) varias parejas, aunque por lo general bastante menos que el hombre. Hasta aquí no descubro nada nuevo.

El caso es que si atendemos a la razón y no a la pasión, todas las mujeres de las que nos enamoramos son en sí mismas especiales. Tenemos la extraña conciencia de que la última, la que nos quiere ahora, ha sido la más especial o al menos nos consolamos con que es la que realmente nos comprende. Nada más lejos de la realidad. Es muy probable que este amor no haya sido fruto de la casualidad sino más bien fruto de una evolución en la madurez del individuo. Si bien cuando se tienen 15 años tanto ella como él sólo piensan en sexo y algo de amor, con 30 años ellas y ellos piensan en tener hijos, crear familia y estabilizarse. Con 40 y 50 se busca una segunda oportunidad o conservar lo poco que queda de lo que fue aquel o aquella de 30. Con 60 y 70 se busca compañía.

No era más especial aquella rubia de cuerpo esbelto y rasgos exóticos que nos hacía estremecer que la morena que, sin ser tan guapa, es madre de nuestros hijos. No era más especial aquella buena estudiante, con gafas, que soñaba con volar y era todo corazón, que aquella morena de senos turgentes que olía a hembra fresca del Amazonas. No, no eran ninguna especiales, o mejor dicho, todas lo eran.

El flirteo no es algo difícil. Como todo, requiere práctica. Lo importante en el flirteo es, como en cualquier venta, tomárselo en serio y ser creíble. El arte de convencer no depende del producto en sí (ser más guapo o más feo) sino de la credibilidad del que vende el producto. No podemos vender un coche diciendo que es el que menos se estropea del mercado y luego no dejar probarlo al cliente (¡¡¡por si lo estropea!!!).

En cuanto a ellas, la excitación no es algo difícil. Como todo, requiere práctica. Lo importante en la excitación es la preparación. Obviamente, ayuda mucho tener una buena materia prima (un buen cuerpo, unos ojos enormes, una boca bonita). Sin embargo, se puede excitar a un hombre de muchas maneras (lo que las antiguas llamaban "secretos de tocador"). La que es bajita, que se ponga tacones; la rellenita, que use un buen sujetador que realce los senos o que saque partido a su cara; la fea, que se maquille y que ejercite su don de palabra y su simpatía. La que tiene poco pelo, que se prepare y vaya a la peluquería.

Lo cierto es que el hombre es un ser muy receptivo. No todos los hombres son iguales. Existen hombre íntegros que incluso con los senos desnudos de una mujer exuberante en su cara han mostrado rechazo porque amaban a otra. Pero también hay que reconocer que la mayoría no es así y que se excitan con facilidad. Como en cualquier transacción o venta, existe la ley de oferta y demanda. Un hombre muy demandado (los menos) probablemente no quieran acabar con una chica fea pero muy simpática. Sin embargo, hombres discretos con cierto atractivo podrían sentirse atraídos por esta misma chica, ya que ellos mismos no son muy demandados y llevan una vida monótona. Estos chicos, que no tiene por qué ser feos, muestran cierta predisposición a alguien que, lejos de traerles más problemas, les alegran un poquito la vida siendo simpáticas y cariñosas.

En cuanto a ellos decir que la chica más guapa no suele ser, aunque parezca lo contrario, la más difícil de conquistar. no se trata de que sea una persona más o menos promiscua, sino que este tipo de chicas es buscada precisamente por su hermosura. De ahí que estén acostumbradas a que cientos de hombres se encariñen de ella cada día y noche. No nos engañemos: estas chicas pueden elegir y no irán con un chico que las respete. Este tipo de chicas es inteligente porque, como dijimos al principio, saben que un hombre no es más especial que el anterior. Sin embargo, este tipo de chicas se conquista sin aparentar la necesidad de conquistarla mientras al mismo tiempo, él ha procurado destacar entre sus otros rivales (llevando mejor ropa, teniendo mejor conversación, etc.). Lo importante en el hombre es potenciar su encanto: así, el que sabe de motos debería hablarle a ella de sus viajes; el profesor de matemáticas debería hablarle de las anécdotas de sus torpes alumnos; el soldado, de sus misiones humanitarias. Como se puede observar, se trata de comunicar al mismo tiempo valores, diversión y resultar interesante. Eso valoran, en exclusiva, las mujeres. Después de esto, tenemos media etapa ganada. Para ganar la etapa completa es necesario no parecer ansioso. Hay que demostarle que si ella no quiere estar con él, él no se quedará llorándole y buscará consuelo en otra. Eso, como sabemos los hombres por experiencia propia, es lo que más irrita a una mujer, es decir, no ser codiciada y ser considerada una más cuando ella misma sabe que es superior a otras muchas.

Dicho esto, esperemos que nuestra preparación a San Valentín de los frutos. De hecho, no es verdad eso de que sea necesario regalar. El regalo ha de ser un desprendimiento real, innecesario. Un regalo para impresionar o un regalo para conquistar no es más que alienar nuestra personalidad en un objeto, lo cual acabará gustando a nuestro objetivo. Así, seremos vencidos por un objeto, sea rosa, chocolate o diamantes.

El porqué de la ortografía (VII)

La tilde diacrítica es aquella que se utiliza en palabras (habitualmente monosílabos) que se leen igual en el texto escrito pero su entonación, pronunciación y significado varía según tenga o no tilde. Con esta acción se pretende evitar posibles confusiones en el significado y facilitar la fluidez de la lectura. La tilde diacrítica se coloca en la sílaba tónica de la palabra y no tiene por qué seguir las reglas habituales de acentuación.

Por regla general (aunque no siempre), la tilde diacrítica diferencia a los artículos y de los pronombres y a los pronombres relativos o conjunciones de los pronombres interrogativos y exclamativos. Así:

El perro es bonito (artículo) y él es bonito (pronombre)

Este, ese o aquel perro es bonito (artículos demostrativos) y éste, ése o aquél es bonito (pronombres).

Tengo que decirte algo (conjunción) y tengo qué decirte (interrogativo, que sustituye a "algo").


Habrá quien determine que realmente la tilde diacrítica no tiene sentido práctico en cuanto a que en la inmensa mayoría de las ocasiones se distinguen las palabras y las funciones por el contexto. En especial, la misma RAE ha señalado en su última revisión que los pronombres éste, ése y aquél no tiene por qué ir acentuados, ya que se pueden diferenciar de los artículos por el contexto. No obstante, hemos de reconocer el valor de la tilde diacrítica en múltiples ocasiones que de no existir harían que la fluidez de la narración o incluso la interpretación del texto fueran distintas a las reales. Un correcto uso de la tilde diacrítica y de los signos de puntuación enfatizan el significado del texto.

El que vino a este paso ni tendría que temer a mi padre.
Él, que vino a éste, pasó. Ni tendría qué temer a mi padre.

Como se puede apreciar, en la primera frase alguien que estuvo en un paso no debería temer al padre. En la segunda frase, un conocido (él) se acercó al padre y pasó a un lugar que no ha quedado definido (dentro, a una habitación, etc.). Era valiente poque no tenía ninguna razón para temer al padre.

jueves, 3 de febrero de 2011

Libertad de expresión

Algo que debe preservar cualquier estado democrático es la libertad de expresión. Por supuesto que no se puede considerar un derecho fundamental (como viene recogido en la carta de Derechos Humanos), sino que debe ser un derecho preservado, ni más ni menos.

A lo que se refieren los Derechos Humanos es a la parte teórica del problema. Un sabio, por ejemplo, Gandhi, alguien cuyas creencias, sean acertadas o no, están basadas en argumentos fuertes, puede y debe expresar su opinión y su conocimiento. La propia lógica le dará o no la razón. Por otro lado, a lo que nos estamos refiriendo aquí, es a la parte práctica del problema. Todos deben tener acceso al derecho, pero no a todos se les puede permitir hacer uso de él. Sirva esto mismo al derecho del voto universal, lo cual es una incongruencia en sí mismo.

Tener acceso a la libertad de expresión quiere decir que cualquier ciudadano pueda expresar sus ideas libremente, sean estas contrarias o no al régimen político o social. Permitir el derecho a la libre expresión es otro asunto distinto. Ningún estado, democrático o no, debería permitir que un ciudadano cualquiera se expresara libremente, sino que debería cumplir unos requisitos para poder hacer uso del derecho.

Por poner un ejemplo. Sólo los médicos o tecnólogos de la salud podrían ejercer el derecho a libertad de expresión acerca de la bondad de un fármaco. Otros expertos de materias distintas también podrían ejercer ese derecho, previo consentimiento del Estado. Lo que nunca se podría permitir sería que en público un analfabeto cuestionara libremente lo dicho por un experto. Estamos hablando en serio, es decir, las opiniones de taberna, entre amigos o con la familia nunca han sido objetos de una problemática en la libertad de expresión. Lo que regula este derecho es a la libre expresión en público. El Estado debería velar por ello.


Admito que estoy libre de cualquier tipo de prejuicio social o político. Estoy por encima de las opiniones inconexas e hipócritas de los que se autodenominan políticos democráticos, los cuales, una vez que llegan al poder, forman una élite y se olvidan del pueblo. Prefiero cien veces a un dictador sincero antes que a un demócrata hipócrita. Reconozco que, mal que nos pese, muchas de las opiniones que expresamos libremente (nótese el matiz), están mediatizadas. ¿Cuántos pueden decir de los que están aquí presentes que sus circunstancias o su empleo no le obligan a decir cosas de las cuales no están convencidos? Me refiero a que muchos fumadores se convencen de su error de seguir fumando alegando "personalidad" o "libertad", cuando realmente, si por ellos fuera, lo dejaban inmediatamente. Es el infantil miedo a la exclusión social.

Podemos trabajar en una fábrica de automóviles X e incluso siendo un automóvil de una pésima calidad defenderlo en aras de no perder su puesto de trabajo. Es por ello por lo que el Estado debe regular, por ley, la libertad de expresión, que aunque está regulada de manera legal en muchos países, realmente son expresiones falsas y que inducen al error.

Libertad de expresión, sí; libertad de contar cualquier cosa, no. Libertad al insulto calumnioso, no. Libertad al insulto fundamentado, sí. Libertad de hacer uso del derecho a la libre expresión para golpear físicamente a adversarios, no; libertad de expresión para incitar a las personas a ser más activas, sí.

martes, 1 de febrero de 2011

Termodinámica básica (V)

En nuestro particular estudio de las propiedades termodinámicas hemos conocido las funciones U y H, correspondientes a la energía interna y a la entalpía. De la misma manera, hemos realizado cálculos simples en los que se podía obtener el rendimiento de un ciclo o motor y el trabajo desarrollado por el mismo.

Entramos ahora a estudiar la segunda ley de la termodinámica, que puede expresarse de dos maneras distintas: "Cualquier proceso de la naturaleza conlleva aumentar o mantener la entropía global del universo" o también "Es imposible un proceso cuyo único resultado sea transferir energía de un cuerpo de menor temperatura a otro de mayor temperatura".

Esta es, probablemente, la ley natural más enigmática que existe, ya que es totalmente inevitable y nos lleva al desastre.

La entropía se define como una magnitud que relaciona el calor intercambiado por un sistema y la temperatura a la que se intercambia dicho calor. Matemáticamente, en su forma diferencial:

dS = dQ/T

La entropía mide, en la práctica, el grado de desorden que tiene un sistema. Así, cuanto más desordenado es el sistema, mayor es su entropía. También se demuestra que para un sistema que no intercambie energía con el ambiente, la variación de entropía en el tiempo es mayor o igual que 0, lo que significa que ésta siempre aumenta.

¿Significa todo esto que es imposible un proceso en el que la entropía disminuya? No. Es posible que un sistema disminuya su entropía, si intercambia energía con el exterior, con el ambiente. Sin embargo, el ambiente, es decir, el universo, es en sí mismo un sistema cerrado, por lo que su entropía siempre tiende a crecer. En definitiva, el fin del universo, a no ser que a distancias intergalácticas los fenómenos físicos fueran de distinta naturaleza a los terrestres, consistirá en un lugar totalmente hecho polvo interestelar (literal).

Cualquier cesión de calor por parte del sistema al ambiente, en ausencia de trabajo, disminuye su entropía. Cualquier cesión de calor del ambiente al sistema aumenta su entropía. Así, los cuerpos más calientes tienen una entropía mayor que los cuerpos más fríos. En procesos adiabáticos (intercambio de calor nulo) o en procesos reversibles, la variación de entropía es nula.

Los principios de la termodinámica, al ser generales, se pueden aplicar a cualquier proceso natural. De hecho, la misma rotura de un cristal es un ejemplo práctico de aumento de entropía. El cristal, único, se destroza y se desparrama desordenadamente (aumento de entropía). De la misma manera, una casa, pasado un tiempo, se llena de polvo y se ensucia. El auténtico enigma está en la imposibilidad natural de que ocurran ciertos fenómenos que la primera ley de la termodinámica no invalida. Por ejemplo, no es posible calentar la comida usando hielo. Lo más que haremos será congelarla, pero nunca hervirla. Tampoco hemos visto un espejo hecho pedazos que vuelva a recomponerse espontáneamente; lo mismo podemos decir del polvo de una casa: no desaparece sólo, sino que siempre aumenta.

¿Impide por tanto esta ley la reversibilidad de los procesos? De ninguna manera. Todos hemos arreglado con pegamento un espejo roto o limpiamos nuestra casa sucia. Pero como todos sabemos, conlleva tiempo y esfuerzo, lo que supone un gasto energético, mientras que la suciedad es una cuestión de poco esfuerzo y relativamente poco tiempo. ¡Y además todo a costa de aumentar nuevamente la entropía del universo y por tanto, condenándonos al fin!

Puede que alguno tome ahora conciencia del daño que hacemos al mundo cuando siquiera respiramos. Para tranquilidad de todos, podríamos decir que el ser humano no es responsable ni de la billonésima de la billonésima de la billonésima parte del aumento de entropía del sistema solar. Obviamente, el sol genera principalmente este aumento entrópico.

Un asunto de mayor profundidad sobre la entropía es su relación con la magnitud tiempo. La irreversibilidad de los procesos (por ejemplo, el envejecimiento), está completamente relacionado con la entropía y su aumento. El tiempo, como sabemos, es irreversible y es una medida indirecta del aumento entrópico. Esto podría resultar muy interesante, ya que, el tiempo no sería realmente un continuo, sino la suma de las distintas entropías de todos los cuerpos del universo. Por tanto, podríamos controlar en parte el tiempo y hacerlo más o menos duradero. Así, podríamos hacer que un segundo durara lo equivalente a un año si gran parte de nuestros procesos fueran reversibles. Esto, sin embargo, es una apreciación incorrecta por dos razones: la primera es que un proceso reversible ocurre cuando se realiza en infinitas etapas, lo que conlleva tiempo infinito, lo cual es ridículo; la segunda razón está basada en la fluidez del espacio-tiempo: como le ocurre a la electricidad o al agua, el hecho de que un mismo flujo pase a través de resistencias de distinta magnitud conlleva simplemente a un flujo global (caudal o intensidad eléctrica) que pasa por igual por todas las partes del circuito. Por tanto, la entropía global del sistema "universo" repercutiría en la misma magnitud a todos, a pesar de contribuir de distinta manera.

De lo dicho anteriormente, aunque es motivo de otro artículo, se deduce otra demostración de la imposibilidad de los viajes en el tiempo, al menos en todas las regiones del universo.

Por último, las leyes de la termodinámica se completan con el tercer principio de la termodinámica, que marca la escala de temperaturas absolutas y el estado 0 de entropía. Así:

El estado de entropía cero corresponde a un cuerpo perfectamente cristalino a 0 K de temperatura.

Por tanto, los sólidos tienen entropía (o desorden) menor que los líquidos y estos a su vez que los gases. El líquido dispone de cierto orden (no se sale de los recipientes, por ejemplo), mientras que el gas es desorden perfecto. Cuanto mayor es tu temperatura más caótico es su comportamiento y por tanto mayor entropía. Si el gas está a presión baja, dispone de mayor espacio para moverse con libertad (mayor desorden) que cuando está a presión alta.

Por último, es importante que el sólido sea perfectamente cristalino (orden atómico perfecto). Un vidrio y un diamante a 0 K no tienen la misma entropía, ya que el vidrio no es un sólido cristalino. A 0 K, de la misma manera, el cuerpo cristalino no debería tener defectos cristalinos (defecto Schottky, defecto Frenkel), de lo contrario, ya hay desorden y por tanto entropía.