Dicho y hecho: nuevamente la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha hecho de las suyas y amenaza a las tranquilas almas mundiales con revelaciones escandalosas.
Ya fueron ellos los que contra todos los informes de la mayoría de las asociaciones de psiquiatría consideraron la homosexualidad como "opción" y no como enfermedad o trastorno sexual. Lo políticamente correcto, obviamente, es en Occidente más fuerte que los hechos científicos. No obstante, no quiero resultar tedioso en un tema más que manido. Ese chico tímido y que no hace daño a nadie es un "enfermo con síndrome de Asperger" pero aquel marica que se cree la Reina de Saba es un "tipo normal". Bueno... Continuemos.
Ahora nuevamente la OMS lanza otra de sus advertencias: los teléfonos móviles son "posiblemente cancerígenos". Remarcamos las comillas porque la misma OMS lo remarca. Posiblemente... presuntamente... quizá... A ver, que nos quede bien claro: la OMS es tal y como rezan sus estatutos, una organización científica de las Naciones Unidas y por tanto no cabe en la OMS la palabra "posiblemente". O es o no es.
Señores de la OMS: les habla un científico. Ningún científico serio saca conclusiones con un 25% o con un 30% de resultados positivos. Ese "posiblemente", para ustedes, habituados a la estadística, se convierte en lo que se llama "suceso independiente". Es decir, al hacer un estudio entre la dependencia entre comer carne y ser mejor persona, no hay relación directa entre ambos sucesos y por tanto son sucesos independientes. Algo así pasa con los móviles. No podemos alegar que porque hemos estudiado el cáncer en una población (sin móvil) y en otra población (que habla por móvil) en la que los casos sean 5-10% superiores a los de la primera población, el móvil sea el causante de esta discrepancia.
Me gustaría indicar claramente que no es posible que las ondas electromagnéticas no ionizantes (caso del teléfono móvil) puedan afectar al ser humano y provocar cáncer. De ser así, la misma luz indirecta de una habitación (espectro del visible) provocaría cáncer. O aún peor: incluso por la noche, la radiación infrarroja, es decir, la que producen todos los cuerpos por el hecho de tener temperatura, podría ser más dañina que los campos magnéticos del móvil.
A este respecto, podemos ver lo que dice la Asociación Española contra el Cáncer, por poner un ejemplo entre muchos.
Ya está bien de engañar al público y darle carnaza a cuatro ecologistas radicales que ven en el desarrollo tecnológico el fin del mundo. No podemos ser radicales tecnológicos ni radicales ecologistas. DESARROLLO SOSTENIBLE. Esa es la clave. Desarrollar sin abusar.
He demostrado a muchos conocidos, con aparatos de medida adecuados, cómo de dañina era la red eléctrica que pasaba por su casa, su antena de telefonía situada en la cúspide de su edificio o los daños que su microondas hacía en sus tejidos. Esos son, como otros muchos, cuentos de viejas, basados en efecto placebo, ignorancia y prejuicios.
Somos cínicos por naturaleza. Si ahora las energías renovables, por ejemplo, suponen una mejora sustancial para el planeta y el ser humano, ya surgen voces críticas que anuncian desastres cancerígenos. No hace mucho tuve que escuchar que los generadores eólicos provocan cáncer al ionizar el aire con sus paletas. ¿Es que su automóvil no ioniza el aire (cosa, por otro lado, falsa)?¿Es que sus propias heces, que desprenden gases venenosos (como el metano), no son más peligrosas que ese aire al que usted falsamente le da características de ionizado?
Les pido encarecidamente que lean y se informen, por expertos de verdad y no por organismos manejados por políticos. De ahí nada bueno puede salir.
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