Cuando un tema está de moda parece que nos pudiera una necesidad de que nos asocien con ese tema. Es guay. La fantástica promoción que nos brinda una moda es tan irresistible que no conozco a nadie que no haga uso de ella (a menos que sea un sabio o una persona con bastante integridad).
Una de esas modas es estar en contra de toda contaminación y todo lo contaminante. En este sentido, la química es también considerada como una fuente de contaminación. La química es mala. La química es antinatural. La química es responsable de la muerte de las especies. La química es responsable de la desaparición de la capa de ozono y del cambio climático.
Me gustaría que por una vez en la vida un político (como hizo en el campo contrario Al Gore) hable con corrección y con rigor de la ciencia, del método científico y que los científicos reciban la admiración popular que tenían hace años. En este sentido, la industria, la minería y la ingeniería en general son sinónimos actualmente de contaminación, depredación o corrupción.
Para cualquiera que no sepa el lenguaje científico, contaminación significará ensuciamiento, destrucción, envenenamiento, etc. Un científico ve más allá de todo esto. La contaminación no es más que la pérdida progresiva de las propiedades atribuidas a las sustancias y a los entornos. Así, si tenemos sal común y la mezclamos con una pizca de azúcar, la sal resulta contaminada de azúcar. Es decir, la sal ha perdido parte de sus propiedades intrínsecas. En este sentido, la contaminación no siempre resulta perjudicial. El acero es hierro contaminado (generalmente de carbono). El carbono proporciona al acero unas cualidades más adecuadas que el hierro puro, como son la dureza. Lo mismo ocurre con las aleaciones de bronce o latón. Otro ejemplo más reciente de contaminación positiva son los dopajes de semiconductores, en los que se añade una impureza para que su conductividad aumente. Así pues, contaminación no siempre es sinónimo de degeneración de la sustancia.
Más acotado parece el tema de la contaminación del entorno (o medio ambiente). Como dijimos, es un tema de moda y existe contaminación de cualquier tipo (no sólo química, sino que ahora existe contaminación acústica, lumínica, térmica, etc.). ¡Qué pena destruir el medio ambiente! A estos amigos de la naturaleza les diría que cuando uno piensa en medio ambiente, el inconsciente colectivo se imagina a miles de pájaros dando vueltas a un campo lleno de flores y con un verde deslumbrante. Vamos, una primavera eterna en el campo. A estos amantes de la natura, les resulta el ser humano una especie de plaga que está de más en la naturaleza, la cual no se entiende que haya podido ser creada por un ser inteligente como es Dios. ¡Ojalá el hombre no hubiera nunca existido! Ahora las ciudades han hecho que el campo deje de existir y cada vez queda menos espacio natural. No puedo comprender a estos amantes de la naturaleza que critican a la especie a la que ellos pertenecen y sin la cual ellos no podrían ni siquiera expresar sus absurdas ideas.
El ser humano es un ser tan natural como cualquier otro, salvo que las abejas hacen sus casas con cera, los pájaros con palillos y los hombres con ladrillo. El ser humano tiene todo el derecho a sobrepoblar el planeta, como lo hubiera hecho cualquier otra especie natural de haber podido. Sin embargo, debido a su condición racional, tiene también la obligación de conservar en la medida de la posible su propio hábitat, que curiosamente es el planeta el completo. Somos la única especie natural capaz de vivir en cualquier punto del planeta.
Hasta qué punto los ecologistas nos han hecho renegar de nuestra naturaleza que ya no consideramos a la química parte de ella, cuando la naturaleza es completamente química. La química es la ciencia que estudia la constitución de la materia. Y materia es todo. La transformación de la materia es consecuencia del estudio pormenorizado de las reacciones que ocurren cuando las materias (o sustancias) son expuestas en presencia de energía unas con otras. Gracias a las reacciones químicas, tan odiadas por los ecologistas, es posible que exista la vida, que la materia no se disgregue a través del espacio sideral o que el sol proporcione energía continua a la Tierra.
Pero la química también es responsable de los agentes contaminantes. En efecto. La química es responsable porque cualquier sustancia contaminante es materia. Lo que llamamos contaminación química no es más que el resultado de la formación de unas sustancias de bajo valor (ya sea nutritivo, energético o económico) que se denominan residuos. El residuo es parte inevitable del proceso de valor, a partir del cual la unión de varias sustancias producirán un producto de valor (la energía para que se mueva el corazón, el calor para calentarnos o el hierro) y un residuo (CO2 + orina + heces, CO2 y SO2).
Decir que los indios del amazonas no contaminan el río cuando orinan pero la Gulf Petrol sí contamina el golfo de México es una de las tesis más demagógicas que podemos mencionar. Ambos contaminan. Algunos dirán que no en la misma proporción. Tampoco lo harían en la misma proporción si en lugar de 10 indios vivieran 100 mil, como ocurriá en Tenotchitlan o en las culturas mayas. Ellos eran más naturales que nadie y sin embargo contaminaban (hasta tal punto que los mayas tuvieron que huir de sus ciudades). El problema de los residuos ha sido siempre una cuestión peliaguda para cualquier proceso químico (de hecho, si un fuego se tapa, el exceso de residuo (CO2) paraliza la combustión.
La química es nuestra amiga. Lo importante es que los residuos sean convenientemente tratados para minimizar los efectos negativos. En cualquier caso, la Tierra y la energía del sol son tan grandes que no es posible contaminarla entera (entre otras cosas porque no habría quien viviera tras esto y porque los contaminantes ya están entre nosotros). Por ejemplo, todas las bombas atómicas del mundo no podrían contaminarlo de radiación, ya que ¿de dónde sacaron el uranio si no fue del propio suelo? Basta ya de engaños y demagogias.
No se dejen engañar. Cada vez que les hablen de un problema medioambiental, interróguense de la validez de las afirmaciones y no de quién las dice. El engaño más grande consiste en dejarse contaminar la cabeza por los propios políticos.
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