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martes, 10 de mayo de 2011

Cuba como último refugio comunista

Ya no queda nada. Cuba es tan pobre y miserable que nada puede parar el fin del comunismo en la isla. Todavía habrá algún desaprensivo que culpe a los países occidentales, y más concretamente a EE.UU., como los causantes de los males del país caribeño. Es que el que no se consuela es porque no quiere.

Muchos hablarán de las causas del fracaso del sistema en cientos de libros al respecto. Otros tanto hablarán de un sistema que fracasaba desde el principio, incluyendo al propio Castro. Por último habrá quienes afirmen que el comunismo de Cuba fracasó por no haber existido una transición formal hacia una democracia.

¡ Paparruchas !

El fracaso del sistema comunista de Cuba no es más que otro fracaso más del sistema comunista. No tiene cabida ni razón de ser un sistema político, económico o filosófico de corte comunista. Todos fracasan. No es problema del que lo introduce: es problema del sistema en sí.

Quiero plantear una cuestión francamente clarificadora: ¿acaso nadie piensa que hacer un triángulo de cuatro lados no es en sí mismo una incongruencia? El triángulo es una figura geométrica de 3 lados, por definición. Por tanto, no existen triángulos de 4 lados. Aún así, puede haber quien pretenda crear triángulos de 4 lados. Seguro que habrá quien piense que esto no es posible de realizar, por definición. Y razón no le falta. Pero puede ocurrir que se aproveche una situación particular para que esto parezca que ocurre. Es lo que se denomina "ilusión óptica". Así ha ocurrido con los sistemas comunistas. Parecía que era, pero de fondo no era ni por asomo lo que se suponía que era.

Recordemos.

Tanto Marx como Engels partían de un pensamiento que era totalmente ilusorio y contradictorio, como ya apuntaba Weber. La ilusión provenía de la afirmación del descubrimiento de una forma revolucionaria de acabar con las desigualdades de todos los hombres, apelando al carácter inteligente y racional que impera en todo ser humano. Esta concepción era, como hemos dicho, totalmente ilusoria y muy en consonancia con el carácter romántico que imperaba en toda Europa. "¡Qué bonito, qué estético!", dirían, "¡Poder al fin llegar a la afirmación intelectual de los hombres que nos convirtiera en renovados dioses griegos!".

Sí, todo era profundamente romántico. Ya el mismo Marx es un ingenuo al pensar que el obrero es un ser racional. Para cualquiera que trabaje o haya trabajado con obreros (principalmente los de la construcción), la idea de un obrero racional se torna en parte jocosa y en parte imposible. El obrero sólo piensa en comer, descansar y en recibir salario. Nada más. No tiene inquietudes intelectuales, no desea pensar y aunque tiene una cierta idea de la estética, no valora el arte en sí, como finalidad, sino que lo toma como algo inoperativo.

En cambio Marx, el burgués Marx, habla de los obreros como de seres nobles esclavizados, pero con un pasado glorioso, incluso de rancio abolengo, constructores de pirámides y catedrales. Algo parecido a los prejuicio gitanos, que aún se consideran descendientes de los faraones egipcios (otra ilusión, por otro lado, ya que un somero estudio de sus raíces los lleva a ser los famosos parias negros contra los que los arios llevaron su cruzada en el Rig-Veda). Es este pensamiento totalmente equivocado el que lleva al marxismo (y posteriormente a sus ramificaciones socialismo y comunismo) a entender al ser humano como ser racional, capaz de ser igual a cualquier otro en su especie.

Tras la revolución rusa y la revolución China, la revolución cubana se mostraba propiamente como un invento imperialista soviético. Afamado por sus discursos e ideales y acompañado por el Che, Castro llegó a ser uno de esos líderes mesiánicos capaces de lograr el reparto equitativo de la riqueza. ¡Y lo hizo! Solo que en lugar de repartir la riqueza entre todos hizo lo que cualquier comunista: repartir la miseria entre todos.

Si algo tiene el capitalismo y si por algo triunfa es porque permite que cualquiera sea rico, por muy pobre que sea, y cualquiera sea pobre, por muy rico que sea. El capitalismo consiste claramente en un juego mundial en el que aparte de dinero se juegan vidas humanas. Si los jugadores (todos nosotros) no generamos dinero, morimos. Sí, es un juego cruel, pero también es un juego divertido y sobre todo un juego que recompensa el esfuerzo. No existe sistema capitalista que no recompense el trabajo por medio de un salario. Entonces, no podemos hablar de capitalismo, sino de otra cosa.

Cuba ha tratado de hacer un triste espejismo. Los pobres recibirán lo necesario, pero como no hay nada, no reciben nada, salvo una comida escasa. En Cuba, la industria no existe, puesto que no hay recursos. Cabe preguntarse entonces cómo vive Cuba. Por supuesto que gracias al turismo pero también a algo más. El régimen cubano ha logrado sobrevivir, sin revolución, porque al margen de la represión, no hay nada, absolutamente nada por lo que luchar.

¿Para qué derrocar a Fidel? Para la libertad del pueblo cubano, dirán los estúpidos. Seamos prácticos, ¿qué gana a corto plazo un cubano si el castrismo se sustituye por una democracia capitalista, por ejemplo? ¡Nada! Pasarán lustros hasta que Cuba pudiera formar una industria medianamente competitiva. Desengañémonos: el que hace años que no trabaja no vuelve al trabajo con ganas ni con conocimiento. Eso ha pasado en Cuba. La inmensa mayoría de la población no sabe más que tratar con turistas. El sistema cubano de titulados universitarios tampoco garantiza que haya profesionales serios, ya que se optó siempre por una cuestión de imagen y no por una cuestión productiva.

Cuba, tal y como la conocemos, dejará de existir. Lo que no está claro es si lo que vendrá será mejor que lo que hay. En cualquier caso, Cuba es el enésimo lugar donde el comunismo y el socialismo fracasan. Y es que, por mucho que el hombre avance, es imposible desterrar la ignorancia y la clase obrera (en el sentido intelectual de la palabra), pero todos los seres humanos tenemos en nuestra mente la imagen romántica de la realidad: un entorno donde todos vivirán felices, siendo la profesión que quieran, con médicos y salud garantizada, con salarios muy altos, sin pobreza, sin discusiones...

¡Despierten! No hay cabida para estupideces en el Ateneo de Archidux.

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