Translate

domingo, 26 de diciembre de 2010

¡Cuidado con el microondas!

Son fechas señaladas, y como tales, la buena comida abunda. Un buen horno, unos buenos fogones y buenos ingredientes serán la combinación para crear buenos platos. También abunda, aunque menos, ese invento que es el horno de microondas, que tantas satisfacciones y sustos nos proporciona.

¿Está justificado el miedo al microondas? Pues depende. ¿Miedo a qué?¿A quemarnos? Obviamente, sí que está justificado. El microondas bien puede hacer hervir agua y provocarnos quemaduras. Todo cuerpo que contenga agua es susceptible de quemarse o alcanzar altas temperaturas ante la acción de las ondas electromagnéticas que hay en el interior. Pero si tenemos la precaución de coger los alimentos calientes con guantes anti-térmicos y de no meter al perro dentro del microondas, nadie resultará herido.

El funcionamiento del microondas es sencillo: se crea una radiación electromagnética de microondas por medio de un dispositivo denominado magnetrón. Las microondas orientan las moléculas de agua (que son dipolares y están orientadas aleatoriamente) en una única dirección. Entonces, el campo magnético cambia, lo que genera microondas que actúan en dirección opuesta. Este cambio se realiza a la frecuencia de microondas, es decir, entre 300 MHz y 3 GHz. Dicho de otra manera, las moléculas de agua cambian su dirección entre 300 y 3000 millones de veces cada segundo. Estas variaciones de dirección conllevan un intercambio de calor y por tanto un aumento de temperatura.

¿Es posible que se escape la radiación del microondas al exterior y nos queme? Podemos comprobarlo. La radiación de comunicación por teléfono móvil o celular es del orden de la longitud de onda de las microondas. Esto significa que si un horno microondas está aislado, no será posible que el teléfono pueda captar ondas en su interior. Por tanto, debería darnos fallo de comunicación o de cobertura al intentar conectar con él.

Por otro lado, las microondas son radiaciones no ionizantes (recordemos que son radiaciones menos energéticas que la luz visible, es decir, nos quemaría antes la luz de una lámpara que la de un microondas). A pesar de lo que piensa la mayoría de la gente, las radiaciones del microondas no provocan cáncer ni dolencias similares. La radiación de microondas no es más dañina que mirar la televisión (que también emite en el canal de las microondas, en el UHF).

Cabría entonces preguntarse por qué el microondas puede llegar a carbonizar, literalmente, un pollo. Se trata de una cuestión de irradiancia, es decir, de W/m2. Una radiación aún menos potente que la de microondas es la radiación de infrarrojo. Como todos sabemos, la radiación de infrarrojo es invisible y sólo detectable por las cámaras de infrarrojos. Pero de todos es también conocido que el horno de casa, a 250 ºC, aunque tenga el mismo aspecto que cuando está frío (es decir, no presenta coloración roja propia de hierros calientes), puede llegar a provocarnos graves quemaduras. La razón está en la cantidad de energía por m2 capaz de intercambiar en ese momento. Mientras que el suelo de casa posee poca energía, el horno tiene mucha y ambos emiten radiación infrarroja.

Si se escaparan las microondas del horno, no nos quemarían necesariamente. El horno hace que reboten las microondas en su interior, lo que hace aumentar la energía intercambiada. Al salir al exterior, es posible que no todas las ondas lo hicieran en la misma dirección, disminuyendo la energía por unidad de área, y por tanto, el calor.

Así pues, es un invento seguro y menos perjudicial que el propio televisor, que saca por pantalla radiación visible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario