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lunes, 14 de octubre de 2013

La vuelta a casa

Llevaba más de dos meses sin escribir. No había razones por las que escribir, eso era todo. Las noticias, la crisis económica mundial, la guerra de Siria y las matanzas en EE.UU. contribuyeron a no tener una visión clara del mundo. A su vez, parece que los temas científicos no tienen demasiada cabida entre nuestro público y no se me ocurría con qué nueva historia de ciencia sorprenderlos.
 
Tampoco hay una razón real para escribir hoy, pero como si se tratara de escritura automática, lo cierto es que el espíritu me pedía volver a esta mi casa, esta la casa de todos ustedes, a debatir, a enjuiciar, a entender la realidad.
 
No parece que en estos momentos haya algo parecido a un Mesías capaz de solucionar los problemas del mundo, aglutinando tendencias sociales, económicas y jurídicas. Pero esto, desgraciadamente, no va a pasar, ya sea porque Dios no lo quiere o ya sea porque los hombres no lo quieren.
 
Para un amante de la Historia, como es uno, el mundo occidental se parece cada vez más al Imperio Romano. Miro a mi alrededor y me dispongo a contemplar la crisis del siglo III. El mundo ha cambiado mucho, sí, pero tecnológicamente. Socialmente, económicamente, culturalmente... no hemos avanzado desde el neolítico. Podemos decir que la sociedad es más igualitaria, pero el ser humano es un ser jerárquico. Podemos decir que ahora existen muchas líneas económicas diferentes, pero todo se puede comprimir en el uso del dinero para el intercambio de bienes. Podemos hablar de que hay muchas corrientes culturales, pero lo cierto es que el mundo occidental sigue teniendo a Grecia y Roma como pilares de belleza.

Como digo, me siento cada vez más en un Superimperio Romano, es decir, un sistema de países occidentales, con políticas más o menos comunes que no se percatan de los auténticos problemas de sus ciudadanos.

Yo ya no echo la culpa a los políticos. No, no se puede echar a los políticos, al menos no totalmente. Es la conciencia social la culpable. Nos hemos abocado tanto en el sentimentalismo, la pena, la compasión, que hemos abandonado el egoísmo. He de hacer la aclaración de que no es lo mismo tener prácticas egoístas que ser egoísta o favorecer el egoísmo. El egoísmo es el culto al yo, a la individualidad, a la supervivencia. Esto implica ciertas prácticas egoístas que, cierto es, no siempre son morales, éticas o aceptables. Pero otras prácticas egoístas son muy notables, loables e incluso recomendables para aquellos que son más altruistas. La concentración, la reflexión, el honor, la dignidad... son también prácticas egoístas, que sin embargo son éticas y notables.

El problema es que hemos intentado enfrentar al egoísmo frente al bien y esto es inaceptable. El egoísmo no es necesariamente algo malo, como hemos dicho. El egoísmo es una postura de dignificación del yo. ¿Podría ser también el egoísmo una postura de deificación del yo? Sí, también, pero eso conlleva un aspecto enfermizo, de locura. Aquél que pretender ser un Dios vivo o incluso un vicario de Dios no es más que un loco, sea egoísta o sea altruista, me es indiferente.

Todo este discurso me lleva a lo que explicaba al principio. Durante al Crisis del siglo III, los ciudadanos de Roma estaban completamente perdidos, empobrecidos y además, Roma era incapaz de acabar con aquel sistema de clientelismo existente, es decir, un sistema por el cual los ciudadanos más ricos e influyentes tenían una serie de protegidos a los cuales les daban dinero o les proporcionaban los contactos influentes necesarios para desarrollar su vida. Esto es muy parecido a lo que ocurre ahora con los partidos políticos. Insisto en que no es solamente estar vinculado a un partido o señor, sino depender completamente del mismo. En este sentido, el Imperio Romano era muy distinto a la Europa feudal, ya que mientras que en el primero lo que primaba era un sistema de clientela, en la segunda los súbitos estaban subyugados al señor, los súbditos no recibían regalos ni se les propiciaba ningún tipo de tráfico de influencias. El feudalismo o la relación feudal es una relación propia de épocas pobres, mientras que el clientelismo es propio de épocas florecientes.

En esencia, ambos sistemas tienen sus inconvenientes, pero sus diferencias fundamentales son, principalmente, la degeneración moral y laboral del primero frente al sufrimiento y rigidez del segundo. Insistimos en que ambos sistemas son imperfectos, pero como demostró la Historia en muchas ocasiones, el primero da lugar al segundo y el segundo al primero. Por tanto, si el sistema pobre da lugar al rico, éste debe ser más perfecto que el sistema que degenera en el sistema pobre.

Lo que yo veo en esta época, que me recuerda a la romana es la degeneración moral y religiosa: el mismo sistema sexual, con liberación sexual de la mujer, que desembocó incluso en la conversión literal del palacio imperial en un lupanar; la ruptura de la creencia oficial del imperio, el culto al emperador, por nuevas creencias heréticas, como era el cristianismo (en este sentido, hoy tenemos frente a la religión oficial de occidente, el cristianismo, un conjunto de creencias tan dispares que incluirían hasta el satanismo o el culto al mal); el mismo sistema económico de clientelismo, en el que se impide el avance social de los individuos a través del mérito si no es a través de algún amigo o conocido que tenga vínculos en las grandes esferas sociales; el mismo sistema de "pan y circo", en el que a cualquiera se le facilita medicinas, dinero o comida por el simple hecho de existir, sin contribuir con su trabajo al mantenimiento del sistema y estableciendo actividades tan poco útiles socialmente, como son el deporte, el cine o el teatro como objeto de adoración, frente a actividades tan socialmente importantes como la medicina o la enseñanza.

Esto acabará y lo peor es que acabará mal, porque los que vienen por detrás son aún peores que los que estamos hoy. Por eso yo insisto en que la reconversión existencial de occidente debe ser un hecho obligado y no simplemente una meta que alcanzar. Esta reconversión, por desgracia, habrá que hacerla violentamente y eso debería ser realizado con quien puede hacer una violencia terapéutica, es decir, el Estado. Si no es así, la violencia también vendrá, pero esta vez en forma de violencia dañina, violencia mala, violencia mórbida. Amanecer Dorado es un claro ejemplo de esta reforma violenta y dañina. Ellos dicen ser herederos del "nazismo" (esde nazismo bueno del que aquí siempre hemos hablados, ese nazismo hitleriano), pero se confunden. Los asesinatos, la violencia extrema callejera... esa no fue la manera de Hitler. Los famosos crímenes y campos de concentración estaban bastante alejados de las ciudades, mientras que aquí estamos hablando de que a plena luz del día grupos de energúmenos asaltan una reunión y pegan una paliza a otro grupo de personas desarmadas. Esto no es de ninguna de las maneras defensa de la libertad y de occidente.

La violencia buena siempre parte de la autoridad. Históricamente sólo aquellos que no han tenido autoridad real en sus pueblos han sido los que han usado la violencia brutal. En cambio, hasta nuestros cariñosos padres han usado la violencia en alguna ocasión desde su autoridad, ya sea física o verbal. Y sin embargo qué diferencia. La autoridad del padre es incuestionable. ¿Pero y la del Estado?

Aquí dejo esta reflexión. Encantado de volver a escribirles a todos ustedes.

Saludos.

 

jueves, 25 de julio de 2013

Tragedia ferroviaria en el Día de Santiago

No caben palabras más que de pésame a las familias del accidente de tren acaecido hace unas pocas horas en las proximidades a Santiago de Compostela (España). Aunque hay todavía confusión, todo parece indicar que el tren descarriló al adentrarse en la curva a más del doble de la velocidad permitida (180 km/h frente a los 80 km/h que debió haber tomado).
 
El caso es que ahora se trata de buscar causas a una tragedia que si bien no podría haber sido nunca prevista sí que pone de manifiesto graves carencias formativas de los empleados, si como todo parece indicar no hubo fallos mecánicos.
 
No me gusta profundizar en el daño ni tampoco me gusta buscar culpables en los accidentes. Lo que marca la diferencia entre accidente y homicidio es la intencionalidad (si bien el derecho considera comunmente al accidente como homicidio y lo enfrenta a asesinato, éste último sí con clara intencionalidad). Quiero decir que en ningún momento se puede pretender buscar un culpable en algo que no se realiza de mala fe. De todas formas, si un individuo marcha a más del doble de la velocidad permitida sí que debería saber que existe un muy alto riesgo potencial de accidente, lo cual sí que lo convertiría en culpable (es decir, sí que aunque no había intencionalidad se presume la negligencia).
 
Volviendo al asunto de las graves carencias formativas, debo insistir en que por mucho que se repita una información no por ello el individuo está formado. Lo que diferencia a la formación de la información no es el contenido en sí mismo, ya que es el mismo, sino el efecto de aprendizaje (la formación consiste en la preparación y aprendizaje del sujeto mientras que la información es el contenido del aprendizaje). Así pues, una asimilación correcta de la información es lo que lleva a la formación. El problema es que en las empresas la formación se interpreta como una mera exposición de la información o peor aún como una manera de cumplir reglamentos. En ningún caso debería ser así. Los propios sindicatos, en cooperación con la patronal, deberían exigir que los individuos no formados fueran expulsados de sus puestos de trabajo.
 
En este sentido debería proponerse situaciones tales como la expulsión de los que no respetan las reglas o señalizaciones en el ámbito laboral (como por ejemplo, fumar o saltarse las señales de tráfico). De todas maneras, dudo mucho que en la situación actual del mundo, donde el respeto a las normas no es una prioridad, esta cuestión sea importante para los empresarios.
 
Por último, y a efectos formativos e informativos, me gustaría poder dar algunos datos analíticos de la tragedia. En primer lugar, la fuerza con la que se ha estrellado el convoy es la equivalente a su fuerza centrífuga. En este caso, teniendo en cuenta que el radio de curvatura de la vía era de aproximadamente 0,35 km.
 
Por tanto, la aceleración centrífuga viajando a 180 km/h era de aproximadamente 7 N/kg. Es decir, que aproximadamente el choque se produjo con una fuerza similar a la de la gravedad. Esto significa que imaginando que nos soltaran, tumbados boca abajo, sin posibilidad de poner las manos, porque no nos da tiempo, a escasos cm del suelo y pensando en tan terrible impacto, esta misma situación es la que han vivido estos viajeros, algunos, en lugar de chocar contra los asientos delanteros, han sido despedidos contra el suelo o a 2, 3 o 5 m de distancia, con lo que conlleva una lesión similar a una caída desde esa altura.
 
Estas son las cosas que deberían aprender y formarse los conductores y otros responsables: las verdaderas consecuencias de la física aplicada. De hecho y aunque parezca mentira, es muy probable que al haber entrado en la curva, de haber acelerado en lugar de frenar, la tragedia hubiera sido menor. La razón es que la fuerza centrífuga hubiera disminuído, ya que una súbita aceleración del tren fuerza a un cambio de la aceleración centrípeta. De todas maneras, lo mejor hubiera sido haber ido a la velocidad adecuada de 80 km/h y de esa manera, ante un posible descarrilamiento, la aceleración que hubieran sufrido los viajeros hubiera sido tan sólo de 1,4 N/kg, o lo que es lo mismo, un golpe similar al sufrido por una caída tumbados a 15 cm del suelo, que si bien podría partirnos la nariz nos dejaría con vida.

viernes, 28 de junio de 2013

Escenas de salvación: una reflexión cristiana.

Sin duda es que lo más sublime del ser humano puede ser entendido en términos religiosos (alma, fe, más allá...). Debemos comprender que una parte esencial de la humanidad radica en la pregunta de la existencia o no de una vida posterior a la muerte. Y lo más importante: si existe vida después de la muerte, ¿cómo es esa vida?¿Es el cielo?¿Es el infierno? Las distintas religiones avanzan posibilidades, habitualmente buenas o agradables para aquellos cuyo comportamiento fue en líneas generales acorde a los preceptos establecidos por cada religión. La ausencia de estos comportamientos buenos trae consigo la expulsión a los infiernos, generalmente identificados como sitios de sufrimiento y tormento eterno.
 
La reflexión que quiero llevar a cabo en el día de hoy es la siguiente: dadas decenas de religiones, ¿cuál es la que garantiza mi salvación?¿Me la garantiza incluso si no soy miembro de ésa religión? Es decir, si lo aplicamos al Cristianismo, ¿garantiza esta religión mi salvación si hago el bien?¿Y si soy budista o musulmán pero hago el bien?¿Iré al infierno según la doctrina cristiana?

La situación de la Iglesia antes del Papa Francisco era si cabe muy preocupante al respecto. Incluso hoy podemos decir que aún está muy debilitada, pero la capacidad de Francisco parece que podrá superar, al menos en parte, estas debilidades. Sus reformas parecen inminentes y además es un hombre que a priori predica con el ejemplo, lo cual se agradece. Es en esta línea reformista en la que debe insistir el Papa Francisco, pero no en un reformismo luterano, sino en un reformismo franciscano, como hizo San Francisco de Asís en el siglo XIII.

En la Magna obra de Umberto Eco, El nombre de la rosa, se narra, entre otras cosas, la situación que había vivido la Iglesia en aquellos convulsos años del 1200. Es curioso que en una Iglesia persecutora, que había marcado como profundamente herejes los movimientos de los cátaros a principios de siglo y de los dulcinistas a finales del mismo, sea al mismo tiempo la que canoniza a Francisco de Asís. Lo cierto es que a la Iglesia se la puede achacar de muchas cosas, pero no de condenar "porque sí". Siempre hay un motivo, más o menos basado en los evangelios y en la tradición de los primeros cristianos.

¿Entonces en qué se diferenciaban aquellos franciscanos que predicaban y practicaban la pobreza con aquellos dulcinistas que de la misma manera predicaban y practicaban la pobreza? La respuesta es un tanto oscura, pero básica: en la obligatoriedad.

San Francisco pronto empezó a poner en práctica su pobreza y su total sumisión a Dios. A pesar de animar a otros a practicar su manera de vivir, no obligaba ni contravenía a la Iglesia en su seno. Nunca acusó al Papa o a otros cristianos de vivir en la opulencia, sino que él practicaba la pobreza, y con esa misma pobreza de espíritu humilde llegó a forjar una santidad. En cambio, Dulcino arremetía contra aquellos que acumulaban las riquezas. Desde el Papa hasta los nobles, Dulcino consideraba a los ricos y a esa Iglesia rica como engendros del diablo.

¿Qué significado tiene lo anteriormente dicho con el nuevo pontificado del Papa Francisco? Todo. En materia económica, el Papa Francisco habrá de reformar tanto al Banco Vaticano como a la financiación de la Iglesia. La Iglesia debe reformarse hasta la consagración de hombres que renuncien al mundo, verdaderos santos en vida, hombres que, como ocurría en aquel entonces, allá por los primeros siglos del Cristianismo, sean realmente admirados por su vida intachable. No estamos hablando de ascetismo, ni de causar dolor. Se trata de una abstracción total del mundo, en el cual no sientan ningún apego por lo físico o por lo terrenal, sino exclusivamente por lo espiritual y que sirvan de guía al resto de la Humanidad.

De todas maneras esta idea es realmente (aunque parezca lo contrario) más fácil de realizar que la otra reforma absolutamente necesaria: la reforma teológica.

Para hablar con propiedad, no puede existir una reforma teológica, ya que Dios es inmutable. Pero sí conviene mencionar que el Concilio Vaticano II propuso una serie de ideas tendentes a modernizar la Iglesia que si bien han apoyado todos y cada uno de los papas posteriores, no cabe duda de que están sustentados en valores cuanto menos discutibles. Por ejemplo, el concilio Vaticano II hace enorme hincapié en la idea del Ecumenismo, es decir, la búsqueda de elementos comunes en todas las religiones con la idea de crear una especie de organismo suprarreligioso que si bien no sería una religión trataría de hacer un trabajo similar al que hacen las Naciones Unidas en el mundo, esto es, hablar, dialogar, condenar a quienes no cumplan con los preceptos, etc. Sin embargo, esta paz religiosa da pie a un "pacto de no agresión" en el cual se entiende que el apostolado de todas las religiones es entendido al menos en parte como un apostolado muerto, que ya no tiene más sentido más allá de un cuidado de ovejas descarriadas en zonas inhóspitas o personas desatendidas por otras religiones del lugar.

En cualquier caso hay un hecho todavía más importante, si cabe. ¿Garantiza el Ecumenismo la salvación del alma? Es curiosa la respuesta de la Iglesia. Y digo que es curiosa porque aunque fue dada por un Papa, el cual es infalible en cuestiones teológicas, es ante todo inconsistente con la propia Biblia. El Concilio Vaticano II no llega a dejar claro qué ocurre si un hombre "santo" de otra religión muere sin ser bautizado en Cristo o participar en el seno de la Iglesia Católica. Lo mismo para cualquier otra religión en relación a personas que no profesen la religión. La respuesta del Concilio Vaticano II es que la bondad y la fe en Cristo es mucho más importante que la pertenencia a un grupo determinado pero... ¿cómo puedo tener fe en Cristo si soy musulman?¿Un buen musulmán puede llegar a ir al cielo cristiano?

Hasta no hace mucho, existía el limbo para estas almas buenas que no iban al cielo por no estar bautizadas. Sin embargo, el siglo XX  comenzó a ver esta figura del limbo como algo peligroso en su propio concepto, ya que elevaba a "posible canditado a cielo" a un asesino  cristiano arrepentido y sin embargo condenaba eternamente al limbo al no bautizado. Aunque parezca lo contrario, esta actitud ecuménica es si cabe mucho más triste, falsa y peligrosa que la actitud de condenar a un neonato muerto a un "pequeño infierno".

La razón es simple. Si la salvación nos la da Cristo o la fe en Cristo y sin embargo se salva un alma buena no cristiana, ¿qué sentido tiene la fe en Cristo para salvarse? Seamos buenos y budistas y así llegaremos a salvarnos cristianamente. Esto no puede ser y los propios cristianos, el Papa el primero, deben ser conscientes de la necesidad de reformas del Catolicismo, a un Catolicismo más puro, más primitivo, más creyente... El Cristianismo no tiene que ser una religión de imposición, sino una religión de opción. Creer en Dios debe ser sinónimo de vivir en la fe y en la idea de salvación.

El Papa Francisco, por el momento, ha entendido que un Papa moderno no es lo que necesitan los jóvenes, sino un Papa que asuma al rol que muchos padres no han sabido asumir: el rol de la madurez y de la ayuda y el acogimiento. El Papa Francisco también debe entender que hay que insistir a otras religiones en el valor tan enorme que tiene que el Hijo de Dios sea el Cristo al que seguimos todos y que seguir no a un profeta de Dios o a un virtuoso del dolor nos salva, sino seguir al mismo Dios hecho carne. Esto no significa o no debería significar un enfrentamiento con otras religiones. Al contrario, se trataría de proponer a todas las religiones un giro al cristianismo, cada vez de manera más profunda. No un Ecumenismo, sino un Cristianismo opcional, abierto al diálogo, abierto al público, sin miedo y sin tópicos.

Es necesario salvar a esta Iglesia y creo que de momento podemos decir que seguirá sana y salva mucho tiempo.

miércoles, 12 de junio de 2013

Clonación humana

Llevaba ya algún tiempo sin escribir. La verdad es que había muchas razones para no escribir, entre otras que no había nada que escribir. Pero insisto, no era la única.

No hace mucho se comentaba la noticia de que se había podido clonar mediante la técnica de la oveja Dolly el primer estado de un embrión humano. La técnica es sencilla: se extrae de un óvulo la carga genética del mismo (su ADN), se incorpora ADN de un individuo ya vivo y entonces el óvulo detecta que hay dos parejas de cada cromosoma y por tanto el óvulo está "fecundado". A partir de ahí, el óvulo se desarrolla como cualquier óvulo fecundado de manera natural.
 
He aquí que ya sabemos cuál es la manera de conseguir ejemplares idénticos de un mismo individuo de una especie. Esto incluye al ser humano. La cuestión es entonces si sólo se trata de una cuestión científica (algo así como "hemos sido capaces de alcanzar nuestro objetivo") o se trata de una cuestión económica o práctica (algo así como decir que "ahora tenemos un descubrimiento al que hay que encontrar una aplicación").

(Bio)ética. He aquí la clave del problema y de la discusión. Partamos de la base de que todo lo que afecta al ser humano es siempre visto de manera suspicaz, sobre todo si afectan al concepto religioso del individuo o de la especie. Con concepto religioso no sólo incluimos a las religiones mayoritarias, sino también a los seguidores de creencias naturistas. ¿Pero cuál es la respuesta?¿Es realmente ética la clonación humana?¿Es ético crear personas genéticamente iguales en una especie de eugenesia global?

No pretendo entrar en polémicas inútiles. El ser humano debe ser ante todo un ser libre, tan sumamente libre que no debe tampoco establecerse sus características genéticas de antemano. Este sería el auténtico pecado: la falta de libertad genética.

Pensemos ahora mismo en el ser humano en su conjunto. ¿Cuáles son los genes más favorables? Podríamos pensar, a priori, que los genes que nos otorgan una mejor condición física o intelectual serían a priori los mejores genes. ¿Pero qué ocurriría si las condiciones planetarias cambiaran? Condenaríamos quizá al 100% de la población humana al desastre. O quizá no. Es decir, no podemos conocer el futuro con claridad y por tanto ser genéticamente iguales, como le pudiera ocurrir a las amebas u otros organismos unicelulares podría ser algo desastroso.

Por otro lado, no se puede garantizar al 100% la dotación genética idéntica de los individuos. La razón es bastante simple: las condiciones ambientales pueden generar mutaciones detectables o indetectables que realmente produjeran individuos bastante diferentes. Además, la clonación no permitiría más que la existencia de un sexo. Esto podría parecer algo trivial, ya que... ¿para qué una reproducción sexual si hay reproducción clónica? Sin embargo la reproducción sexual tiene bastante más ventajas que la clonación. En primer lugar porque la clonación del individuo, ya sea macho o hembra, trae como consecuencia la generación de un macho o una hembra de la misma genética. Esto significa que no podemos cambiar, por ejemplo, el comportamiento inherente del macho o la hembra, tanto en su faceta física como en su faceta intelectual. Además, partimos de la base de que un individuo que hoy consideráramos genéticamente perfecto en alguna característica personal (por ejemplo, la inteligencia de Einstein) no tendría que ser la mejor o la única combinación de genes para la inteligencia. ¿Era más inteligente Mozart o Einstein?¿Quizá Galileo o Leonardo?¿Marie Curie o Platón?

Lo cierto es que la clonación no tiene, aunque se pudiera, un fin lógico de eugenesia. La Historia ha demostrado que cuando Newton había llegado a ser el más laureado físico, Einstein lo despojó de su título y llegará (si no ha llegado ya) el humano que dejará a Einstein empequeñecido. Es la propia evolución del ser humano.

Otra cosa bien distinta es el pensamiento comercial de la clonación. Desde el principio de los tiempos hemos pensado en nuestro otro yo. Es un concepto tan básico como el de "media naranja". Necesitamos sentirnos comprendidos y, ¿quién mejor que nosotros mismos para ser comprendidos? Sin embargo, por su propia definición, el individuo es único en su especie. No importa que haya un clon de nosotros mismos, ya que de alguna manera nosotros seríamos al mismo tiempo clon de nuestro clon. ¿Por qué razón, salvo por la edad, diríamos que ese otro ser no es uno mismo desde el punto de vista genético? Sin embargo, la experiencia nos demuestra que esta idea romántica pronto se cae por su propio peso. No hay que ver más que el caso real de clonación natural: los gemelos idénticos. Estos hermanos, a pesar de ser idénticos, tienen su propia personalidad, caracterizada por la interacción del entorno con ellos mismos. ¿Acaso no conocemos a hermanos gemelos con personalidades dispares?¿Quién es tan simple de pensar que un clon nuestro no sería sino un ser humano completamente distinto a nosotros, salvo en apariencia?¿Acaso los que nacimos en el siglo XX seríamos capaces de pensar que un clon nuestro del siglo XXI no tendría una personalidad y conocimientos completamente distintos a los nuestros?

Dejenme que les diga, como conclusión, que no hay mejor manera de perpetuarnos que a través de nuestros hijos y que clonaciones, a no ser que fueran con fines claramente terapéuticos, en el primer estadio celular, cuando ni siquiera pudiera hablarse de individuo, no tendrían cabida en una sociedad mentalmente sana. Es más, crear seres humanos embrionarios con el propósito exclusivo de matarlos posteriormente para nuestro propio beneficio no es más que una atrocidad. Muchos médicos y especialistas ponen como límite una serie de divisiones celulares del cigoto primitivo. Ese concepto no debe entenderse así. No se trata de poner un límite temporal o físico, sino de poner un límite objetivo. Centrándonos puramente en la teoría de la evolución. ¿En qué momento deja de parecerse un embrión humano de un embrión de pollo, de perro o de mono? He aquí donde puede hablarse de ser humano. No podemos entender que un conjunto de órganos humanos (como ocurrió recientemente en el Salvador con Beatriz) sea un ser humano, si le falta el cerebro o el corazón. Insisto, si en algo se equivocan todos los científicos es en fijarse en qué momento se puede hablar de "ser humano" o "células". Hay que fijarse en ¿en qué momento el recien nacido deja de tener forma de ameba, o de pez o de pollo? Mientras tanto, es una ameba, un pez o un pollo cualquiera.

miércoles, 24 de abril de 2013

¿El sol sale siempre por el Este?

Dice la creencia popular que el Sol siempre sale por el Este. Es un principio básico enseñado en la escuela desde siempre. También es notorio el caso en el que se habla de que los antiguos pueblos maya, asirio, egipcio o babilonio dirigían sus templos hacia la salida o puesta del Astro Rey. Aún es más llamativo el caso del musulmán que reza en dirección a la Meca, que históricamente en África, Europa o América ha sido hacia el Este, es decir, nuevamente en dirección del amanecer.
 
¿Es esto realmente así? Una simple reflexión ya nos incita a pensar que esto no puede ser así, simplemente porque en la Tierra hay muchos lugares y latitudes y por tanto parece que más o menos la dirección este se mantiene, pero no con total exactitud.
 
Aun así, cabe pensar... ¿existe algún lugar en la Tierra donde el Sol sale por el Este?¿Quizá sale en todos y lo dicho es una apariencia?¿Quizá no sale en ninguno? En el siguiente tema trataremos de despejar las dudas.
 
Ante todo, hay que hacer algo de memoria sobre un tema que ya comentamos hace algún tiempo: El increíble mundo de las coordenadas. En él, hacíamos referencia a las coordenadas esféricas y a las coordenadas cartesianas. La cartografía local generalmente se mide en coordenadas cartesianas (que corresponden a Norte, Sur, Este y Oeste). Sin embargo, el movimiento solar, para un observador local o incluso para el observador que esté fuera del sistema Tierra-Sol, resulta más ventajoso que se mida en coordenadas esféricas.
 
Como ya vimos en aquel tema, es fácil traducir los puntos notables de dichas coordenadas a otro sistema. Así, por ejemplo, los puntos cardinales Norte, Sur, Este y Oeste, se pueden describir de manera local como azimut (o primera coordenada angular) como 180º, 0º, +90º y -90º. Así pues, en una ubicación terrestre por la cual el Sol saliera exactamente por el Este, se diría que el Sol tendría azimut +90º. La cuestión es averiguar si en algún punto de la Tierra se da esta circunstancia y dónde se encuentra este punto.
 
Para aclarar esta idea, deberíamos observar la siguiente figura, donde se muestra a la Tierra en los puntos notables de su movimiento de translación así como de otros puntos intermedios.





La figura es la representación de la Tierra como un cuerpo quieto (lo cual, como sabemos no es cierto) sobre el que gira y se coloca en diversas posiciones el Sol, aquí no representado. El Sol no se representa por estar muy lejos en relación  a la Tierra, lo que significa que se puede considerar que el Sol está a distancia infinita y puede ser sustituido por sus rayos, representados por la condición anteriormente dicha como paralelos. Las cuatro posiciones coinciden con los dos solsticios (21 J y 21 D) y los dos equinoccios (23 S y 21 M). Como puede verse, el trópico de cáncer, el de capricornio y el ecuador están representados. Estas líneas tendrán su importancia durante la discusión. Por último se representan el eje (que define el Norte y el Sur), el plano de la eclíptica así como el ángulo que forma el eje con la eclíptica (23º) y por último un punto arbitrario P de la superficie terrestre, que será objeto de nuestro estudio. También se ha hecho el dibujo de un círculo, a efectos de hacer entender que los rayos del Sol podrían ser representados más bien como un tubo o cilindro de luz más que la representación plana que aparecen en el resto de puntos notables.
 
La razón fundamental de la posición del Sol respecto de la Tierra es el ángulo que forma el eje con la eclíptica. Si no fuera por esta desviación, no habría estaciones. La posición del Sol, vista desde la Tierra, en cada momento es la posición que ocupa respecto a los cuatro puntos cardinales (N-S-E-O). Existen varias reglas fácilmente demostrables a la vista del dibujo que nos ayudarán a definir exactamente la posición del Sol y sobre todo calcular la posición exacta del Este. Las reglas son las siguientes:
 
1. La posición se define como ángulo respecto al Sur. Así la posición sur es 0º.
 
2. Si un punto está en el hemisferio Norte o Sur más allá de los trópicos (por ejemplo, en el paralelo 40), el Sol siempre está en posición Sur o Norte respectivamente al mediodía.
 
3. El Este y el Oeste siempre coinciden con la dirección del movimiento de rotación de la Tierra, sin importar la época del año, ya que el eje de la Tierra está siempre orientado de Norte a Sur.
 
4. Se desprecia tanto el ángulo que forman los rayos del Sol con la Tierra (se consideran paralelos) y se desprecia también pequeños recorridos de la Tierra alrededor del Sol a efectos prácticos de cálculo (por ejemplo, cambios de posición en el transcurso de menos de 1 día).
 
 
Según estas reglas, el Sol saldrá por el Este y se pondrá por el Oeste exactamente sólo los días en los que al amanecer o al atardecer el Sol coincida con la dirección del movimiento. Imaginemos nuevamente el punto P en uno de los puntos notables, en concreto en el solsticio de 21-D. En la siguiente figura se observa varias cosas interesantes:

La figura de la derecha representa los rayos solares incidiendo sobre la Tierra durante el Solsticio 21-D. Como se puede observar, la Tierra gira constantemente. El punto P (representado en rojo) se traslada invariablemente durante todo el año por el paralelo dibujado en azul. El día 21-D, el punto rojo no comienza a ver el sol hasta que llega al plano perpendicular a la eclíptica (línea vertical). Puede verse mejor esta circunstancia en la figura de la izquierda, donde la línea continua más delgada demuestra que está representado justo ese punto y no otro. También, como puede observarse, durante cierto tiempo el punto rojo seguirá el contorno de la circunferencia terráquea, ya que está más al norte del trópico de cáncer. Posteriormente ya seguirá plenamente el paralelo azul hasta el atardecer. Puede observarse que, en esa circunstancia, el Este, que corresponde a la dirección de avance, poco tiene que ver con la posición Este del mediodía. Es decir, como dijimos, la orientación del Este es siempre la orientación del sentido del movimiento. En el punto verde, que representa el mediodía, el vector de orientación forma 90º con el Sur, que es donde apunta el sol en ese momento. Por tanto, se concluye que dicho día, el Sol no sale por el Este sino por una posición más bien sureste para dicho punto concreto.

¿Cuál es esa orientación sureste? La calcularemos posteriormente.

Algo parecido ocurre en los solsticios, pero se puede demostrar que ese punto por el que sale el Sol tiene posición noreste. Por tanto, entre uno y otro, al tratarse de una función continua, debe existir un día en que el amanecer coincide con el Este.

Dicho punto ocurre en ambos equinoccios. Habrá quien haya concluido esto fácilmente diciendo "si no es en el solsticio, será en el equinoccio", pero esto no es tan fácil. En primer lugar, para demostrarlo, sólo tenemos que referirnos nuevamente a la figura de la derecha. Si en lugar de los rayos dibujados nos imaginamos los rayos en el equinoccio, nos encontraríamos con que serían perpendiculares al plano del dibujo (perpendiculares a nuestra pantalla). En esa situación, obviamente todos los puntos de la circunferencia exterior son perpendiculares a los rayos del Sol. Por tanto, siempre que le toque amanecer a un lugar de la Tierra, se encontrará con que verá salir el Sol exactamente por el Este. También ocurrirá lo mismo al atardecer: lo hará por el Oeste exacto. Esto puede verse reflejado en el punto azul.

De este estudio pueden sacarse interesantes conclusiones. Por ejemplo:

a) Podría parecer que en los equinoccios el Sol en el punto P se viera en el sureste o suroeste al mediodía (debido a que en el dibujo se ve un ángulo de desvío de 23º). Esto no es así ya que el sol está situado en la eclíptica para el observador interno pero si nos fijamos en el dibujo, el observador terrestre vería que el Sol se desplaza por el cielo de Este a Oeste, ya que no observa la eclíptica, sino el movimiento intrínseco de la Tierra. Esto ocurriría para todos los puntos de la Tierra.

b) Podría parecer que tras lo dicho en a) todos los puntos de la Tierra de un mismo meridiano verían el Sol de la misma manera durante los equinoccios (es decir, con la misma altura y azimut). Esto no es cierto, ya que a pesar de que el movimiento del Sol esos días es rigurosamente E-S-O, el observador está situado en una latitud determinada, lo que lo convierte en un observados situado en un sistema de referencia relativo al plano tangente a la superfice de la Tierra. De este modo, aunque un mismo meridiano situado en el hemisferio norte verían el sol al Sur, no cabe duda de que lo verían a distintas alturas.

c) Las zonas intertropicales (como el ecuador) verán el curioso fenómeno de que el Sol durante el año ocupará todas las posiciones del azimut (desde el 0º al 180º, pasando por el +90 y -90º) a lo largo del año.

d) Las zonas polares verán el curioso fenómeno de que desde el equinoccio de primavera al equinoccio de otoño el Sol recorrerá todos los puntos del azimut todos los días. El resto del año estará a oscuras.

Por último, cabe destacar al cálculo de la posición de la salida del Sol. Si consideramos un punto P situado más allá del trópico de Cáncer en dirección Norte, la posición oscilará del verano al invierno de la siguiente manera:

En el invierno: 90-latitud-23º.
En la primavera y el invierno: 90º
En el verano: 180-latitud-23º.

Este cálculo siempre tiene que ser positivo. Si es negativo, entonces quiere decir que no amanece (zonas polares, por ejemplo).

Pongamos un ejemplo: en Nueva York (paralelo 40º). En invierno amanece con azimut 27º,es decir, en una posición SSE, muy alejada del Este, mientras que en verano lo hace en el azimut 117º, es decir, algo menos que la posición Noreste (135º). En el caso Quito, a 0º, amanece en el "invierno" en la posición azimutal 67º, mientras que en el "verano" lo hace en la posición azimutal 157º.

En el Polo Norte, en el invierno no amanece (-23º), mientras que en verano lo hace en la posición 67º (aunque en el verano esta afirmación carece de sentido, al existir Sol de Medianoche). Sería más bien el punto más bajo de la trayectoria solar. Como dato curioso, en el círculo polar ártico amanece en el invierno por el Sur.

 

jueves, 4 de abril de 2013

La imputación de la infanta Cristina en el caso Noos

Los medios de comunicación españoles han abordado hoy la noticia de la imputación de la infanta Cristina, hija del Rey de España, en un caso de corrupción política y financiera conocido como "Caso Noos". En esencia, se estipula que el marido de la Infanta, el ex-jugador de balonmano Iñaki Urdangarín, había montado una empresa de creación de eventos sociales y deportivos junto con un antiguo profesor de máster, con la cual se dedicaban a adquirir contratos públicos y a estafar dinero de los contribuyentes españoles. En principio siempre se sostuvo que si bien el marido de la Infanta había sido el brazo ejecutor y su antiguo profesor el cerebro de la trama, la Infanta no tenía noticias de las actuaciones de su marido. Sin embargo, datos recientes (correos electrónicos) corroboran la tesis de que no sólamente conocía el asunto sino que  además participaba en la sombra en la toma de decisiones.
 
Ahora todos se preguntan... ¿y el Rey?
 
Muchos verán en esta imputación una alegoría de la Justicia o de la República. Incluso habrá quien se alegre de ver que los ricos e incluso la persona más importante del país pueda ir a la cárcel. Y sin embargo esto no conviene a nadie. Por más que se empeñe cualquier anarquista, comunista o republicano en ver el lado bueno de esto, no lo tiene por ningún lado.

La razón es muy simple: la imputación de la Infanta repercute en la Casa Real, o lo que es lo mismo, a la figura del Rey, que es en definitiva la institución del Estado hecha vida. El Rey representa la más alta representación del Estado y por tanto, el Rey, en sí mismo, es el Estado.

Hemos de entender que este párrafo anterior puede ser visto con sorna o con desprecio a ojos de algunos igualitaristas, pero analizado en el más puro espíritu de la ley, el Rey es el garante de la fortaleza y de la independencia del reino, así como máximo responsable de las miserias, de los escándalos o de las corrupciones del Estado. Decir que el Rey o que la Casa del Rey están implicados en un escándalo de corrupción es lo mismo que afirmar que el Estado está corrupto, es decir, que España, en este caso, es un país corrupto.

En otros países y en otras épocas, el deshonor es la situación más grave que puede vivirse y por la cual está admitido el suicidio o el linchamiento. No parece que sea esta situación la que vaya a producirse, ni mucho menos, pero cabe destacar que el mismísimo Rey debería tomar esta cuestión como un delito de lesa majestad.

No podemos pedir que en una sociedad en la que todos hemos permitido esto, es decir, un rey que casa a sus hijos con plebeyos, un rey que debe mostrarse risueño siempre por no enfadar a la opinión pública (en definitiva: un rey débil), que ahora pretendamos que ese mismo rey se gire y sea duro con su hija y no sólo reprendiéndola, sino, si cabe, desterrándola.

No y no. Somos hipócritas. La Casa Real no puede ser "la amiga de todos" para ahora ser un instrumento maquiavélico. Ahora todos los españoles tienen lo que se merecen: un estado irreconocible.

Siempre he pensado que al "español de ambos hemisferios", como nos llamaban en la Constitución de 1812, le falta cultura en general y cultura histórica en particular. Quiero decir que somos y seremos un pueblo que no comprende ni lo que simbolizan sus instituciones ni lo orgullosos que hemos de sentirnos de ser españoles. Incluso podría decir que hoy en día si pudiera renunciaría a mi nacionalidad, ya que me avergüenzo de tener vínculos con cualquiera de las Españas. Desde Argentina y Chile a México pasando por España todos son países vergonzosos, humillantes, decrépitos y sobre todo incultos.

No hemos comprendido nada de aquella mentalidad tan organizada e inteligente como la que tuvieron los Reyes Católicos, no hemos aprendido nada del carácter universal que tenía el Imperio de Felipe II; no aprendimos tampoco nada de las fabulosas misiones emprendidas entre otros por los jesuítas, interpretadas maravillosamente en La Mision por Irons y De Niro.

No estamos orgullosos de ser católicos y de ser la cultura más numerosa entre los católicos.

No estamos orgullosos de tener un gran monarca, que si bien está afectado en sus última etapa de vida ha demostrado ser un gobernante excelente.

No estamos orgullosos de nuestra lengua, en la cual inventamos cada día palabras nuevas como scoring, bulling o web.

En su lugar hemos permitido que la institución monárquica se haya convertido en una payasada. Hemos permitido que hasta el mismo Hugo Chávez sea un líder más valorado por su pueblo que cualquier otro presidente iberoamericano. Hemos permitido que plebeyos, ignorantes, populistas o corruptos se hayan hecho con todos nuestros ahorros.

¿Y ahora qué?¿Ahora quieren que el Rey dé ejemplo? Hipócritas.

Ahora, a aguantarse.

miércoles, 27 de marzo de 2013

La Semana Santa desde otra óptica

Otro año más viene la semana más importante de la vida del cristiano. Esta vez, además, acompañada de la presencia de un nuevo papa.
 
Resulta francamente curioso que esta fecha antaño tiempo de reflexión e introspección cristiana ahora se muestre un tiempo de expectación por las vacaciones. Pero ése es otro tema. Hoy me gustaría ver la Semana Santa desde el riguroso lado de la ciencia.
 
La Pascua coincide, desde tiempos centenarios de tradición judía, con la primera luna llena de primavera. Este hecho convierte a la Semana Santa en una fecha arbitraria, que cambia anualmente en una horquilla de aproximadamente 6 semanas. Así la semana Santa como mínimo comienza un día 13 de marzo como Viernes de Dolores y termina como muy tarde un día  25 de abril como Domingo de Resurrección.

Comúnmente ha existido en épocas recientes, y más aún desde que comenzó el fenómeno de la globalización, el caso de que la Semana Santa puede provocar una serie de incompatibilidades de tipo económico entre diversos países y culturas, similarmente a como lo hacen los husos horarios. En cualquier caso, se han propuesto varias alternativas para intentar superar esta situación temporal.

El cálculo de la Pascua (Domingo de Resurrección) es como sigue:

- La Pascua siempre es en domingo.
- No puede coincidir nunca con la Pascua Judía
- El día de Pascua debe ser el siguiente domingo al primer plenilunio de primavera.

Por tanto, de aquí se deduce que el día mínimo en que puede ocurrir una Pascua, considerando que el 21 de marzo es el equinoccio de primavera, es el 22 de marzo. En este caso:

- Primer día de primavera: 21 de marzo
- Primer plenilunio: 21 de marzo
- Si el plenilunio cae en sábado: Pascua el 22 de marzo (domingo).

Nótese que no puede ser el 21 de marzo domingo, ya que la Pascua Judía coincide siempre con el día de plenilunio y por tanto, en caso de coincidir el plenilunio el 21 de marzo, la fecha se traslada al siguiente domingo, para no coincidir ambas fechas (es decir, al día 28 de marzo).

En cambio, si el día 20 de marzo hubiera sido plenilunio, la fecha de Pascua se trasladaría, considerando que la luna tiene 29 días de ciclo, al 18 de abril, que en caso de ser domingo nos llevaría al 25 de abril como fecha de Pascua para evitar que coincidiera con la Pascua Judía.

Así resulta fácil la explicación de este otro "misterio pascual".
 
 
 

lunes, 18 de marzo de 2013

Habemus Papam II o el Papa Francisco, un papa bueno.

Quería esperar un tiempo antes de escribir sobre el tema. El nuevo Papa es un papa atípico. Era necesario esperar unos días antes de emitir juicios sobre el nuevo pontífice, a pesar de que ya mucho está dicho.
 
Francisco exteriormente tiene muchas diferencias con los papas anteriores: es argentino, el primer papa del Nuevo Mundo. Esto imprime carácter. Pero también es un papa distinto interiormente: comenzando por su nombre, haciendo un guiño a San Francisco de Asís, el santo que predicaba pobreza, el nuevo Papa Francisco insiste mucho en este punto: volver a ser la Iglesia de los pobres.
 
Desgraciadamente tenemos poca y corta memoria. Benedicto XVI sigue vivo y sin embargo en los corazones de muchos se presenta a Francisco como un papa que llevara meses o años. Si bien es cierto que Francisco está aglutinando las mejores críticas del momento, esperemos y roguemos a Dios que no sean sólo el fruto de una euforia puntual propia de la novedad sino que sea  la línea rigurosa de todo su mandato, como según parece así será.
 
Benedicto XVI pasará a la Historia como un papa intelectual. Es cierto que no se le ha valorado tanto como debiera. Ha contribuido a formar las bases propagandísticas de la nueva Iglesia. Benedicto XVI ha sido, ante todo, un papa culto, un consumado teólogo, lo que vendría a ser más o menos lo que es un reputado científico en su campo. Cierto es que los científicos por lo general no contribuyen a mejorar el bienestar de las personas, pero sientan las bases científicas para que posteriormente ingenieros o inventores sí que realicen objetos o métodos que mejoren el bienestar.
 
Francisco ahora tiene la tarea de inventar la Iglesia a través de los descubrimientos teológicos y de la parcial reorganización de las instituciones eclesiásticas de Benedicto XVI.  He aquí donde el Papa Francisco ha comenzado con muy bien pie. Ha entendido perfectamente que la Iglesia debe volver a encontrarse con el camino perdido de los evangelios.
 
Hay quien dice que el Papa ha sabido entender la nueva situación de la Iglesia. Esto no es cierto. Los cardenales, cuando lo eligieron, sabían perfectamente que este papa no necesitaba entender nada, ya que él es así. Es muy diferente que uno al llegar a un nuevo puesto de responsabilidad cambie su forma de ser (por lo general es así) a que esa misma persona sea así y al llegar al poder siga comportándose así. Este es un acierto no del Papa, sino del colegio cardenalicio. Al escoger entre los candidatos a aquel que no tenía que fingir ni dejar de ser quien era, se fomentaba abiertamente el espíritu de buena concordia en el seno de la Iglesia. En este sentido, hemos de admitir que Benedicto XVI cambió radicalmente la manera de pensar que tenía cuando le llamaban Cardenal Ratzinger. Si aún nos acordamos, el llamado "Cardenal de Hierro" resultó ser un señor bastante cercano y simpático en su papado. Esto, según parece, fue causado por la mala prensa que había tenido siendo cardenal. Además, la sombra de Juan Pablo II era demasiado larga y le acompañó al menos los dos primeros años de su pontificado, más que nada hasta que beatificó al anterior papa y las cosas se calmaron. Desgraciadamente Benedicto XVI sufrió del mayor mal del ser humano: el miedo. Quizá, de haber sido más joven, hubiera sido más valiente en sus reformas y de haber sido más valiente, hubiera sido distinto su papado, tanto para bien como para mal. En cualquier caso, a Benedicto XVI le falló su carácter lógico: al no entender que los ministros de la Iglesia podrían ser en sí mismos los mayores pecadores no pudo llevar reformas más contundentes y necesarias.
 
Al Papa Francisco le ocurre lo contrario: su carácter es mucho menos serio. No deberíamos hablar de que sea más carismático que su predecesor, porque eso es relegar al anterior papa al rango de títere y para nada sería justo hacer ese comentario. Sin embargo, el pueblo, por el momento, se ve reflejado en algunas de sus posturas.
 
Antes de que saliera el nuevo papa había quien me preguntó que quién debería salir como nuevo papa. Yo contesté muy claro: "El Papa ha de ser ante todo una persona buena". Esta respuesta parece obvia, pero no lo es. Lo que necesita hoy más que nunca la Iglesia (y parece que lo ha conseguido) es una persona buena. No necesita teólogos, ni políticos, ni personas que sepan 20 idiomas. Necesita bondad.
 
Jesús de Nazaret sólo sabía hebreo. Es posible que hablara algo de la lengua conquistadora (el latín) pero seguro que no era un experto. Por otro lado los Evangelios indican que sabía leer (Lucas 4, 16-21) y escribir (Juan 8,6) pero no fue un consumado autor, pues de hecho no dejó escrito ningún libro, cosa que sí hicieron sus discípulos. Si Cristo no era un experto, ¿por qué habría de serlo el Papa? Es cierto que la Iglesia que se encontró Cristo no es ni mucho menos la que existe hoy, con más de 2000 millones de cristianos. Sin embargo, no hay nada que no pueda hacer el poder del bien.
 
Recuerdo en la película de Ben-Hur que cuando Charlton Heston está encadenado y no le dejaban los romanos beber agua, al pasar por Nazaret, un joven Cristo, al cual no se le ve la cara en la película, se acerca al preso y le da de beber agua. El soldado romano se acerca violentamente a Jesús y lo reprende pero el gesto de Jesús, callado y mirándole fijamente, a lo cual el propio soldado se asusta, es el gesto que busca la Iglesia actual. Es necesario que exista hoy un hombre tan poderoso que sea capaz de poner en su sitio a muchos hombres tan poderosos como pecadores, pero al mismo tiempo lo haga con la dulzura y bondad de un buen cristiano. Eso no requiere de ciencia, sino de fe y de un don de Dios, el don que sólo se le confiere a los santos.
 
El Papa Francisco es bueno ante todo. Por supuesto es humano y como buen humano puede tener opiniones, pero lo auténticamente importante es que sin salirse de los preceptos rígidos de la Iglesia sea capaz de transmitir esa bondad que espera el pueblo.
 
Ahora sus detractores quieren echar por tierra su bondad. Colaboraciones con Videla, nunca demostradas, o más recientemente su oposición al matrimonio homosexual no son más que cuestiones que merecen un aplauso. Nadie es malo por rechazar lo que no es bueno. Es más, si cabe, para evitar discusiones estúpidas, nadie es malo por rechazar lo que no es ni bueno ni malo. La homosexualidad está ahí, es un hecho innegable. Sin embargo, la oposición de la Iglesia, la cual no es incorrecta aunque quizá sí poco acertada políticamente, no significa que se niegue lo evidente sino que se niega que esa opción de vida sea acertada. La Iglesia, como ocurre con tantos otros temas polémicos, no puede aceptar principios errados de los seres humanos, no admisibles ni por la más pequeña lógica. Aún así, el Papa Francisco considera errados sus comportamientos pero no imperdonables. La Iglesia, ante todo, debe saber perdonar. He aquí otro de los principios que hacen y harán de este papa todo un símbolo.
 
Eso creo yo: hemos dado con el Papa Bueno. Un papa que devuelva la fe y demuestre con hechos (Mt 7,16-20: Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis). Este papa será ante todo un predicador con el ejemplo.

miércoles, 6 de marzo de 2013

La muerte de Hugo Chávez: retrato histórico de un líder

Ocurrió. Chávez ha muerto.

Lo más importante en la ciencia histórica es la imparcialidad y la objetividad. Cada vez se hace más necesario abandonar las ideas de bueno-malo para centrarse en el contexto histórico, las consecuencias de las decisiones de los personajes históricos y por último el pueblo. ¿Qué pasa con el pueblo?
 
Mis discursos sobre el chavismo, sobre Chávez y sobre la política venezolana e hispanoamericana en general han sido elaborados, entretenidos y sobre todo didácticos. Tanto en la etapa en Libroadictos como en el Ateneo de Archidux, Chávez tuvo en algunas ocasiones protagonismo importante en mis comentarios.
 
¿Quién era Chávez? Obviamente tiene una biografía, pero yo me quiero centrar en el personaje y no en la persona. De Chávez han dicho (incluso él mismo se ha calificado) de socialista, revolucionario, populista y sobre todo un líder opresor, excéntrico y peligroso. Sus partidarios, en cambio, lo amaban como a una especie de apóstol de la verdad suprema. Sus detractores en cambio lo consideraron un gorila sin cerebro, un fanático obsesionado con una nueva era de poder venezolano.
 
Y sin embargo, no era nada de eso. ¿O quizá sí?
 
Puedo reconocer que Chávez no me ha resultado una figura peligrosa o un loco ansioso de poder. Es más, he defendido y defiendo muchos de sus métodos, calificados por algunos como populistas, pero que en un análisis profundo no son sino formas básicas de una política sincera y justa.
 
Si algo hay que elogiar de Chávez es su cercanía con el pueblo. En este sentido, Chávez y otros antiguos dictadores, con Hitler a la cabeza, sabían que el pueblo era quien de veras deponía a los líderes y que no había nada más triste que un pueblo empobrecido, un pueblo sin futuro o un pueblo de muertos o hambrientos. Chávez sabía que las clases bajas venezolanas no tenían más esperanza que la llegada de un auténtico líder del nuevo orden.
 
Chávez era capaz de hacer una carretera para llevar alimentos a las zonas más necesitadas en cuestión de días. Chávez movilizaba el ejército para ayudar a familias necesitadas y disponía de viviendas nuevas a tal efecto. Chávez demostró durante años ser un buen padre protector para su pueblo Venezuela.
 
Nadie puede criticar eso de Chávez. Los que lo han criticado han salido mal parados, ya que el pueblo de Venezuela ha podido comprobar por sus propios ojos estos hechos. Y en esto se han equivocado los rivales y detractores de Chávez, en tratar de negar que lo que hacía Chávez era bueno para el pueblo.
 
Y lo era.
 
Sin embargo, Chávez también tenía muchos yerros. Él mismo se calificaba de socialista y desde sus inicios se alió con todo lo que simbolizaba capitalismo. Ese fue sin duda su principal error: entender que sólo el socialismo sería capaz de sostener la idea de estado venezolano que él proponía. Entendía que el capitalismo era sinónimo de corporativismo. Después de más de 100 años de socialismo y de desastres socialistas (como el de la Unión Soviética o China), no puede ser concebido ningún régimen político cuya base sea el socialismo clásico sin la participación de la estructura capitalista.
 
Chávez entonces se alió en contra de Estados Unidos (y en menor parte, la Unión Europea). Este fue un gravísimo error nuevamente, ya que asumía unas relaciones multilaterales con líderes que no concebían sus ideas políticas sino que su nexo de unión era exclusivamente el odio a EE.UU. Es esta situación, marcada por la idea preconcebida de que el mal estaba generado desde EE.UU., la que ha provocado el distanciamiento internacional de este país con otros países desarrollados.
 
Por estos errores, Chávez condenó a su país a un panorama crítico. Chávez entendía el socialismo como la respuesta, cuando la respuesta era el capitalismo de Smith. Es muy probable que Chávez fuera socialista o entendiera esa forma de socialismo simplemente como una base para atraer a las masas con ese nombre de "socialismo" o como un concepto derivado de una oposición al régimen económico corporativista de Venezuela antes de su mandato.
 
En definitiva, la Historia, una vez que pasen los años y se olvide su presencia en los medios de prensa, pondrá a Chávez como una figura ejemplar en su gestión interna pero condenable en su trato con el exterior y con la concepción del movimiento como de seguimiento socialista. No se negará que en pleno siglo XXI existió un hombre capaz de dar respuestas personales y sinceras a quienes le siguieron y que además hizo mucho bien de manera individual. A eso lo llaman populismo. Yo llamo populismo a dar 1 a cambio de 100. No puedo llamar populismo al que da 1 a todos pero se equivocó en el trato con los de fuera y ello desembocó en un problema para todos. ¿Cuántas veces no se equivocan los padres por hacer bien a sus hijos? Y nadie los llama populistas. Creo sinceramente que ante todo Chávez estaba convencido sinceramente de lo que hacía y sobre todo estoy convencido de que Chávez tampoco lo hacía por un interés a corto plazo o un interés corrompido por el dinero. A diferencia de otros líderes, como Evo o Cristina Fernández, pienso que Chávez siempre quiso el bien para el pueblo. Únicamente su escasa cultura sobre el socialismo fue la que motivó el problema.
 
Descanse en paz y que Venezuela encuentre su camino.

lunes, 25 de febrero de 2013

El curioso caso de Oscar Pistorius

"La suerte de la fea, la guapa la desea" o "Dios cierra una puerta pero abre una ventana". Eso es lo que debería decirse en el caso de este atleta que, como sabrán los lectores, ha matado a su novia.
 
El caso es que Pistorius, o su versión más espectular, Armstrong, era el ejemplo máximo de motivación, superación y vitalismo. Nacido con una enfermedad congénita que le llevó a amputarle las pieras en los meses de vida, Oscar Pistorius consiguió incluso llegar a ser atleta olímpico en Londres 2012, convirtiéndose en el primer atleta paralímpico admitido para competir con atletas sin taras físicas.
 
Además de estos logros, Pistorius era un tipo mediático. Rico, famoso, con una novia guapa... El caso es de sobra conocido: chico joven y atractivo que lo tiene todo se aburre de su novia y finalmente la mata sin motivo aparente o por los celos o por cientos de cuestiones baladíes.
 
Lo importante del caso no es el hecho en sí sino... ¿por qué?¿Qué lleva al ser humano a realizar estas acciones aparantemente inexplicables?¿Será que realmente está en la naturaleza humana el inconformismo?
 
Un estudio antropológico, considerando al animal humano en sí mismo y su comportamiento en su medio ambiente, refleja que el animal humano es ante todo un sujeto creador o emprendedor. La causa de este comportamiento radica en el asombroso cerebro humano, capaz de pensar cientos o miles de ideas o relaciones lógicas en pocos minutos. Gracias a este comportamiento que tiene el cerebro, el ser humano ha logrado dominar a todas las demás criaturas naturales, desde las diminutas bacterias a las enormes ballenas. Por tanto, pensar mucho y rápido no es sin duda nada malo. El problema radica en que por este motivo el ser humano, en su carácter emprendedor, desea asumir riesgos en relación a unos objetivos más ventajosos y por tanto la evolución como especie le ha dotado de un extenso carácter inconformista y manipulador.
 
En sí mismo, el ser humano evolucionó a modelos más inteligentes. Cuanto más inteligente era el ser humano, más posibilidades había de salir vivo de situaciones comprometidas o tener ingenio para vivir de manera más cómoda. Sin duda, el descubrimiento del fuego, de la rueda o de ingenios para la caza, la pesca o la recolección han permitido al ser humano sobrevivir en los más hostiles entornos.
 
Todo esto nos lleva a preguntarnos por qué personas como Pistorius, aparentemente sin problemas y con fama, sienten una profunda necesidad de asumir riesgos, o enfadarse, en definitiva, de salir de un arbitrario aburrimiento. Otro caso parecido fue el famoso "estoy triste" de Cristiano Ronaldo, un individuo que es multimillonario, famoso, guapo, que tiene a una de las mujeres más bellas del mundo como novia y cuyo trabajo sólo le exige correr, sin pensar demasiado.

No se trata de buscar excusas, pero estos individuos son en cierto modo víctimas de la propia naturaleza humana. En el caso de Pistorius, la respuesta es sí. Sí ha de ir a la cárcel y pagar por sus actos. Sin embargo hay que tratar de profundizar en este tipo de trastornos, basados en una profunda decepción personal o vacío interior. Deberíamos plantearnos seriamente una vuelta a valores más espirituales y más austeros. No hablo de una revolución espiritual tipo New Age, sino una búsqueda sincera del concepto del yo y de la relación del yo con el mundo. Esta búsqueda, muy presente en todos los tiempos y culturas hasta finales del siglo XIX y el siglo XX, debe representar en cualquier caso el fin de todo ser humano.

Hay que enseñar, muy a pesar de lo que la sociedad marca, que la felicidad no está en los placeres o al menos no simplemente en los placeres. El placer de la fama, el placer del sexo, el placer de la comida y la bebida... no son más que falsos conceptos que se comparan con la felicidad pero no son la felicidad. Sería como decir que la letra O es lo mismo que un círculo. La O puede parecer un círculo, pero no lo es. De hecho, la O es ciertamente un círculo pero no ha de interpretarse como círculo, sino como O. Estos placeres son fuentes de felicidad, pero no son la felicidad en sí mismas ni han de ser sustitutivos de la auténtica felicidad.

Si a nuestros jóvenes se les fomenta este concepto, no basándolo en conceptos de "bondad", "candor" o "paz mundial" sino en conceptos como heroísmo, valor, honor, persuasión, superación, motivación, liderazgo... es muy posible que el cambio social se obre poco a poco. La felicidad reside en fomentar la felicidad de los demás, los que a su vez nos responderán.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Habemus Papam o de la renuncia de Benedicto XVI

Sorpresa. Así se puede considerar la noticia de Benedicto XVI. No puede pensarse que la noticia sea sorprendente por la renuncia en sí misma o incluso porque se especule con una posible enfermedad del Sumo Pontífice. La auténtica sorpresa estriba en la particular situación que acontecerá en la Iglesia con la presencia de dos papas vivos.

Desde la época del Cisma de Occidente, hace ya 600 años, no ocurría algo parecido. La renuncia papal es siempre un acontecimiento extraño y motivado en la mayoría de los casos por cuestiones heréticas, usurpaciones o catástrofes en el seno de la Iglesia.

No soy quien para evaluar a Benedicto XVI y su labor en la Iglesia. Eso tendrá que hacerlo la Historia. Lo que sí puedo asegurar es que Benedicto XVI no ha sido un papa carente de carisma o un papa títere o de transición, como han querido ver algunos. Benedicto XVI lleva manejando los destinos de la Iglesia Católica incluso antes de ser Papa (como bien sabrán aquellos que conocen el pasado del cardenal Ratzinger como mano derecha de Juan Pablo II).

Es cierto que cuando Benedicto XVI subió al poder no eran las mejores fechas para hacerlo. Era demasiado mayor. Cuando uno es muy mayor, es muy sabio, pero al mismo tiempo le falta lo fundamental: la fuerza vital y las ganas de conseguir objetivos. Benedicto XVI, consciente siempre de esta situación particular suya, hizo lo humanamente posible por mantener a la Iglesia Católica por el camino recto.

Ahora se acaban sus días de papado y surge la cuestión del cambio. ¿Quién debería ser el nuevo Papa? A diferencia de otros gurús que postulan cientos de teorías y de posibilidades, pienso que la respuesta es mucho más simple de lo que algunos quieren ver. Es necesario, ante todo, un Papa que atraiga a la juventud. Al igual que pasó con Sodoma, a la que Dios condenó salvando a Lot, la Iglesia Católica y el Papa a la cabeza deben salvar ante todo a la juventud, ya que las personas mayores, o bien están salvadas o bien están totalmente condenadas. No es posible centrar el mensaje de la Iglesia en los problemas actuales sino en los problemas futuros.

Se especula con un papa negro o con un papa latinoamericano. Esa no es la solución. Repito, esa no es la solución y esa opción, simplemente, me resulta frívola y está propuesta por el morbo que provoca la superación de la línea de no retorno (como ocurrió con Obama, el cual no fue con mucho la mejor opción demócrata).

No es la primera vez que en el papado ha sido ostentado por un africano (eso sí, no de raza negra). Sin embargo, los problemas existentes hoy en día en la Iglesia no harían inteligente la elección de un papa más bien relajado o dispuesto a negociar con grupos reaccionarios dentro de la Iglesia Católica. Eso no quiere decir que un papa negro o latinoamericano vaya a establecer estos contactos, pero sí es cierto que en estos países los problemas son muy distintos a los auténticos problemas de la Iglesia. Así, la muerte por hambre en África es obviamente un problema, pero los misioneros son, sin duda, la rama de la Iglesia que mejor está y más simpatías recibe de la sociedad. Es la otra muerte de hambre, la muerte espiritual, la que debe preocupar a la Iglesia Católica actual.

Es necesario, ante todo, no combatir el mal que acecha a la Iglesia desde el ataque a los mayores (es decir, políticos influyentes, gente famosa, intelectuales, etc.) sino combatirlo a través de las bases. Es cierto que quizá los niños y los jóvenes son las personas que menos pueden influir en la sociedad, pero sus espíritus están dispuestos a luchar por lo que es justo. Son ángeles en potencia. El nuevo Papa debe ser capaz de conquistar el corazón de los jóvenes y hacerles creer de nuevo, tener fe de nuevo, tener fe por el amor verdadero, tanto en Cristo como en la persona humana. No se necesitan teólogos o grandes oradores en estos momentos. Tampoco se necesitan reaccionarios o Papas dispuestos a tirar de las orejas al gran público. Lo absolutamente necesario es recuperar el espíritu de San Juan Bosco, el espíritu del encuentro de los niños con Dios. Si algo puede Dios es luchar contra padres incrédulos, contra poderes ateos, contra el Mal, con mayúsculas. Pero hasta Dios requiere de ayuda humana y brazos dispuestos a enseñar a los niños no sólo que Dios nos quiere o que es un hombre bueno que salvó la vida por nosotros. Lo que quieren los jóvenes es una Iglesia implicada con ellos, que tenga respuestas para cuestiones básicas como "¿por qué tengo que guardar el celibato hasta el matrimonio?", "¿Quién me prohíbe hacer lo que me dé la gana?", "¿Por qué respetar la autoridad?".

La Iglesia es la representación del Pueblo de Dios en la Tierra y ese Pueblo requiere de un líder que los mueva. Esa ha de ser la misión del Papa, ser el buen pastor que guíe a su grey. Y si hay ovejas descarriadas, no se puede apelar a que las otras ovejas tiren de ella. Ha de ser el propio pastor el que con cuidado, pero con firmeza, devuelva a la senda correcta a su pequeño cordero.

Suerte, amado Benedicto. Saludos, tiempo nuevo.

lunes, 4 de febrero de 2013

El increible mundo de las coordenadas

Hoy vamos a conocer diferentes métodos de abordar un mismo problema: como ubicar correctamente nuestra posición física. Si bien hoy disponemos de sistemas más que reconocidos por su efectividad, como el caso del GPS, no está de más tratar de entender qué significan estos números y sobre todo por qué son estos números y no otro.
La ubicación de nuestra posición siempre se realiza de una manera parecida: necesitamos una referencia (en física se le conoce como sistema de referencia). Usted, mi estimado lector, se encuentra delante de su ordenador en su habitación o despacho. Quizá incluso esté en la calle o el autobús con su tableta o teléfono inteligente. En cualquier caso, ¿dónde se encuentra usted realmente? Si está en su despacho me dirá: a 3 m de la puerta o en la esquina de mi habitación. Si está en la calle, me dirá que está en los jardines de la Quinta Avenida en Nueva York. En definitiva, usted está en todo momento referenciando su posición a un sistema de referencia.
Lo más importante de un sistema de referencia es conocer dónde se ubica su origen. Por lo general, este origen es un punto del espacio (aunque en ocasiones puede ser una superficie o una curva). Este punto se conoce como origen del sistema de referencia y por lo general tiene valor 0. La importancia del origen del sistema es más bien formal que otra cosa. De hecho, nuestros ojos pueden bien ser sistemas de referencia de nuestro mundo. Así, si nos preguntaran que dónde estamos, podríamos decirles sin miedo a equivocarnos que estamos en nosotros mismos. De todas maneras, al haber múltiples puntos de vista, el origen del sistema de referencia trata de armonizar las distintas visiones a través de un sistema de referencia absoluto, es decir, un sistema que todos admitan como sistema de referencia fundamental (por ejemplo, la esquina de un aula en un colegio).
Si algo interesante dijeron Newton y Galileo fue que no existen sistemas de referencia absolutos, sino que todos pueden ser relativos y lo que es mejor, que para nada es importante disponer de este sistema absoluto, sino que todos están referenciados entre sí por medios de coordenadas. Así, si estamos en una carretera entre dos ciudades, A y B, que distan 10 km, nos da igual decir que estamos a 3 km de A que decir que estamos a 7 km de B. Lo interesante es entender que gracias a esta versatilidad de coordenadas, podemos a veces resolver problemas que de otra manera serían imposibles de resolver por otros medios.

Así, disponemos de varios tipos de coordenadas. Para reflejar nuestra posición en el mapa, usaremos las coordenadas geográficas (dentro de estas, a su vez, hay muchos tipos, como son las coordenadas de latitud-longitud o las coordenadas UTM). Lo más interesante en estos momentos es conocer de dónde surgen estas coordenadas geográficas: de las coordenadas matemáticas.


Coordenadas cartesianas

Las coordenadas cartesianas se basan en la concepción del espacio como un ente de tres dimensiones: altura (z), anchura (y) y longitud (x). Son útiles en lo que se denominan espacios euclídeos, es decir, espacios rectilíneos y planos, tales como son habitaciones, suelos, techos, etc. Son las coordenadas más intuitivas y prácticas, por el hecho determinante de que el papel es plano y por tanto se puede definir en la superficie del mismo dando dos datos (es el famoso juego de la guerra naval). Aplicado al espacio, tres datos. Son las coordenadas habituales en arquitectura debido a la existencia de planos.


Las coordenadas cartesianas permiten calcular las más simples nociones de movimiento, como es el movimiento rectilíneo, al mismo tiempo que permiten definir sistemas de referencia absolutos o ubicar los sistemas de referencia relativos fácilmente respecto de un sistema de referencia absoluto. Los sistemas de referencia cartesianos permiten calcular de manera rápida y práctica casi todas las figuras geométricas básicas, así como sus áreas y los volúmenes de figuras poliédricas (en general, cualquier figura o cuerpo geométrico es fácilmente definido en estas coordenadas).

Así, en la figura, el punto (xa, ya, za) está situado en la diagonal opuesta del vértice del ortoedro de medidas xa de largo, ya de ancho, za de alto situado en el origen de coordenadas. De esta forma, realizando ortoedros siempre con un vértice de la base en el origen de coordenadas, siempre se puede definir cualquier punto del espacio.

La principal ventaja y característica de este sistema es que sus tres coordenadas tienen tienen unidades longitudinales (a diferencia de otros sistemas de coordenadas, que tienen unidades longitudinales y angulares). De esta manera, es casi inmediato el cálculo de áreas o volúmenes, al multiplicarse entre sí estas cantidades o múltiplos de las mismas.

Coordenadas cilíndricas

Las coordenadas cilíndricas (también llamadas polares cuando se refieren a espacios de dos dimensiones, es decir, al cilindro de altura 0), constan también de tres coordenadas, dos coordenadas longitudinales (ρ, o coordenada radial, y z, la altura) y una coordenada angular (φ).



La coordenada radial de un punto se interpreta como su distancia al eje Z, mientras que Z de interpreta como la distancia del punto al plano XY, o lo que es lo mismo, la altura, entendiendo que XYZ son los ejes de un sistema de coordenadas cartesianas. El tercer parámetro, la coordenada angular, indica la posición o ángulo que tiene el radio o distancia al eje Z.

Las coordenadas cilíndricas pueden ayudar a resolver de manera mucho más fácil cálculos relacionados con áreas o longitudes circulares, de manera que simplifiquen funciones muy complejas en coordenadas cartesianas.

Coordenadas esféricas:

Las coordenadas esféricas representan el caso más radical de diferenciamiento con las coordenadas cartesianas. De la misma manera, su posición es función de tres parámetros, pero exclusivamente uno es longitudinal. Los otros dos parámetros son coordenadas angulares.

La ventaja de estas coordenadas están en que la posición queda definida por una distancia respecto al origen de coordenadas, que es el centro de una esfera de radio r. Todos los puntos a igual radio r, tienen idénticas propiedades esféricas. La posición exacta, que la referencia con las coordenadas cartesianas vendrá dada por los ángulos fi y theta, el primero de los cuales es equivalente a la coordenada angular cilíndrica (llamada coordenada azimutal) y el segundo se refiere a la denominada altura o altitud, que oscila exclusivamente entre 0 y 180º (a diferencia del azimut, que es de 0 a 360º.

Problemas o geometrías esféricas son fáciles de resolver por estas coordenadas.


Por último, cabe pensar que el resto de coordenadas, incluidas las geográficas, no son más que métodos derivados de las coordenadas anteriormente vistas. En particular, el sistema geográfico derivado de la latitud y la longitud deriva directamente del sistema esférico, con la particularidad de que no requiere más que dos coordenadas (curiosamente las dos coordenadas angulares). La tercera coordenada es innecesaria, ya que la Tierra es esférica y por tanto tiene un radio constante (a pesar de que realmente existen diferentes alturas en el planeta, pero éstas, con respecto al radio medio, que mide 6370 km, no representa más del 0,1% del mismo)