En anteriores ocasiones mostramos la evolución de Hitler y el paso por el ejército y la Primera Guerra Mundial. Hitler ya hacía tiempo que había dejado de ser un joven para convertirse en una persona madura. Con 31 años, Hitler se convierte en el líder del partido nazi, sustituyendo incluso a su fundador, Anton Drexler.
¿Cómo se consigue eso? Todos, en nuestros trabajos o en nuestra vida cotidiana, comprendemos que lo que hizo Hitler no se consiguió de una manera fácil. Si hay, no obstante, alguno entre los presentes que considere que es fácil conseguir el puesto de su jefe e incluso expulsarlo, entonces que hable y que indique cómo.
Esta es otra valiosa lección que deberíamos grabar a fuego. La primera razón de que Hitler desbancara a Drexler fue su mayor carisma. Entonces llega la pregunta, ¿cómo se puede llegar a ser carismático? Esta es una cuestión difícil y que quizá podríamos abordar en otra ocasión, pero básicamente el carisma es una cualidad propia de los líderes y por tanto, para ser carismático hay que ser líder. ¿Y cómo se es líder? Para ser un líder sólo son necesarias 2 cualidades:
a) Que el grupo deposite confianza total en el líder.
b) Que el líder esté convencido de que realmente lo es.
Nada más, ni nada menos. Hitler, ya lo dijimos en capítulos anteriores, estaba completamente convencido de que él era la luz del mundo y consiguió que todos depositaran confianza en él. Nuevamente surge la pregunta, ¿cómo se consigue eso? La respuesta es sencilla y hasta un niño la sabría: siendo recto, trabajador, sincero, no prometiendo lo que no se puede cumplir y sobre todo mostrando siempre la verdad.
Hitler tenía todo eso: él era sincero y mostraba la realidad vivida (aquellos judíos y aquellos marxistas no eran más que sucios cobardes); era trabajador (su misión en el partido era fundamentalmente la de control y la oratoria, trabajos en los que estaba muy comprometido e incluso estudiaba); Hitler era también una persona muy recta: no fumaba, no comía carne, sexualmente era muy moderado y realmente creía y luchaba por su gran madre, Alemania.
Poco a poco, Hitler convence. Algunos dirán: ¡qué suerte, con lo fácil que era! Yo digo, lector, ¿eres tan recto como él?¿Eres tan trabajador como él?¿Dices la verdad o sigues al rebaño? Si dices que sí, probablemente mientes y si aún así no mientes, probablemente falten aquellos contactos a los que Hitler hizo referencia en el capítulo anterior. Un poco de suerte, pero sólo un poquito, es también necesaria, qué duda cabe, pero la suerte hay que buscarla.
Otra gran virtud que tenía Hitler era que se sabía rodear de los mejores. Hitler tenía un gabinete de gobierno de primera clase: en propaganda tenía a Göbbel, uno de los padres de la propaganda moderna; en urbanismo a Speer, un fantástico arquitecto; en el ejército contó con militares de la talla de Rommel. Sus únicos fallos fue contar con Göring y Himmler, dos aduladores que finalmente resultaron ser una decepción para Hitler.
Hitler por otro lado, no era perfecto. También cometía errores, como cualquier humano. Sin embargo, ante los errores su reacción era siempre la misma: superarse. En 1923, Hitler comete el error de secuestrar el gobierno de Baviera. En dicho golpe de estado Hitler trataba de hacerse con el poder de toda Alemania, iniciando una marcha hacia Berlín. Pero no contó en todo esto lo que su bien idolatrado Alejandro Magno hizo en Egipto: primero afianzar posiciones antes de dar el golpe mortal. Baviera se rebeló mientras marchaban sobre Berlín y Hitler fue arrestado y encarcelado por alta traición.
He aquí otra valiosa lección: a pesar de que cometió errores, él siguió siendo honesto y recto, lo que ayudó aún más si cabe a ganar adeptos. Durante su juicio por el golpe de estado, nunca dejó de asumir su responsabilidad (¿Cuántos no trataríamos de eludir la cárcel yendo contra nuestras propias creencias?) y además, resultó que en todo momento del juicio su discurso defendió las mismas posturas que él tuvo en el propio partido nazi, en la que defendía el Deutschland über alles [Alemania sobre todo].
Estuvo 9 meses encarcelado. ¿Qué haría el lector en esa situación?¿Lamentarse?¿Dormir?¿Hablar con su camarada? Hitler escribió su famoso libro Mein Kampf [Mi lucha]. ¿Cuántos hubieran usado su estancia para hacer un libro realmente útil y no una "autoexperiencia" o una novela? Hitler no perdió el tiempo y menos cuando disponía ampliamente de él.
El enfrentamiento directo con los políticos le había dado a Hitler una penosa derrota. Lejos de sentirse perdedor, Hitler trató de reponerse, de ser un trabajador incansable. ¿Qué hizo entonces? Trató de ganar las elecciones democráticamente. Si el poder había que ganarlo según unas reglas y esas reglas consistían en convencer, ¿por qué no intentarlo? No en vano, el partido había crecido en número de adeptos y él representaba realmente la ideología victoriosa: "pan para todos, trabajo para todos, prosperidad para todos".
Tras varias elecciones generales desde 1930, Hitler fue aumentando su número de votantes, hasta que llegó a ser la fuerza más votada. Era 1932. Sin embargo, el presidente de la República de Alemania, Hindenburg, no aceptaba a Hitler, obligando reiteradamente a que se celebraran nuevas elecciones. Finalmente, fue convencido y Hitler consigue en 1933 ser canciller de Alemania. Entonces, Hitler toma una decisión inesperada. Con mayoría en el parlamento, pero con sólo el 34% del control de la cámara y contra todo pronóstico ¡convoca nuevas elecciones! ¿Cuántos presidentes del gobierno harían esto? Ninguno. Es por ello por lo que sus acciones les restan credibilidad, ya que lo único que les importa no son sus países, sino su salario.
Posteriormente, los acontecimientos fueron dando la razón a Hitler. El incendio del parlamento supuso un control más férreo. Sobre la autoría del incendio no hay consenso, aunque la hipótesis más probable para todos los historiadores es que fueron los comunistas los que lo hicieron. Los comunistas no querían a Alemania, ya que habían atacado uno de sus monumentos más preciados. Hitler manda limitar la libertad de expresión y el derecho de reunión. El 5 de marzo de 1933 Hitler tiene el 44% de los votos y con ayuda del resto de los nacionalistas, consiguió la mayoría absoluta del parlamento. Con estos resultados, los comunistas son expulsados del parlamento y el 23 de marzo Hitler da un discurso diferente a sus habituales discursos. Es un discurso serio y optimista, de futuro y de promesas. Pide plenos poderes para llegar a esto y pide al parlamento que le den esos plenos poderes. Finalmente, añade que si no consigue este poder de manera democrática, lo obtendrá por el medio que sea necesario. Esto es lo que podemos llamar "claridad de exposición".
Hitler es ya canciller de Alemania y líder absoluto (Führer). En próximos capítulos, aprenderemos como Hitler fue capaz de de reorganizar Alemania y darle una época de esplendor no sólo militar, que no era conocida en los últimos 60 años, sino social, de la que no gozaba desde el siglo XV.
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