Conviene recordar de vez en cuando lo que es el método científico y la validez de las conclusiones que se derivan del mismo. Sabemos que Aristóteles fue el precursor del método científico, considerando la observación y posteriormente la deducción la que podía llevarnos a conocer las conclusiones.
El mérito de Aristóteles está en que antes que él nadie había definido de una manera tan notoria un método que permitía conocer conclusiones generales, más allá de los aspectos míticos o las creencias mantenidas durante generaciones. De la misma manera, Aristóteles con su método pudo resolver multitud de paradojas de filósofos antiguos, como los presocráticos.
Es evidente que si el método de Aristóteles hubiera sido perfecto, se hubiera acabado la listas de científicos, porque los demás hubieran sido meros ejecutores de la idea ya expresada. Sin embargo, al método de Aristóteles fallaba: las conclusiones particulares no siempre podían sacar conclusiones generales, y lo que era más grave, las hipótesis (de carácter general) rara vez se podían aplicar a casos particulares, ya fuera porque la forma general era una abstracción, ya fuera porque el método de inducción no permitía probar claramente las hipótesis elaboradas.
Fue Galileo el que planteó las bases ya consolidadas del método científico moderno. Otros muchos contribuyeron antes y después, pero Galileo fue el primero en establecer el experimento como comprobación a la hipótesis. Así, quedaron establecidos los cuatro pasos del método:
1. Observación
2. Elaboración de hipótesis.
3. Comprobación experimental.
4. Reelaboración de hipótesis (caso de experimento negativo) o conclusiones (caso de ser el experimento positivo)
Tal y como reconoció Kant, la fortaleza del método está en que es posible siempre realizar un experimento de comprobación. Otras ciencias, como la metafísica, no pueden comprobar las hipótesis, esto es, carecen de un experimento, quedando esta comprobación como una entidad mental o prueba lógica. Esto ya lo expusieron numerosos filósofos, ya que la comprobación se volvió con el tiempo algo fundamental para alcanzar la verdad.
Comprobación. Esa es la clave de la ciencia. Lo que no puede ser comprobado no se puede asegurar. Esto es así. Todo lo que no pueda ser recreado mediante un experimento no podrá ser considerado como acertado y la hipótesis, por tanto, será falsa.
La importancia de esta afirmación radica en lo que ahora se ha venido llamando "leyendas urbanas". Por algún motivo, la ciencia verdadera ha sido considerada como poco fiable, corrupta y falta de conciencia. Por poner un ejemplo, los móviles tienen que ser cancerígenos, porque las grandes multinacionales tienen intereses económicos y nunca admitirían esto. Más casos: los extraterrestres existen y los americanos nos lo ocultan; el microondas es cancerígeno; cualquier vapor procedente de una fábrica es dañino, nocivo y nos matará irremediablemente con el tiempo; el terremoto de Japón fue hecho por los EE.UU. por despecho...
El reciente caso de los pepinos españoles es una muestra severa del escaso rigor científico de los políticos y de la población en general. Una cepa más virulenta de la bacteria E. Colli infectó a varias decenas de personas en Hamburgo. Por unos simples comentarios de los infectados (sin ningún tipo de comprobación científica), el gobierno alemán prohibió la importación de verduras españolas.
La cuestión es simple. ¿Cómo se puede decidir la veracidad de un asunto científico, de una hipótesis, si no se experimenta y comprueba? Esto es el fin del método científico.
Mis estimados lectores. ¿Hasta qué punto van ustedes a creerse lo que cuatro chalados quieren hacerles ver?¿Van a tirar por la borda el trabajo de miles de científicos, que trabajaron durante siglos por construir una ciencia verdadera?¿Es que ustedes han perdido la fe en la ciencia? Me sorprende, cada vez más, la involución social. Realmente la presencia de paganos y formas mestizas de cultura nos está llevando nuevamente a una época oscura, de supersticiones y prejuicios.
Hace siglos, la gente vivía en sus casas con el miedo en el cuerpo por cuestiones tan tontas como la creencia en los hechizos y la magia. La ciencia destrozó aquellos mitos. Ahora, ¿cuántos no van al astrólogo o al curandero?¿De verdad puede haber evolucionado la humanidad hasta un estadio anterior de subcultura?
Esto es preocupante. Quiero hacer ver que es más importante que la economía, el paro o la situación política. Es el rechazo a la VERDAD. Tenemos un método preciso y exacto, esto es, verdadero, que nos muestra sin ningún tipo de duda lo que es mentira de lo que es verdad y ahora ha habido necios que han llegado a convencer a los buscadores de la verdad de que quizá su método falla.
Lo peor de todo es que ellos mienten. El método no ha fracasado o está anticuado. Es tan moderno como siempre y de validez absoluta. ¿Entonces? Entonces puede ser que la moral se haya relajado y se permita que cualquiera, sin importar su nivel, opine. Este es el auténtico problema: haber sucumbido ante la opinión y la política.
Siempre se vio los extraños y penosos efectos de la religión mezclada con la política y ahora se ven los efectos de la política en la ciencia. ¡No debería pasar otros 2000 años para enmendar este error!
Comprobación. Esa es la clave de la ciencia. Lo que no puede ser comprobado no se puede asegurar. Esto es así. Todo lo que no pueda ser recreado mediante un experimento no podrá ser considerado como acertado y la hipótesis, por tanto, será falsa.
La importancia de esta afirmación radica en lo que ahora se ha venido llamando "leyendas urbanas". Por algún motivo, la ciencia verdadera ha sido considerada como poco fiable, corrupta y falta de conciencia. Por poner un ejemplo, los móviles tienen que ser cancerígenos, porque las grandes multinacionales tienen intereses económicos y nunca admitirían esto. Más casos: los extraterrestres existen y los americanos nos lo ocultan; el microondas es cancerígeno; cualquier vapor procedente de una fábrica es dañino, nocivo y nos matará irremediablemente con el tiempo; el terremoto de Japón fue hecho por los EE.UU. por despecho...
El reciente caso de los pepinos españoles es una muestra severa del escaso rigor científico de los políticos y de la población en general. Una cepa más virulenta de la bacteria E. Colli infectó a varias decenas de personas en Hamburgo. Por unos simples comentarios de los infectados (sin ningún tipo de comprobación científica), el gobierno alemán prohibió la importación de verduras españolas.
La cuestión es simple. ¿Cómo se puede decidir la veracidad de un asunto científico, de una hipótesis, si no se experimenta y comprueba? Esto es el fin del método científico.
Mis estimados lectores. ¿Hasta qué punto van ustedes a creerse lo que cuatro chalados quieren hacerles ver?¿Van a tirar por la borda el trabajo de miles de científicos, que trabajaron durante siglos por construir una ciencia verdadera?¿Es que ustedes han perdido la fe en la ciencia? Me sorprende, cada vez más, la involución social. Realmente la presencia de paganos y formas mestizas de cultura nos está llevando nuevamente a una época oscura, de supersticiones y prejuicios.
Hace siglos, la gente vivía en sus casas con el miedo en el cuerpo por cuestiones tan tontas como la creencia en los hechizos y la magia. La ciencia destrozó aquellos mitos. Ahora, ¿cuántos no van al astrólogo o al curandero?¿De verdad puede haber evolucionado la humanidad hasta un estadio anterior de subcultura?
Esto es preocupante. Quiero hacer ver que es más importante que la economía, el paro o la situación política. Es el rechazo a la VERDAD. Tenemos un método preciso y exacto, esto es, verdadero, que nos muestra sin ningún tipo de duda lo que es mentira de lo que es verdad y ahora ha habido necios que han llegado a convencer a los buscadores de la verdad de que quizá su método falla.
Lo peor de todo es que ellos mienten. El método no ha fracasado o está anticuado. Es tan moderno como siempre y de validez absoluta. ¿Entonces? Entonces puede ser que la moral se haya relajado y se permita que cualquiera, sin importar su nivel, opine. Este es el auténtico problema: haber sucumbido ante la opinión y la política.
Siempre se vio los extraños y penosos efectos de la religión mezclada con la política y ahora se ven los efectos de la política en la ciencia. ¡No debería pasar otros 2000 años para enmendar este error!
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