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domingo, 19 de junio de 2011

Ecologismo y moral

Ayer presencié una escena propia de las grandes escuelas filosóficas. Iba por el campo cuando se acercó por el camino un padre con su hijo pequeño. El muchacho iba jugando, brincando, corriendo... haciendo cosas propias de su edad. En ese momento, cuando nos íbamos a cruzar, el chico dijo: "Mira, papá, ¿eso qué es?", señalando a un insecto en el camino. "Es un escarabajo", le dijo. El chico, ni corto ni perezoso, comentó a su padre: "¡Vamos a matarlo!". En ese momento su padre lo agarró y le dijo: "¡No, déjalo vivir! ¿Por qué quieres matarlo?".

Cualquier ecologista se sentirá profundamente encantado de escuchar que los padres están ya concienciados y consideran que la naturaleza hay que respetarla. El mundo está cambiando. Yo también estoy convencido de que el mundo está cambiando, pero no de la manera en que ellos pretenden.

Hay que reconocer que salvo cuando uno es chiquillo y comete las típicas travesuras de dejar sin alas a las moscas o quitarles todas las patas a un escarabajo e incluso tirarle piedras al gato o al perro, no suele ser común que las personas maltraten a los animales. Como todo en la vida, habrá quien los golpee, los queme, los ponga a pelear entre ellos, etc. pero reconozcamos que hay bastantes problemas más graves que solucionar en nuestras vidas que ponernos a hacer daño a los animales.

De todas maneras, cada cual allá con sus actos. A lo que quiero referirme es a la actitud que tienen los padres de ahora e incluso los políticos de ahora con el ecologismo. Los grupos ecologistas son uno de los cánceres actuales de la sociedad. Parece mentira que tras cuarenta o cincuenta años de existencia, aún no seamos conscientes de lo malo que es el pensamiento ecologista en nuestra sociedad. Quisiera explicar esto más detenidamente.

La ecología debería ser diferenciada de la protección a la naturaleza. Un agricultor que usa pesticidas pero que no quiere que la próxima autopista pase por su campo y un bosque cercano es un protector de la naturaleza, pero no un ecologista. Lo que diferencia al ecologista del protector a la naturaleza es su concepción del hombre.

Si queremos comparar un hombre con un león y una hormiga, y preguntamos cuáles de los 3 seres se parecen más entre sí, estará clara nuestra respuesta: el hombre y el león (pues ambos son mamíferos mientras que la hormiga es insecto). Esta pregunta, obvia en un muchacho de primaria, no habría sido tan obvia para Aristóteles, por ejemplo, que hubiera afirmado que lo eran el león y la hormiga, ya que unos son animales y el otro es humano. Si pudiéramos conversar con Aristóteles le diríamos incrédulos: "Oiga, ¿pero es que usted no sabe nada de la teoría de la evolución?". Y el respondería: "¿Qué?¿De qué habla?¿Usted no sabe que el hombre es el dueño de la creación, única criatura que los dioses bendicieron y que le dio poder para dominar al resto de las criaturas, que viven para servirle?".

Los griegos eran muy sabios y muchos de estos pensamientos antropocentristas fueron transferido a los cristianos de la Edad Media y sobre todo del Renacimiento. Para un griego un ecologista sería un "analizador de la casa" (ecología, en griego, significa eso). Es decir, sería lo que para ellos era el esclavo de cámara, un simple chico que decía "la pared se puede caer" o "nos falta pan". Jamás hubieran admitido que el dicho esclavo les dijera: "señor, su gusto es horrible, pinte las paredes de azul en vez de verde".

El ecologista actual trata de llevar una actitud más bien darwinista, en la que si el hombre es una criatura más, ¿por qué tiene derecho de gobernar a las demás? Es más, si es una más que las demás, ¿por qué dispone de armas mucho más poderosas fruto de su singular cerebro? Esto no se puede permitir y por tanto el hombre debe despojarse de sus armas, vivir desnudo si es posible, para que compita en igualdad de condiciones con el resto de criaturas, evolucionando por selección natural.

No se engañen: ¡eso es lo que quieren los ecologistas en definitiva! ¡Lo que desean es la extinción de la especie humana para que las demás sobrevivan! Practican la doctrina del lento suicidio colectivo.

¿Qué es el protector de la naturaleza? Esta figura ha existido siempre. Sigue la doctrina de las principales religiones mundiales: el respeto al hogar que Dios le proporcionó a los hombres sin perjuicio de que todas las criaturas están bajo su dominio y puede disponer de ellas como y cuando quiera. Tanto en el cristianismo (las parábolas del buen pastor), como en las tradiciones judía, musulmana, budista o shintoista, la figura del hombre protegiendo al rebaño o a la naturaleza siempre están presentes.

El caso es que aquel hombre me llamó la atención con su hijo. Realmente sentí en sus palabras una conciencia ecologista. ¿Por qué vas a matarlo, si es como tú, si vas a cometer un asesinato? Convendría recordar a ese hombre que los escarabajos como otros muchos insectos son plagas y que al margen de transmitir enfermedades también afectan a nuestras cosechas. Es decir, por dejar vivir al escarabajo, dejaremos de vivir unos cuantos de nosotros. Algunos dirán que esto es exagerado y quizá lo sea. Pero lo importante no es si dejamos vivir o no al escarabajo, lo importante es la conciencia que tenemos por la cual vamos a dejar vivir o morir al escarabajo.

La cuestión es clara: si usted es un ecologista, usted es un traidor a la especie humana. Si usted en realidad es un esteta o su vida gira en torno al campo a la naturaleza (agricultores, ingenieros de montes, topógrafos...) y quiere proteger sus intereses, entonces usted va por el buen camino.

El hombre es un ser realmente impredecible. ¿Quién podría afirmar que el éxito como especie condujera al fracaso o al suicidio como alma humana?

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