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domingo, 26 de junio de 2011

Pensamientos comunistas de futuro

Ocurre a menudo que, por un capricho misterioso del destino, aparezcan varias coincidencias que repercuten en mayor o menor medida al estado de las cosas. En particular es notable que este último mes haya representado para el pensamiento marxista-comunista mundial un antes y un después acusado. Me estoy refiriendo a la reciente enfermedad y experiencia cercana a la muerte de Hugo Chávez, al aperturismo radical de Raúl Castro en Cuba (facilitar el acceso sin restricciones al capital y los turistas extranjeros), la desaparición de políticas sociales en la Grecia de Papandreu y las recientes declaraciones del líder comunista español Gaspar Llamazares en Twitter.

Quisiera hacer mención a este último señor porque ha sintetizado en pocas palabras lo que está ocurriendo en el pensamiento marxista-socialista-comunista mundial. Tal y como he mencionado en numerosas ocasiones, en este y otros foros: la mayoría nunca tiene razón. Esta aseveración es demasiado rotunda pero no está exenta de razón. La mayoría puede tener razón en aspectos muy simples o básicos, pero cuanto más complejos sean estos, menor será la capacidad de entenderlos para la mayoría, hasta tal punto que en cuestiones muy complejas, la mayoría toma decisiones en función de sus emociones, sus intuiciones o sus supersticiones (esto es, todo lo contrario a lo que llamamos pensamiento racional).

Por ejemplo, rara vez veremos que a la mayoría le parezca bien asesinar a sangre fría a una persona. El binomio matar-malo es tan claro que podemos considerarlo una verdad axiomática. ¿Pero cuántos verían bien matar a un animal muy querido, como es el perro, para dar de comer a una familia? Necesitamos entonces superar nuestros prejuicios al "comer perro", superar nuestras emociones sobre comparar nuestro perrito con el perro que querían comerse o superar nuestra intuición de "no sé por qué es malo, pero debe de serlo porque cuando yo pienso que algo es malo, debe de serlo". Estos pensamientos inconexos y a veces surrealistas son más comunes de lo que pensamos, sobre todo en personas con un nivel cultural más bien bajo. El nivel cultural nada o poco tiene que ver con el nivel académico. He conocido a doctores que tenían menos cultura que un arriero que leía libros a escondidas. La cultura o el conocimiento, a diferencia de los títulos académicos, otorga la verdad.

Se tardó más de 100 años en admitir, tras la caída de la U.R.S.S, que el comunismo era un régimen político inadmisible a largo plazo. Se ha tardado alrededor de 150 años en que los políticos socialistas que aún quedan en el mundo entiendan que las tesis marxistas eran totalmente desacertadas, al menos en el mundo actual. Aún nos queda un tercer nivel, del que no podemos augurar fecha y quizá jamás exista esa fecha, en el cual el comunismo, el socialismo y todos los movimientos marxistas-anarquistas que aún existen en el mundo queden relegados al rango de movimientos pseudopolíticos, doctrinas más cercanas a la magia y al mito que a la realidad, como ocurrió con los sistemas políticos tribales o las teocracias.

Es cada vez más lógico, a tenor de lo ocurrido en el mundo en el último año, que los movimientos de masas deberán ser frenados por los Estados para su propia supervivencia. Es imposible entender un mundo sin una organización poderosa, porque los Estados son los garantes de la Justicia. Sin ella, los recursos nunca pueden ser bien repartidos y estaríamos perdidos. Sin embargo, un sistema político que permita a las masas hacer y deshacer como ocurría en los últimos años del Imperio Romano, sólo puede traer miseria, desastre y dolor. El mundo necesita paz y estabilidad, no mentes vulgares que destruyan lo bueno que tiene la sociedad.

martes, 21 de junio de 2011

Lo que debemos aprender de Hitler (III)

En anteriores ocasiones mostramos la evolución de Hitler y el paso por el ejército y la Primera Guerra Mundial. Hitler ya hacía tiempo que había dejado de ser un joven para convertirse en una persona madura. Con 31 años, Hitler se convierte en el líder del partido nazi, sustituyendo incluso a su fundador, Anton Drexler.

¿Cómo se consigue eso? Todos, en nuestros trabajos o en nuestra vida cotidiana, comprendemos que lo que hizo Hitler no se consiguió de una manera fácil. Si hay, no obstante, alguno entre los presentes que considere que es fácil conseguir el puesto de su jefe e incluso expulsarlo, entonces que hable y que indique cómo.

Esta es otra valiosa lección que deberíamos grabar a fuego. La primera razón de que Hitler desbancara a Drexler fue su mayor carisma. Entonces llega la pregunta, ¿cómo se puede llegar a ser carismático? Esta es una cuestión difícil y que quizá podríamos abordar en otra ocasión, pero básicamente el carisma es una cualidad propia de los líderes y por tanto, para ser carismático hay que ser líder. ¿Y cómo se es líder? Para ser un líder sólo son necesarias 2 cualidades:

a) Que el grupo deposite confianza total en el líder.
b) Que el líder esté convencido de que realmente lo es.

Nada más, ni nada menos. Hitler, ya lo dijimos en capítulos anteriores, estaba completamente convencido de que él era la luz del mundo y consiguió que todos depositaran confianza en él. Nuevamente surge la pregunta, ¿cómo se consigue eso? La respuesta es sencilla y hasta un niño la sabría: siendo recto, trabajador, sincero, no prometiendo lo que no se puede cumplir y sobre todo mostrando siempre la verdad.

Hitler tenía todo eso: él era sincero y mostraba la realidad vivida (aquellos judíos y aquellos marxistas no eran más que sucios cobardes); era trabajador (su misión en el partido era fundamentalmente la de control y la oratoria, trabajos en los que estaba muy comprometido e incluso estudiaba); Hitler era también una persona muy recta: no fumaba, no comía carne, sexualmente era muy moderado y realmente creía y luchaba por su gran madre, Alemania.

Poco a poco, Hitler convence. Algunos dirán: ¡qué suerte, con lo fácil que era! Yo digo, lector, ¿eres tan recto como él?¿Eres tan trabajador como él?¿Dices la verdad o sigues al rebaño? Si dices que sí, probablemente mientes y si aún así no mientes, probablemente falten aquellos contactos a los que Hitler hizo referencia en el capítulo anterior. Un poco de suerte, pero sólo un poquito, es también necesaria, qué duda cabe, pero la suerte hay que buscarla.

Otra gran virtud que tenía Hitler era que se sabía rodear de los mejores. Hitler tenía un gabinete de gobierno de primera clase: en propaganda tenía a Göbbel, uno de los padres de la propaganda moderna; en urbanismo a Speer, un fantástico arquitecto; en el ejército contó con militares de la talla de Rommel. Sus únicos fallos fue contar con Göring y Himmler, dos aduladores que finalmente resultaron ser una decepción para Hitler.

Hitler por otro lado, no era perfecto. También cometía errores, como cualquier humano. Sin embargo, ante los errores su reacción era siempre la misma: superarse. En 1923, Hitler comete el error de secuestrar el gobierno de Baviera. En dicho golpe de estado Hitler trataba de hacerse con el poder de toda Alemania, iniciando una marcha hacia Berlín. Pero no contó en todo esto lo que su bien idolatrado Alejandro Magno hizo en Egipto: primero afianzar posiciones antes de dar el golpe mortal. Baviera se rebeló mientras marchaban sobre Berlín y Hitler fue arrestado y encarcelado por alta traición.

He aquí otra valiosa lección: a pesar de que cometió errores, él siguió siendo honesto y recto, lo que ayudó aún más si cabe a ganar adeptos. Durante su juicio por el golpe de estado, nunca dejó de asumir su responsabilidad (¿Cuántos no trataríamos de eludir la cárcel yendo contra nuestras propias creencias?) y además, resultó que en todo momento del juicio su discurso defendió las mismas posturas que él tuvo en el propio partido nazi, en la que defendía el Deutschland über alles [Alemania sobre todo].

Estuvo 9 meses encarcelado. ¿Qué haría el lector en esa situación?¿Lamentarse?¿Dormir?¿Hablar con su camarada? Hitler escribió su famoso libro Mein Kampf [Mi lucha]. ¿Cuántos hubieran usado su estancia para hacer un libro realmente útil y no una "autoexperiencia" o una novela? Hitler no perdió el tiempo y menos cuando disponía ampliamente de él.

El enfrentamiento directo con los políticos le había dado a Hitler una penosa derrota. Lejos de sentirse perdedor, Hitler trató de reponerse, de ser un trabajador incansable. ¿Qué hizo entonces? Trató de ganar las elecciones democráticamente. Si el poder había que ganarlo según unas reglas y esas reglas consistían en convencer, ¿por qué no intentarlo? No en vano, el partido había crecido en número de adeptos y él representaba realmente la ideología victoriosa: "pan para todos, trabajo para todos, prosperidad para todos".

Tras varias elecciones generales desde 1930, Hitler fue aumentando su número de votantes, hasta que llegó a ser la fuerza más votada. Era 1932. Sin embargo, el presidente de la República de Alemania, Hindenburg, no aceptaba a Hitler, obligando reiteradamente a que se celebraran nuevas elecciones. Finalmente, fue convencido y Hitler consigue en 1933 ser canciller de Alemania. Entonces, Hitler toma una decisión inesperada. Con mayoría en el parlamento, pero con sólo el 34% del control de la cámara y contra todo pronóstico ¡convoca nuevas elecciones! ¿Cuántos presidentes del gobierno harían esto? Ninguno. Es por ello por lo que sus acciones les restan credibilidad, ya que lo único que les importa no son sus países, sino su salario.

Posteriormente, los acontecimientos fueron dando la razón a Hitler. El incendio del parlamento supuso un control más férreo. Sobre la autoría del incendio no hay consenso, aunque la hipótesis más probable para todos los historiadores es que fueron los comunistas los que lo hicieron. Los comunistas no querían a Alemania, ya que habían atacado uno de sus monumentos más preciados. Hitler manda limitar la libertad de expresión y el derecho de reunión. El 5 de marzo de 1933 Hitler tiene el 44% de los votos y con ayuda del resto de los nacionalistas, consiguió la mayoría absoluta del parlamento. Con estos resultados, los comunistas son expulsados del parlamento y el 23 de marzo Hitler da un discurso diferente a sus habituales discursos. Es un discurso serio y optimista, de futuro y de promesas. Pide plenos poderes para llegar a esto y pide al parlamento que le den esos plenos poderes. Finalmente, añade que si no consigue este poder de manera democrática, lo obtendrá por el medio que sea necesario. Esto es lo que podemos llamar "claridad de exposición".

Hitler es ya canciller de Alemania y líder absoluto (Führer). En próximos capítulos, aprenderemos como Hitler fue capaz de de reorganizar Alemania y darle una época de esplendor no sólo militar, que no era conocida en los últimos 60 años, sino social, de la que no gozaba desde el siglo XV.

domingo, 19 de junio de 2011

Ecologismo y moral

Ayer presencié una escena propia de las grandes escuelas filosóficas. Iba por el campo cuando se acercó por el camino un padre con su hijo pequeño. El muchacho iba jugando, brincando, corriendo... haciendo cosas propias de su edad. En ese momento, cuando nos íbamos a cruzar, el chico dijo: "Mira, papá, ¿eso qué es?", señalando a un insecto en el camino. "Es un escarabajo", le dijo. El chico, ni corto ni perezoso, comentó a su padre: "¡Vamos a matarlo!". En ese momento su padre lo agarró y le dijo: "¡No, déjalo vivir! ¿Por qué quieres matarlo?".

Cualquier ecologista se sentirá profundamente encantado de escuchar que los padres están ya concienciados y consideran que la naturaleza hay que respetarla. El mundo está cambiando. Yo también estoy convencido de que el mundo está cambiando, pero no de la manera en que ellos pretenden.

Hay que reconocer que salvo cuando uno es chiquillo y comete las típicas travesuras de dejar sin alas a las moscas o quitarles todas las patas a un escarabajo e incluso tirarle piedras al gato o al perro, no suele ser común que las personas maltraten a los animales. Como todo en la vida, habrá quien los golpee, los queme, los ponga a pelear entre ellos, etc. pero reconozcamos que hay bastantes problemas más graves que solucionar en nuestras vidas que ponernos a hacer daño a los animales.

De todas maneras, cada cual allá con sus actos. A lo que quiero referirme es a la actitud que tienen los padres de ahora e incluso los políticos de ahora con el ecologismo. Los grupos ecologistas son uno de los cánceres actuales de la sociedad. Parece mentira que tras cuarenta o cincuenta años de existencia, aún no seamos conscientes de lo malo que es el pensamiento ecologista en nuestra sociedad. Quisiera explicar esto más detenidamente.

La ecología debería ser diferenciada de la protección a la naturaleza. Un agricultor que usa pesticidas pero que no quiere que la próxima autopista pase por su campo y un bosque cercano es un protector de la naturaleza, pero no un ecologista. Lo que diferencia al ecologista del protector a la naturaleza es su concepción del hombre.

Si queremos comparar un hombre con un león y una hormiga, y preguntamos cuáles de los 3 seres se parecen más entre sí, estará clara nuestra respuesta: el hombre y el león (pues ambos son mamíferos mientras que la hormiga es insecto). Esta pregunta, obvia en un muchacho de primaria, no habría sido tan obvia para Aristóteles, por ejemplo, que hubiera afirmado que lo eran el león y la hormiga, ya que unos son animales y el otro es humano. Si pudiéramos conversar con Aristóteles le diríamos incrédulos: "Oiga, ¿pero es que usted no sabe nada de la teoría de la evolución?". Y el respondería: "¿Qué?¿De qué habla?¿Usted no sabe que el hombre es el dueño de la creación, única criatura que los dioses bendicieron y que le dio poder para dominar al resto de las criaturas, que viven para servirle?".

Los griegos eran muy sabios y muchos de estos pensamientos antropocentristas fueron transferido a los cristianos de la Edad Media y sobre todo del Renacimiento. Para un griego un ecologista sería un "analizador de la casa" (ecología, en griego, significa eso). Es decir, sería lo que para ellos era el esclavo de cámara, un simple chico que decía "la pared se puede caer" o "nos falta pan". Jamás hubieran admitido que el dicho esclavo les dijera: "señor, su gusto es horrible, pinte las paredes de azul en vez de verde".

El ecologista actual trata de llevar una actitud más bien darwinista, en la que si el hombre es una criatura más, ¿por qué tiene derecho de gobernar a las demás? Es más, si es una más que las demás, ¿por qué dispone de armas mucho más poderosas fruto de su singular cerebro? Esto no se puede permitir y por tanto el hombre debe despojarse de sus armas, vivir desnudo si es posible, para que compita en igualdad de condiciones con el resto de criaturas, evolucionando por selección natural.

No se engañen: ¡eso es lo que quieren los ecologistas en definitiva! ¡Lo que desean es la extinción de la especie humana para que las demás sobrevivan! Practican la doctrina del lento suicidio colectivo.

¿Qué es el protector de la naturaleza? Esta figura ha existido siempre. Sigue la doctrina de las principales religiones mundiales: el respeto al hogar que Dios le proporcionó a los hombres sin perjuicio de que todas las criaturas están bajo su dominio y puede disponer de ellas como y cuando quiera. Tanto en el cristianismo (las parábolas del buen pastor), como en las tradiciones judía, musulmana, budista o shintoista, la figura del hombre protegiendo al rebaño o a la naturaleza siempre están presentes.

El caso es que aquel hombre me llamó la atención con su hijo. Realmente sentí en sus palabras una conciencia ecologista. ¿Por qué vas a matarlo, si es como tú, si vas a cometer un asesinato? Convendría recordar a ese hombre que los escarabajos como otros muchos insectos son plagas y que al margen de transmitir enfermedades también afectan a nuestras cosechas. Es decir, por dejar vivir al escarabajo, dejaremos de vivir unos cuantos de nosotros. Algunos dirán que esto es exagerado y quizá lo sea. Pero lo importante no es si dejamos vivir o no al escarabajo, lo importante es la conciencia que tenemos por la cual vamos a dejar vivir o morir al escarabajo.

La cuestión es clara: si usted es un ecologista, usted es un traidor a la especie humana. Si usted en realidad es un esteta o su vida gira en torno al campo a la naturaleza (agricultores, ingenieros de montes, topógrafos...) y quiere proteger sus intereses, entonces usted va por el buen camino.

El hombre es un ser realmente impredecible. ¿Quién podría afirmar que el éxito como especie condujera al fracaso o al suicidio como alma humana?

jueves, 16 de junio de 2011

Los restos de Franco

Cuentan de Shi Huandi, el llamado "Primer emperador de China", que durante su reinado, precisamente para ser considerado como el primer emperador habido en China, ordenó quemar todos los libros del país (incluidos los de Confucio), de manera que nadie pudiera discrepar respecto a su idea de que él era el primero de todos. Obviamente, hoy sabemos que antes de él, cuyo reinado se sitúa en torno al 200 a.C., hubo muchos reyes y gobernantes y sabios.

La quema de libros ha sido desde siempre una cuestión de Estado. Decir la verdad no es siempre políticamente correcto. Hay tantas cosas políticamente incorrectas que al ciudadano de a pie le resultan tristes o incomprensibles muchas de ellas. Si hay un país, por encima de todos, que actualmente tenga una visión incomprensible del mundo, ese es España. Los hechos son verdaderamente visibles: no hay un país que tenga tanto miedo a un muerto, como ocurre con el Generalísimo Franco. Ni Napoleón, ni Hitler, ni Pinochet, ni Videla, ni Lenin. Franco es, y seguirá siendo durante muchos años, sinónimo de miedo. En un país como España, un país civilizado, que el presidente de la nación, Rodríguez Zapatero, considere a Franco un enemigo a batir, resulta jocoso, incomprensible, ridículo y sobre todo frívolo, ya que alguien que desapareció hace 36 años no puede ser una amenaza para nadie. ¿O sí?

Tomemos en claro a lo que nos referimos. El presidente de España considera inmoral que el cuerpo muerto de un Jefe de Estado repose en un mausoleo recuerdo de todos los caídos en la Guerra Civil Española (que ganó él) y un lugar en el que, dicho sea de paso, el general quiso ser enterrado. Le guste o no al señor Rodríguez Zapatero, se trata de un personaje histórico español y eso nunca podrá ser olvidado (como ya ocurrió con el "Primer Emperador").

Dejemos de flagelarnos por el pasado. Hay quien dice que el pasado es vergonzoso. Tengo que responder que el pasado es únicamente vergonzoso en la persona, no en la sociedad. El pasado es obra de todos los miembros de la sociedad, no importando el rango que ocupen. El pasado no puede considerarse como resultado simultáneo de todos los miembros de la sociedad, ya que algunos pueden que no estén de acuerdo con lo aceptado socialmente. Así pues, ni el pasado glorioso ni el pasado vergonzoso es cuestión de Estado, sino de personas. Algunos pueden decir "me obligaron a estar allí" en relación a una guerra o una manifestación. Eso no sería, propiamente, pasado de alguien, ya que una obligación, aunque sea pasada, no puede representar un acto voluntario. Sin embargo, los actos personales son intransferibles y cuando éstos son voluntarios (ejemplo, ser infiel a alguien, robar, asesinar...) representan propiamente el pasado de cada cual. Entonces sí que podemos hablar de vergüenza o de pecado.

Es un completo error esconder el pasado de una nación o no asumirlo. El pasado de una nación hay que vivirlo siempre con orgullo. No podemos considerar que sea feliz un acontecimiento como la pérdida de una batalla, una conquista por parte de otro país o el exterminio de una raza. Podríamos incluso avergonzarnos, pero a título personal. Lo que no puede ser nunca admitido es avergonzarse colectivamente de haber tenido un gobernante nefasto o peor aún, avergonzarse de un gobernante que siendo bueno no coincidía con nuestras ideas.

El ejemplo de España es claro. Si hay alguien absolutamente vergonzoso en la Historia de España, ese es el actual presidente Rodríguez Zapatero. Únicamente podría ser superado por las terna Godoy, Carlos IV y Fernando VII. Pero incluso Godoy ganó una guerra a Portugal, cosa que el actual presidente ha sido incapaz de hacer. ¿Pero habremos de avergonzarnos de él? La cuestión es clara: a nadie le gustaría tener un hijo subnormal, pero cuando se tiene si no se le quiere, al menos se le respeta. Cuando este presidente salga de gobernar el país, los españoles podrán o no avergonzarse, a título personal, pero es parte de la Historia de España y como la Historia es la ciencia (o sea, la verdad) del pasado, hemos de decir siempre la verdad.

El caso de Franco es absolutamente igual. Puede que haya personas que tengan una especial antipatía a Franco, pero no se puede consentir que se mancille la tumba de un antiguo Jefe de Estado, como tampoco puede mancillarse la tumba de Godoy, de Carlos IV o de Fernando VII. Los rusos, una vez caída la Unión Soviética, no destruyeron la momia de Lenin. Sin embargo, en otras ocasiones, los símbolos nazis, muchos de sus monumentos, o las estatuas de Sadam Hussein fueron derribadas, destruidas, dejando huérfano al arte.

En toda Hispanoamérica hay líderes más o menos queridos, vivos y muertos. Pinochet, Videla, Hugo Chávez o Castro son ejemplos de estos malos o buenos gobernantes. Ustedes, el público, decidirá sobre si fueron buenos o malos. Pero sería un terrible error olvidar o eliminar de los libros de Historia que un día Venezuela estuvo comandada por el militar Chávez, que Pinochet quizá salvó a Chile de una situación peor a la actual, que Castro estuvo más de 50 años en Cuba o que Evo Morales era un auténtico payaso. Eso no hay que olvidarlo, insisto.

Resumiendo: a todos esos facinerosos que tratan de esconder la realidad, profanar cadáveres o engañarse a sí mismos, yo les recomendaría que pensaran en lo que decíamos al principio sobre Shi Huandi: no podemos borrar el recuerdo colectivo, al igual que el hombre encarcelado es al menos libre de pensamiento. Al final, todo se acaba sabiendo, la verdad se acaba sabiendo.

martes, 14 de junio de 2011

El castigo físico como método de aprendizaje

El castigo físico no está de moda. Una bofetada o una nalgada no está de moda. Los antiguos métodos de aprendizaje están dando paso a los nuevos métodos, a los cuales los países occidentales se han acogido con tanta fuerza que se roza a veces la intromisión de la vida pública en la privada. No importa lo que se aprenda, sino sólo cómo se aprende.

Salgo por la calle y habitualmente veo a madres y padres interactuando con sus hijos. Ni atisbo, salvo raras excepciones, de toque o de contacto físico para castigar. La razón, las buenas maneras, imperan por doquier. En este ambiente tan positivo, estamos a las puertas de una nueva era, de una era de paz, conductas pacíficas, entendimiento y esperanza para el mundo (al menos el mundo occidental). ¿Es todo esto un espejismo o hay algo de verdad?

Ha quedado demostrado que desde que existen los métodos no violentos, los adolescentes se están comportando con una abierta violencia, verbal y física, hacia sus mayores, hacia la autoridad y hacia sus compañeros. Sólo el encarcelamiento o la exclusión social parecen ser los frenos para estos adolescentes, que si bien no son todos, sí son un grupo bastante numeroso.

¿Qué tiene de malo la violencia?, pregunto yo. ¿Acaso no lo ve usted? La violencia engendra violencia, como diría un Martin Luther King cualquiera. Sí, pero... ¿no estaremos, una vez más, confundiendo los términos? Las lenguas abusan de la polisemia en favor de una economía lingüística y es casi evidente que nuevamente estamos ante una confusión entre lo que llamaríamos castigo o correctivo e imposición por la fuerza. Actualmente, a ambos hechos los llamamos "violencia", pero no siempre fue así.

La violencia o brutalidad era una cualidad considerada, fundamentalmente desde la época de los romanos, como una exposición de una fuerza exacerbada, desmedida y a medias entre el concepto de justicia e injusticia. Existía, por tanto una violencia justa (como era la represalia) y una violencia injusta (lo que actualmente denominamos propiamente violencia). El caso es que ninguna de estas dos acciones que podemos llamar violentas constituye nada parecido a algún método de aprendizaje, ya que si bien se puede aprender algo es aprender a odiar o aprender a sentir un miedo atroz al ejecutor del acto violento.

Es esta definición de violencia la que ha tratado de implementar en la psicología pedagógica actual los psicólogos modernos. Para el psicólogo moderno, las acciones correctivas anteriores a la pedagogía de los años 80 y 90 son acciones violentas, conducentes siempre a fomentar el odio y la represión del pupilo. De ahí que sea altamente importante que los niños sean protegidos de una violencia que puede engendrar violencia (M.L. King).

Volvamos otra vez al principio. El castigo físico es una forma de ejercitar la violencia en el niño. Vayamos un poco más lejos y apliquemos el concepto castigo físico a la mujer, como ocurre en diversas culturas o ha ocurrido en el mundo occidental en épocas pasadas. Busquemos luego la relación que actualmente se observa entre castigo físico - violencia - maltrato. ¿Es cierta esta relación o se basa en falsos principios socialistas?

Partamos de dos conceptos que no pueden ser jamás olvidados: el niño y el adulto. Por mucho que queramos negar la realidad, un niño y un adulto son entes totalmente distintos. No podemos tratar a los adultos como niños y a los niños como adultos. Las razones, entre otras, parecen obvias: los niños no tienen ni la madurez ni el raciocionio de un adulto. Cualquier acción sobre el niño no puede ni podrá ser reconocida como una acción similar en el adulto, así como el efecto de una misma acción sobre el adulto no será el mismo efecto en el niño. Si no somos capaces de asumir esta realidad o no queremos admitirla, jamás resolveremos este problema.

El aprendizaje. ¿En qué consiste el aprendizaje? Es una pregunta un tanto retórica, pero podemos afirmar que aprender es lo mismo que entender (y sus derivados, conocer, experimentar, razonar, etc.). De hecho, en latín, la inteligencia es la capacidad de entender. Muchos han sido los métodos de aprendizaje, desde la mayéutica de Sócrates hasta los métodos condicionados de Skinner, pasando por los métodos constructivos, los métodos clásicos de prueba-error o la repetición. Para un utópico, el método ideal consistiría en una proporcional fracción de cada uno. ¡Utópicos! No entienden que ante todo los niños no son adultos.

Supongamos una casa de hace 300 años, con la madre y el niño. El padre y cabeza de familia, no en pocas ocasiones habría hecho uso con ambos de una violencia indiscriminada, totalmente amparada por la ley, y que en ningún caso podemos considerarla ejemplarizante o didáctica. Hoy ocurren casos parecidos, si no más graves. El hombre se ha valido de su superioridad física para imponer de una manera villana sus "razones". El maltrato físico al niño y a la mujer, o incluso al esclavo, nunca fue bien visto, siendo tachado de brutal. Existían leyes ya en el derecho romano que protegían a los débiles de los abusos. Sin embargo, es también cierto que en no pocas ocasiones, los problemas domésticos eran considerado, como su nombre indica, problemas de cada uno y no del conjunto del Estado o de la comunidad vecinal.

Es importante enseñar, sea hombre, niño o mujer. Enseñar a un hombre es fácil, hasta cierto punto. Será porque el hombre ha sido siempre objeto del estudio del erudito por lo que el método para que aprenda está mucho más detallado. El razonamiento suele funcionar con el hombre letrado. No es importante que haya disputas o distintos puntos de vista: lo importante es que exista un flujo racional que acabe en un punto final o conclusión. El hombre iletrado no suele ver esto, siendo imposible entonces enseñarle. Ante la inoperancia o la ignorancia, el castigo (o mejor aún, la ausencia de placer) se muestra como única alternativa para enseñar al hombre adulto (fundamentalmente la multa, la pérdida de libertad y de placeres, como la comida o el sexo, y en raras excepciones, el castigo físico).

La mujer, en cambio, es completamente distinta al hombre. Ni es elegante ni tampoco aconsejable el uso del castigo físico ante una mujer. Quien llega a esos extremos demuestra tener poco sentido humano o varonil. La mejor manera de enseñar a una mujer es retirarle su condición adulta. Tratar a una mujer como a un niño es una manera más que ejemplarizante (y divertida) de enseñar a una mujer. Quizá el ejemplo más claro para este concepto lo dé Shakespeare en La Fierecilla Domada.

Entramos entonces en el niño. ¿Por qué es desaconsejable una nalgada al niño? En este aspecto el psicólogo infantil no entiende por un momento lo que es el niño y el adulto. Pongamos el siguiente ejemplo: para que un hombre pueda darle una nalgada a una mujer, debido a que ésta tiene mayor fortaleza física que un niño, es necesario hacer mucha fuerza y por tanto dañar a la mujer. En todo momento hay que distinguir castigo físico de maltrato. Un castigo físico es simplemente la aparición de dolor como forma para recordar. Un cosquilleo puede ser un fuerte castigo físico. Usar castigos físicos en el niño (al que indudablemente hace falta mucha menos fuerza para causar dolor) o en la mujer (hacerle cosquillas, darle palmaditas, pellizcos, etc. y tratarla como a un niño) pueden ser formas divertidas o ejemplarizantes.

Polémicas habrá para todos los gustos. Probablemente incluso mis palabras no gusten a muchos. Pero lo cierto es que cuando al niño hay que enseñarle, pocos métodos son tan claramente efectivos y útiles como el castigo físico. Cualquiera que vea un niño de 1 año, verá que ya trata de usar su corto entendimiento e inteligencia para salirse con la suya. Trata de llorar para atraer la atención de los padres, trata de engañar para comer una galleta sin que lo vean, aprenden a mentir... Estas conductas deben ser totalmente erradicadas si no se desea que en el futuro en lugar de querer comerse una galleta a escondidas pretenda robar un banco sin que lo vean.

Los padres de hoy dan vergüenza. "¡Nene, no toques eso!" El niño se acerca, lo toca y lo cae. El padre le dice "¡Mal, muy mal! Eso no se hace". No existe castigo físico, sino sólo la palabra. Entendamos lo siguiente, ya que somos adultos: cuando un niño tiene corto entendimiento y no es capaz siquiera de razonar correctamente, ¿cómo se pretende que sean capaces de asumir que lo han hecho es malo?

Sintiéndolo mucho, debo decirles que el niño es el eslabón perdido entre el mono y el hombre. Mucho más inteligente que el mono, es incapaz de entender el bien y el mal en términos racionales, si no es por medio del dolor o del castigo. Los psicólogos actuales están tan convencidos de que los castigos convencionales (supresión del placer, tratándolos como adultos) son tan eficientes que no entienden que un niño no podrá entender conceptos más elaborados si no comprende los básicos o axiomáticos. El dolor, lo dulce, el abrazo o cariño, la risa... son elementos básicos en el niño que aprende incluso antes de la etapa cognitiva. Risa---- placer---- bueno; nalgada--- dolor---- malo. Darle un beso a papá...... mamá da un beso----- placer---- bueno; romper el jarrón de la abuela------ nalgada----- malo.

Lo que para un niño, con su piel sensible, representa un escozor, a efectos corporales no es nada, ni deja secuelas. Los mismos perros o mamíferos saben que darle pequeños mordiscos a sus crías las harán más dóciles, sin que les causen un daño real. El psicólogo quizá no entenderá que el niño pueda recibir una cachetada, sin embargo la naturaleza no sólo lo entiende sino que lo aprueba. Con el tiempo, sin embargo, se entiende que el individuo o el animal aprendió y ya desarrollado, sólo es posible un castigo muy duro y al borde de la muerte para "enseñarlo" nuevamente.

Está demostrado que los niños en entornos donde se aplicaron castigos físicos (volvemos a insistir, no maltratos), son mucho más responsables e inteligentes que los niños que fueron siempre protegidos o disculpados, los cuales se vuelven unos déspotas. En ningún caso se puede considerar que un niño maltratado pueda desarrollar estos puntos positivos, ya que el exceso de dolor no conlleva la precaución (o en términos humanos, respeto) sino que conlleva la supervivencia (o en términos humanos, el odio y el rencor).

Como decía Aristóteles, en el término medio, está la virtud.

lunes, 13 de junio de 2011

Lo que debemos aprender de Hitler (II)

Sigamos con la emocionante historia del Führer de Alemania. Hitler demostró en las trincheras una actitud irreprochable, incluso criticable desde la comunidad militar base, por estar firmemente de acuerdo y no mostrar discrepancias con el alto mando, a pesar de que la Guerra Mundial estaba concluyendo de una manera triste para Alemania.

Hitler reprochará siempre a sus compañeros, al ejército alemán en general, su falta de entrega, por olvidar los esfuerzos que sus viejos abuelos hicieron por la reunificación de Alemania y por convertir a este estado en una potencia militar de primer orden, al nivel de Francia o Austria. Imaginemos, en mitad de los disparos, un Hitler ya cabo, tratando de animar a sus abatidos compañeros, algunos de ellos llorando, otros gritando: "Se acabó, se acabó todo...". En todo esta situación, muy probablemente muchos desertores judíos que tratando de comprenderlos, no consideraban a Alemania como su verdadera patria, o al menos no tanto como para no diferenciarse de sus compañeros auténticamente alemanes.

En mitad de los disparos y las deserciones, ahí está el cabo Hitler. ¡No es posible! Estos muchachos, que tienen tanto por lo que luchar, por un futuro glorioso para Alemania, de prosperidad a costa de franceses e ingleses, huyen sin parar. Él, que tanto había luchado por tener un nuevo futuro, que había descubierto en el ejército una puerta para una prosperidad real en su vida, ve nuevamente truncado su sueño, pero esta vez, mucho más tristemente, la culpa no es de él o del sistema. La culpa la tienen la actitud de los alemanes. Él ya había leído a Nietzsche, por ejemplo, y conocía hasta qué punto los alemanes habían perdido su esencia noble y trabajadora. Estos alemanes compañeros suyos eran la vergüenza de la raza. Habían realmente perdido el norte.

Llegaron los aliados y vencieron. Hitler llorará amargamente por esta derrota porque habiendo estado en el frente, combatiendo codo con codo con sus hermanos alemanes, había visto hasta qué punto sus hermanos eran cobardes, desconsiderados y sobre todo faltos de energía. Él mira al horizonte: nunca jamás volverá a consentir que su futuro lo obstaculicen ni los alemanes (sobre todo los socialistas), ni los franceses ni los judíos.

Lo fascinante y al mismo tiempo fundamental en esta historia, desde este punto hasta el final, es que Hitler es capaz de convertir una idea propia en una idea nacional. Esto es lo más grande que puede realizar un ser humano: que un país o incluso el mundo piense, actúe y sueñe como lo que uno piensa, actúa y sueña. Estamos ante una falsa apreciación: Hitler no convenció a nadie; Hitler compartió su mundo feliz con todos. Quien no sepa apreciar esto, no sabrá apreciar hasta qué punto se logró que todo un pueblo fuera capaz de seguir al líder. Porque él no impuso sus ideas por medio de la lógica, sino por medio del corazón.

Ideas, sueños, un fin, un objetivo.... ¡Despierta, Adolf! En aquel momento, nuestro aún joven cabo Hitler se ve en la post-guerra. El quiere iniciar una nueva empresa (esta vez, ve claro que puede ser un gran político o al menos, un colaborador con la propaganda nacionalista, de una Alemania poderosa. Recordemos, una vez más, que Hitler no era alemán, sino austríaco, aunque Alemania le había proporcionado más perspectiva de futuro que su Austria natal. Además, poco o nada quedaba del imperio de los Habsburgo y Hitler pensaba sólo en el futuro.

¿Pero por donde empezar? Hitler no tenía amigos, no tenía contactos, ni siquiera tenía dinero. ¿A dónde ir?¿Qué hacer? Una vez más los sueños se veían tan lejanos. Es en este punto donde un hombre cualquiera debe sentarse y meditar. Conocerse a sí mismo. Hitler ya sabe la respuesta: no hará nada, seguirá en el ejército y hará carrera, tratando de aprovechar su situación para poder hacer política cuando tenga oportunidad. Esta es una lección valiosa que Hitler le da al mundo: podemos tener miles de sueños, algunos imposibles, pero no podemos perder la noción de lo que somos. No se trata de olvidar los sueños (Hitler nunca lo hizo), sino de asumir la realidad y tratar de convertirla a lo que uno quiere y no pretender que ella misma, por nuestra simple voluntad mental va a convertirse en nuestro sueño.

Muy importante: el que manda nuestras vidas es nuestro propio yo. Si alguien o algo manda sobre nosotros (dinero, familia, amigos, jefes...) entonces no pretendamos cambiar la vida. Al final de la guerra se proclama la república soviética de Baviera. ¿Ser esclavo de los comunistas? ¡Nunca! Entonces Hitler se marcha de Baviera y se traslada. Él no va a consentir que la escoria comunista invada su intimidad. No convivirá con ellos. Trabaja durante un tiempo en un campo de prisioneros.

Para algunos fantasiosos, Hitler se estaría formando aquí la idea de los campos de concentración, del exterminio judío, del odio racial, etc. Insistimos en la idea de que salvo contadas excepciones, provocadas por intensas experiencias, una persona no se forja una idea de la noche a la mañana. Hitler ha visto en el campo de batalla cómo sienten Alemania los comunistas o los judíos. No hay que mirar más que alrededor de cualquier país del mundo actual para darse cuenta de que los comunistas o los ecologistas siguen siendo los destructores de los países y las sociedades. Él lo contempla. Él lo conoce. Él lo hace saber al mundo.

Los soviéticos bávaros fueron derrotados por el ejército alemán. Es otro golpe de suerte. Son estos momentos los que hay que aprovechar siempre. Esta enseñanza también la podemos sacar de Hitler, cuando decide regresar a Munich y acepta su primer trabajo político: buscar y denunciar comunistas y partidos comunistas. Le tocará investigar a un pequeño partido, el Partido Obrero Alemán, del que se pensaba que podría tener ciertos tintes comunistas y Hitler debía denunciar estos hechos. Su sorpresa fue que este partido no era tal como sospechaban, sino precisamente era un partido leal a las ideas de la república, al nacionalismo. Durante una de sus reuniones, uno de los asistentes expresa la necesidad de que el estado libre asociado de Baviera se desvinculara de Alemania y se unificara con la nueva Austria, con la que unían lazos históricos y geográficos. Hitler pronuncia entonces su primer discurso político, llenando de asombro a los asistentes (apenas unas decenas de miembros).

El tiempo se ha parado. Ha nacido el Hitler político. No se trata de convencer, se trata de despertar al pueblo. Aquellos hombres salieron esa noche totalmente renovados. ¡Cuánta razón tenía el nuevo camarada! Lo que debemos aprender es que nunca debemos temer la opinión, aunque sea contraria, de los demás, porque incluso hablando ante miembros de un partido que él mismo investigaba, y por tanto podría no haber sentado mal su intervención, éste se presentó y habló.

Ahora empieza la etapa del Hitler ideólogo, teórico y práctico. Todas esas ideas, puras, encerradas en su cabeza desde hacía años, estaban emergiendo con tanta fuerza, pureza y cantidad que embelesaba a todo el que escuchaba su discurso. Esto es también importante: no importa lo que se tarde en hacer que una idea tome forma si esta es pura y perfecta. Anton Drexler, el líder del partido, entiende que Hitler es una baza importante y tiene el tirón para atraer adeptos. El problema fue que Drexler no pudo luego mantener a Hitler, ya que su ímpetu era extremo. Hitler es ya el dueño del partido, rebautizado con el nombre de partido nacionalsocialista (en su apócope alemán, nazi).

Es hora de que hagamos una parada y reflexión sobre la lección de hoy. En la próxima ocasión veremos cómo Hitler, líder ya del partido, consiguió que no sólo sus adeptos (como ocurre con la mayoría de los políticos) sino sus propios conciudadanos llegaron a respetarle e incluso a amarle.

domingo, 5 de junio de 2011

Explicando la ciencia o el teorema causa-efecto

Conviene recordar de vez en cuando lo que es el método científico y la validez de las conclusiones que se derivan del mismo. Sabemos que Aristóteles fue el precursor del método científico, considerando la observación y posteriormente la deducción la que podía llevarnos a conocer las conclusiones.

El mérito de Aristóteles está en que antes que él nadie había definido de una manera tan notoria un método que permitía conocer conclusiones generales, más allá de los aspectos míticos o las creencias mantenidas durante generaciones. De la misma manera, Aristóteles con su método pudo resolver multitud de paradojas de filósofos antiguos, como los presocráticos.

Es evidente que si el método de Aristóteles hubiera sido perfecto, se hubiera acabado la listas de científicos, porque los demás hubieran sido meros ejecutores de la idea ya expresada. Sin embargo, al método de Aristóteles fallaba: las conclusiones particulares no siempre podían sacar conclusiones generales, y lo que era más grave, las hipótesis (de carácter general) rara vez se podían aplicar a casos particulares, ya fuera porque la forma general era una abstracción, ya fuera porque el método de inducción no permitía probar claramente las hipótesis elaboradas.

Fue Galileo el que planteó las bases ya consolidadas del método científico moderno. Otros muchos contribuyeron antes y después, pero Galileo fue el primero en establecer el experimento como comprobación a la hipótesis. Así, quedaron establecidos los cuatro pasos del método:

1. Observación
2. Elaboración de hipótesis.
3. Comprobación experimental.
4. Reelaboración de hipótesis (caso de experimento negativo) o conclusiones (caso de ser el experimento positivo)

Tal y como reconoció Kant, la fortaleza del método está en que es posible siempre realizar un experimento de comprobación. Otras ciencias, como la metafísica, no pueden comprobar las hipótesis, esto es, carecen de un experimento, quedando esta comprobación como una entidad mental o prueba lógica. Esto ya lo expusieron numerosos filósofos, ya que la comprobación se volvió con el tiempo algo fundamental para alcanzar la verdad.



Comprobación. Esa es la clave de la ciencia. Lo que no puede ser comprobado no se puede asegurar. Esto es así. Todo lo que no pueda ser recreado mediante un experimento no podrá ser considerado como acertado y la hipótesis, por tanto, será falsa.

La importancia de esta afirmación radica en lo que ahora se ha venido llamando "leyendas urbanas". Por algún motivo, la ciencia verdadera ha sido considerada como poco fiable, corrupta y falta de conciencia. Por poner un ejemplo, los móviles tienen que ser cancerígenos, porque las grandes multinacionales tienen intereses económicos y nunca admitirían esto. Más casos: los extraterrestres existen y los americanos nos lo ocultan; el microondas es cancerígeno; cualquier vapor procedente de una fábrica es dañino, nocivo y nos matará irremediablemente con el tiempo; el terremoto de Japón fue hecho por los EE.UU. por despecho...


El reciente caso de los pepinos españoles es una muestra severa del escaso rigor científico de los políticos y de la población en general. Una cepa más virulenta de la bacteria E. Colli infectó a varias decenas de personas en Hamburgo. Por unos simples comentarios de los infectados (sin ningún tipo de comprobación científica), el gobierno alemán prohibió la importación de verduras españolas.

La cuestión es simple. ¿Cómo se puede decidir la veracidad de un asunto científico, de una hipótesis, si no se experimenta y comprueba? Esto es el fin del método científico.

Mis estimados lectores. ¿Hasta qué punto van ustedes a creerse lo que cuatro chalados quieren hacerles ver?¿Van a tirar por la borda el trabajo de miles de científicos, que trabajaron durante siglos por construir una ciencia verdadera?¿Es que ustedes han perdido la fe en la ciencia? Me sorprende, cada vez más, la involución social. Realmente la presencia de paganos y formas mestizas de cultura nos está llevando nuevamente a una época oscura, de supersticiones y prejuicios.

Hace siglos, la gente vivía en sus casas con el miedo en el cuerpo por cuestiones tan tontas como la creencia en los hechizos y la magia. La ciencia destrozó aquellos mitos. Ahora, ¿cuántos no van al astrólogo o al curandero?¿De verdad puede haber evolucionado la humanidad hasta un estadio anterior de subcultura?

Esto es preocupante. Quiero hacer ver que es más importante que la economía, el paro o la situación política. Es el rechazo a la VERDAD. Tenemos un método preciso y exacto, esto es, verdadero, que nos muestra sin ningún tipo de duda lo que es mentira de lo que es verdad y ahora ha habido necios que han llegado a convencer a los buscadores de la verdad de que quizá su método falla.

Lo peor de todo es que ellos mienten. El método no ha fracasado o está anticuado. Es tan moderno como siempre y de validez absoluta. ¿Entonces? Entonces puede ser que la moral se haya relajado y se permita que cualquiera, sin importar su nivel, opine. Este es el auténtico problema: haber sucumbido ante la opinión y la política.

Siempre se vio los extraños y penosos efectos de la religión mezclada con la política y ahora se ven los efectos de la política en la ciencia. ¡No debería pasar otros 2000 años para enmendar este error!

miércoles, 1 de junio de 2011

Móviles cancerígenos (II)

Ayer comentábamos la noticia de los hipócritas de la OMS. Lo cierto es que viendo el siguiente video no queda dudas de que los supuestos científicos tienen de todo menos de eso, científico. El representante de la OMS, en el video, dice textualmente "... y ver si podemos afirmar que son consecuencia directa del móvil...". Y luego añaden que el café (¡cómo no!) también produce cáncer.

¿Entienden a dónde lleva todo esto?¿Cómo se puede afirmar que científicamente algo es dañino y luego añadir que hay que ver si podemos afirmar esta hipótesis?

Creo que ayer no fuimos capaces de cancelar todas las dudas en el respetable, así que me brindo a explicarles algo mejor qué es el electromagnetismo y cómo influye en nuestra salud.

En primer lugar, hemos de afirmar lo siguiente: el electromagnetismo, como la energía, está en todas partes y es absolutamente inevitable escapar de él. Nuestros mismos cuerpos son centros de producción electromagnética (fundamentalmente en el sistema nervioso). Un campo electromagnético no es más que el resultado del acoplamiento de un campo eléctrico y un campo magnético. Los campos eléctricos son creados por las cargas eléctricas (es decir, fundamentalmente protones y electrones), mientras que los campos magnéticos son creados por las cargas en movimiento. Si la carga está quieta, tenemos un campo eléctrico. Si además está en movimiento, tenemos un campo magnético asociado.

Otras partículas sin carga, como el fotón, pueden llevar asociada un campo electromagnético, consecuencia de la cuantización de la energía. De hecho, por el efecto descubierto por De Broglie, se puede afirmar que todo cuerpo es onda y partícula al mismo tiempo. Dicho de otra manera: hasta nosotros mismos somos ondas electromagnéticas, pero nuestra longitud de onda es tan corta que es imposible detectarla.

Para cualquier neófito en estas cuestiones, los campos electromagnéticos les suenan a la sensación de jaqueca y de mareo (vaivén), calor, bochorno, dolor oscilante en los oídos, etc. Pero esto no es más que cultura urbana. El cine con sus ruidos "láser", como en la Guerra de las Galaxias, ha contribuido a ver las ondas electromagnéticas como un fenómeno sofisticado. Las máquinas de resonancia magnética, con sus estrambóticos ruidos, tampoco han contribuido precisamente a calmar los ánimos. Sin embargo, la realidad es bien distinta y menos romántica, los campos electromagnéticos son absolutamente silenciosos y si acaso se escuchare algún ruido, es obra o bien de las cargas eléctricas en movimiento (como ocurre en un transformador eléctrico) o bien del rozamiento de las partes móviles del motor o generador.

Las ondas electromagnéticas (que son las que generan los campos electromagnéticos) se clasifican según su longitud de onda (o su frecuencia, que están relacionadas entre sí por c, la velocidad de la luz). Esta clasificación, denominada espectro electromagnético, puede verse aquí.

Quisiera hacer hincapié, como se indica en el gráfico, en que existen radiaciones denominadas ionizantes y no ionizantes. El concepto ionizante-no ionizante no es un concepto absoluto, sino relativo a la sustancia a la que se haga referencia. Así, ionizar significa literalmente hacer iones. Para hacer un ión hay que añadir o eliminar un electrón a un átomo o molécula. Para que una onda electromagnética pueda ionizar a una molécula es necesario que esta onda permita el salto cuántico entre orbitales por parte del electrón. La frecuencia de dicha onda, denominada frecuencia umbral, es la mínima necesaria para ionizar la materia. A partir de esa frecuencia, frecuencias mayores ionizarán más fácilmente y en mayor grado la materia, y por debajo de esa frecuencia es imposible que se ionice en ningún grado.


Esto es algo fundamental: las radiaciones con frecuencia menor de la frecuencia umbral no pueden ionizar, aunque la intensidad de dicha radiación sea muy elevada. Expliquemos esto con más detenimiento. Supongamos que queremos atravesar una pared con un proyectil. A simple vista, parece que lo que hace que un proyectil atraviese la pared es su densidad (compactación), es decir, que el acero atraviese la pared es más fácil a que lo haga el papel, pero esto no es cierto. En realidad es la velocidad la que permite que tenga suficiente cantidad de movimiento para romper la pared. Lo mismo ocurre con las ondas electromagnéticas. A simple vista parecería que la intensidad (número de ondas por metro cuadrado) es la que permite causar daños a los tejidos. Es decir, a pleno sol el daño sería mayor que con nubes. Pero esto no es rigurosamente cierto. Lo que realmente causa el daño es la calidad de la onda.

Si volvemos al gráfico del espectro electromagnético podemos ver que las radiaciones ionizantes para el ser humano empiezan en la zona del ultravioleta. Por tanto, radiaciones por debajo de esa frecuencia, por muy intensas que sean, jamás harán daños ionizantes (y por tanto, cancerígenos).

Entremos entonces en materia. El rango de frecuencia de los móviles es de 900 MHz (9 x10e+8 Hz). Sin embargo, la mínima radiación ultravioleta se sitúa en las frecuencias de 8x10e+14 Hz, es decir, 1 millón de veces más intensas.

Dicho de otra manera, más gráfica, es mucho más probable que su comida le pueda provocar más cáncer que el móvil. Insistimos mucho en la cuestión de las ondas electromagnéticas: no provocan cáncer si no tienen suficiente frecuencia.

Otra cosa bien distinta podría ser algún tipo de malestar relacionado con los campos magnéticos. Es bastante lógico pensar que al estar ante un campo magnético no ionizante intenso pudiera darse el caso de que las moléculas orgánicas y el agua "vibren" ante ciertas frecuencias. Estas vibraciones podrían desembocar en calentamientos zonales. Sin embargo, para que esto ocurra, la intensidad debe ser muy elevada, como ocurre en un horno de microondas. En este caso, los continuos choques en las paredes del horno hacen que se multiplique la intensidad de la onda.

La leyenda urbana de que si se escapan las microondas del horno podrían achicharrar al que se encuentre cercano, es totalmente falsa. Las microondas, cuando no son muy intensas, calientan mucho menos que los rayos infrarrojos.