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jueves, 28 de julio de 2011

Los Estados Unidos de Europa

Uno de los sueños más antiguos de Europa ha sido la reconstrucción del extinto Imperio Romano. Un único gobernante para el extenso territorio que abarcara la ribera del mar Mediterráneo junto con las llanuras de Europa Central y las Islas Británicas fue durante siglos la causa de enormes conflictos armadas entre los distintos países europeos. Cierto es que desde la época de los césares hubo algunos personajes que se acercaron bastante a dicho sueño. El primero fue Justiniano, emperador Bizantino, le siguieron Carlomagno, el emperador Carlos V, Napoleón Bonaparte y Hitler, si bien el gobierno de estos últimos fue más bien efímero y que ninguno de ellos pudo adquirir las codiciadas Islas Británicas.

Tras el último intento de Hitler, en 1945, Winston Churchill recuperó una antigua idea de los filósofos europeos de unificar Europa por medios pacíficos en lugar de usar armas para dicho fin. La idea más moderna pretendía acercar a Europa a una postura parecida a la que los emergentes EE.UU. habían llevado a cabo. Cada Estado resultaba ser independiente, con su gobernador, sus propias leyes y jueces, pero cedían parte de su soberanía a la República Federal de los Estados Unidos de América, que asumía las funciones de defensa militar colectiva y relaciones internacionales.

Esta idea se vio pronto muy útil, al resultar altamente efectivo que todos los esfuerzos económicos de los distintos estados federales pudieran ser gestionados y optimizados por un gobierno central, lo que abarataba enormemente el gasto en seguridad, principalmente. Tras las II Guerra Mundial, los Estados Unidos de América eran la primera potencia mundial y esto se vio que no era por simple casualidad.

La idea de una Europa en un gobierno único resultaba atractiva, pero conllevaba ciertos problemas. ¿Quién asumiría el mando?¿Quién controlaría el dinero?¿Qué tipo de gobierno sería el que se formaría? La cuestión no era ninguna tontería. Mientras que los Estados Unidos de América habían sido configurados como un estado federal a partir de un gran número de estados republicanos, la vieja Europa estaba (y está) constituida por gobiernos mucho más complejos y variados, como son monarquías, repúblicas o repúblicas federales. Evitando todos estos problemas, se optó a mediados del siglo XX por formar una libre circulación de personas, mercancías y capitales a través del Espacio Común Europeo. La desaparición de aranceles trajo consigo una unión aduanera de facto, mejorando notablemente la competitividad en los mercados, una baja de precios para los consumidores de toda Europa y facilitar a los productores la entrada de sus productos por todas las naciones del Mercado Común.

Posteriormente, se empezó a configurar una unión política y monetaria, de tal modo que Europa, sin estar formalmente unida en una sola nación, pudiera considerarse por sí misma una institución de carácter internacional con capacidad de imponer leyes y sanciones a todos sus estados miembros. Este fue el origen de la Unión Europea, entidad política que engloba a 5 de las 10 naciones más ricas del mundo y a dos de las cinco naciones que forman el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Así pues, la Unión Europea se convirtió en un claro rival para los EE.UU.

Sin embargo, el sueño de unos auténticos Estados Unidos de Europa, por mucho que los europeístas lo deseen, es más utópico que real, por muchas razones:

1. Como hemos dicho, los Estados Unidos de América surgieron de la federación y anexión de distintos estados republicanos en un estado federal. Lo más parecido a esto que hay en Europa es la República Federal de Alemania. La Unión Europea, aunque no se diga formalmente, es una confederación (al estilo de la República de Suiza) y no una federación. La diferencia esencial entre federación y confederación es que en la primera todos los estados miembros ceden gran parte de su soberanía a un gobierno central, encargado de los asuntos militares y de política exterior fundamentalmente, además de mantener el orden interno y las disputas entre estados. Las confederaciones, en cambio, son uniones en las cuales no se cede en ningún momento la soberanía de los estados, sino que estos acuerdan reuniones periódicas en las que representantes de cada estado, de manera democrática, adoptan medidas de carácter general y obligado cumplimiento. Las faltas de alguno de los estados miembros no es castigada por un gobierno central sino por todos los estados que forman la confederación. Este modelo es inferior al estado federal, ya que la autonomía de cada estado es patente y de hecho es muy corriente observar que los estados más influyentes de la Unión Europea (Francia y Alemania principalmente) adoptan medidas unilaterales que no necesariamente favorecen los intereses de toda la Unión Europea. Esta unión se torna entonces frágil y si todavía hoy subsiste es por los pingües beneficios que deja a todos los países miembros esta situación política.

2. Los Estados Unidos son todos repúblicas. En Europa hay desde monarquías absolutas (como Liechtenstein, Mónaco o la Ciudad del Vaticano) y parlamentarias (España, Reino Unido, Bélgica, etc.) hasta repúblicas (Alemania, Francia, Italia, etc.). Mientras que tiene sentido un presidente federal o un monarca supremo, no parece muy lógico un estado en el que el poder supremo lo ejerza un presidente que gobierna a reyes. Tampoco parece lógico colocar al frente de todos los países de Europa a un rey único. Esto chocaría con los intereses de todas las monarquías, intereses legítimos desde la época medieval. No sería posible, por ejemplo, que la Reina de Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte fuera la nueva Reina de Europa. Los más elementales principios de derecho internacional rechazarían esto, amén de las distintas monarquías históricas de Europa (España, fundamentalmente).

3. Lo que de verdad da unión a los pueblos es el sentimiento de nación. Para que esto ocurra, deben tenerse símbolos propios y un territorio propio. La Unión Europea pronto se percató de esto y lo instituyó. Sin embargo, falta un tercer elemento: el idioma. Esto es aún más complicado que encontrar gobernante. ¿Qué idioma debe ser el idioma oficial de Europa, que permitiera a todos comunicarnos a la vez? El inglés parece la primera opción pero, ¿por qué?¿Es que un idioma que habla de forma nativa alrededor de 60 millones de europeos debe ser sobrepuesto al que hablan 100 millones de europeos (alemán). ¿Es que países que por población, importancia mundial e Historia, como Francia, España, Italia y en menor medida Portugal deben ser excluidos de la pugna por el idioma? Esta es una de las auténticas cuestiones de una unión real en los países: el idioma y las costumbres (entre ellas la religión). Esto bien lo sabían los antiguos, los cuales siempre trataban de exterminar cualquier vestigio cultura e idiomático anterior (desde los mismos romanos).

Hablar de una auténtica Europa Unida es una entelequia. Incluso ya se observar parte del fracaso con el mismo Euro, al que la pequeña Grecia está haciendo tambalear y ¿quién sabe? lo mismo lo tumba.

martes, 26 de julio de 2011

Violencia entre parejas homosexuales

La tragedia sacudía hoy a España. Un guardia civil homosexual mataba a su ex novio en los vestuarios de un gimnasio. La cuestión sexual no pasaría de ser una mera anécdota si en este país no fuera tan serio el abuso por parte de las administraciones públicas hacia los hombres.

El caso es que, como ya hemos comentado en ocasiones anteriores, las administraciones españolas son totalmente reacias a aplicar penas de cárcel, particularmente en el caso de las mujeres. Bien sabrán nuestros lectores que en España es fácil delinquir o realizar faltas, ya que la misma policía hace caso omiso a denuncias por delitos menores, como son pequeños hurtos o agresiones. Si estos delitos además están realizados por menores o por mujeres, las probabilidades de penas de prisión son prácticamente nulas.

En España, como en otros tantos países, interesa manipular las cifras o que no se conozcan oficialmente. De hecho, existe una ley específica que regula las penas a maltratadores o a hombres que hayan matado a mujeres con alguna relación afectiva. Sin embargo, consideran atenuante la muerte de un hombre a manos de una mujer, como si la vida de un hombre valiera menos que la de una mujer. Esto es sencillamente aberrante. Existen entonces ciudadanos de primera, vulnerándose absurdamente el principio de igualdad que impera en las democracias occidentales. Esto es, como digo, sencillamente vergonzoso.

Ahora me pregunto yo qué le ocurrirá a este guardia civil homosexual (caso de que salga vivo, porque el muy malaje quiso suicidarse pegándose un tiro en la cabeza). Me pregunto si considerarán que él era el macho de la pareja o por el contrario era el pasivo. O incluso me pregunto si la vida de ese hombre vale menos que la vida de las tantas mujeres que son muertas a manos de sus maridos. Me pregunto incluso si está esa vida a la altura de la vida de los hombres asesinados por sus esposas o novias (y que han sido unos cuantas decenas en el año pasado).

Hay muchos derechos por la igualdad de las personas, de los homosexuales o de los niños, pero no existen derechos por la igualdad en las penas a los asesinos. Siempre existen atenuantes, sin que nadie pueda entender cómo un asesinato premeditado puede tener atenuantes o agravantes. Ha muerto alguien y eso no tiene reparo ni perdón de Dios. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a ninguna persona, ni siquiera el Estado. La conservación pública de la vida es lo único que nos diferencia del resto de seres vivos y defender lo contrario es síntoma de barbarie, brutalidad y animalidad.

Defendamos de una vez los derechos de la humanidad, sin discutir acerca de la vida o de la importancia de las vidas de cada uno.

domingo, 24 de julio de 2011

El neonazi que mató a 76 personas en Noruega

Nunca está de más recordar lo triste que resulta el terrorismo. Ya tuvimos un comentario anterior al respecto titulado Muerte de Bin Laden. En dicho comentario insistíamos en la idea de que el terrorista pierde sus derechos humanos para convertirlos en derecho natural animal. Conviene recordar la idea, por favor, políticos asquerosos que me leéis o hijos-amigos-primos de los mismos, de que un terrorista ha dejado de ser un ser humano.

No me extenderé en lo dicho en otra entrada, pero aclarar que al igual que la leucemia es una enfermedad en la que el leucocito no reconoce al glóbulo rojo como célula hermana, el terrorista es un ser de la especie humana que ha dejado de considerar a otros humanos como de su propia especie. Es decir, se trata de especies diferentes (los "opresores" y los "oprimidos" o terroristas). Esto carece de todo sentido práctico, téorico o científico, por lo que la única explicación lógica está en considerar que el terrorista en su cerebro piensa realmente que está matando a individuos de otra especie.

Quizá no es el momento, al estar tan recientes los acontecimientos, pero sería interesante conocer, entre otras cosas para calmar ánimos de otros jóvenes o adultos de ultraderecha con accesos febriles por el terrorismo, qué sería lo que el mismísimo Hitler pensaría de esta cuestión. En Mein Kampf [Mi Lucha] se dice que los causantes de las desgracias en Alemania son los judíos y los comunistas. Al mismo tiempo, Hitler habla durante muchas páginas del pueblo, de la juventud, de la tercera edad, de las penurias del proletariado alemán. No sé si sabrán la gran mayoría de los lectores que el terrorismo moderno nació a finales del siglo XIX de la mano de los anarquistas, los cuales, para quien tampoco lo sepan, no eran más que comunistas radicales. Anarquistas y marxistas se englobaban dentro de aquellos primeros comunistas de la Primera Internacional, pero finalmente, como ocurre siempre, los marxistas, que eran mucho menos extremistas, fueron los que lideraron y mantuvieron el movimiento.

Conclusión: no parece muy coherente que un auténtico hitleriano, nazi o neonazi use métodos terroristas, propios de los anarquistas, si realmente lo es. Sería como declararse cristiano y orar a la Meca. Tampoco parece muy nazi o ultraderechista atacar propiamente al pueblo y más aún a su propio pueblo. Porque para un auténtico hitleriano no habría dudas entre los miembros de su pueblo y los miembros ajenos a su pueblo. Cuando los judíos eran encarcelados, aun siendo judíos nacidos en Alemania, Hitler era bien consciente de que ellos no eran alemanes. También hemos mencionado muchas veces esta diferencia fundamental en el pensamiento hitleriano: un judío, que conserva sus costumbres y además se esconde y evita las alemanas, no puede ser un auténtico alemán. No sólo Hitler. También gobernantes anteriores, como los mismísimos Reyes Católicos entendieron esta idea.

Volvamos sin embargo a este terrorista noruego. Lo que más ha trascendido no ha sido sus inquietudes o reivindicaciones. Lo que más ha trascendido es Hitler, el nazismo y la ultraderecha. Por favor, señores asquerosos (o sea, políticos), dejen de emponzoñar y aprovechar estas situaciones para olvidar sus desvaríos y sus faltas de buen gobierno. Hitler está bien muerto desde hace más de 66 años. Lo que ocurre es que quieren evitar que su propia suciedad caiga sobre ustedes.

Las doctrinas de Hitler son en su gran mayoría válidas en el mundo actual. Lo digo sin tapujos y ya va siendo hora de que se lea a Hitler o a muchos otros autores sin taparse la boca sorprendidos. A nadie se le escapa que establecer unas políticas sociales de protección a la infancia y a la vejez es algo excelente. Esto lo dijo Hitler. A nadie le parecerá estúpido pensar que es necesario que el pueblo disponga de los elementos básicos y necesarios y hacer la tecnología más barata y accesible. ¡Esto también lo dijo Hitler! Mientras anonymous reivindica, Hitler ya lo pedía hace más de 70 años.

El pensamiento de Hitler forma base para muchas posibles políticas de calidad, pero a costa de una supremacía de ideas sobre otras. El mundo occidental, más rico, poderoso y avanzado que el tercer mundo o China (o al menos lo era), no puede ceder ante presiones provenientes de colectivos marginales de un país. Hitler es el último gobernante auténticamente defensor de la cultura occidental.

El terrorista de Noruega es posible que tuviera tendencias ultraderechistas. Probablemente incluso leyó a Hitler, pero no podemos decir que unas palabras o pensamientos hayan sido las causantes de los daños. La batalla de los pensamientos y de la moral hay que librarla en el cerebro.

En definitiva, lo que menos ha importado a nadie han sido las víctimas, que casi todas eran jóvenes, y el colectivo objetivo. Un auténtico nazi tomaría y organizaria algo desde abajo y para auténticamente derribar el poder. Un auténtico grupo nazi actúa como el cáncer: imparable, porque el grueso del cuerpo acaba identificándose con el cáncer. Los políticos caen y el antiguo cuerpo muere. Este chico actuó como un grano de pus. Irritante e incluso doloroso, puede que quizá también antiestético, pero se soluciona con quitarlo o dando las friegas oportunas.

No olvidemos: es otro animal, de distinta especie.

viernes, 22 de julio de 2011

El nuevo rescate a Grecia o de las medidas extraordinarias

La Unión Europea ha concedido un nuevo préstamo a Grecia por valor de 159 000 000 000 € (ciento cincuenta y nueve mil millones de euros). La principal novedad es que por primera vez la banca privada asumirá parte del préstamos (en concreto cincuenta mil millones de euros). Con esto se pretende salvar a Grecia de la bancarrota y estabilizar los mercados, que estaban marcando a Europa como una zona de alto riesgo, al nivel de países como Burkina Faso o Afganistán.

¿Y ahora qué?¿Es el final de la crisis mundial? A nadie se le escapa que ahora vendrá un nuevo capítulo. Lo que sí que es muy importante es que por primera vez en siglos el sector privado acude al rescate de un país. Puede que a alguno se le haya escapado las implicaciones de esta situación, pero que el sector privado controle el sector público supone una situación embarazosa para ambos, ya que el sector público se ve en la obligación de pagar fuertes deudas a empresas privadas y las empresas privadas pueden sentir la tentación de intervenir directamente en los asuntos públicos.

¿Cuántas veces hemos oído eso de que los que gobiernan realmente a los pueblos son las grandes empresas y los bancos? Dejando a un lado los tintes novelescos y conspirativos, nada de cierto hay, al menos a gran nivel y en países civilizados, de que las grandes empresas controlen a los gobiernos. Incluso en países de cierta tradición mafiosa como Italia, Brasil o México, se puede hablar realmente de presencia delictiva o corrupción en ciertas zonas o con ciertos políticos y no de un control generalizado de estas empresas. Lo creamos o no, incluso el político menos poderoso no deja de ser un representante del poder soberano y tiene algo que el mafioso o el banquero privado no tiene y es legitimidad.

Apunten esa palabra, porque es la clave al rescate de Grecia. Con la aceptación de los bancos a participar en el rescate griego, se les ha proporcionado legitimidad para rentabilizar su inversión. Esto, como hemos dicho, no legitima a los bancos a participar en la política griega, pero los legitima a reclamar su dinero. Esto puede suponer una situación extraña, que puede desembocar en malentendidos o en dolos.

El caso más parecido al rescate griego ocurrió en el siglo XVI, cuando la familia Fugger llegó a convertirse en prestamistas oficiales de los Austrias españoles, llegando a controlar prácticamente el oro y las minas de España y sus colonias. Sin embargo, a diferencia de lo que puede pasar ahora, bien sabemos que Carlos I o Felipe II no fueron precisamente reyes que permitieron la intromisión en sus asuntos de gobierno. Eso no quita que los acuerdos que adquirieron con la familia Fugger no fueran cumplidos, sino que no se le otorgó legitimidad de gobierno, sino sólo legitimidad de pago. Algo parecido, aunque de mucha menor entidad, fue lo ocurrido en las capitulaciones de Santa Fé, donde se reconocía a Colón y sus herederos derechos económicos y políticos sobre bienes públicos de la Corona de Castilla. Sin embargo, en este caso, las implicaciones políticas que traía el cargo hicieron que pasados los años hubiera de suspenderse el tratado. Esto mismo es lo que puede pasar con Grecia: o bien todos mantienen sus posiciones y la legitimidad se manifiesta en el pago exclusivamente o bien el sector privado tratará de inmiscuirse en el sector público, lo que traerá inestabilidad traducida en malversaciones por parte de los bancos o impagos punitivos por parte de Grecia.

Volvamos no obstante al caso que nos ocupa. Grecia tiene actualmente un problema grave del cual únicamente se sale con dinero. No busquemos las causas o cómo se llegó a esta situación. Busquemos las consecuencias de este nuevo comienzo. ¿Ha sido una decisión acertada la implicación de la banca privada? Sin duda, sí. Los Estados, es decir, en definitiva, los ciudadanos, y menos aún los ciudadanos extranjeros tienen que asumir las malas gestiones de un país como Grecia. Hemos de cambiar las leyes de la economía y de hecho están cambiando. Esta crisis ha demostrado que el capitalismo moderno tiene sus días contados y que es más que probable que debamos admitir que es necesario una vuelta al capitalismo pre-keynesista. El Estado no debe asumir ni intervenir en las políticas monetarias y económicas, como si se tratara de un mercantilismo encubierto. La Nueva Economía debe sustentarse en valores más puros, más básicos, donde el Estado sólo intervenga para garantizar la libertad de los ciudadanos.

De esta manera, el Estado no debería ayudar ni bonificar a empresas para que sus trabajadores no sean despedidos. Eso es típicamente keynesista y erróneo. El Estado, si interviene, sólo conllevará a una situación de relajación y de prolongación ficticia del trabajo. Es el caso de las minas de carbón de España o la práctica totalidad de los astilleros de Europa: es imposible mantener algo que está a punto de morirse. Se habla siempre de "sectores estratégicos", algo así como si falta la minería o los astilleros en un país, entonces se puede dar la casualidad de que haya falta de recursos. Esto es cierto a medias. Un sector estratétigo, si realmente lo es, hay que mantenerlo. Pero su mantenimiento no puede ser a costa de ayudas públicas (o lo que es lo mismo, intervención en las leyes de la oferta y la demanda), sino a costa de que el propio Estado asuma como funcionarios a dichos trabajadores o a dicha empresa. Claro que muchos dirán que eso ya se intentó y fracasó. Yo les digo que se intentó, pero no se mantuvo. Una empresa, aunque sea pública, hay que mantenerse como si fuera una empresa privada. La improductividad (y más si se trata de un sector estratégico) ha de ser penalizada.

De todas maneras, el hecho de que los bancos participen en el rescate es algo fundamental. No hay que olvidar que el capitalismo no es más que un sistema económico. Esto quiere decir que el capitalismo es la norma básica económica. ¿Y qué es la economía? La economía no es más que el mantenimiento y la gestión de los recursos y de su reparto justo entre los habitantes del país. Cómo se reparten sus recursos es el problema, pero más importante es el quién y el por qué. Como en una casa, en la que el padre distribuye equitativamente los recursos entre sus hijos, no podemos señalar a los bancos como responsables de todo porque son ricos. La riqueza es algo que como la fortuna, aparece y desaparece y siempre hay nuevos ricos, nuevos bancos y nuevos pobres. De todas maneras, no hay nadie que viva tanto ni tenga tanto aguante como para disfrutar de todo lo que se puede comprar con muchísimo dinero. De hecho, es precisamente eso, quien tiene mucho dinero tiene la necesidad de comprar, es decir, de dar dinero a otro por un bien o un servicio. Esa es la base del capitalismo. Queda entonces una conciencia residual en la mente que es que el rico debe socialmente su dinero, ya sea en forma de adquirir casas, hacer fiestas o lo que sea. Lo importante y lo correcto es gastar. Sin embargo, de todos es conocido que si se gasta el dinero, se deja de ser rico. Por tanto, los ricos ahorran. Ahorrando se consiguen las grandes fortunas.

¿A dónde estamos llegando? A que los bancos eran reticentes a prestar porque de esa manera su ahorro se resentía. Pero desde un punto de vista social (que no altruista, ya que no se debe permitir nunca eso en la sociedad) los bancos deben gastar su dinero y no ahorrarlo. Ese gasto puede significar inversión, pero lo importante es que el dinero fluya, y así todos reciban. La gestión posterior de ese dinero recibido es lo que convertirá a cada cual en rico o en pobre.

El sector privado tiene dos opciones con su dinero: ahorrar o invertir. No se puede consentir que el dinero esté inmóvil. Eso no significa, vuelvo a repetir, que no se compren viviendas, oficinas, centros comerciales, con los cuales ganar más dinero (inversión). Lo que significa es que esos 50 mil millones de euros servirán para que haya dinero con el cual pagar salarios a funcionarios y con el cual esos trabajadores pagarán a sus bancos otra vez, y el dinero fluirá.

Todos estos pensamientos son complicados y no se han expuesto en toda su totalidad, analizando los distintos escenarios, que por supuesto requieren distinto tratamiento, pero en definitiva, el sector privado propietario de la riqueza está obligado a gastar por el bien social. Repito, no se puede consentir el regalo, pero sí la inversión.

lunes, 18 de julio de 2011

Las ondas electromagnéticas: esas desconocidas (II)

He de confesarme perplejo por esta noticia. Una mujer alérgica a las ondas electromagnéticas

Estimados amigos. Creo que ya son ustedes capaces de distinguir a una estafadora de lo que no lo es. La razón es muy simple: si fuera alérgica a las ondas electromagnéticas de los móviles (microondas), debería ser alérgica a las ondas más energéticas (como son las infrarrojas o las visibles). Es decir, no sólo habría de estar en la más completa oscuridad, sino estar en un ambiente frío (alrededor de 15 grados centígrados). No se pueden ser dañinas las ondas menos energéticas y sin embargo las ondas más energéticas no causarle daños.

Es más, en el supuesto caso de que esto fuera real, la ausencia de móviles sería insuficiente, ya que desde el espacio sideral nos llegan continuamente microondas, si bien es cierto que en baja intensidad y podrían resultar poco dañinas, en este caso.

Sabemos también que el cuerpo humano es sensible a los cambios de temperatura. Más allá de los 44ºC y por debajo de 31ºC morimos. Alguien podría alegar que algo parecido le pasa a esta mujer. Siento decir que no sólo discrepo, sino que se desconoce totalmente el comportamiento de las ondas electromagnéticas. Las ondas electromagnéticas se propagan a la velocidad de la luz y continuamente están chocando con elementos del entorno, variando su energía y por tanto su frecuencia. Como ejemplo, la radiación solar (visible) cuando entra en un invernadero se transforma en calor y por tanto radiación infrarroja. Al ser radiación infrarroja concentrada, genera una temperatura más alta de lo normal. Podría ocurrir entonces que, una hipotética transformación en microondas, de manera natural, hiciera daño a nuestra mujer, sin poder evitarlo. Sin embargo ella sólo se queja de las radiaciones de los móviles, las radios y las cosas artificiales.

En definitiva, esto es una mentira.

martes, 12 de julio de 2011

Difamación de los personajes públicos: Hitler

El último escándalo sobre vidas de personajes ilustres lo ha protagonizado el escritor Thomas Weber con su libro "La Primera Guerra de Hitler". En este libro, se insinúa que el escritor descubrió unos documentos perdidos en los archivos de Baviera donde se hablaba de Hitler (por parte de sus compañeros) como un cerdo de la retaguardia, un cobarde, que nunca estuvo en el frente, sino a más de 5 km de él y que eso tiene lógica, teniendo en cuenta que por aquel entonces la supervivencia en el frente era muy limitada.

¡Cómo son los historiadores y los periodistas! No digo que el tal Weber no tenga razón, pero me resulta bastante complicado pensar en que unos documentos tan importantes hubieran sido extraviados. Incluso así, es bastante curioso que estos documentos hayan sido encontrados a lo Indiana Jones, entre millones de piezas documentales.

Más extraño todavía. ¿Era tan importante Adolf Hitler en 1918 como para escribir documentos, diarios e información sobre sus hechos?¿Cómo se concibe que el futuro canciller de Alemania, que no era más que un cabo en aquel tiempo, pudiera ser tan importante para su compañeros y oficiales?¿Es que eran adivinos?

Quiero pensar más bien que si mañana me convirtiera en el próximo dictador de mi país, aparecerían documentos de muchas clases sobre mi persona. Y estoy seguro de que muchos de ellos tratarían de demostrar mi homosexualidad. Es la típica manera en la que se difama y ridiculiza a las personas: homosexualidad, cobardía, demérito. Estoy convencido de que mis excelentes calificaciones en mis etapa estudiantil serían fruto no de mi esfuerzo personal, sino de adulaciones, lloros, ruegos y exhortaciones. Estoy convencido de que mi hoja intachable de servicios sería considerado como fruto de mis relaciones con los miembros del gobierno o lo que es peor, de una conspiración de mi gabinete por borrar mi pasado.

¡Sucios periodistas e historiadores! ¡Digan la verdad, miserables! Si alguien hizo cosas horribles, como la matanza de civiles, díganlo y comuníquenlo, pero los méritos y las virtudes de aquellos que incluso eran malvados, sean honrados y también explíquenlo, para poder comprender completamente al personaje.

Las acusaciones infundadas a César Borgia, las maneras afeminadas de Alejandro Magno o la falta de genitales en Franco son muchas de tantas historias falsas, incomprensibles y sobre todo indignas por parte del historiador. Sólo falta que digan que Cristo era realmente un criminal e hizo sólo el mal.

viernes, 8 de julio de 2011

Las ondas electromagnéticas: esas desconocidas

En otra ocasión ya hablamos de los mitos acerca de las microondas. Como siguen proliferando los agoreros y los miedosos, es necesario que retomemos el tema y lo analicemos mucho más detenidamente. De manera divulgativa, vamos a tratar de enseñar qué es una onda electromagnética y los efectos que pueden hacer.

El siguiente gráfico, procedente de wikipedia, es la base de todo el análisis. Como se puede observar, existen múltiples tipos de radiaciones u ondas electromagnéticas. Cuando nos referimos a radiaciones, no nos estamos refiriendo en principio a nada peligroso o de origen artificial o nuclear. Con radiación nos referimos a una onda electromagnética cuyo foco es conocido (un radar, el Sol, una piedra de pechblenda, etc.). Las ondas electromagnéticas se clasifican o diferencian según su longitud de onda y su frecuencia.

Es importante recordar que cualquier onda electromagnética se desplaza a la velocidad de la luz. Es decir, que las radiaciones muy energéticas, como los rayos gamma, se mueven a la misma velocidad que las ondas de radio. También se puede ver que las longitudes de onda están relacionadas con tamaños de objetos reales. Por este motivo la radio o la televisión (sobre todo la radio) se reciben mal en zonas de montaña o en zonas con edificios altos. La onda en cuestión tiene una longitud de onda de 500 m, por ejemplo, y el valle entre las dos montañas tiene 200 m. Por tanto la onda no pasa y choca contra las paredes de la montaña.

Las ondas tienen distinto poder de penetración. De ahí que los objetos sean opacos o transparentes para cada longitud de onda. Esto es importante, ya que el vidrio, por ejemplo, es transparente a la luz visible (podemos ver a través de la ventana) pero es opaco para la radiación infrarroja. En eso se basa el principio del invernadero.

Las radiaciones también pueden ser ionizantes o no ionizantes. La ionización es consecuencia del efecto fotoeléctrico de las radiaciones. Una radiación con una frecuencia lo suficientemente alta (y por tanto energética) puede arrancar un electrón de un átomo y formar un ión. Este efecto puede ocurrir con cualquier longitud de onda y depende exclusivamente del tipo de material. Sin embargo, tradicionalmente se ha venido hablando de radiaciones ionizantes a aquellas que pueden provocar esos iones en sistemas biológicos y generar en enfermedades y malformaciones (cáncer, abortos, mutaciones, etc.). Las radiaciones ionizantes para el ser humano comienzan en un umbral relativamente bajo, el ultravioleta. Previa a esta frecuencia las radiaciones no son ionizantes y por tanto son inocuas (esto incluye a la luz visible, al infrarrojo, a las microondas y a las ondas de radio).

Si lo dicho anteriormente no fuera cierto, no habría vida en la Tierra. Los seres vivos están expuestos diariamente a altas dosis de radiaciones no ionizantes. Para empezar todos los cuerpos, al tener temperatura mayor de 0 K, tienen que emitir algún tipo de radiación. Pero hay que insistir en que a pesar de todo eso, no se tratarían nunca de radiaciones peligrosas. De esta forma, mediante el tipo de radiación emitida, podemos conocer la temperatura de objetos tan lejanos como estrellas o galaxias.

A todo lo dicho anteriormente, seguro que alguien le verá un pero. ¿Cómo es posible que una radiación muy poco energética, como las microondas, sea capaz de cocinar e incluso quemar por dentro un pollo? La razón está en la irradiancia o intensidad (potencia por metro cuadrado). Si somos capaces de concentrar millones de ondas electromagnéticas de baja frecuencia en un espacio reducido, es posible que puedan generar efectos en los cuerpos. No obstante, todo esto tiene una exclusión: sólo producirán efectos sobre los cuerpos que contenga sustancias susceptibles de ser influidas por esas ondas.

Pongamos varios ejemplos. Concentramos millones de ondas de radio provenientes de una fuente emisora. Las ondas de radio no tienen frecuencia suficiente para arrancar electrones e incluso para hacer vibrar enlaces de las sustancias cotidianas. Además, tal y como expresa el gráfico, los cuerpos emisores de estas ondas son equivalentes a cuerpos con temperaturas de menos de 1 K (practicamente el vacío sideral). Estas ondas, por mucho que se concentraran, no podría provocar daños.

Vayamos a las microondas. De todos es conocido que sólo los cuerpos húmedos (con agua) pueden ser calentados con un horno microondas. Esto se debe a que las microondas son capaces de vibrar (y por tanto aumentar la energía) de los enlaces O-H. Por tanto, la cerámica o un plástico no puede ser calentado directamente (el calor le viene por conducción entre el cuerpo caliente y el recipiente). El misterio del microondas consiste en una fuente emisora de microondas que aunque genere poca intensidad, al rebotar en las paredes y no escapar permite aumentar la intensidad enormemente, haciendo vibrar los enlaces y aumentado la temperatura global del cuerpo.

Los infrarrojos y el visible también pueden ser una fuente válida para cocinar o calentar. De hecho, las brasas o las llamas son visibles y calientan. Son tan energéticas que incluso no es necesario concentrar (salvo que se deseen temperaturas muy altas, de cientos o miles de grados, pero incluso así, lo más importante es la temperatura del cuerpo emisor). Los cuerpos entre 100 K y 10 000 K emiten este tipo de radiación. Estos rayos, entonces, pueden calentar e incluso hacer mucho daño mediante quemaduras si la exposición es prolongada (como ocurre al exponerse al sol). Sin embargo, con radiación visible sería imposible provocar un cáncer, por muy concentrada que estuviera. En este sentido hay una extraña teoría y es que pensamos que una bombilla convencional puede generar calor (y de hecho lo genera) pero que otros sistemas, como los fluorescentes, no generan calor y la luz generada no podría calentar. Esto se debe a una falsa apreciación. En efecto, en las bombillas convencionales un muy bajo porcentaje de la electricidad se convierte en luz (y por tanto, su intensidad es relativamente pobre). En cambio, casi todo se convierte en calor (infrarrojo). Por tanto, si estamos lo suficientemente alejados de la bombilla (y por consiguiente la radiación infrarroja se atenúa según la inversa del cuadrado de la distancia), no notaremos calor. Los fluorescentes son mucho más eficientes y el calor generado es menor. Pero insistimos, cuando lo normal es que la luz del sol, un día de verano, esté a 1000 W/m2, un fluorescente de 50 W, alejado 3 m, representa quizá 3-5 W/m2, cantidad propia más bien de un día de luna o incluso menos. Sin embargo, si estamos ante un LED o fluorescente muy potente (10 kW), sí que notaríamos el efecto propio de la luz visible estando a corta distancia y su poder calorífico.

El resto de radiaciones (UV, rayos X, rayos gamma, rayos cósmicos, etc.) pertenecen ya al campo del peligro y generalmente no es conveniente su exposición. De ahí que el Sol sea algo peligroso (UV) o el uranio (rayos gamma).

Es importante que estas cosas no caigan en el olvido. También es importante que entendamos que si uno no se preocupa porque no coge la radio en su vehículo cuando pasa por la alta montaña, tampoco hay que preocuparse porque el televisor pite al estar cerca de un celular o éste se bloquee estando cerca del microondas. Es lógico y normal y para nada peligroso. El peligro está en no saber reconocer esto y guiarnos por los fanáticos.