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martes, 26 de julio de 2011

Violencia entre parejas homosexuales

La tragedia sacudía hoy a España. Un guardia civil homosexual mataba a su ex novio en los vestuarios de un gimnasio. La cuestión sexual no pasaría de ser una mera anécdota si en este país no fuera tan serio el abuso por parte de las administraciones públicas hacia los hombres.

El caso es que, como ya hemos comentado en ocasiones anteriores, las administraciones españolas son totalmente reacias a aplicar penas de cárcel, particularmente en el caso de las mujeres. Bien sabrán nuestros lectores que en España es fácil delinquir o realizar faltas, ya que la misma policía hace caso omiso a denuncias por delitos menores, como son pequeños hurtos o agresiones. Si estos delitos además están realizados por menores o por mujeres, las probabilidades de penas de prisión son prácticamente nulas.

En España, como en otros tantos países, interesa manipular las cifras o que no se conozcan oficialmente. De hecho, existe una ley específica que regula las penas a maltratadores o a hombres que hayan matado a mujeres con alguna relación afectiva. Sin embargo, consideran atenuante la muerte de un hombre a manos de una mujer, como si la vida de un hombre valiera menos que la de una mujer. Esto es sencillamente aberrante. Existen entonces ciudadanos de primera, vulnerándose absurdamente el principio de igualdad que impera en las democracias occidentales. Esto es, como digo, sencillamente vergonzoso.

Ahora me pregunto yo qué le ocurrirá a este guardia civil homosexual (caso de que salga vivo, porque el muy malaje quiso suicidarse pegándose un tiro en la cabeza). Me pregunto si considerarán que él era el macho de la pareja o por el contrario era el pasivo. O incluso me pregunto si la vida de ese hombre vale menos que la vida de las tantas mujeres que son muertas a manos de sus maridos. Me pregunto incluso si está esa vida a la altura de la vida de los hombres asesinados por sus esposas o novias (y que han sido unos cuantas decenas en el año pasado).

Hay muchos derechos por la igualdad de las personas, de los homosexuales o de los niños, pero no existen derechos por la igualdad en las penas a los asesinos. Siempre existen atenuantes, sin que nadie pueda entender cómo un asesinato premeditado puede tener atenuantes o agravantes. Ha muerto alguien y eso no tiene reparo ni perdón de Dios. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a ninguna persona, ni siquiera el Estado. La conservación pública de la vida es lo único que nos diferencia del resto de seres vivos y defender lo contrario es síntoma de barbarie, brutalidad y animalidad.

Defendamos de una vez los derechos de la humanidad, sin discutir acerca de la vida o de la importancia de las vidas de cada uno.

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