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martes, 12 de julio de 2011

Difamación de los personajes públicos: Hitler

El último escándalo sobre vidas de personajes ilustres lo ha protagonizado el escritor Thomas Weber con su libro "La Primera Guerra de Hitler". En este libro, se insinúa que el escritor descubrió unos documentos perdidos en los archivos de Baviera donde se hablaba de Hitler (por parte de sus compañeros) como un cerdo de la retaguardia, un cobarde, que nunca estuvo en el frente, sino a más de 5 km de él y que eso tiene lógica, teniendo en cuenta que por aquel entonces la supervivencia en el frente era muy limitada.

¡Cómo son los historiadores y los periodistas! No digo que el tal Weber no tenga razón, pero me resulta bastante complicado pensar en que unos documentos tan importantes hubieran sido extraviados. Incluso así, es bastante curioso que estos documentos hayan sido encontrados a lo Indiana Jones, entre millones de piezas documentales.

Más extraño todavía. ¿Era tan importante Adolf Hitler en 1918 como para escribir documentos, diarios e información sobre sus hechos?¿Cómo se concibe que el futuro canciller de Alemania, que no era más que un cabo en aquel tiempo, pudiera ser tan importante para su compañeros y oficiales?¿Es que eran adivinos?

Quiero pensar más bien que si mañana me convirtiera en el próximo dictador de mi país, aparecerían documentos de muchas clases sobre mi persona. Y estoy seguro de que muchos de ellos tratarían de demostrar mi homosexualidad. Es la típica manera en la que se difama y ridiculiza a las personas: homosexualidad, cobardía, demérito. Estoy convencido de que mis excelentes calificaciones en mis etapa estudiantil serían fruto no de mi esfuerzo personal, sino de adulaciones, lloros, ruegos y exhortaciones. Estoy convencido de que mi hoja intachable de servicios sería considerado como fruto de mis relaciones con los miembros del gobierno o lo que es peor, de una conspiración de mi gabinete por borrar mi pasado.

¡Sucios periodistas e historiadores! ¡Digan la verdad, miserables! Si alguien hizo cosas horribles, como la matanza de civiles, díganlo y comuníquenlo, pero los méritos y las virtudes de aquellos que incluso eran malvados, sean honrados y también explíquenlo, para poder comprender completamente al personaje.

Las acusaciones infundadas a César Borgia, las maneras afeminadas de Alejandro Magno o la falta de genitales en Franco son muchas de tantas historias falsas, incomprensibles y sobre todo indignas por parte del historiador. Sólo falta que digan que Cristo era realmente un criminal e hizo sólo el mal.

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