No nos sorprende la noticia de la próxima suspensión de pagos griega. Aún así, todavía los mercados se sienten amenazados y los inversores huyen despavoridos a valores más seguros (y por otro lado, menos rentables).
Esto ya es demencial. Quiero decir que como siempre, algunos tratan de engañar y de hacernos creer lo que realmente no es. La bancarrota de un estado, sea de la envergadura que sea, es siempre una posibilidad remota y aún más cuando estamos hablando de un país europeo y para mayor información, un país de la zona Euro. Por supuesto que lo que hay es lo que hay y no admite discusión: Grecia dispone de dinero líquido para un mes y esta es la cruda realidad. Lo que no está tan claro (o al menos a mí no me queda tan claro) es que se permita a este país morir de hambre, al estilo de cualquier país africano de cuarta categoría, como podría ser Somalia.
Entonces, ¿cuál es la auténtica realidad? Bueno, en este caso, hablar de "auténtica realidad" sería una prepotencia y un ejercicio astrológico más que otra cosa, pero podemos hablar de las medidas concretas para solucionar el asunto. Ya comentamos tanto las medidas concretas como las consecuencias de estas medidas en un mensaje anterior (El nuevo rescate a Grecia o de las medidas extraordinarias). El caso es que Francia y Alemania, como suele ocurrir en estos casos, tratan de mantener cohesionada a toda Europa a pesar de los continuos escándalos económicos del país heleno.
A veces, las medidas económicas radicales representan la solución a todo. Otras veces no. En este caso, Grecia está herida de muerte y sólo un auténtico rescate (pero hablamos de rescate real, no de eufemismos) podría devolver la vida a esta economía europea. Ya indicamos en aquel momento algunas de las medidas necesarias para rescatar al país y del mismo modo, como quedaba expuesta la soberanía nacional del país al dominio de los bancos privados. Ahora Alemania y Francia hablan de "eurobonos", es decir, la emisión de bonos o deuda no por parte de un estado, sino de la propia Unión Europea. Con esto, se podría obtener dinero a corto plazo pero suficiente como para poder aliviar las maltrechas finanzas griegas.
¿En qué consistiría un eurobono? La Unión Europea (ese ente que nos recuerda al ya extinto Sacro Imperio Romano Germánico, en el sentido de que el emperador tenía un título más nominal que real) emitiría deuda en nombre de todos los países de la unión. Cada país recibiría una parte de ese dinero obtenido, en función del peso del pago que tendría que realizar al propietario del bono a un número determinado de años. Por tanto, si Alemania paga la mitad de la deuda del bono, la mitad del dinero invertido iría a parar a las arcas alemanas. Sin embargo, en el panorama actual, ese dinero, en lugar de ir a las arcas, iría destinado a Grecia. Sería como un préstamo extraño, ya que los países no pagarían nada a Grecia, sino inversores privados que tendrían la garantía de pago por parte de la UE. Grecia a su vez devolvería este préstamo a cada país de la UE en un tiempo independiente del tiempo de vencimiento del "eurobono".
Todos conocen el riesgo de dicha operación. En primer lugar, porque la UE, como hemos dicho, es un ente y en definitiva no garantiza el pago ella, sino el conjunto de sus miembros. ¿Qué ocurriría si uno de esos miembros, caso de España o Italia, decidiera no pagar al inversor por falta de fondos? En ese caso, Alemania o Francia tendrían que hacer un esfuerzo adicional. En definitiva: el eurobono es una herramienta óptima para los países que son malos pagadores, mientras que para los países más estables se convierte en una trampa.
La solución más rápida para la situación actual griega pasa exclusivamente por ser la más vergonzosa: el protectorado económico. Esto quiere decir que una entidad extranjera o supranacional (Alemania, Francia, el FMI o la ONU) se harían cargo de las finanzas y de la política económica del país. Para ayudarnos a comprender esta situación tan vergonzosa, sería similar a una situación que no ocurría desde la colonización de África, como por ejemplo en el caso de Marruecos, donde las potencias extranjeras (en este caso España y Francia) dominaban las políticas nacionales, si bien existía un gobierno marroquí, aunque en este caso eran meros funcionarios de aquellas potencias.
Grecia inició su independencia en el siglo XIX y el protectorado sería una ofensa tan grande que es probable que acabara en revolución. Pero no nos engañemos. Grecia está incapacitada temporalmente, como puede estarlo una persona que pierde el juicio. Por tanto, el protectorado sería una solución más que viable, por mucho que pudiera herir egos (nunca mejor dicho, en el caso griego) o ser una solución políticamente incorrecta.
Seguimos siendo unos malos hijos de la democracia. Sentimos algo así como que el tiempo de las colonias ya pasó. Sin embargo, no nos podemos dejar engañar. Las naciones, como las personas, nacen, crecen y mueren. A veces, incluso, pueden resucitar. No hay nada malo en aplicar doctrinas de éxito en el pasado. Esa idea de que una dictadura, por ejemplo, sólo puede traer algo malo a la sociedad es una soberana estupidez. Si no, que se lo digan a Roma con César o a Francia con Napoleón, que hicieron grandes a sus naciones. Tampoco tiene sentido condenar la idea del protectorado, y aún menos el del protectorado económico, aun cuando vemos que existen muchos países en el mundo que son protectorados de hecho de países como Reino Unido o EE.UU.
Lo de Grecia es escandaloso, pero aún más escandaloso es el efecto mundial que puede llegar a tener esta situación. Por otro lado, como dicen muchas fábulas, nunca pensemos que nuestra situación es inmodificable o que viviendo de las rentas podremos subsistir. Una situación como la que está viviendo Europa y EE.UU., a expensas del crecimiento de países como China o India, sólo puede entenderse desde un punto de vista: relajación cultural, democracia mal interpretada y sobre todo desprecio irracional a la capacidad de estos países emergentes de poder destruir la supremacía occidental. Recuerden: no hay enemigo pequeño.
A veces, las medidas económicas radicales representan la solución a todo. Otras veces no. En este caso, Grecia está herida de muerte y sólo un auténtico rescate (pero hablamos de rescate real, no de eufemismos) podría devolver la vida a esta economía europea. Ya indicamos en aquel momento algunas de las medidas necesarias para rescatar al país y del mismo modo, como quedaba expuesta la soberanía nacional del país al dominio de los bancos privados. Ahora Alemania y Francia hablan de "eurobonos", es decir, la emisión de bonos o deuda no por parte de un estado, sino de la propia Unión Europea. Con esto, se podría obtener dinero a corto plazo pero suficiente como para poder aliviar las maltrechas finanzas griegas.
¿En qué consistiría un eurobono? La Unión Europea (ese ente que nos recuerda al ya extinto Sacro Imperio Romano Germánico, en el sentido de que el emperador tenía un título más nominal que real) emitiría deuda en nombre de todos los países de la unión. Cada país recibiría una parte de ese dinero obtenido, en función del peso del pago que tendría que realizar al propietario del bono a un número determinado de años. Por tanto, si Alemania paga la mitad de la deuda del bono, la mitad del dinero invertido iría a parar a las arcas alemanas. Sin embargo, en el panorama actual, ese dinero, en lugar de ir a las arcas, iría destinado a Grecia. Sería como un préstamo extraño, ya que los países no pagarían nada a Grecia, sino inversores privados que tendrían la garantía de pago por parte de la UE. Grecia a su vez devolvería este préstamo a cada país de la UE en un tiempo independiente del tiempo de vencimiento del "eurobono".
Todos conocen el riesgo de dicha operación. En primer lugar, porque la UE, como hemos dicho, es un ente y en definitiva no garantiza el pago ella, sino el conjunto de sus miembros. ¿Qué ocurriría si uno de esos miembros, caso de España o Italia, decidiera no pagar al inversor por falta de fondos? En ese caso, Alemania o Francia tendrían que hacer un esfuerzo adicional. En definitiva: el eurobono es una herramienta óptima para los países que son malos pagadores, mientras que para los países más estables se convierte en una trampa.
La solución más rápida para la situación actual griega pasa exclusivamente por ser la más vergonzosa: el protectorado económico. Esto quiere decir que una entidad extranjera o supranacional (Alemania, Francia, el FMI o la ONU) se harían cargo de las finanzas y de la política económica del país. Para ayudarnos a comprender esta situación tan vergonzosa, sería similar a una situación que no ocurría desde la colonización de África, como por ejemplo en el caso de Marruecos, donde las potencias extranjeras (en este caso España y Francia) dominaban las políticas nacionales, si bien existía un gobierno marroquí, aunque en este caso eran meros funcionarios de aquellas potencias.
Grecia inició su independencia en el siglo XIX y el protectorado sería una ofensa tan grande que es probable que acabara en revolución. Pero no nos engañemos. Grecia está incapacitada temporalmente, como puede estarlo una persona que pierde el juicio. Por tanto, el protectorado sería una solución más que viable, por mucho que pudiera herir egos (nunca mejor dicho, en el caso griego) o ser una solución políticamente incorrecta.
Seguimos siendo unos malos hijos de la democracia. Sentimos algo así como que el tiempo de las colonias ya pasó. Sin embargo, no nos podemos dejar engañar. Las naciones, como las personas, nacen, crecen y mueren. A veces, incluso, pueden resucitar. No hay nada malo en aplicar doctrinas de éxito en el pasado. Esa idea de que una dictadura, por ejemplo, sólo puede traer algo malo a la sociedad es una soberana estupidez. Si no, que se lo digan a Roma con César o a Francia con Napoleón, que hicieron grandes a sus naciones. Tampoco tiene sentido condenar la idea del protectorado, y aún menos el del protectorado económico, aun cuando vemos que existen muchos países en el mundo que son protectorados de hecho de países como Reino Unido o EE.UU.
Lo de Grecia es escandaloso, pero aún más escandaloso es el efecto mundial que puede llegar a tener esta situación. Por otro lado, como dicen muchas fábulas, nunca pensemos que nuestra situación es inmodificable o que viviendo de las rentas podremos subsistir. Una situación como la que está viviendo Europa y EE.UU., a expensas del crecimiento de países como China o India, sólo puede entenderse desde un punto de vista: relajación cultural, democracia mal interpretada y sobre todo desprecio irracional a la capacidad de estos países emergentes de poder destruir la supremacía occidental. Recuerden: no hay enemigo pequeño.
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