Lamento profundamente la masacre cometida a todos esos angelitos inocentes. No se puede concebir algo así más que en la mente perversa y obnubilada de un demente.
No deseo perderme en más muestras de cariño o condolencias. Creo que lo dicho es suficiente para entender qué es lo que siente la mayor parte de la población sobre este tema.
Me gustaría concentrar esta penosa entrada en dos aspectos fundamentales que derivan de esta matanza: el análisis del asesino y la polémica con los permisos de armas en EE.UU.
El ya tristemente conocido asesino Adam Lanza no era más que otro de tantos adolescentes o jóvenes adultos fracasados que tratan de llamar la atención en un mundo desesperadamente repleto de incomunicación. No podemos decir que sean jóvenes normales, pero tampoco podemos apartar nuestra mirada a aquellos que por ser fracasados no tengan derecho a una vida justa.
El caso es que Lanza no era más que un principio de hombre que, debido a su falta de encanto y carisma, no resultaba ser esa clase de personaje excéntrico. Es conocido que sufría síndrome de Asperger. Déjenme contestar que esta suele ser la típica excusa para querer no enfocar el auténtico problema de estos asesinos en masa: la ausencia de futuro en el individuo. Tanto Breivik como Lanza intercambian los papeles entre seres humanos y animales en una macabra caza. El famoso asesino de Noruega no puede ser considerado un loco en el mismo sentido que Lanza, aun a pesar de que su matanza fue similar. Mientras que Breivik entendía que éstos eran enemigos de la patria, Lanza consideraba que la escuela era la causa de esos problemas y que, si se permite ahora la especulación, o bien quería eliminar a los productos de la escuela (sus estudiantes) o bien quería eliminar el concepto de escuela en sí. No podremos entender nunca al cien por cien cuál fue la auténtica razón por la que pretendió matar a los niños, pero desde luego no es obra de un criminal, sino de un loco capaz de confundir a seres humanos con animales u otros seres inanimados.
En cuanto al acceso de armas en EE.UU., tanto Obama como la opinión pública están de acuerdo en limitar de algún modo su acceso. De todas maneras, la asociación del rifle norteamericana trata de minimizar aquello, alegando incluso que un mayor acceso a las armas podría ser un mayor grado de seguridad.
Hay una cosa cierta en todo esto y es que la ausencia de armas de fuego no garantiza la ausencia de asesinatos, pero los minimiza. Lo contrario es imposible: la presencia de armas de fuego garantiza la ausencia de asesinatos, debido a que incluso en el peor de los casos, el defensor mataría al agresor, convirtiéndose, desde el punto de vista moral de asesino.
Una sociedad con alto nivel armamentístico es una sociedad violenta. Esto es una realidad. Si una sociedad puede acabar sus problemas con las armas, entonces la cabida de la razón queda en segundas esferas. Razón y fuerza son a menudo incompatibles.
Hay quien piensa que Obama no puede prohibir las armas porque, entre otras cosas, podrían atentar incluso contra él mismo. De todas formas, Obama olvida las palabras de Maquiavelo, quien consigue el favor del pueblo no requiere de amigos ni aliados en la Corte. Esto significa que acabar con el mercado de armas es tarea compleja, pero que el pueblo lo apoyaría si lo ve realmente interesante. El problema es que Obama también tiene a muchos demócratas amantes de las armas y teme perder su puesto.
Creo en la libertad de portar un arma si ésta se otorga a sujetos tan cuidadosamente escogidos que se garantice la ausencia casi total de fallos en su uso o que su función sea la de velar por la seguridad de otros (guardas jurados o policías). Lo que no creo es en proveer a todo padre de familia de armas (algunas incluso automáticas), ya que lo que hacemos es militarizar a la sociedad, hasta tal punto de poder matar a familias enteras. Esto sí habría de ser innegociable para EE.UU: No se puede tener a nadie armado capaz de generar, por mínimo que sea, un altercado o tiroteo. Tampoco a nadie no entrenado en el manejo del mismo. De la misma manera, no se entrenaría a nadie a menos que lo haga con el fin de ser un profesional de la vigilancia.
En definitiva: soluciones hay, sólo hay que aplicarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario