Así se llamaba un libro que me leí hace ya más de 22 años (y prometo que lo volveré a leer). El libro tenía un argumento bastante extenso sobre el origen de la paleontología, cómo se desarrolló la ciencia (incluyendo un capítulo, aún me acuerdo de memoria, Cope y Marsh: la guerra de los huesos, en el que se describía cómo estos dos investigadores se arruinaron económica y socialmente por ser líderes en su campo de investigación) y por último una no muy extensa discusión, aunque bastante argumentada, sobre el final de los dinosaurios en los capítulos ¿Término con una explosión? y ¿Terminó con un gemido?
Me temo que no podría ser lo suficientemente preciso en los argumentos pero creo recordar que las dos posibles causas de la desaparición de los dinosaurios fueron el choque de un meteorito con la Tierra (teoría exógena) y una probable extinción debida a algún tipo de virus como la gripe aviar (teoría endógena). Sea como fuere es bastante interesante comprobar que aún hoy el misterio sobre el final de los dinosaurios no ha sido resuelto satisfactoriamente y que aún sigue despertando interés por el gran público.
La hipótesis del meteorito vendría a acentuar el hecho de que se han descubierto por todo el planeta cráteres que podrían ser datados de aquella época y que determinaría la posibilidad de que se hubiera levantado alguna especie de nube de polvo que hubiera cubierto la Tierra y hubiera contribuido a un enfriamiento global que habría matado posteriormente a los dinosaurios (por su necesidad de calor solar, como cualquier otro reptil).
La hipótesis de algún tipo de infección masiva o incluso una superpoblación de estos seres vivos parece menos probable (quizá también a que es menos espectacular y romántica que la apocalíptica "gran explosión"). Sin embargo no debería desecharse, debido fundamentalmente a que en épocas recientes hemos vivido casos muy parecidos de virus capaces de matar a la población joven (incluida la humana). La superpoblación podría haber significado la muerte de alguna que otra especie, pero es demasiado aventurado afirmar que todas las especies de dinosaurio (sin excepción) sufrieron al mismo tiempo una superpoblación y por último muerte debido a la ausencia de recursos. En mi opinión, parecen mucho más creíbles las dos anteriores.
El fin de los dinosaurios fue triste. Muchos de nosotros a veces soñamos con qué habría sido del mundo de haber podido disfrutar de un hermoso Tyranosaurus en el zoo. El famoso libro y posterior película Parque Jurásico debatía, como ya saben, sobre este sueño y las desventajas de una hipotética resurrección de estas especies. Pero como decían en mi viejo libro, la suerte de haber desaparecido los dinosaurios es que permitieron el desarrollo de los mamíferos y posteriormente de la especie más perfecta entre los animales: el ser humano.
Las grandes crisis, entre ellas aquella que mató a los dinosaurios, siempre han causado enormes pérdidas, algunas irreparables, como es el caso de la desaparición de todo un orden reptiliano, pero al mismo tiempo ha sido la base de órdenes más evolucionados y adaptados al medioambiente, lo que ha permitido mejores especies con una mayor capacidad de supervivencia.
Algo así pasa en las crisis económicas. No cabe duda de que hoy más que nunca podríamos considerar al siglo XXI como el período jurásico económico. No ha habido en la historia de la humanidad un período de mayor prosperidad económica, con enormes corporaciones que pelean entre sí por millones de millones de dólares. Esos son los dinosaurios modernos, auténticas máquinas de matar que pueden con todo, con capacidad de aniquilar a cualquier otra compañía más pequeña que pretenda prosperar o que intente presentarles batalla.
La visión de esta situación es paradójica, hasta tal punto de que cuando el presunto enemigo es una sola persona (por ejemplo, un autónomo), no se puede pensar en otra cosa que en una lucha desigual de la que el pequeño no va a salir bien parado. De hecho, por lo general, las grandes corporaciones, con sus pagos a 6 meses o incluso a 1 año, han conseguido la bancarrota de muchas de estas empresas y trabajadores que sólo deseaban llevar un plato de comida a sus familias.
Los dinosaurios son magníficos, pero al mismo tiempo son tiránicos y pueden hacer grandes catástrofes. Eso es una gran multinacional. Sin embargo, en época de crisis, la desaparición de algunas de estas grandes empresas puede ayudar a que otras pequeñas y aún minúsculas ocupen nichos de mercado que de otra manera no podrían ocupar.
La empresa grande debería existir siempre y la ausencia de la misma puede significar una auténtica revolución e incluso dificultar la expansión de otras más pequeñas. Dicho de otra manera: sin empresas grandes es poco probable un desarrollo próspero, debido a la falta de medios. Sin embargo, en la crisis actual, es posible ver a pequeñas empresas que han sido capaces de prosperar. Esto es alabable, a la vez que es entendible: como en el caso de los dinosaurios, a la pequeña empresa le es más difícil mantenerse pero una vez cubiertas estas necesidades, su crecimiento es notablemente más alto y a la vez más efectivo que el de la empresa grande. Estas empresas pequeñas ocupan entonces los nichos de mercado de las grandes, contribuyendo a una mejora y a un futuro próspero para estos aún pequeños negocios.
Hemos conocido ejemplos de grandes negocios que en unos 40 años han crecido tanto que son líderes mundiales. Ejemplos como Apple o Microsoft no deberían quedan como algo anecdótico, hasta tal punto que si bien los dinosaurios eran enormes, el animal más grande jamás conocido proviene de un pequeño mamífero. Este animal tan grande es la ballena azul, que mide unos 10 m más que cualquier enorme dinosaurio. Hoy estas compañías, al igual que Facebook o Twitter no fueron más que eso, pequeñas compañías venidas a más. No discutiremos si fue esto merecido, si lo hicieron mediante engaños o si realmente son fórmulas de éxito. Lo realmente importante es que hasta de lo más pequeño puede surgir una idea revolucionaria.
En el nuevo año 2012 hemos de ser claramente optimistas. Gracias a esta aguda crisis y a los millones de desempleados que aparecen cada semana seremos capaces de llevar nuestras vidas a cotas insospechadas, siempre y cuando hayamos tenido un auténtico afán de hacer negocios y la suficiente suerte (también un poco es necesaria).
¿Y a los desempleados?¿Qué les diremos? Sí, ellos son víctimas, como la gacela lo es del león. Pero les diremos que aún siguen vivos y que si bien la situación anterior fue buena, ¿por qué la próxima vez no habría más suerte? Sólo deberíamos ponernos en la piel de gente que ni siquiera tiene experiencia. ¿Quién sabe si nuestra experiencia y este desempleo momentáneo no será sino el trampolín para un puesto de responsabilidad?
La catástrofe acabó con los dinosaurios y creó al hombre. Que sea el hombre, la criatura más perfecta, la que sea capaz por sí mismo de dar solución a las crisis provocadas por él mismo. Para ello ánimo y no ocultar el gusto por los sueños con final feliz.