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domingo, 23 de octubre de 2011

El fin de Gadafi y el fin de E.T.A

Vivimos tiempos convulsos, tanto sociales como económicos. De todas maneras, era poco probable que en estos momentos, precisamente y no en otros, se vieran estos dos acontecimientos tan beneficiosos para el mundo en general y para el mundo occidental en particular.

El final de Gadafi ha sido, sin lugar a dudas, uno de esos finales inesperados. Nadie podía pensar hace tan sólo un año que Libia pudiera rebelarse con quien durante más de 40 años la había llevado con mano de hierro. Hay quienes han visto en Gadafi y su muerte un paralelismo con Sadam Husein, pero quien defiende esta postura demuestra que tiene poco conocimiento y criterio histórico y político.

El caso es que Sadam era un dictador próximo al nacionalsocialismo. Las similitudes de Hitler y Sadam son bastante acusadas (mencionando incluso que ambos tenían bigote y llegaron al poder con cierta edad). Ambos eran más ambiciosos que capaces (recordemos que Hitler era un pintor mediocre y Sadam era bastante penoso en los estudios), ambos se convierten bastante rápidamente en líderes de sus respectivos partidos políticos y ambos asaltan el poder mediante intentos fallidos de golpe de estado y posterior designación como presidentes de sus respectivas repúblicas. El final de ambos es parecido: la alianza internacional es capaz finalmente de cercarlos y si bien Hitler se suicida, su final hubiera sido el mismo que Sadam de haber seguido vivo.

El caso de Gadafi es más bien el caso de Ché Guevara y Castro. Su visión es socialista y su manera de gobernar, errática, y en algunos casos descontrolada, lo convirtieron en un loco peligroso hasta que la presión internacional le hizo tomar la dolorosa decisión de permanecer confinado en su país y establecer lazos internacionales pro-occidentales, a pesar de que su partido y su régimen era claramente partidario de un panislamismo y un gobierno de unidad nacional basado en la ley islámica.

Gadafi era, ante todo, el prototipo de tirano. La confusión entre lo que era Husein y lo que era Gadafi parte de la base de que los EE.UU. pronto necesitaron justificar sus ataques y por tanto, haciendo una sucia propaganda, puso a ambos líderes en la misma saca. Sin embargo, Sadam Husein era un líder en muchos aspectos progresista dentro del mundo islámico y, como ocurre ahora en Irán, la sociedad iraquí era una sociedad con cierta cultura occidental con una mayoría de ciudadanos de creencias islámicas. Platón afirmaba en la República que, cuando la democracia llegaba a la polis, el demagogo favorito del pueblo accedía al poder cuando la democracia había degenerado, siendo éste el peor de los gobiernos. Esta tesis que defiende Platón está basada en que ciertas polis, gobernadas por tiranos, presentaban un alto grado de miserias y de injusticias, debidas a que dicho tirano gobernaba mal en todos los aspectos.

Desde el punto de vista platónico, Gadafi era un tirano mientras que Sadam era un dictador. Ambas cosas son diferentes. El dictador es únicamente una persona que concentra todo el poder. En este sentido no se diferencia del monarca, salvo que su poder no es hereditario (muy pocos dictadores, salvo César o los líderes norcoreanos, que han conseguido una especie de gobierno hereditario al estilo de los Habsburgo con la corona imperial alemana). El caso del tirano es más bien diferente: al igual que el dictador, su poder está concentrado en una persona, pero su acceso al poder no siempre está legitimado ni sus pretensiones son coherentes con el aspecto que denuncian. Así Gadafi llegó al poder sin legitimación (no como Hitler o Sadam, por designación o votación) y además su discurso inicial, de liberación del pueblo, pronto fue cambiado por el de mantenimiento del orden mediante la ley islámica, lo que significó represión y persecución.

Los tiranos, por lo general, siempre acaban mal. El pueblo, como decía Maquiavelo, respeta al que teme, pero no respeta al que odia, porque el odio representa la consecuencia de la injusticia (o al menos de la sensación de injusticia) mientras que el temor es la consecuencia de la aplicación radical de la ley (o lo que es lo mismo, la justicia). Gadafi no era justo. Era un excéntrico que vivía en el lujo mientras su pueblo vivía en la penuria económica. Su fin fue justo y consumado.

Por otro lado, E.T.A. comunicó que dejaba la lucha armada para siempre. Los que saben algo de la historia de E.T.A. sabrán que siempre hubo "treguas" unilaterales que fueron rotas posteriormente también unilateralmente. Este comunicado es, casi con total seguridad, otra manera encubierta de ganar votos para sus representantes políticos (los de la formación Bildu) en las próximas elecciones generales de España. Acabar con los terroristas, ya hemos dicho esto, es fácil, si aplicamos literalmente la normativa de la Convención de Ginebra. Los terroristas se escapan de este protocolo: ni son civiles, ni son armada. Por tanto, con la ley en la mano, nadie puede condenar a nadie por matar a terroristas. Uno a uno, guarida por guarida, es muy fácil acabar con esa lacra social, hasta que un día, el último terrorista dijera que se rinde y, tras un buen tiro de gracia, el presidente del país anuncia el fin de la banda armada.

Hay que diferenciar. Pertenecer a un grupo terrorista no significa ser terrorista. Por ejemplo, un abogado con ideología próxima a los terroristas y que incluso está afiliado al grupo puede no haber matado jamás ni haber participado en la elaboración de un plan. Estas posibles muertes indiscrimadadas no deberían ocurrir y los gobiernos guardarse bien de ejecutar bien las órdenes. Sin embargo, una cadena perpetua sería una solución racional y objetiva para estos colaboradores (abogados, administrativos, etc.).

E.T.A. desaparecerá por dos razones. La primera porque está cada vez más aislada y acorralada por la policía. La segunda porque cada vez es más difícil, en estos tiempos que corren, justificar la ideología nacionalista y separatista de los vascos independentistas y más aún la ideología violenta de los mismos. El terrorismo, en general, no está de moda y todo aquel que pertenece a una banda armada no es bien recibido, ni incluso en su tierra, lo que hace muy difícil su evolución como en épocas pasadas.

Ya por último, concienciar a la población de que el síndrome de Estocolmo es un problema psicológico. Nunca debemos ver a estos asesinos como seres humanos, ya que, como hemos dicho en otras ocasiones, un asesino que mata por un motivo demuestra cierta inteligencia y comportamiento humano. Un asesino que mata a gente inocente basándose en algo inexistente ni explicable es un lobo, un animal, y por tanto pierde su condición humana. La muerte de cualquiera de estos seres no sólo es admisible sino que en ningún momento representaría un problema moral o ético.

En definitiva, por lo que parece, dos problemas menos que solucionar.

martes, 18 de octubre de 2011

La violencia etarra

Los países hispanos, y fundamentalmente España, se caracterizan por tratar de recuperar su prestigio histórico tratándose de igualar, si podemos usar en este contexto esta palabra, a otros países más importantes en el panorama internacional. Los países hispanos son muy dados a realizar todo tipo de eventos, congresos y convenciones, en los cuales se entretienen políticos y filósofos de dudosa talla humana e intelectual, comiendo, bebiendo y hablando. ¿Y el objetivo? Dicen que resolver problemas, pero los políticos no resuelven jamás problemas, sino que exclusivamente defienden posturas eclécticas y timoratas, que no poseen más valor que una mala poesía: mucho ritmo, mucha metáfora y mucha expresión, pero poca emotividad, corto mensaje y escaso valor moral. Ayer pudimos comprobar que una vez más, otro país hispano muestra una conferencia excéntrica, poco útil, cara y ante todo denigrante. Ahora España ha creído conveniente que se realizara una conferencia internacional para solucionar la cuestión del terrorismo vasco. ¿Soluciones? Ninguna más allá de las conocidas por todos. ¿Entonces? Mucho jamón ibérico, muchos pinchos vascos y buen rioja. Para eso sirven estas conferencias. ¡Ah! Y para que algún ex-político, como el asesor de Tony Blair o Kofi Annan se repartan unos cuantos miles de dólares.

Cuando hablamos de que "España ha celebrado una conferencia o un evento" y sustitúyase España por Cuba, Venezuela, Argentina o cualquier otro país hispanoamericano, resulta grave saber que no es tan siquiera España, como institución y como pueblo, la que convoca estas reuniones extrañas, sino más bien dirigentes de poca consideración ante la crisis. Esto es muy importante. Aún pensamos que lo que unos pocos que salen en TV opinan, es lo que opinan no sólo el pueblo (el pueblo es incorregiblemente estúpido) sino los intelectuales, los funcionarios públicos, los empresarios o distintos colectivos importantes en la vida pública del país. Sólo parece que algunos empresarios que han sido políticos frustrados, los sindicatos y las fundaciones (que en lugar de gastar el dinero en quienes lo necesitan lo gastan en hacer comilonas) son los que defienden estos eventos internacionales.

Volvamos al asunto principal. Lo que se debatió en esta pantomima fue el camino, una posible solución al llamado "problema vasco" del terrorismo. Curiosamente, al mismo tiempo, Israel proponía liberar (y de hecho está en estos momentos haciéndolo) a centenares de presos palestinos y no presos cualesquiera, sino asesinos y terroristas, para liberar a un sólo hombre. Deberían aprender estos judíos de algunos héroes cristianos españoles como Guzmán el Bueno, que prefirió la muerte de su hijo a la entrega de la plaza de Tarifa a los musulmanes. La vida de una persona no tiene precio, pero hasta los más torpes matemáticos saben que existen distintos tipos de infinito, más grandes y más pequeños.

El terrorismo, ya lo hemos comentado muchas veces, es la expresión máxima de la cobardía y la indecencia. Algunas veces se habla de asesinato cobarde, cuando roban y matan a una anciana indefensa. Puede ser un asesinato atroz, pero no cobarde. La anciana, aunque indefensa, puede ver a su asesino, puede incluso defenderse torpemente, pero al menos es consciente del acto en sí. El terrorismo nunca es así. El terrorismo se realiza siempre desde lejos, con pistolas, metralletas, bombas... El terrorismo no distingue entre inocentes y víctimas políticas, entre aristócratas y empleados. El terrorismo no tiene excusa, ni siquiera excusa política.

Los vascos de E.T.A son una panda de asesinos por diversión. Alegan un conflicto político, pero nunca se vio, en ningún momento de la Historia de España, que los vascos sufrieran abusos de cualquier tipo (étnicos, religiosos, sociales, etc.). Más bien lo contrario, los vascos siempre gozaron de respeto y de cariño por parte del resto de españoles y lo que es más importante, de los políticos e intelectuales españoles. Bilbao se convirtió en los siglos XIX y XX en un foco industrial de primer nivel mundial. Fue aquí y sólo aquí cuando un grupo de vascos consideran que la reminiscencia de una lengua bárbara y propia de vaqueros y cabreros como era el vasco, que no era hablada por los vascos cultos desde hacía milenios, es suficiente para considerarse un pueblo especial y digno de ser autónomo.

Poderoso caballero es Don Dinero. Los vascos no valen más que su dinero. Un vasco no vale más que cualquier otro español. No vale más que un argentino, un mexicano, un andaluz o un valenciano. El hecho de que algunos españoles aprovecharan una debilidad de sus reyes para independizarse, ni legitima ni legitimará la independencia de ningún pueblo español, debido a que nunca, en la Historia de España, se mantuvo extorsionado a ningún pueblo en los territorios hispanos, ni se consideró, como en otros tantos países, que hubiera una cúpula extranjera dominante y unos vasallos dominados (como ocurría, por ejemplo, en India con el dominio británico). España, cuando conquistaba, ya fuera dentro de la península ibérica a los moros, ya fuera a los imperios americanos, tuvo una visión sin parangón en la Historia (únicamente Roma puede compararse): todos los habitantes de España tenían condición de ciudadano español. España se preocupó siempre por tener una unidad lingüística, cultural y religiosa. Por este motivo se persiguió y expulsó a musulmanes y judíos, para evitar precisamente estos actos terroristas de los que ahora nos quejamos.

Con todo, los vascos nacionalistas dicen que son "un pueblo explotado". Realmente, no existen tantos nacionalistas allí. Ellos, en privado, odian esta actitud. En público es distinto, como ocurre con tantos otros temas polémicos. Muy pocos se atreverían a decir "no quiero un hijo homosexual" en público sino que dirán "me limitaría a aceptarlo, es una opción". Con los vascos ocurre igual. Muchos dicen que odian a los nacionalistas, pero luego levantan la mano en público o cantan el himno vasco.

Los terroristas etarras son un problema que si no ha sido ya erradicado es porque los políticos no han querido. El terrorismo sólo se combate con penas muy duras, como la pena de muerte o los trabajos forzados. El problema es que en una sociedad askerosa ("askeroso" significa en vasco, "demócrata", permítanme el chiste malo), como es la española, la francesa (que también sufre a E.T.A) u occidente en general, no podemos seguir viendo como terroristas de toda clase y nacionalidad (peruanos, colombianos, irlandeses, vascos, musulmanes, palestinos, etc.) se jactan de derrotar al enemigo mediante el martirio o la lucha armada. Dar alas o tratar de justificar por vías pacíficas a estos individuos representa una vergüenza.

Kofi Annan es un desvergonzado. Alguien que fue el máximo mandatario del mundo no puede tratar de hacer ver a nadie que una lucha terrorista pueda ser equiparada con, por ejemplo, el activismo de Gandhi. Un pacifista no puede justificar o ser causa de justificación de un terrorista asesino. No puede existir perdón ni justificación contra los terroristas. La razón es muy obvia: siempre exigirán más y más.

Los etarras consideraron siempre a Euskadi su patria. Euskadi comprende a las 3 provincias vascas españolas, al condado de Treviño (que no es ni fue nunca vasco), al departamento frances de pirineos occidental y a ciertas villas de Navarra. Esto que llaman ellos Euskadi es uno de los mayores inventos políticos de todos los tiempos, porque si algo es cierto es que nunca existió ninguna entidad política llamada así. Sería como reivindicar el Estado de Cro-Magnon, simplemente porque ahí vivían estos individuos.

De lo que se trata aquí es realmente de establecer si la razón está de parte de los etarras (que no lo está, obviamente) y de si es justo castigar a éstos por sus crímenes. Algunos dirán que ya cumplen castigo, pero es una aberración penitenciaria que alguien que robó tres gallinas o que pide por la calle tenga el mismo trato penitenciario (o peor) que alguien que mató a 200 personas con una bomba. Si alguien llama a esto realmente "castigo" es que no conoce el significado de la palabra.

Los políticos, como digo, nunca solucionan los problemas, sino que tranquilizan los corazones. Un político nunca dirá cosas como "¡masacremos a los terroristas!" sino que dirá cosas como "Condenamos este acto y pedimos el fin de la violencia".

Sería interesante conocer qué actitud hubiera tomado Hitler en el conflicto vasco, pero todo parecería indicar que quizá este conflicto ni tan siquiera hubiera ocurrido en la vida. Es aquí cuando se oyen esas voces que dirán "es que Hitler era un radical, un asesino, etc.". No se trata de Hitler, o Stalin, o Mao. Se trata de dejar de ser político para ser gobernante. No es lo mismo. Ser político es una actitud. Ser gobernante es un oficio. No podemos ser cariñosos (actitud) cuando tratamos a un cliente en la oficina (oficio), porque entonces se malinterpretan los mensajes y pudiera ser que, por desgracia, abusaran sexualmente de nosotros (terrorismo). Si no mostramos actitud, sino sólo oficio (lo que suele llamarse "un vendedor formal"), quizá hagamos más impersonal el oficio pero nuestro mensaje será siempre claro, objetivo y en caso de abuso, nuestra defensa será siempre legítima.

Ante tanto movimiento 15-M y otras estupideces ya va siendo hora de que surjan movimientos de defensa al ciudadano. La defensa de la economía está muy bien, pero la economía no acaba con la vida de una persona en cuestión de segundos. Y si los del 15-M piensan que el fin de los problemas está en la libertad, entonces ellos son cómplices de los mismos que quieren la "libertad para los vascos". Ellos también buscan lo mismo, libertad.

martes, 11 de octubre de 2011

Lo que debemos aprender de Hitler (IV)

La última entrega de la serie de artículos relacionados con las enseñanzas útiles de tan singular y, ¿por qué no decirlo?, en ocasiones siniestro canciller debería mostrarnos su evolución última. Hitler, cuando ya tiene plenos poderes en Alemania, cuando ya es el Führer, cataliza sus propias virtudes hasta límites insospechados.

A partir de aquí, entramos en la época más conocida de Hitler, la más nombrada y quizá la más temida. Lo más destacado de esta época y de todos los estudios relacionados con el dictador es probablemente la negatividad del período. Un cierto tufo a completo fracasado, a total víctima de su propia megalomanía invade las páginas de periódicos y libros de Historia. Es hora de conocer lo que algunos pretenden encubrir: los méritos de Hitler, que también los tuvo.

Hemos de partir de la base, como hemos repetido en otras ocasiones, de que por muy malo que sea alguien nunca es lo suficientemente malvado como para no encontrar alguna virtud en su comportamiento. La demonización absoluta de Hitler no puede ser concebida. Lo que puede ser juzgado (y la Historia dirá realmente su veredicto) es si en conjunto su gobierno fue positivo o negativo para Alemania, Europa y el Mundo y si fue juzgado con demasiada severidad por parte de sus contemporáneos (ya sea por envidia o por miedo) y si fue más bien un beneficio para el conjunto de los ciudadanos su pronta desaparición mediante suicidio. Insisto en la idea de que eso lo juzgarán quienes no conocieron, por no haber siquiera nacido, a Hitler y por tanto pueden ser imparciales y estudiar al personaje desde la independencia histórica.

El Hitler posterior a 1933 es ante todo un intento de llegar a ser el superhombre de Nietzsche. Hitler es un perfecto organizador, es una persona con una capacidad intelectual soberbia para el reparto de actividades. Es capaz, con su virtud psicológica, de delegar competencias, de repartir las tareas contando con el hombre adecuado, sin cometer el error de dejar a un lado sus obligaciones de estar al corriente de las actividades de sus subordinados. Delega, pero no pierde el control, ya que conoce todos los movimientos, como el padre que observa atentamente en el parque todo lo que sus hijos están haciendo y que silba o grita a aquel que iba a realizar alguna trastada, adelantándose a su pensamiento.

Esto es algo que debemos aprender de Hitler, sobre todo aquellos que son jefes o padres: nuestros hijos y empleados no son menos inteligentes que nosotros e incluso pueden facilitar nuestro trabajo o nuestra vida. Sin embargo no hay que caer en la irresponsabilidad: ceder competencias, delegar, no significa perder las responsabilidades de un área. Quizá significa precisamente lo contrario: hay que controlar aún más, pero confiar la tarea (que no la responsabilidad). Para aclarar aún más el concepto, podríamos decir que nuestro deber es delegar la tarea de estudiar a nuestros hijos, pero no la responsabilidad de que aprueben (esa ha de ser nuestra exclusivamente, aunque realmente no podamos estudiar por ellos debemos controlar su estudio).

Hitler además era un auténtico conocedor de las necesidades de su pueblo: esta es otra fantástica lección que podemos aprender de él. Su pueblo necesitaba un fuerte desarrollo tecnológico, que le permitiera ser más competitivo y llevar una vida más feliz y de mejor calidad. Así, Hitler asigna la tarea a F. Porsche de confeccionar un coche (el Volkswagen Käfer) para el ciudadano medio alemán. Su nombre será un símbolo nazi por excelencia y la única reminiscencia heróica del nazismo. Volkswagen (el coche del pueblo, literalmente) será un referente mundial en tecnología, belleza y economía.

El Hitler paternalista ha sido bien descrito. No fue un padre perfecto, algún hijo díscolo le surgió, pero tuvo esa capacidad de deshacerse de ellos cuando fueron excesivamente malvados. Otra cosa muy importante en Hitler es su conciencia de lo grande. Hitler no es consciente sólo de su realidad, sino de la Realidad con mayúsculas. Es necesario hacer algo grande, por él mismo, por Alemania y por los alemanes. Puede que incluso pensara en Europa o incluso en los arios, en general. Es necesario dejar monumentos, proteger nuestra cultura ancestral, sobrevivir al pasado. Es algo propio de todos los dictadores este punto, pero si bien en otros dictadores (como Gadafi, Lenin, Franco o Mao) su principal objetivo era la supervivencia de su propia figura, para Hitler lo principal es que sobreviva el movimiento, el ideal y la cultura. Hitler, salvo los cuadros (algo bastante lógico, ya que no olvidemos que él era pintor), no dejó estatuas o retratos del mismo que fueran exhibidos en público. Deja la simbología, deja monumentos funcionales (teatros, estadios, salas de conciertos, palacios de congresos...) y sobre todo deja ideas. Las ideas sobreviven a los hombres más que sus propios retratos.

Podemos aprender de Hitler que, cuando se va apoderando de las distintas regiones de Europa, no lo enfoca, al menos al principio, como una ocupación territorial sino como una recuperación del control alemán de aquella región. Por ejemplo, la ocupación de Austria o de los Sudetes no era más que la administración de espacios extranjeros ocupados por población alemana. Quizá esto pueda ser criticado, pero no es más que lo que otros países, como Israel, han hecho o hacen actualmente (como los territorios de Gaza, Cisjordania o los Altos del Golán). En todo caso, podemos aprender que su ocupación pudo ser hiriente para los políticos pero no para la población. Es decir, el pueblo siempre estuvo contento de la ocupación nazi, ya que era la ocupación de territorios de etnia alemana por Alemania. Resulta un tanto jocoso pensar que fuera extensible a toda Austria el sentimiento enfrentado de la familia Trapp (aquella en la que se basó la película Sonrisas y Lágrimas) con el nazismo, a no ser que las clases más pudientes austríacas vieran con orgullo rencoroso que su otrora poderoso Imperio Austríaco era subyugado por su vecino del norte. Hitler, guste o no, en aquella época, se hizo querer por el pueblo. Debemos aprender a tratar bien a nuestros subordinados y a las personas que tenemos a cargo. Eso nos proporcionará a numerosos incondicionales.

Por último, existen numerosos documentos en los que el dictador hacía gala de una simpatía y un cariño especial hacia sus conocidos y amigos. Hitler no tenía vicios, no era una persona desquiciada (como muchos tratan de enseñar o de demostrar) ni era una mala persona, tal y como se entiende en el lenguaje popular. Quizá su excesivo celo y su carácter enérgico, duro, polémico y su radicalismo es lo que causó toda la leyenda posterior. Hitler no hizo con los judíos lo que otros políticos, de los más diversos países y épocas, hicieron. La diferencia fue que para ser la década de 1930, Hitler mostraba un talante mucho más progresista. No en vano, el hecho de crear guetos y campos de concentración es algo más propio de décadas posteriores a 1930 que de décadas anteriores. De haber sido más conservador, Hitler hubiera acordado simplemente la expulsión de los judíos a otras regiones de Europa (resultaba, de hecho, más económico).

Como ven en este y en el resto de comentarios, tenemos que aprender de Hitler muchas cosas. Hemos de ser lo suficientemente racionales como para dejar a un lado los comentarios inciertos sobre Hitler. Es un personaje que ha sido demonizado, pero porque nadie se ha preocupado en estudiarlo imparcialmente. Es la eterna injusticia de los vencidos.

lunes, 3 de octubre de 2011

El lenguaje de las ecuaciones

Stephen Hawking decía en su libro Historia del Tiempo que alguien le dijo que por cada ecuación que pusiera en su libro, reduciría las ventas a la mitad. Cabe preguntarse si esto era realmente cierto, pero nuestra intuición nos dice que si se equivocaba aquel vaticinio sería por poco.

Reconozcamos que nos cuesta muchísimo entender el lenguaje matemático, quizá porque a simple vista resulta poco intuitivo y sobre todo porque cualquier expresión matemática requiere, aunque sea mínimamente cierto grado de esfuerzo cerebral (comprensión) y en algunos casos incluso un esfuerzo significativo (cálculo mental).

Esta es la auténtica razón de que las ecuaciones nos resulten difíciles de entender y sobre todo de disfrutar. Hay quienes encuentran el origen de esta dificultad en una deficiencia de la preparación de los profesores de matemáticas, que son incapaces de transmitir este lenguaje a sus alumnos. ¡Increiblemente quienes piensan así son fundamentalmente los propios matemáticos! ¿Es cierta esta afirmación?¿Cabe responsabilizar al maestro de que el alumno pierda el interés o incluso no comprenda el lenguaje matemático?

Lo cierto es que el lenguaje matemático no es más que una abreviación del lenguaje lógico (como la escritura demótica lo era de la jeroglífica). El curso de la Historia de la Filosofía griega está íntimamente relacionado con la Historia de la Lógica. De hecho, la lógica se convirtió en el auténtico motor de la filosofía, ya que pronto se descubrió una relación bastante estrecha entre lo que es y lo que parece (la paradoja). Era necesario elaborar una serie de estructuras alfanuméricas capaces de representar de manera abreviada y abstracta lo que se decía en lenguaje hablado.

Por ejemplo, cuando se escribe que el área del triángulo es A= 0,5 x b x h, lo que realmente se quiere decir (y así consta en papiros de Egipto, por ejemplo) que "el área del triángulo es igual a la mitad del área del rectángulo que tiene como lados la base del triángulo y la altura del triángulo". Nadie actualmente (ni siquiera los matemáticos) se expresan de esta manera, y dirían directamente que "el área del rectángulo es base "por" altura "partido" o "dividido" por 2". Como se ve en el entrecomillado, hemos simplificado la expresión "egipcia" por la expresión moderna, que una vez conocido el lenguaje resulta mucho más asequible y directa.

Volvamos a nuestro punto de partida. ¿Cuál es la verdadera causa de que nos sintamos abrumados por las ecuaciones y las expresiones matemáticas? Sin duda es, en primer lugar, el desconocimiento de los símbolos y su significado. La segunda razón es que en muchos casos los símbolos o la expresión es tan abstracta que sin la ayuda adecuada (un maestro) no somos capaces de entender lo que realmente quiere decir esa expresión. La tercera razón es que en muchas ocasiones se exige un trabajo mental adicional.

Veamos el siguiente ejemplo. Cuando decimos: "mi padre quiere ir a la playa" estamos expresando un pensamiento. No requiere más comprensión que la interpretación de cada palabra en el contexto. Aunque parezca lo contrario, esta expresión resulta mucho más complicada para una "inteligencia matemática" que una ecuación matemática, ya que la declaración sólo expresa algo que es cierto o algo que es falso. Un ordenador, por ejemplo, no entendería los conceptos asociados a la frase como son "disfrute" o "a mí también me gustaría ir". Estas ideas asociadas, que aparecen en la mente del ser humano, están tan embebidas en el propio cerebro que el lenguaje humano, aún siendo más complicado que el lenguaje formal o "máquina", nos resulta mucho más natural.

El problema en matemáticas reside en que cuando decimos ¿dónde están las llaves?, la respuesta admite miles de soluciones, aunque no todas sean verdaderas. En cambio, en matemáticas, sólo existe una respuesta verdadera. Por tanto cuando se dice ¿cuánto vale 1000 + 300?, la respuesta sólo puede ser 1300. Otra respuesta, o bien no es verdadera, o caso de que sea verdadera puede ser demostrable. Así, si decimos que 10 + 11 = 101, esta expresión o bien es falsa o bien es cierta suponiendo que, por ejemplo, estamos haciendo uso de números binarios en lugar de decimales.



Dicho todo esto, podemos decir que interpretar una expresión matemática no es más complicado que interpretar lo que quiso decir un pintor en un cuadro. Lo único que hay que entender es el lenguaje, conocer sus símbolos y la sintaxis de esos mismos símbolos. Por ejemplo, en la expresión:

x = f ' (x) - f(x)     /   f(x) = 3 + 2 · exp (x-3)

lo que hay realmente quiere decir es que "la incógnita x, es igual a la derivada de una función menos dicha función, tal que (el símbolo / significa "tal que") la función es 3 más 2 multiplicado por el número e (aproximadamente 2,71828) elevado a x menos 3).

Lo que nos ha llevado un párrafo, estaba condensado en una línea usando la expresión matemática. La cuestión es fácil pero habrá quien diga "sí, esto ya lo sabía yo, lo que ocurre es que yo no sé lo que es una derivada o yo no sé lo que es la función exponencial". Este argumento no es para nada válido, ni mucho menos, para demostrar que el lenguaje matemático es inasequible. Más bien lo contrario, es un argumento para demostrar la ignorancia del que lo menciona. Supongamos que tenemos la siguiente frase:


Los babuinos encontraron el cigüeñal y lo destrozaron.


Esta frase quizá no tenga sentido para muchos, bien porque esté sacada de contexto, bien porque no se conozcan los términos. Esto mismo pasa en matemáticas: ocurre con relativa frecuencia que sacamos conclusiones equivocadas o no entendemos la expresión porque o bien no tenemos conocimientos suficiente de los símbolos o bien porque nos faltan las bases matemáticas suficientes como para adentrarnos en estos símbolos. Uno podría entender de esta frase lo siguiente "los babuinos (una tribu africana) encontraron a una cría de cigüeña y la mataron", cuando en realidad quiere decir "unos monos encontraron una pieza de motor y la rompieron".

De la misma manera, hay frases que son complicadas, enrevesadas, normalmente en libros de filosofía o de pensamiento, que requieren un esfuerzo mental adicional (o al menos mayor que leyendo la última novela de Harry Potter). Lo mismo ocurre en matemáticas: a veces se exige un esfuerzo mental para no sólo comprender lo que se dice, sino también entender las relaciones y la magnitud de lo que se dice. Así, tomando como ejemplo la frase anterior, entender que unos monos han roto algo no requiere una gran preparación. Ahora bien, interpretar las connotaciones y los peligros de que animales potencialmente peligrosos merodeen o tengan contacto con la tecnología es una deducción no directa y requiere un esfuerzo posterior.

Resumiendo: animemos a la gente a leer más texto científico, con ecuaciones incluidas, ayudándoles a entender lo que ahí se pone. Entre todos, podemos hacer que poco a poco se vayan disipando algunas nieblas que aún quedan en el conocimiento del hombre moderno.