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lunes, 25 de febrero de 2013

El curioso caso de Oscar Pistorius

"La suerte de la fea, la guapa la desea" o "Dios cierra una puerta pero abre una ventana". Eso es lo que debería decirse en el caso de este atleta que, como sabrán los lectores, ha matado a su novia.
 
El caso es que Pistorius, o su versión más espectular, Armstrong, era el ejemplo máximo de motivación, superación y vitalismo. Nacido con una enfermedad congénita que le llevó a amputarle las pieras en los meses de vida, Oscar Pistorius consiguió incluso llegar a ser atleta olímpico en Londres 2012, convirtiéndose en el primer atleta paralímpico admitido para competir con atletas sin taras físicas.
 
Además de estos logros, Pistorius era un tipo mediático. Rico, famoso, con una novia guapa... El caso es de sobra conocido: chico joven y atractivo que lo tiene todo se aburre de su novia y finalmente la mata sin motivo aparente o por los celos o por cientos de cuestiones baladíes.
 
Lo importante del caso no es el hecho en sí sino... ¿por qué?¿Qué lleva al ser humano a realizar estas acciones aparantemente inexplicables?¿Será que realmente está en la naturaleza humana el inconformismo?
 
Un estudio antropológico, considerando al animal humano en sí mismo y su comportamiento en su medio ambiente, refleja que el animal humano es ante todo un sujeto creador o emprendedor. La causa de este comportamiento radica en el asombroso cerebro humano, capaz de pensar cientos o miles de ideas o relaciones lógicas en pocos minutos. Gracias a este comportamiento que tiene el cerebro, el ser humano ha logrado dominar a todas las demás criaturas naturales, desde las diminutas bacterias a las enormes ballenas. Por tanto, pensar mucho y rápido no es sin duda nada malo. El problema radica en que por este motivo el ser humano, en su carácter emprendedor, desea asumir riesgos en relación a unos objetivos más ventajosos y por tanto la evolución como especie le ha dotado de un extenso carácter inconformista y manipulador.
 
En sí mismo, el ser humano evolucionó a modelos más inteligentes. Cuanto más inteligente era el ser humano, más posibilidades había de salir vivo de situaciones comprometidas o tener ingenio para vivir de manera más cómoda. Sin duda, el descubrimiento del fuego, de la rueda o de ingenios para la caza, la pesca o la recolección han permitido al ser humano sobrevivir en los más hostiles entornos.
 
Todo esto nos lleva a preguntarnos por qué personas como Pistorius, aparentemente sin problemas y con fama, sienten una profunda necesidad de asumir riesgos, o enfadarse, en definitiva, de salir de un arbitrario aburrimiento. Otro caso parecido fue el famoso "estoy triste" de Cristiano Ronaldo, un individuo que es multimillonario, famoso, guapo, que tiene a una de las mujeres más bellas del mundo como novia y cuyo trabajo sólo le exige correr, sin pensar demasiado.

No se trata de buscar excusas, pero estos individuos son en cierto modo víctimas de la propia naturaleza humana. En el caso de Pistorius, la respuesta es sí. Sí ha de ir a la cárcel y pagar por sus actos. Sin embargo hay que tratar de profundizar en este tipo de trastornos, basados en una profunda decepción personal o vacío interior. Deberíamos plantearnos seriamente una vuelta a valores más espirituales y más austeros. No hablo de una revolución espiritual tipo New Age, sino una búsqueda sincera del concepto del yo y de la relación del yo con el mundo. Esta búsqueda, muy presente en todos los tiempos y culturas hasta finales del siglo XIX y el siglo XX, debe representar en cualquier caso el fin de todo ser humano.

Hay que enseñar, muy a pesar de lo que la sociedad marca, que la felicidad no está en los placeres o al menos no simplemente en los placeres. El placer de la fama, el placer del sexo, el placer de la comida y la bebida... no son más que falsos conceptos que se comparan con la felicidad pero no son la felicidad. Sería como decir que la letra O es lo mismo que un círculo. La O puede parecer un círculo, pero no lo es. De hecho, la O es ciertamente un círculo pero no ha de interpretarse como círculo, sino como O. Estos placeres son fuentes de felicidad, pero no son la felicidad en sí mismas ni han de ser sustitutivos de la auténtica felicidad.

Si a nuestros jóvenes se les fomenta este concepto, no basándolo en conceptos de "bondad", "candor" o "paz mundial" sino en conceptos como heroísmo, valor, honor, persuasión, superación, motivación, liderazgo... es muy posible que el cambio social se obre poco a poco. La felicidad reside en fomentar la felicidad de los demás, los que a su vez nos responderán.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Habemus Papam o de la renuncia de Benedicto XVI

Sorpresa. Así se puede considerar la noticia de Benedicto XVI. No puede pensarse que la noticia sea sorprendente por la renuncia en sí misma o incluso porque se especule con una posible enfermedad del Sumo Pontífice. La auténtica sorpresa estriba en la particular situación que acontecerá en la Iglesia con la presencia de dos papas vivos.

Desde la época del Cisma de Occidente, hace ya 600 años, no ocurría algo parecido. La renuncia papal es siempre un acontecimiento extraño y motivado en la mayoría de los casos por cuestiones heréticas, usurpaciones o catástrofes en el seno de la Iglesia.

No soy quien para evaluar a Benedicto XVI y su labor en la Iglesia. Eso tendrá que hacerlo la Historia. Lo que sí puedo asegurar es que Benedicto XVI no ha sido un papa carente de carisma o un papa títere o de transición, como han querido ver algunos. Benedicto XVI lleva manejando los destinos de la Iglesia Católica incluso antes de ser Papa (como bien sabrán aquellos que conocen el pasado del cardenal Ratzinger como mano derecha de Juan Pablo II).

Es cierto que cuando Benedicto XVI subió al poder no eran las mejores fechas para hacerlo. Era demasiado mayor. Cuando uno es muy mayor, es muy sabio, pero al mismo tiempo le falta lo fundamental: la fuerza vital y las ganas de conseguir objetivos. Benedicto XVI, consciente siempre de esta situación particular suya, hizo lo humanamente posible por mantener a la Iglesia Católica por el camino recto.

Ahora se acaban sus días de papado y surge la cuestión del cambio. ¿Quién debería ser el nuevo Papa? A diferencia de otros gurús que postulan cientos de teorías y de posibilidades, pienso que la respuesta es mucho más simple de lo que algunos quieren ver. Es necesario, ante todo, un Papa que atraiga a la juventud. Al igual que pasó con Sodoma, a la que Dios condenó salvando a Lot, la Iglesia Católica y el Papa a la cabeza deben salvar ante todo a la juventud, ya que las personas mayores, o bien están salvadas o bien están totalmente condenadas. No es posible centrar el mensaje de la Iglesia en los problemas actuales sino en los problemas futuros.

Se especula con un papa negro o con un papa latinoamericano. Esa no es la solución. Repito, esa no es la solución y esa opción, simplemente, me resulta frívola y está propuesta por el morbo que provoca la superación de la línea de no retorno (como ocurrió con Obama, el cual no fue con mucho la mejor opción demócrata).

No es la primera vez que en el papado ha sido ostentado por un africano (eso sí, no de raza negra). Sin embargo, los problemas existentes hoy en día en la Iglesia no harían inteligente la elección de un papa más bien relajado o dispuesto a negociar con grupos reaccionarios dentro de la Iglesia Católica. Eso no quiere decir que un papa negro o latinoamericano vaya a establecer estos contactos, pero sí es cierto que en estos países los problemas son muy distintos a los auténticos problemas de la Iglesia. Así, la muerte por hambre en África es obviamente un problema, pero los misioneros son, sin duda, la rama de la Iglesia que mejor está y más simpatías recibe de la sociedad. Es la otra muerte de hambre, la muerte espiritual, la que debe preocupar a la Iglesia Católica actual.

Es necesario, ante todo, no combatir el mal que acecha a la Iglesia desde el ataque a los mayores (es decir, políticos influyentes, gente famosa, intelectuales, etc.) sino combatirlo a través de las bases. Es cierto que quizá los niños y los jóvenes son las personas que menos pueden influir en la sociedad, pero sus espíritus están dispuestos a luchar por lo que es justo. Son ángeles en potencia. El nuevo Papa debe ser capaz de conquistar el corazón de los jóvenes y hacerles creer de nuevo, tener fe de nuevo, tener fe por el amor verdadero, tanto en Cristo como en la persona humana. No se necesitan teólogos o grandes oradores en estos momentos. Tampoco se necesitan reaccionarios o Papas dispuestos a tirar de las orejas al gran público. Lo absolutamente necesario es recuperar el espíritu de San Juan Bosco, el espíritu del encuentro de los niños con Dios. Si algo puede Dios es luchar contra padres incrédulos, contra poderes ateos, contra el Mal, con mayúsculas. Pero hasta Dios requiere de ayuda humana y brazos dispuestos a enseñar a los niños no sólo que Dios nos quiere o que es un hombre bueno que salvó la vida por nosotros. Lo que quieren los jóvenes es una Iglesia implicada con ellos, que tenga respuestas para cuestiones básicas como "¿por qué tengo que guardar el celibato hasta el matrimonio?", "¿Quién me prohíbe hacer lo que me dé la gana?", "¿Por qué respetar la autoridad?".

La Iglesia es la representación del Pueblo de Dios en la Tierra y ese Pueblo requiere de un líder que los mueva. Esa ha de ser la misión del Papa, ser el buen pastor que guíe a su grey. Y si hay ovejas descarriadas, no se puede apelar a que las otras ovejas tiren de ella. Ha de ser el propio pastor el que con cuidado, pero con firmeza, devuelva a la senda correcta a su pequeño cordero.

Suerte, amado Benedicto. Saludos, tiempo nuevo.

lunes, 4 de febrero de 2013

El increible mundo de las coordenadas

Hoy vamos a conocer diferentes métodos de abordar un mismo problema: como ubicar correctamente nuestra posición física. Si bien hoy disponemos de sistemas más que reconocidos por su efectividad, como el caso del GPS, no está de más tratar de entender qué significan estos números y sobre todo por qué son estos números y no otro.
La ubicación de nuestra posición siempre se realiza de una manera parecida: necesitamos una referencia (en física se le conoce como sistema de referencia). Usted, mi estimado lector, se encuentra delante de su ordenador en su habitación o despacho. Quizá incluso esté en la calle o el autobús con su tableta o teléfono inteligente. En cualquier caso, ¿dónde se encuentra usted realmente? Si está en su despacho me dirá: a 3 m de la puerta o en la esquina de mi habitación. Si está en la calle, me dirá que está en los jardines de la Quinta Avenida en Nueva York. En definitiva, usted está en todo momento referenciando su posición a un sistema de referencia.
Lo más importante de un sistema de referencia es conocer dónde se ubica su origen. Por lo general, este origen es un punto del espacio (aunque en ocasiones puede ser una superficie o una curva). Este punto se conoce como origen del sistema de referencia y por lo general tiene valor 0. La importancia del origen del sistema es más bien formal que otra cosa. De hecho, nuestros ojos pueden bien ser sistemas de referencia de nuestro mundo. Así, si nos preguntaran que dónde estamos, podríamos decirles sin miedo a equivocarnos que estamos en nosotros mismos. De todas maneras, al haber múltiples puntos de vista, el origen del sistema de referencia trata de armonizar las distintas visiones a través de un sistema de referencia absoluto, es decir, un sistema que todos admitan como sistema de referencia fundamental (por ejemplo, la esquina de un aula en un colegio).
Si algo interesante dijeron Newton y Galileo fue que no existen sistemas de referencia absolutos, sino que todos pueden ser relativos y lo que es mejor, que para nada es importante disponer de este sistema absoluto, sino que todos están referenciados entre sí por medios de coordenadas. Así, si estamos en una carretera entre dos ciudades, A y B, que distan 10 km, nos da igual decir que estamos a 3 km de A que decir que estamos a 7 km de B. Lo interesante es entender que gracias a esta versatilidad de coordenadas, podemos a veces resolver problemas que de otra manera serían imposibles de resolver por otros medios.

Así, disponemos de varios tipos de coordenadas. Para reflejar nuestra posición en el mapa, usaremos las coordenadas geográficas (dentro de estas, a su vez, hay muchos tipos, como son las coordenadas de latitud-longitud o las coordenadas UTM). Lo más interesante en estos momentos es conocer de dónde surgen estas coordenadas geográficas: de las coordenadas matemáticas.


Coordenadas cartesianas

Las coordenadas cartesianas se basan en la concepción del espacio como un ente de tres dimensiones: altura (z), anchura (y) y longitud (x). Son útiles en lo que se denominan espacios euclídeos, es decir, espacios rectilíneos y planos, tales como son habitaciones, suelos, techos, etc. Son las coordenadas más intuitivas y prácticas, por el hecho determinante de que el papel es plano y por tanto se puede definir en la superficie del mismo dando dos datos (es el famoso juego de la guerra naval). Aplicado al espacio, tres datos. Son las coordenadas habituales en arquitectura debido a la existencia de planos.


Las coordenadas cartesianas permiten calcular las más simples nociones de movimiento, como es el movimiento rectilíneo, al mismo tiempo que permiten definir sistemas de referencia absolutos o ubicar los sistemas de referencia relativos fácilmente respecto de un sistema de referencia absoluto. Los sistemas de referencia cartesianos permiten calcular de manera rápida y práctica casi todas las figuras geométricas básicas, así como sus áreas y los volúmenes de figuras poliédricas (en general, cualquier figura o cuerpo geométrico es fácilmente definido en estas coordenadas).

Así, en la figura, el punto (xa, ya, za) está situado en la diagonal opuesta del vértice del ortoedro de medidas xa de largo, ya de ancho, za de alto situado en el origen de coordenadas. De esta forma, realizando ortoedros siempre con un vértice de la base en el origen de coordenadas, siempre se puede definir cualquier punto del espacio.

La principal ventaja y característica de este sistema es que sus tres coordenadas tienen tienen unidades longitudinales (a diferencia de otros sistemas de coordenadas, que tienen unidades longitudinales y angulares). De esta manera, es casi inmediato el cálculo de áreas o volúmenes, al multiplicarse entre sí estas cantidades o múltiplos de las mismas.

Coordenadas cilíndricas

Las coordenadas cilíndricas (también llamadas polares cuando se refieren a espacios de dos dimensiones, es decir, al cilindro de altura 0), constan también de tres coordenadas, dos coordenadas longitudinales (ρ, o coordenada radial, y z, la altura) y una coordenada angular (φ).



La coordenada radial de un punto se interpreta como su distancia al eje Z, mientras que Z de interpreta como la distancia del punto al plano XY, o lo que es lo mismo, la altura, entendiendo que XYZ son los ejes de un sistema de coordenadas cartesianas. El tercer parámetro, la coordenada angular, indica la posición o ángulo que tiene el radio o distancia al eje Z.

Las coordenadas cilíndricas pueden ayudar a resolver de manera mucho más fácil cálculos relacionados con áreas o longitudes circulares, de manera que simplifiquen funciones muy complejas en coordenadas cartesianas.

Coordenadas esféricas:

Las coordenadas esféricas representan el caso más radical de diferenciamiento con las coordenadas cartesianas. De la misma manera, su posición es función de tres parámetros, pero exclusivamente uno es longitudinal. Los otros dos parámetros son coordenadas angulares.

La ventaja de estas coordenadas están en que la posición queda definida por una distancia respecto al origen de coordenadas, que es el centro de una esfera de radio r. Todos los puntos a igual radio r, tienen idénticas propiedades esféricas. La posición exacta, que la referencia con las coordenadas cartesianas vendrá dada por los ángulos fi y theta, el primero de los cuales es equivalente a la coordenada angular cilíndrica (llamada coordenada azimutal) y el segundo se refiere a la denominada altura o altitud, que oscila exclusivamente entre 0 y 180º (a diferencia del azimut, que es de 0 a 360º.

Problemas o geometrías esféricas son fáciles de resolver por estas coordenadas.


Por último, cabe pensar que el resto de coordenadas, incluidas las geográficas, no son más que métodos derivados de las coordenadas anteriormente vistas. En particular, el sistema geográfico derivado de la latitud y la longitud deriva directamente del sistema esférico, con la particularidad de que no requiere más que dos coordenadas (curiosamente las dos coordenadas angulares). La tercera coordenada es innecesaria, ya que la Tierra es esférica y por tanto tiene un radio constante (a pesar de que realmente existen diferentes alturas en el planeta, pero éstas, con respecto al radio medio, que mide 6370 km, no representa más del 0,1% del mismo)