Las últimas elecciones griegas han conseguido nuevamente lo impensable, esto es, que un partido neonazi obtenga representación en un parlamento europeo. Siguiendo la estela de Austria, algunos países eslavos y el movimiento ultraderechista francés, Grecia se enfrenta a una situación que gusta poco en Europa y más aún en la Unión Europea.
Las ideas de Amanecer Dorado no son nuevas. Son burdas copias de las propuestas hitlerianas de las que se van a cumplir casi un siglo. El problema es que todos estos grupos de ultraderecha europeos, al menos una amplia mayoría, incluyendo a grupos más o menos clandestinos, no han conservado el auténtico espíritu de las propuestas de Hitler.
De la misma manera, en otros países de América, desde EE.UU. hasta Argentina, no parece que estos grupos de ultraderecha sean más que pantomimas de un auténtico espíritu nazi.
El acto cómico que protagonizó recientemente el líder del partido Amanecer Dorado resulta por igual cómico y escalofriante. Cuando hizo levantarse a todos los periodistas, del mismo modo en que un rey medieval o un cacique africano del siglo XX aparecía en escena, no hizo más que empequeñecer su imagen, por mucho que otras personas pretendan defender esta actitud.
Si además uno lee las pretensiones de este grupo político griego se dará cuenta muy pronto de lo absurdo de las mismas, basadas en planteamientos que no se adecuan ni a la Historia, ni a la política: desaparición de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, liberación de la parte turca de Chipre y la posterior integración de la isla a Grecia, la expulsión de los turcos de las costas egeas de Anatolia y la expulsión de los turcos de Tracia y Constantinopla. Decimos que las pretensiones de los griegos en estos asuntos son absurdas porque todos estos territorios no han sido griegos por espacio de 2000 años. No se puede pretender crear derechos o conflictos en cuestiones que no se han mantenido por espacio de siglos. En este aspecto, griegos, vascos o chavistas parecen ser idénticos, basando unas "realidades" nacionales en aspectos del todo arbitrarios, olvidados e incluso excluyentes del derecho internacional a la autodeterminación de los pueblos.
Habrá quien discuta que el el espíritu griego ha subsistido por espacio de siglos. Esto no es cierto, ya que cualquier conocedor de la Historia griega sabrá que Grecia como estado (con límites territoriales definidos) no se entiende hasta el siglo XIX y que si bien hubo una unificación griega bajo Filipo y Alejandro Magno, ésta fue demasiado débil y corta como para poder entenderla como idea nacional sólida. Lo que siempre hubo en la Antigua Grecia fue la idea de la nación griega, esto es, una idea parecida a la Commonwealth británica, en la que todos los estados independientes tienen un pasado histórico y cultural común.
Entender Grecia como lo hace Amanecer Dorado es hacerlo de manera sectaria y no sujeta a derecho. La idea nacional griega ni siquiera existió en la Edad Media, en la que un Imperio Bizantino se consideraba heredero legítimo del Imperio Romano (un imperio latino y no griego). Si bien la cultura griega, incluidas la religión y la lengua, fueron preservadas, es cierto que los emperadores bizantinos tenían una idea mucho más universal del reino, aceptando a diversas nacionalidades dentro de sus límites (palestinos, griegos, búlgaros, eslavos, venecianos, aragoneses, etc.). Por todo esto, las pretensiones de este grupo griego resultan estériles a la vez que infundadas, ya que basar una idea nacional en una idea cultural o de raza es una idea totalmente nefasta para la propia existencia del estado que proclama estas ideas (sería semejante a pretender un nuevo Imperio Romano o un nuevo Imperio Inca cuando ambas ideas han sido sustituidas por ideas nacionales durante siglos, ya que de ser posibles, no darían cabida a los pueblos que se verían afectados, siendo una unión totalmente artificial).
El afán de expansión territorial y cultural de Amanecer Dorado es complétamente lícito y puede estar incluso basado en diversos casus belli basados a su vez en ideas antidiluvianas. Pero una cosa es reclamar por las armas una idea o territorio (como ocurrió con Jerusalén durante las cruzadas) y otra cosa bien distinta es reclamar por derecho una idea o territorio (por ejemplo, notable fue, hasta que se lo permitieron, la reclamación de Jerusalén como territorio israelí). No se puede reclamar algo que tiene dueño legítimo argumentando sucesos históricos. Es como reclamar la casa de los abuelos cuando llevan más de 50 años sin vivir allí y lo ocupa una familia extraña. Sin embargo, una acción militar invalida todo derecho: la reclamación es efectiva y basada en un criterio militar. Aunque en teoría podía hablarse de "reclamaciones históricas", lo cierto es que en la mayoría de los casos éstas no existen o son falsas, aunque el argumento real puede ser tan fácil como un motivo económico.
Amanecer Dorado es un partido sin rumbo, basado en ideas especulativas e irreales, que quizá pueden asustar un poco, pero que al final son inofensivas, al ser este grupo una pantomima del partido nazi.
Insisto, el tiempo del miedo a los nazis ha acabado. En pleno siglo XXI no hay que temer a los grupos de ultraderecha, ya que pueden guiar al mundo perfectamente. Lo que hay que temer es la incultura, el descrédito y sobre todo el voto a grupos absurdos como el partido nazi griego. Para mí, cualquier político que requiere del baño de masas y de estar protegido por decenas de simpatizantes, demuestra una falta de personalidad y de carisma demasido elevado.
Habrá quien discuta que el el espíritu griego ha subsistido por espacio de siglos. Esto no es cierto, ya que cualquier conocedor de la Historia griega sabrá que Grecia como estado (con límites territoriales definidos) no se entiende hasta el siglo XIX y que si bien hubo una unificación griega bajo Filipo y Alejandro Magno, ésta fue demasiado débil y corta como para poder entenderla como idea nacional sólida. Lo que siempre hubo en la Antigua Grecia fue la idea de la nación griega, esto es, una idea parecida a la Commonwealth británica, en la que todos los estados independientes tienen un pasado histórico y cultural común.
Entender Grecia como lo hace Amanecer Dorado es hacerlo de manera sectaria y no sujeta a derecho. La idea nacional griega ni siquiera existió en la Edad Media, en la que un Imperio Bizantino se consideraba heredero legítimo del Imperio Romano (un imperio latino y no griego). Si bien la cultura griega, incluidas la religión y la lengua, fueron preservadas, es cierto que los emperadores bizantinos tenían una idea mucho más universal del reino, aceptando a diversas nacionalidades dentro de sus límites (palestinos, griegos, búlgaros, eslavos, venecianos, aragoneses, etc.). Por todo esto, las pretensiones de este grupo griego resultan estériles a la vez que infundadas, ya que basar una idea nacional en una idea cultural o de raza es una idea totalmente nefasta para la propia existencia del estado que proclama estas ideas (sería semejante a pretender un nuevo Imperio Romano o un nuevo Imperio Inca cuando ambas ideas han sido sustituidas por ideas nacionales durante siglos, ya que de ser posibles, no darían cabida a los pueblos que se verían afectados, siendo una unión totalmente artificial).
El afán de expansión territorial y cultural de Amanecer Dorado es complétamente lícito y puede estar incluso basado en diversos casus belli basados a su vez en ideas antidiluvianas. Pero una cosa es reclamar por las armas una idea o territorio (como ocurrió con Jerusalén durante las cruzadas) y otra cosa bien distinta es reclamar por derecho una idea o territorio (por ejemplo, notable fue, hasta que se lo permitieron, la reclamación de Jerusalén como territorio israelí). No se puede reclamar algo que tiene dueño legítimo argumentando sucesos históricos. Es como reclamar la casa de los abuelos cuando llevan más de 50 años sin vivir allí y lo ocupa una familia extraña. Sin embargo, una acción militar invalida todo derecho: la reclamación es efectiva y basada en un criterio militar. Aunque en teoría podía hablarse de "reclamaciones históricas", lo cierto es que en la mayoría de los casos éstas no existen o son falsas, aunque el argumento real puede ser tan fácil como un motivo económico.
Amanecer Dorado es un partido sin rumbo, basado en ideas especulativas e irreales, que quizá pueden asustar un poco, pero que al final son inofensivas, al ser este grupo una pantomima del partido nazi.
Insisto, el tiempo del miedo a los nazis ha acabado. En pleno siglo XXI no hay que temer a los grupos de ultraderecha, ya que pueden guiar al mundo perfectamente. Lo que hay que temer es la incultura, el descrédito y sobre todo el voto a grupos absurdos como el partido nazi griego. Para mí, cualquier político que requiere del baño de masas y de estar protegido por decenas de simpatizantes, demuestra una falta de personalidad y de carisma demasido elevado.
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