Tras conocer todas las funciones termodinámicas en capítulos anteriores, conviene recordar que la energía es una magnitud fundamental del universo, si no la más importante de todas las magnitudes o características del mismo. Las funciones anteriores nos permiten realizar un juicio crítico de la actual situación energética mundial y pensar si las actuales fuentes de energía son realmente sostenibles o son un invento de algunos gurús que pretenden enriquecerse a costa de los honrados ciudadanos.
Como ya se vio en capítulos anteriores, la primera ley de la termodinámica admite que la energía se trasfiere de un cuerpo a otro o se transforma en otro tipo de energía mediante los mecanismos de calor y trabajo. También se aprendió que, mientras que el trabajo puede convertirse completamente en calor, el calor puede transformarse en trabajo sólo en parte, llegando a determinarse el concepto de rendimiento del proceso. El problema fundamental de la termodinámica es cómo aumentar este rendimiento lo máximo posible.
Cabría ahora preguntarse si justificacadamente las nuevas formas de energía (incluyendo las renovables) son fuentes energéticas sostenibles y acertadas desde el punto de vista termodinámico.
Optemos por analizar las energías convencionales. El carbón, el petróleo o el uranio son tecnologías maduras que además contribuyen en una proporción muy alta (por encima del 60%) al mercado energético mundial. Nótese que no estamos discutiendo cuánto tiempo van a durar estas energías o si son muy o poco contaminantes. Sólo vamos a considerar su rendimiento energético.
Sabemos que U = W +Q. Tanto en la combustión de petróleo como en la fisión del uranio (o cualquier otra fuente de energía) hay que diferenciar el mecanismo en sí (combustión, fisión) del proceso (generación eléctrica, movimiento de un vehículo, etc.). Así, podemos decir que la combustión del carbón o del petróleo es prácticamente un 100% de rendimiento, ya que la energía de Gibbs en estas reacciones es muy negativa y por consiguiente esto significa que la reacción se da prácticamente en su totalidad. Sin embargo, el proceso o ciclo puede tener un simple 30%, ya que sólo un 30% de la energía producida por la combustión se ha convertido en trabajo.
Así pues, lo que se convierte en un problema termodinámico no es la generación de energía, sino la conversión de dicha energía en trabajo. Esto podría parecer, a priori, una cuestión puramente técnica y no física, es decir, una cuestión de falta de aislamiento, mejora del proceso, etc. Sin embargo no lo es. El rendimiento máximo de un ciclo termodinámico lo determina el rendimiento del ciclo de Carnot, cuya fórmula es 1-T fría/T caliente, siendo T la temperatura. Entonces, el rendimiento del proceso estará condicionado por la temperatura máxima y mínima. Por lo general, la temperatura mínima es el ambiente o bien una temperatura situada entre la máxima y la temperatura media entre máxima-ambiente.
Pongamos un ejemplo: supongamos que tenemos que generar electricidad mediante un ciclo de combustión a 600 K y que cede su calor a 300 K. El rendimiento de Carnot sería: 1-300/600 = 0,5 (50%). En cambio, si la temperatura de combustión fuera de 3000 K, el rendimiento del proceso sería 1- 300/3000 = 0,9 (90%). Curiosamente, el ciclo de Carnot es más eficiente cuanto más alta es la temperatura del combustible, al contrario de lo que pudiera parecer (ya que habitualmente, los políticos insisten en no aumentar la temperatura de la calefacción para ahorrar energía).
Estudiemos ahora el caso de las energías renovables. Comúnmente se nos insiste en que las energías renovables son una garantía de eficiencia, rendimiento y escasa contaminación ambiental, pero deberíamos saber que...
- La energía solar no es muy eficiente: tan sólo el 14% de la energía que incide sobre un módulo fotovoltaico es convertida en electricidad (en una central de petróleo, del 40%).
- El hidrógeno como combustible requiere que o bien el agua se convierta en hidrógeno o bien un hidrocarburo (metano, por ejemplo) reaccione con agua para obtener hidrógeno. Estos dos procesos reducen considerablemente el rendimiento final y lo hace inviable como combustible (ya que en ambos procesos o bien se requiere energía adicional para fabricar hidrógeno y/o la contaminación producida es mayor que la que se obtendría sólo consumiendo combustibles).
- La biomasa no elimina la generación local de dióxido de carbono. Sus procesos son exactamente iguales que los de combustión convencional.
- La geotermia sólo reduce en un porcentaje muy bajo el consumo energético de la vivienda, a diferencia de lo que pregonan sus defensores, ya que, como en el caso del hidrógeno, sólo considera el proceso de manera aislada y no según el segundo principio de la termodinámica al ambiente.
En conclusión: la energía es otra de las muchas guerras que tendremos que librar en el siglo XXI, así que más vale que conozcamos sus pros y sus contras.
Optemos por analizar las energías convencionales. El carbón, el petróleo o el uranio son tecnologías maduras que además contribuyen en una proporción muy alta (por encima del 60%) al mercado energético mundial. Nótese que no estamos discutiendo cuánto tiempo van a durar estas energías o si son muy o poco contaminantes. Sólo vamos a considerar su rendimiento energético.
Sabemos que U = W +Q. Tanto en la combustión de petróleo como en la fisión del uranio (o cualquier otra fuente de energía) hay que diferenciar el mecanismo en sí (combustión, fisión) del proceso (generación eléctrica, movimiento de un vehículo, etc.). Así, podemos decir que la combustión del carbón o del petróleo es prácticamente un 100% de rendimiento, ya que la energía de Gibbs en estas reacciones es muy negativa y por consiguiente esto significa que la reacción se da prácticamente en su totalidad. Sin embargo, el proceso o ciclo puede tener un simple 30%, ya que sólo un 30% de la energía producida por la combustión se ha convertido en trabajo.
Así pues, lo que se convierte en un problema termodinámico no es la generación de energía, sino la conversión de dicha energía en trabajo. Esto podría parecer, a priori, una cuestión puramente técnica y no física, es decir, una cuestión de falta de aislamiento, mejora del proceso, etc. Sin embargo no lo es. El rendimiento máximo de un ciclo termodinámico lo determina el rendimiento del ciclo de Carnot, cuya fórmula es 1-T fría/T caliente, siendo T la temperatura. Entonces, el rendimiento del proceso estará condicionado por la temperatura máxima y mínima. Por lo general, la temperatura mínima es el ambiente o bien una temperatura situada entre la máxima y la temperatura media entre máxima-ambiente.
Pongamos un ejemplo: supongamos que tenemos que generar electricidad mediante un ciclo de combustión a 600 K y que cede su calor a 300 K. El rendimiento de Carnot sería: 1-300/600 = 0,5 (50%). En cambio, si la temperatura de combustión fuera de 3000 K, el rendimiento del proceso sería 1- 300/3000 = 0,9 (90%). Curiosamente, el ciclo de Carnot es más eficiente cuanto más alta es la temperatura del combustible, al contrario de lo que pudiera parecer (ya que habitualmente, los políticos insisten en no aumentar la temperatura de la calefacción para ahorrar energía).
Estudiemos ahora el caso de las energías renovables. Comúnmente se nos insiste en que las energías renovables son una garantía de eficiencia, rendimiento y escasa contaminación ambiental, pero deberíamos saber que...
- La energía solar no es muy eficiente: tan sólo el 14% de la energía que incide sobre un módulo fotovoltaico es convertida en electricidad (en una central de petróleo, del 40%).
- El hidrógeno como combustible requiere que o bien el agua se convierta en hidrógeno o bien un hidrocarburo (metano, por ejemplo) reaccione con agua para obtener hidrógeno. Estos dos procesos reducen considerablemente el rendimiento final y lo hace inviable como combustible (ya que en ambos procesos o bien se requiere energía adicional para fabricar hidrógeno y/o la contaminación producida es mayor que la que se obtendría sólo consumiendo combustibles).
- La biomasa no elimina la generación local de dióxido de carbono. Sus procesos son exactamente iguales que los de combustión convencional.
- La geotermia sólo reduce en un porcentaje muy bajo el consumo energético de la vivienda, a diferencia de lo que pregonan sus defensores, ya que, como en el caso del hidrógeno, sólo considera el proceso de manera aislada y no según el segundo principio de la termodinámica al ambiente.
En conclusión: la energía es otra de las muchas guerras que tendremos que librar en el siglo XXI, así que más vale que conozcamos sus pros y sus contras.