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jueves, 26 de julio de 2012

Stephen Hawking y las serias dudas sobre la existencia de Dios

¿Dios existe? Esta es la pregunta que todo ser humano se realiza al menos una vez en la vida. ¿Qué es Dios?¿Es todopoderoso?¿Por qué no se manifiesta o cuando lo hace es de una manera sutil o inescrutable?

La idea de Dios es, como ocurre con otros conceptos primitivos, intrínseca a las ideas de la raza humana. Dios ha sido durante siglos la respuesta a muchas causas tanto naturales como sobrenaturales. Incluso los mismos escolásticos consideran a Dios como la primera causa de todo.

También ha ocurrido que, durante siglos, unos pocos visionarios fueron dando explicaciones alternativas a la idea de Dios o la magia. Estas explicaciones provenían de la ciencia. A medida que la ciencia fue avanzando, los hombres fueron descubriendo fenómenos y a su vez leyes que explicaban de una manera lógica esos fenómenos que en principio podrían parecer cosa de magia o de una divinidad. Podemos poner muchos ejemplos, desde la explicación de los eclipses y su pronóstico o la impresión que causa una tormenta. En cualquier caso, el talento de los seres humanos hizo disipar las dudas sobre estos fenómenos, que no son más que efectos de puras causas físicas.

Los científicos de los siglos pasados, sobre todo desde Galileo y Newton, se enfrentaron al poder de la Iglesia, afirmando categóricamente que algunos pasajes de la Biblia no podían ser considerados como verdaderos o al menos no como totalmente verdaderos. Había discrepancias sobre lo dicho y lo observado en el tiempo. Finalmente, después de muchos años, Darwin con su teoría de la evolución y el descubrimiento de la datación por estratos acabaron de apuntillar la interpretación literal de los versículos de la Biblia. Así, Dios no creó a los seres vivos acabados, sino que estos mutan, evolucionan o desaparecen según criterios de selección natural. Dios tampoco creó el mundo en el año 5000 a.C., sino que existen datos de capas terrestre de más de mil millones de años.

El concepto de Dios y Dios mismo estaba más acorralado que nunca. Sin embargo, ese principio de los escolásticos de que tenía que haber un primer móvil y que alguien tuvo que crear el mundo (es decir, un mundo no puede salir de la nada), seguía (y sigue) más que vigente. Kant en la Critíca de la Razón Pura, en sus antinomias, admite que entendiendo que hay dos realidades bien documentadas como son la física y la metafísica, es imposible que por medio de una podamos conocer la naturaleza de la otra (es decir, no es posible conocer a Dios por principios físicos ni conocer el mundo sensible mediante la metafísica). Conclusión: existen antinomias (o paradojas) sobre ciertos aspectos del mundo (entre los que destacan la existencia de un creador y un comienzo del mundo). Merece la pena tratar de entender los argumentos de Kant en aquel libro, ya que son las preguntas esenciales del ser humano. Eso lo dejaremos a la curiosidad del lector.

Stephen Hawking, en su libro Breve historia del tiempo, argumentaba que Kant había supuesto en aquellas dos antinomias ya nombradas, que el universo podía y no podía tener un principio, siendo ambas hipótesis válidas, ya que existe un tiempo infinito a partir de cualquier suceso (incluido el principio del universo). Sin embargo Hawking, co-creador de la teoría del Big-Bang, demostraba que Kant no tenía razón en este punto, al no existir el tiempo antes de la creación del mundo. Entonces, ¿qué era lo que existía? Pues nada. Y nada es nada. Quizá, ni siquiera Dios.

Esta pregunta se la hacía Hawking en aquel libro, hace ya décadas. Sin embargo, en aquel mismo libro, señala que la teoría del Big-Bang no invalida la existencia de un creador del mundo, sino que marca un momento exacto en que lo hizo. Aunque él no lo menciona, esta postura es totalmente deísta, ya que Dios crea pero luego no interviene en el mundo (cosa un poco extraña en un ser "todopoderoso", ya que.. ¿por qué no querría participar en él?). Recientemente, Hawking demostraba en su último libro que Dios no existía de acuerdo a los principios físicos. Es más, tras años de investigación llegaba a una conclusión, totalmente demostrable, de que no era necesario disponer de Dios para crear materia o energía, sino que de la misma nada aparecían cosas. Esto, que pude sonar a magia, está recogido en los principios de la mecánica cuántica, en los que las cosas muy pequeñas se comportan de manera muy extraña, como puede ser la existencia de una misma partícula en dos sitios diferentes, la desaparición de partículas o la aparición espontánea. Esto se debe a que no es posible conocer el mundo microscópico sin interferir en él, ya que un pequeño fotón de luz es capaz de alterar tan frágil equilibrio, dando estos tipos de incertidumbres.

Además, Hawking demuestra en su libro que el espacio surge de la propia existencia de la energía, de tal manera que el espacio sería energía negativa que contiene a la materia y la energía (positivas). En definitiva, se comportaría como una gran batería con una suma total igual a 0 (es decir, igual a la nada). Esto, como él bien dice, es demostrable tanto física como matemáticamente.

Hawking entonces llega a la conclusión de que si de la nada puede aparecer algo muy pequeño (y el big-bang, en su inicio, era del tamaño de estas partículas), entonces no es necesario que Dios intervenga en nada y por tanto Dios no existe. Hawking insiste en que él no quiere hacer creer a los demás otras cosas que no quieran creer, pero que este descubrimiento significaría haber acabado el conflicto entre ciencia y fe, al menos desde el punto de vista formal.

Estoy absolutamente de acuerdo con Hawking. Es fantástico el planteamiento. Sencillamente brillante (como mente brillante que es él). Brillante y lo más importante, cierto. Entonces él mismo se planteaba que de no ser necesario un creador, probablemente no exista y si no existe, ¿cómo existiría un cielo o un infierno? Sólo tendríamos, en la realidad este mundo para poder desarrollarnos y ser felices y luego, al morir, se acabó. Se acabó todo. No importará si fuimos buenos o malos, sólo si fuimos felices.

No oculto mi terror por estas palabras y estas conclusiones. Siete mil millones de almas humanas sin más posibilidad de desarrollo que este mundo. Suena trágico. Suena injusto. Suena humano, demasiado humano.


Lo que Stephen Hawking ha obviado

Sin embargo, el señor Hawking admite también que la física ha demostrado que Dios es innecesario para la creación del mundo. Esta respuesta es, para mí, insuficiente. Su argumento más crítico en su análisis de la falta de necesidad de Dios es que la mecánica cuántica demuestra que las partículas pueden crearse de la nada para posteriormente desaparecer. El propio Hawking argumenta que el tiempo y su creación es el sustento del universo, lo que evitó que aquella partícula que originó el big-bang y que surgió de la nada generara el universo. De la misma manera, Hawking argumenta que en los agujeros negros el tiempo desaparece, hasta tal punto que en el centro del horizonte de sucesos no es predecible nada, ya que las leyes físicas dejan de existir. Lo curioso es que Hawking cambia su planteamiento del pasado: para él, el horizonte de sucesos era una indeterminación (es decir, imposible de predecir sucesos) y sin embargo, ahora ya no es una indeterminación, sino la nada. Dicho de otra manera, el agujero negro es el fin del univero, como una especie de orificio del universo que lleva a ¡nada!

Tengo que reconocer nuevamente que es muy probable que Hawking esté en lo cierto, y curiosamente, como ocurre en la mecánica cuántica ¡tenga razón en las dos cosas!

De todas maneras, yo admito que esto lleva a una situación contradictoria, que el mismo Hawking debería clarificar. La primera es una obvia, que probablemente al lector ya le haya surgido: ¿por qué aquella partícula que creó el universo explotó? O incluso una menos intuitiva: ¿es posible que no hayamos sido "el primer universo de la historia"? (Entendiendo claro está, la manera intuitiva del ser humano, porque Hawking diría: ¡Nunca hubo un "universo anterior", pues entre universo y universo no había tiempo!). A estas preguntas puedo responder incluso yo fácilmente: se trata de estadística. Quizá se creó de la nada trillones y trillones de partículas antes de la partícula del big-bang. Es como jugar a la lotería: nuestras posibilidades son nulas, pero siempre le toca a alguien, porque en suma, las probabilidad de tocar son altas.

En cualquier caso surgen otras preguntas quizá no tan encaminadas al big-bang sino a lo que ocurrió después. Por ejemplo, ¿por qué tanta armonía en el universo?¿Cómo es posible que se generara la vida? (Es claro que de manera espontánea, como ocurrió al universo). Sigamos. ¿Por qué vida inteligente cuando prácticamente el 100% de los seres vivos son no inteligentes? ¿Por qué, incluso, siendo tan inteligentes, no somos capaces de erradicar el mal?¿Si el mal y el bien no existen, por qué condenar a criminales?

Si Dios no existe, ¿no existe el bien supremo?¿Está la raza humana abocada a sucumbir por la naturaleza?¿Cómo se explican ciertos milagros?

Estoy de acuerdo en que un universo podría surgir de la nada, pero también podría haber un creador que le diera forma o que hubiera decidido haberlo hecho de la nada en un preciso instante. Además, la mecánica cuántica es una ciencia peligrosa: si bien explica perfectamente el mundo microscópico, es imperfecta en el mundo macroscópico. Incluso, los propios científicos son incapaces actualmente de conjugar la mecánica cuántica (fenómenos microscópicos) con la ley de la gravedad (fenómenos macroscópicos). No me cabe la menor duda de que la ciencia logrará alguna vez dar con la solución, pero resulta muy extraño obviar a un ser inteligente en todo esto, cuando además, la inteligencia es algo que, como la vida, parece bastante posible en este universo.

Por otro lado, el argumento ontológico de San Anselmo sigue sin explicarse en este sentido. La idea de las cosas viene de una existencia. La idea del concepto perro proviene de la existencia de dicho ser. Es posible que yo piense en algo que sea mentira (por ejemplo, una isla paradisíaca en medio de mi ciudad), pero por pensarlo no significa que exista. Sin embargo, el concepto en sí mismo de las cosas: isla, ciudad, etc. sólo puede provenir de un conocimiento de las mismas y por tanto de una realidad. Por último, San Anselmo argumenta que el concepto de perfección, que puede ser aplicado a Dios, proviene de una realidad y además esa realidad debe existir, puesto que cuando se piensa en algo perfecto se piensa en algo acabado y existente, ya que si no existiera, no sería perfecto. Por tanto Dios existe, ya que es perfecto, y existir es más perfecto que no existir (o lo que es lo mismo, la materia es más perfecto que la nada).

Parece que el dilema entre ciencia y fe seguirá vivo. 

viernes, 13 de julio de 2012

Negocios que pasan de padres a hijos

En los tiempos que corren, de paro y crisis, hay una falta de oportunidades generalizadas para todos los trabajadores, en especial para la gente joven. La situación puede ser particularmente insostenible si la formación académica o profesional del joven está relacionada con sectores sensiblemente afectados. Esta situación acarrea, como digo, desempleo juvenil, falta de oportunidades y por tanto dependencia del joven, ya sea de sus padres o sus amigos más íntimos.

Qué duda cabe que son los familiares los que más se implican en ayudar a sacar adelante a estos desempleados, muchos de ellos de larga duración. Es aquí donde la figura de los padres y amigos íntimos son fundamentales para la búsqueda de contactos, independientemente si el chico vale o no para el trabajo. Se trata de trabajar. Si el chico es inteligente, saldrá adelante. Si no, perderá el trabajo.


Este caso no es un caso hipotético o un caso extraño. Cada vez son más los jóvenes altamente cualificados que son empleados en las empresas de los progenitores como albañiles, carpinteros o estibadores. Sus padres son trabajadores veteranos, conocen al capataz, y les pueden plantear una posibilidad. También existe el caso contrario: jóvenes que no están muy preparados y que la única solución es trabajar en el negocio del padre (un bar, una ferretería, etc.) o bien trabajar en la misma empresa donde el padre está trabajando (como albañil, operario, etc.).

Esta situación es, a priori, necesaria. Existe una necesidad. El joven no encuentra trabajo y es necesario encontrar un hueco en el mercado laboral. Existe sin embargo una visión contrapuesta: la del joven desahogado que, sin ningún esfuerzo, sin tener siquiera el título o la experiencia necesaria entra como mano derecha en la gerencia de la empresa o como líder de una organización o empresa de nueva creación.

El problema es que, en ambos casos, los progenitores dirán de sus criaturas que están buscándole un futuro profesional, es más, hasta diríamos que un futuro vital. No es que no sea cierto, pero este principio sólo puede conllevar, como ocurre en los matrimonios endogámicos, a la degeneración de la actividad laboral. Casarse con una prima porque no hay más mujeres en 500 km a la redonda no equivale a casarse con una prima porque es una persona de confianza a la que conozco de toda la vida. En ambos casos, el matrimonio está justificado. Nadie debería decir, aunque haya muchos que lo hagan, que el primer caso tiene más justificación que el otro. De la misma manera, el padre que quiere emplear al hijo estudioso que no encuentra empleo está favoreciendo a su hijo en detrimento de extraños, que quizá tenga más derecho que su propio hijo al puesto. Qué duda cabe que el segundo caso es todavía más claro.

Por tanto, en ambos casos, el "delito" es el mismo. Se está favoreciendo indiscriminadamente la entrada de un individuo en una empresa. Esto, si cabe, no es problemático cuando ocurre una vez. Es el mismo caso que el de la prima: un único matrimonio, en ambos casos, no provocará problemas. El problema viene cuando de manera indiscriminada, en las empresas, sobre todo en las empresas grandes, se introducen a los hijos de los empleados como los primeros para asignarles el puesto de trabajo.

Esta situación sólo acarrea dos problemas y ninguna ventaja. Digo que ninguna ventaja porque el hijo no necesariamente tiene que ser tan bueno como el padre y porque el hijo no tiene por qué tener la misma condición laboral que el padre (imaginemos un ingeniero recogiendo naranjas en el campo). Los problemas que acarrea son más notables: la falta de eficiencia en la empresa y la consiguiente pérdida de competitividad económica.

Más grave  aún es el caso de que sea la empresa familiar. Es bien sabido que cuando un negocio se hereda de padres a hijos, normalmente son los nietos los que destruyen todo, por la sencilla razón de que si bien el abuelo lo funda, el hijo lo puede hacer crecer o lo puede destruir, pero el nieto, por lo general, hijo desahogado el segundo, no conoce el valor del esfuerzo, por tanto derrocha y finalmente destroza todo lo realizado por el esfuerzo anterior.

La situación, actualmente, es más grave que en ningún otro momento de la Historia. El problema es que la única manera de valorar al individuo se ha convertido en la valoración no de sus cualidades o conocimientos, sino en el valor de sus títulos. ¿Pero qué ocurre cuando los títulos son comprados o cuando los títulos se han aprobado sin ningún tipo de esfuerzo (caso de los cursos másters, por lo general, asistencias a clase en las que incluso un borracho sería capaz de conseguir el título si se logra mantener despierto en clase)? La cultura del esfuerzo no es premiada.

Sólo en los países asiáticos (China, Japón, Singapur, Corea...) parece que se mantiene esa cultura del esfuerzo y que un joven, si es realmente bueno, puede llegar a ser un triunfador. Incluso en los EE.UU. la cultura del esfuerzo ha sido desplazada por la cultura de la especulación en la que trabajando poco se haga uno rico (casos de Facebook, por ejemplo, donde a todos consta que el propio Mark Zuckerberg nunca se caracterizó por ser el "lumbreras" de la facultad).

El caso es que estamos en la eterna tesitura de los mamíferos: salvaguardar a la cría. Pero esta situación puede poner, sin darnos cuenta, en peligro a la especie.